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hold ME

Mal

La noche fue algo larga, pero por primera vez no se había sentido como una tormentosa noche llena de recuerdos de traumas de la infancia.

Aunque cuando intenté dormir, soñé con la fiesta de ese día, y recordé que estaba aquí por dos trabajos, uno, recuperar el ojo del dragón, y dos, mi proyecto malvado. No podía dejarme llevar por nada, tenía que recordar exactamente porque estoy aquí, mi misión era recuperar el ojo de dragón y destruir a Evie, no hacerme su amiga, yo soy la hija de Maléfica, y como tal tengo que actuar, puedo ganarme su confianza pero nada más para tomarla desprevenida.

—Andando, se hace tarde —dije una vez que todos despertaron, comenzamos a guardar las cosas en las maletas, tiramos lo que ya no servía y seguimos nuestro camino, el cual seguía siendo muy largo.

Habremos caminado yo creo que unas tres horas en dirección de donde indicaba el mapa, todavía parecía que tendríamos que recorrer una eternidad, estábamos llegando básicamente al límite de la isla y nada.

—¿Escuchan eso? —dijo Carlos, todos volteamos a mirarlo y nos detuvimos, nadie hacia ningún tipo de ruido.

—Agua —dijo Evie—. Es una corriente de agua que cae.

—¿Cómo una cascada? —dijo Jay.

—Si, pero por el sonido, debe ser en un lugar con eco, como una cueva, creo que es por aquí —comenzó a caminar Carlos y lo seguimos, un descanso no vendría mal.

—Bingo —dijo Jay con emoción acercándose al agua.

—Alto —todos miramos a Evie extrañados.

Evie

Caminamos buscando la fuente de agua esperanzados, pero en cuanto cruzamos la puerta, un olor inquietante invadió mi nariz, un olor conocido, y supe lo que era al instante, veneno. Como hija de una bruja, creces conociendo exactamente el veneno que podría matar a alguien en una poción, o por lo menos dormirlo por miles de años.

—Alto —dije cuando vi a los chicos acercarse dispuestos a lanzarse—. A menos de que quieran desintegrarse y quedar igual de grotescos que el café de bar bazofias, no deberían entrar ahí.

—¿Por qué? —habló Jay y yo suspire, nos acercamos lentamente, la cascada caía desde el piso en el que estábamos nosotros hasta una fosa que estaría unos 10 metros bajo nosotros.

—Es veneno, lo reconozco solo con olerlo —me encogí de hombros—. Mejor vámonos, debe haber otro lugar donde podamos descansar.

Íbamos a comenzar a caminar hacia la salida cuando volteé a ver que Mal seguía en la orilla.

—Mal ¿qué ocurre? —dije extrañada volviéndome a acercar lentamente.

—Hay algo allí abajo —dijo intrigada asomándose.

—No debe ser nada, quizá un alga, vámonos —me encogí de hombros, no muchas cosas podían vivir en agua envenenada, y mucho menos ninguna buena.

—Si, sigamos —solté un suspiro y dio un primer paso, pero la tierra de la cueva comenzó a temblar, lo siguiente que vi fue una cosa verde asquerosa parecida a un tentáculo de hiedra enredarse en el pie de mal y jalarla, lo siguiente que escuché fue a ella gritar.

—¡Te tengo! —dije tomando su brazo cuando soltó la orilla.

—¡Y yo te tengo a ti! —proclamó Jay jalando mis pies—. ¡Carlos! ¡Corta lo que sea que sea eso! Hay navajas en mi bolsillo.

Jay jaló con fuerza y yo no solté a Mal, una vez estando en la orilla, Carlos mutiló el tentáculo y este se esfumó.

—¿Estas bien? —le pregunté a Mal y ella hizo una mueca.

—Si, solo que esa cosa quema —frunció el ceño levantando su pantalón, de donde la había sujetado estaba bastante rojo y se veía algo doloroso, claro, doloroso para cualquiera que no fuera la ruda hija de maléfica.

—Bien, tenemos que curar eso antes de seguir, pero no aquí —pasé un brazo de Mal por mi hombro y con el otro sujeté su cintura, Jay se posicionó del otro lado y salimos los cuatro de la cueva maldita. Buscamos un lugar donde sentarnos y comencé a curar la herida de Mal.

—Creo que no puede ser coincidencia eso —dijo Carlos pensativo—. Creo que estamos más cerca de lo que creemos.

—¿Qué dices? —dije exasperada.

—¿Agua envenenada y un monstruo en una cueva? No tiene sentido, es como para atraer a forasteros, intrusos, piénsenlo, es un largo viaje para llegar a la fortaleza, siendo un castillo y más de un hada malvada, debería tener seguridad, pero en primer lugar, estamos en la isla, y en segundo lugar, nuestros padres no son normales —me quedé pensando un momento, supongo que eso tenía sentido.

