una hErMosa princesa en un horrible lugar... otra vez
Evie
Mal dijo que nos quedaríamos en esta cueva por lo menos un día, para que pudiera descansar y deshacerme de todo el veneno de la manzana, así que aquí estábamos, supongo que era bueno porque había comenzado a llover horrible afuera de la cueva, no habríamos podido avanzar mucho, lleva horas así.
—Entonces la manzana envenenada te mostró tu fantasía perfecta... ¿y esa era ser reina de Auradon? Tiene sentido viniendo de ti —dijo Carlos y yo sonreí levemente asintiendo.
—¿Y alguno de nosotros estaba en tu fantasía? —Jay me miró y yo negué.
—No, solo estaban Blancanieves, mi madre y yo —apreté los labios mirando de reojo a Mal.
—Ten, tomate esto —me dio un caldo en un el tazón que le habíamos robado al duende aquella vez y yo asentí.
—Mi fantasía perfecta sería tener montones de dinero —sonrió Jay imaginándolo.
—Yo sería un científico o un inventor, haría algo grande —asentí a Carlos.
—Bueno, ya lo hiciste, y ahora estamos aquí —reí levemente y ellos también lo hicieron—. ¿Tú tienes una fantasía perfecta? —miré a Mal.
—Dominar el mundo —se encogió de hombros.
—Sueñas igual de tétrica que tú madre —dijo Jay con una risa.
—Estoy en buen camino entonces —la miré con curiosidad y después me dediqué a tomar el caldo, debo dejar de pensar en cosas imposibles, ella quiere matarme, lo qué pasó el otro día fue una tontería, ella ni siquiera estaba pensando, en su mente pude haber sido cualquier otra persona, y no podía dejar que ella se metiera a mis pensamientos.
—Creo que iré a dormir un poco —me levanté con cuidado—. Estoy bien —le dije a Mal quien se había levantado para sostenerme y me fui a un lugar algo más alejado, donde aún hiciera calor el fuego, para poder dormir un rato.
No se cuanto tiempo dormí en verdad, pero cuando desperté no estaba lloviendo más y solo estábamos Mal y yo en la cueva.
—Despertaste —asentí mientras me sentaba—. Carlos y Jay fueron por madera para el fuego.
—¿Tu te quedaste aquí? ¿Por qué?
—Carlos me dijo que tú me cuidaste cuando enfermé, no quiero deberte nada a ti, ni a nadie —y ahí estaba la misma actitud de siempre, no sé porque había esperado una respuesta diferente cuando la situación era obvia, ella si me odia y yo debo aprender a odiarla.
—Bien —apreté los labios y me levanté.
—¿a donde vas? —frunció el ceño.
—Quiero salir, necesito aire —dije sin mirarla y salí de la cueva, caminé un rato hasta que me detuve—. ¿Estás siguiéndome? —dije frustrada.
—No puedes estar sola con cómo estás —fruncí el ceño.
—Claro que puedo —volteé a mirarla—. ¿No me ves? ¡Estoy perfecta! —miré alrededor y me sentí mal un segundo, necesito sentarme, ella se acercó a mi y me ayudó a mantenerme en pie.
—Debemos volver —asentí y comenzamos a caminar con lentitud.
—¿Donde estaban? ¿Qué pasó? —preguntó Carlos cuando regresamos.
—Evie quiso salir pero se puso mal —dijo rodando los ojos y yo solté un suspiro.
—Solo fue un mareo, estoy bien —Mal me dejó en el suelo.
—¡¿Un mareo y ya?! —me reclamó y fruncí el ceño.
—¡¿Y por qué de repente te importa?! —dije molesta.
—Preferiría que todos llegáramos vivos al final del viaje, por mucho que sea asqueroso de admitir, quizá te necesitemos en alguna ocasión.
—Si, claro —resoplé y miré hacia afuera, lo único que ella quería era que durmiera por 1000 años, quizá le daría el gusto, todo sería más fácil, y así podría por fin acallar esto que me consume desde hace días—. Como sea —decidí comenzar a ignorar la conversación, pero consumirme en mis pensamientos tampoco es algo que quisiera hacer.
El resto del día fue tranquilo, ciertas miradas incómodas entre Mal y yo, Carlos me miraba mucho y eso era raro, y Jay ni hablar, no quería estar a solas con el porque me haría preguntas.
Carlos
El ambiente era tenso por alguna razón, y muy incómodo, Evie parecía muy molesta con Mal y Mal parecía exasperada por eso, y ni siquiera había pasado nada, yo tenía la teoría de que fue por algo que vio en su fantasía aunque negó que alguno de nosotros estuviera en ella. Desde aquel casi beso que las vi dándose no sé qué esperar, es decir, antes no lo veía, pero ahora resulta el bastante obvio el porque Mal estaba molesta porque Evie coqueteara con Jay, y no era precisamente por Jay, solamente que jamás imaginé que realmente fuera por Evie.
Creí que deberían hablar, así que necesitaba encontrar la forma de que estuvieran solas, alejadas de todo, y cuando Evie nos dijo que teníamos que cruzar el mar para llegar a la supuesta otra isla fue ahí cuando lo supe.
—Los botes de los duendes no nos aguantarán a los 4 más las cosas. Vayan ustedes dos primero con estas maletas y después vamos nosotros en el siguiente que logremos robar —sugerí, Jay me miraba extrañado.
—Si, como sea —dijo Mal subiendo, Evie rodó los ojos pero también subió, supongo que estaba cansada.
—Bien, quédense en la primera cueva o lugar seguro que encuentren y las veremos ahí —asintieron y el bote se fue.
—¿Qué fue eso? ¿Quieres que se maten? —dijo Jay confundido.
—Ninguna de las dos sabe nadar, no pueden pelear en el bote porque se puede voltear, y necesitan hablar ¿no has visto como se llevan últimamente?
—Para ser un supuesto genio tardaste mucho en descifrar su extraña relación, lo noté antes que tú —rodé los ojos ante su burla—. Suerte para la próxima, genio.
—Olvídalo, hay que encontrar otro barco para alcanzarlas a ver si siguen vivas del otro lado.
Llegamos a la otra Isla mucho más tarde de lo esperado, los duendes no pasaban lo suficientemente cerca, vimos un fuego encendido en una cueva y entramos, ahí estaban ellas, sentadas de esquina a esquina, no parecen haber solucionado muchas cosas, me pregunto que habrá pasado.
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