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la Mas larga dE las caidas

Evie

Abrí los ojos estando en un lugar extraño, parecía el sótano de Dragón Hall, la biblioteca en la que estuvimos, con 3 puertas frente a mi.

Me levanté de donde estaba y me acerqué a cada una que tenía una placa. La primera "El mayor miedo" la segunda "El mayor deseo" la tercera "El peor riesgo"

Evieeeeee

Reconocí esa voz al instante, la misma voz que en la manzana, sentí un escalofrío al recordar ese día.

Tienessss que entraaaar, Evieeeee.

¿A cual? —tragué saliva.

Si quieresssss salir, tienes que llegar a las ultimaaaas consecuenciaaaasssss.

Tragué saliva. "Escojeeeee" se escuchó y solté un suspiro, llegar a las últimas consecuencias, podría hacerlo con el mayor deseo, ya lo había vivido, solo tengo que afrontarlo. "Buscaaaa las puertassssss" ¿Busca las puertas? Supongo que sabré a qué puerta se refiere.

Abrí la puerta del mayor deseo y estaba Justo donde lo dejé, no tengo que llegar a las últimas consecuencias, solo tengo que buscar las puertas.

Estaba con Jay y Carlos en mi baile cuando vi que ella se acercaba a mi, tragué saliva y me fui del lugar.

—¡Grimhilde! ¡Vuelve acá! —¿Grimhilde? Claro, mi madre es la reina Grimhilde, no la reina malvada, sin importarme qué escuchaba su voz atrás de mi seguí caminado queriendo abrir todas las puerta—. No voy a jugar tus juegos —me alcanzó.

—No tengo idea de lo que hablas —ella me miraba seria.

—Deja de hacerte la loca, lo dejaste muy en claro, princesa —dijo con burla y fruncí el ceño—. No voy a ser parte de tu juego, si no quieres casarte con el rey hazlo por ti, no me metas a mi, no me interesa.

—¿De que hablas? —de verdad estaba confundida.

—Quizá a ti no te interese realmente, pero si alguien se entera de lo que sucedió, que fue un error, a quien van a mandar a la corte es a mi, no a ti, la hija perfecta de la reina perfecta —me miró de arriba a abajo—. Quizá yo soy la hija de la villana más horrible en este mundo, pero tú, Evelyn, para ser supuestamente una "princesa buena" eres despreciable.

—Basta ya —dije molesta—. Si tanto me odias ¿qué haces aquí?

—Olvídate de lo qué pasó, olvídate de mi y deja de mandar tus cartas a mi casillero, ya me quedó claro todo, y no seré parte de tu juego —ella aventó un papel antes de irse y yo fruncí el ceño.

—Auch —fruncí el ceño, tomé la carta y la abrí.

"Mal.
Sé que dije que lo qué pasó no podía volver a pasar por mi compromiso, pero es un compromiso que no quiero. Quiero estar contigo en todo caso, porque la única vez que he sentido felicidad fue junto a ti, podríamos escapar, pero quiero decirle a Ben las cosas de frente, espero estes bien con esa decisión."

Ahora entendía la molestia de Mal, está carta era una completa grosería, esta versión mía estaba dispuesta a sacrificar a Mal por no perder su vida. Si yo le contaba a Ben lo que sea que haya pasado con Mal que prefiero no hacerme ideas, Mal iría a juicio por traición a la corona, ella sería la mala de la historia que hechizó a la princesa y separó un posible matrimonio, gracias al escándalo no tendría que casarme con ese tal Ben y seguiría manteniendo mi posición sacrificando lo que según esto dice ha sido la única cosa que me ha dado felicidad. No quiero vivir en ese mundo, no quiero estar o tener que decidir entre mi sueño y mi supuesto deseo reprimido, no puedo tenerlos ambos y no quiero, porque vivo en la isla, jamás saldré de ella y seguramente jamás estaré con Mal tampoco, por más que intente ocultar y negar lo que siento por ella, ya no quiero hacerlo más porque no necesito hacerlo, sé que no pasará nada, tomaré ese cetro al final del viaje porque para eso estoy aquí, dormiré por una eternidad y no tendré que preocuparme más por nada quizá, sé que jamás estaré con Mal y sé que jamás saldré de esta maldita isla, así que no tiene caso alguno.

