¿un bEso de aMor vErdadEro?
Evie
Mal cayó dormida y apenas pudimos atraparla, tragué saliva ¿qué había pasado? Todo fue muy rápido, yo iba a tocarlo, ella se interpuso ¿por qué se interpuso? ¿No es acaso lo que quería?
—No despierta —dijo Carlos—. ¿Tienen alguna idea? ¿Alguna poción?
—No me mires a mi, Evie es la bruja —dijo Jay y yo me encogí de hombros aturdida.
—No se me ocurre nada en realidad —dije confundida—. La maldición ni siquiera debería funcionar aquí.
—Quizá no, pero lo hace, no podemos dejarla así —frunció el ceño Jay.
—Un beso de amor ¿no es ese el final de todos los cuentos? —dijo Carlos—. Un beso de amor siempre lo soluciona todo. Debes besarla, Evie.
—¿Yo? —palidecí.
—¿Acaso no recuerdas lo de la cueva?
—¿Qué pasó en qué cueva que no me enteré? —Jay me miró intrigado.
—No pasó nada, nada ha pasado nunca —aclaré.
—Hasta Jay y yo nos damos cuenta de lo que sucede, quienes no lo aceptan son ustedes —Carlos se encogió de hombros—. Deja de fingir ¿no te has dado cuenta de como la miras?
—No me presiones, Carlos —solté un suspiro—. Suficiente tengo con mis pensamientos.
—¿Qué sucedió en qué cueva? —repitió Jay.
—Cuando Mal estaba enferma, cuando subí para decirle a Evie que ayudara, las encontré a punto de besarse —dijo Carlos y yo miré al suelo.
—¡¿Qué?! ¿Por qué apenas me entero? ¿No se supone que estábamos juntos en esto? —le reclamó a Carlos y yo fruncí el ceño.
—¿Juntos en qué? —entrecerré los ojos.
—Hicimos un tipo de apuesta cuando las hicimos subirse al bote del duende solas —se encogió Jay de hombros—. Ambos vimos lo que ustedes no aceptan.
—No hagan apuestas a costa mía —fruncí el ceño.
—No te enojes, mejor besa a Mal —dijo Carlos y yo apreté los labios mirándola.
—Sabes que quieres hacerlo, vamos, hazlo —solté un suspiro y di un paso. Jay sonrió.
—Esperen ¿y el cetro? —dije extrañada, no estaba en el suelo.
—Jay ¿lo robaste? —él frunció el ceño ante la acusación.
—No —se cruzó de brazos—. Estaba tan entretenido como tú convenciendo a Evie de que besé a Mal —lo miré entrecerrando los ojos—. Yo no lo robé, de hecho planeaba hacerlo, pero no lo hice, no se donde está.
—Primero resolvamos que Mal despierte por lo menos —hice una mueca—. ¿Creen que el beso resulte?
—La única manera de saberlo es haciéndolo.
—Hablar de amor, y más, hablar de amor verdadero, son palabras muy grandes —hice una mueca—. Hace como poco más de una semana que la conozco realmente.
—Ella te gusta —me encogí de hombros y Jay sonrió—. No tenemos nada que perder, y si ella despierta con tu beso, ustedes habrán ganado algo supongo.
—Bien —solté un suspiro—. Lo haré.
Mal
Al caer dormida todo fue oscuridad, no recuerdo mucho de lo qué pasó durante ese sueño, sé qué pasó algo pero son como memorias borrosas, pero desperté, desperté aunque no abrí los ojos, una parte de mi despertó, escuché las voces de los chicos.
—Primero resolvamos que Mal despierte por lo menos —esa era la voz de Evie—. ¿Creen que el beso resulte? —esperen, ¿un beso?
—La única manera de saberlo es haciéndolo —Carlos tan obvio como siempre.
—Hablar de amor, y más, hablar de amor verdadero, son palabras muy grandes —es verdad, no creo que los villanos realmente conozcamos el amor alguna vez—. Hace como poco más de una semana que la conozco realmente.
—Ella te gusta —esperé a escuchar a Evie pero no dijo nada—. No tenemos nada que perder, y si ella despierta con tu beso, ustedes habrán ganado algo supongo.
—Bien —la oí suspirar—. Lo haré.
Escuché el caminar de sus botas hacia mi, no podía moverme, pero aunque pudiera no lo haría, ella se arrodilló junto a mi cuerpo acostado y acarició mi rostro apartando mi cabello, pero mi cuerpo, una vez más, me traicionó.
Abrí los ojos de golpe y me senté rápidamente, Evie se apartó asustada, ni siquiera logró besarme, desperté yo sola.
—¡Estas despierta! —tragó saliva levantándose disimulando.
—Se supone debías dormir mil años ¿no? —dijo Carlos desconcertado.
—¿Cómo? —Jay estaba igual de confundido que todos.
—No podía hacerme daño —razoné—. Porque tengo la sangre de mi madre, tengo la sangre del dragón —sonreí orgullosa levantándome—. Yo soy la próxima Maléfica.
A esto ha de haberse referido mi madre cuando me dijo que le probara que era su hija, sonreí orgullosa olvidando por un segundo el tema de Evie, miré al suelo y fruncí el ceño.
—¿Donde está el ojo de dragón? —entrecerré los ojos—. Jay, dámelo.
—Yo no lo tengo —levantó las manos en señal de Inocencia.
—Nadie lo tiene, solo desapareció —dijo Evie encogiéndose de hombros.
—Lo que fácil viene, fácil se va —dijo Carlos y solté un suspiro.
—¿Fácil? ¿Qué parte de este viaje fue fácil? —Evie parecía un poco ofendida, Carlos se encogió de hombros.
—Vámonos antes de que esté castillo nos haga otra cosa —dije frustrada, todo este viaje para nada.
Caminamos afuera del castillo, tendríamos que regresar por donde vinimos quizá, viaje más cansado, y casi no teníamos comida.
—¿Por qué no dejaste que tocara el cetro? —me dijo Evie mientras comenzaba a caminar a mi lado—. Sé que ese era tu plan malvado.
—Sé que lo sabes —no me atreví a mirarla.
—¿Entonces? —ella hacía muchas preguntas que yo no quería contestar.
Estaba segura de que Jay y Carlos estaban escuchando la conversación, los sentía acechando a solo tres pasos de nosotras.
—No lo sé —me encogí de hombros—. Escucha, quizá ya no me desagrades tanto —apreté los labios—. Quizá no quiero que mueras o algo así —miré hacia un lado incomoda—. Solo quizá, y tampoco fue mi intención lo del armario de Cruella —miré a Carlos y reí intentando alivianar la tensión—. La que ama todo mas que a su propio hijo.
—Ja, ja, que graciosa —dijo Carlos con burla, sabía que estaban escuchando. Pero pronto los 4 comenzamos a reír juntos de eso.
—Si lo quisiste —dijo Evie—. Pero está bien, ninguna trampa me rebano los talones —solté una leve risa.
—Cool —dije desviando la mirada, era un poco incómodo aceptar eso.
—Al menos su madre no usa solo pijamas —dijo Jay dandole un empujón a Carlos y sonreímos con diversión—. Pero basta de tonterías, busquemos el camino a casa.
A pesar de ese comentario, seguimos bromeando durante gran parte del camino sobre nuestros padres y sus obvios defectos, burlándonos incluso de nosotros mismos, algo que no habíamos hecho antes con nadie, los cuatro teníamos una conexión distinta a cómo empezamos, y quizá muy distinta a cómo se relacionan los habitantes de la isla en general.
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