—Si tu máquina pudo revivir el cetro de maléfica, quizá también revivió su castillo, y con el todas sus trampas —asentimos en conjunto.

—Genial, eso significa que ahora tenemos mucho más riesgo de morir en este viaje —dijo Jay en un tono claramente sarcástico.

Terminé de curar el tobillo de Mal y me levanté soltando un suspiro, si, era algo desalentador el pronóstico, pero ya estábamos aquí.

—Solo hay que tener más cuidado —pronunció Mal levantándose y asentimos—. Andando.

Carlos

Nuestro camino continuo pese a todas las dificultades, y saber ahora que podíamos caer en cualquier momento en trampas mortales ideadas por una de las villanas más perversas no me entusiasmaba, para nada de hecho, en realidad era bastante aterrador de pensar.

Cuando comenzó a atardecer, nos detuvimos para descansar y almorzar algo, no teníamos mucha variedad, pero tampoco es que la isla tuviera realmente cosas que ofrecer más que sobras y cosas podridas, con moho y moscas, creo que por primera vez en la vida de todos, estábamos compartiendo con alguien más, y es que no era porque fuéramos buenas personas o algo parecido, eso sería una deshonra para todos, más para nuestros padres, creo que nos tratarían peor que ahora, peor que basura, pero nos necesitábamos el uno al otro para sobrevivir hasta llegar al cetro, todos teníamos habilidades distintas.

—¿Qué tal está tu pie? —le preguntó Evie a Mal y ella se encogió de hombros.

—Sobreviviré —ambas tomaron un poco de agua de las botellas y comenzamos a guardar todo al terminar de comer—. Sigamos avanzando, tenemos que llegar pronto, o buscar donde pasaremos la noche esta vez.

Otras cuatro horas de caminata, y peor aún, comenzó a llover, pero Mal insistía en que debíamos seguir avanzando.

—El piso está muy lodoso, no llegaremos muy lejos así —dijo Jay, era verdad, todos luchábamos por no caer.

—Solo un poco más, y después podremos buscar donde dormir —dijo Mal antes de casi resbalar, de no ser porque Evie la sostuvo, otra vez.

—Solos no llegaremos lejos —tragó saliva Jay—. Tal vez deberíamos tomarnos de las manos, trabajaremos mejor si estamos juntos —parecía avergonzado.

—¿Lo dices en serio? —Dijo Mal en burla y Jay se encogió de hombros—. Es ridículo ¿también querrás que cantemos canciones y hagamos juegos de confianza? —rodó los ojos.

—¿Tienes una mejor idea —dijo exasperado por las burlas de Mal.

—Si querías una excusa para tomar mi mano, sabes, no te hubieses molestado en preguntar —Evie extendió su mano hacia Jay moviendo sus dedos con una sonrisa divertida aliviando la tensión de hace unos segundos.

—Bueno, ahora —Jay le guiñó el ojo con diversión y tomó su mano—. No tienes ni que decirlo.

—No te preocupes Jay, eres lindo, pero no estoy segura de que los ladrones sean justo mi estilo —rió levemente.

—No me preocupa —la miró con una sonrisa—. Pero justo ahora no quiero un baño de barro —ambos rieron y vi a Mal quien parecía molesta.

Lo medité un segundo, me preguntaba si Evie y Jay estaban coqueteando realmente o solo eran bromas, y también me preguntaba si era por eso que Mal actuaba más histérica y gruñona de lo común, aunque no tenía sentido. Mal y Jay peleaban como hermanos, Mal odiaba a Evie, y seguramente tanto Jay como Evie intentaban encubrir el hecho de que ambos estaban igual de asustados.

—Pues teniendo en cuenta las leyes de física, tiene sentido —tomé la mano de Evie y Jay tendió su mano hacia Mal quien después de unos segundos por fin se decidió a tomarla.

Durante el viaje me había puesto a pensar en lo afortunado que era de ser hijo único. Si ellos fueran mis hermanos, Mal sería la molesta hermana que siempre está enojada, mientras que Evie sería la hermosa hermana manipuladora. Jay por otra parte, sería el tipo de hermano mayor que se burla siempre del menor y que fastidia cuando no tiene que robar.

Seguimos caminando por otra hora, Justo así, agarrados firmemente, hasta que llegamos a una cueva, dejamos las cosas en el suelo.

—¿Mal? ¿Estás bien? —la voz de Evie llamó nuestra atención y tuvo más sentido su preocupación cuando Mal cayó al suelo desmayada.

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