Solté un suspiro y al darme la vuelta vi una puerta en medio del pasillo que no estaba antes, sonreí, supuse que había pasado la prueba, me adentré a ella y todo estaba oscuro, había dos mesas frente a mi con esferas de cristal, una destilaba una luz verde tranquilizante, y la otra una luz roja llamativa, inquietante.

Me acerqué a la roja y la verde desapareció, solté un suspiro, no quedaba de otra, tomé una de las esferas, era aquel recuerdo de mi fiesta de 6 años, en la que era irremediablemente exiliada de la isla, hice una mueca y salí del recuerdo. Había una esfera en medio de todas, la que más llamaba la atención, decidí dejar de andarme con rodeos por miedo y la tomé, volví a estar en mi mayor deseo, el cual parecía una pesadilla.

—No quiero volver a saber nada de ti —dijo Mal mientras se la llevaban los oficiales de la corte y yo tragué saliva, podía ver mis ojos queriendo lagrimear, ay dios, si le dije a ese tal Ben lo qué pasó con Mal.

Seguí avanzando entre falsos recuerdos de ese mundo, que todos estaban en esa misma esfera, como una lista pre-seleccionada de acontecimientos, uno tras otro.

—No puedo creer que hayas sido tan egoísta como para hacer eso —me reclamaba Blancanieves.

—No serás una bien reina nunca Evelyn —eso lo decía mi madre, con la misma mirada decepcionada que he obtenido casi todos los días desde que nací.

—Madre, me sentía acorralada, yo no quería casarme con Ben.

—¡Hiciste que encarcelaran a una inocente! —me gritó con una molestia que yo no había visto en ella antes—. Eres egoísta, eres malvada y eres ruin, es decepcionante que seas mi hija. Debes saber que me iré, no seré parte de tu juego ni nada, Blancanieves vendrá conmigo, no queremos saber nada más de ti, avergüenzas a la familia, no puedo creer que tú vayas a ser la reina —aguanté las lágrimas al escuchar a mi madre hablar así, incluso viviendo en la isla, jamás había sentido que la decepcionara tanto.

El siguiente recuerdo dolió más de lo que esperaba en verdad.

—Ya no somos amigos, Evelyn —me reclamaba Carlos—. Te dije que no lo hicieras, sabías lo que iba a pasar y solo pensaste en ti aún así.

—¡Creí que no había otra manera!

—Siempre la hay —dijo Jay esta vez—. Y por querer conservar tu pequeño mundo de fantasía perfecto no tienes nada ni a nadie ahora. No estás comprometida, vives sola porque tu familia no soporta en lo que te has convertido, no tienes más amigos porque nadie quiere estar a tu lado y perdiste por idiota a la única persona por la que yo podría apostar sentías algo real. Nadie te ama ni te amara Evelyn, porque no eres nada.

Negué y solté la bola, yo no soy eso que ellos describen, no quería estar sola otra vez, gran parte de mi vida la había pasado sola y estar sola era una de las cosas que más odiaba en el mundo, pero yo no era eso a lo que ellos se referían, no,  quizá no tengo un reino, pero yo si siento amor, tengo una familia que quizá no funciona muy bien, pero la tengo, y mi madre a pesar de tener muchos defectos, me ha cuidado y me ha enseñado. Tengo amigos, y sé que son amigos aunque no lo admitamos porque nos cuidamos, nos hemos salvado la vida más de una vez y sé que probablemente lo sigamos haciendo aunque no aceptemos que somos amigos, y yo siento amor, porque soy capaz de sentir lo que siento por Mal y estoy harta de negarlo todo el tiempo, y aunque sé que nada pasará, no tengo porque reprimirme a sentir lo que siento siendo tan increíble y nuevo.

Miré enfrente y ahí había una puerta, corrí hacia ella y al abrir los ojos nuevamente estaba en mi realidad, implorando por aire y con un Jay agitado.

Resulta que Jay nos salvó la vida, creo que era su prueba, pero en parte también era nuestra, porque Jay probó su valentía y yo también lo hice, pude entenderlo al final, pase por mi mayor deseo, y llevarlo hasta las últimas consecuencias hizo que tuviera que afrontar mi mayor miedo, y gracias a eso pude correr el peor de los riesgos, volver a mi realidad después de afrontar a los demonios de mi mente, pero estaba bien, al final mi mayor miedo si es la soledad, pero mi mayor deseo es conservar en mi memoria a estas personas que por lo menos yo ya considero amigos.

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