not morE a fairytale
EVIE
Crecer en una cueva fingiendo que era un castillo no era fácil, crecer con una madre que hacía un intento de voz grave simulando ser su espejo mágico mientras tenía una roca en la mano tampoco era fácil, y no, definitivamente crecer exiliada en una isla llena de los villanos más ruines y perversos de todo el mundo, no, definitivamente ninguna era tarea sencilla.
—Espejo en mano, dime una cosa ¿quien del reino es la más hermosa? —hablaba mi madre mirando la piedra en su mano como si de verdad pudiera verse a si misma.
—No tienes nada en la mano, madre —solté un suspiro—. ¿Y de verdad no te preocupa alguna otra cosa? El desayuno por ejemplo —dije mirando la cesta que nos traían los buitres cada mañana, pan duro y café aguado, genial, tenía sentido, nunca había nada bueno en la isla.
—Tu hija tiene gracia y belleza —contuve un suspiro sin mirar a mi madre y cerré los ojos algo exasperada, intentando tranquilizarme, ya empezó—. Pero debe cuidar lo mejor de su cara para ser hermosa.
Mi madre fingiendo ser su espejo mágico era lo peor de cada mañana supongo, había veces en las que sus palabras y su tono sombrío me daban escalofríos, para ella nunca nada era suficiente, el cabello más perfecto, los labios más anchos, la nariz más pequeña, maquillaje perfecto, ve combinada o no hagas nada, era realmente agotador, y aunque yo creía a veces que debía haber algo más allá que ser perfecta para esperar a desposar un príncipe que se fije en ti no podía ser todo en la vida, definitivamente no sería algo que le diría a mi madre.
—¡Tu cabello! —el grito agudo de mi madre me saco de mis pensamientos, la vi caminar a paso acelerado hacia mi solamente para acomodar un mechón salido—. No te pones suficiente rubor ¿cómo conquistarás así a un príncipe —dijo después de acomodarme el cabello y yo torcí levemente la boca.
—no es como si en la isla hubiese alguno —tomé mi maquillaje aplicándome más rubor, pero era verdad, no había príncipes en la isla, y por mucho que mi madre quisiera aparentar que éramos de la nobleza, tampoco había princesas, ni cosas no caducadas, o magia, a duras penas había comida—. ¿Crees que sea seguro ir a la escuela?
—¡Nadie puede guardar rencor por diez años! Aparte, debes ir a buscar más crema anti-arrugas, no confío en la que traen los buitres.
Tomé mis cosas y solté un suspiro al dar el primer paso fuera de mi casa, la maldición de maléfica resonaba fuertemente en mi mente, pero nada pasó, sonreí aliviada y seguí mi camino, quizá la vieja hada malvada había olvidado su hechizo, quizá su madre tenía razón, nadie guarda rencor por diez años.
Cuando llegué a la escuela, después de manipular con halagos al director para que me dejara cambiar unas clases de mi horario, y encontrarme nuevamente después de diez años con los 3 hijos de Gastón, siendo muy amables como para ofrecerme compartir su almuerzo cuando recordé que había dejado el mío en casa, fui al salón de clases, había un asiento vacío con una extraordinaria vista al escritorio, y en cuanto me dirigí allí, las miradas de todos fueron hacia a mi, no había entendido porqué me miraban hasta que aquella chica de ojos verdes y cabellos morados, la cual recordaba perfectamente sonriendo con perversidad desde el balcón de un castillo mientras todos corrían ante los gritos de su madre, si, esa misma chica era la que yo recordaba y por la cual tenía lamentaciones desde niña, intentar hacerme la tonta no funciono, creo que solo la hice enojar más, y no es que le tuviera miedo, claro que no, aunque creo que ella podía ser algo intimidante, claro que no le tenía miedo.
Al sentarme atrás conocí a un chico, era delgado y pequeño, Carlos, hijo de Cruella de vil, y había pasado el resto del día con el, era verdaderamente inteligente, me mostró una máquina que estaba construyendo para que la isla pudiera ver más allá del canal de noticias de Auradon.
—¡Carlos! Tú vas a organizar mi fiesta —la hija de Maléfica nos interceptó a la mitad del pasillo—. Sin renegar, más te vale hacerla bien si sabes lo que te conviene.
—¡Yo no quiero hacer tu fiesta! ¡Mi madre me colgará de un árbol si algo le pasa a sus pieles! —frunció el ceño Carlos.
—Sin chistar dije, tiene que ser grandiosa, estas advertido —lo apunto y Carlos solo asintió resignado.
—Uhm... ¿una fiesta? —llamé la atención de los presentes, quienes al parecer habían olvidado que estaba justo al lado.
—¡La mejor fiesta del año! —dijo el que Carlos me había dicho era el hijo de Jafar, y el cómplice principal de la hija de Maléfica.
—Una fiesta suena divertida —dije tímidamente tragando saliva, al momento de decir eso pude sentir la mirada directa de la chica de cabellos morados que ni siquiera me atrevía a nombrarla en mi mente.
—Claro que si —dijo con una sonrisa falsa y pude apreciar un breve destello de perversidad en sus ojos—. Será la mejor fiesta del año, pero tú no estás invitada.
Auch, así que seguía molesta, hice una mueca, yo quería invitarla a mi fiesta de cumpleaños de 6 años, pero mi madre y su estúpida rivalidad nos habían condenado a 10 años de exilio absurdos, y ahora tenía de enemiga a la hija de la gobernante de la isla.
Supere rápido la desilusión de la fiesta, había vivido en el exilio toda mi vida, no era raro ser excluida de cosas, pero la cosa más sorprendente de mi día fue cuando al dirigirme a casa, en la salida de la escuela me topé a la hija de maléfica.
—¡Evie! ¡Justo la persona que necesitaba! —su sonrisa parecía perversa.
—¿Ah si? —dije extrañada y tragué saliva.
—Si bueno, solo quería decirte que lo de antes había sido una broma por completo, claro que estás invitada a mi fiesta.
—¿De verdad? —chillé sin poder contener la emoción, ella solo asintió.
—Claro que si, pero debes prometerme que estarás —dijo en una especie de tono sombrío y dulce al mismo tiempo, lo cual me causo escalofríos, también debo admitir que cuando se acercó demás a decirme eso, me causo bastantes nervios, yo no conocia bien a esta chica, pero sabía que era perversa.
—Ehm... si, estaré ahí, lo prometo — ella me sonrió una última vez y se fue, me quedé en medio del patio del cementerio que teníamos como escuela un par de minutos asimilando lo que había pasado y después fui a casa rápido, tenía que arreglarme, hoy iba a tener mi primera fiesta después de 10 años.
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