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Una cita y un rompimiento

Mal

Cuando llegue en la noche Evie ya estaba dormida, no pudimos hablar de nada desde lo del partido.

A la mañana siguiente se levantó y se fue rápido, tampoco pudimos hablar tanto, nuestras clases estaban dispares estos días, quizá era mejor, no estaba muy segura de que sabría que decirle si la veo ¿continuaríamos como si nada en las sombras? Solo sería un rato de todas maneras ¿volveríamos a lo de antes?

—¡Mal! Te estaba buscando —apareció el príncipe apresurado.

—¿Ah si? ¿Para qué? —fruncí levemente el ceño confundida.

—¿Saldrías conmigo en la tarde? —lo miré como si estuviera enfermo pero después recordé la pantalla.

—¿Una cita? Eh... no lo sé —apreté los labios.

—Si, te prometo que te divertirás, sé del lugar Perfecto, pasaría por ti a tu dormitorio después de clases—tragué saliva.

—Ehm... bueno, es que yo tendría que arreglarme y eso, ya sabes, cosas de chicas —fingí entusiasmo tratando de no parecer lo suficientemente asqueada.

—Podría pasar más tarde ¿está bien a las 5?

Miré alrededor buscando cómo huir y vi que esa odiosa princesa hija de la bella durmiente nos estaba mirando, lo miré a él de nuevo y fingí una sonrisa.

—Okay, si, bien, tengamos una cita, como sea —¿en que me acabo de meter? Evie tendría que haber sido quien estuviera fingiendo salir con el futuro rey, ella sabría exacto que hacer, y siempre ha sido su sueño o algo así, es lo que más deseaba, recuerdo que dijo que es lo que vio en la cueva de la manzana, y después prueba del castillo de mi madre, este era su mayor deseo, yo no tenía nada que estar haciendo aquí.

Evie

Estaba entrando en pánico, mi examen de química estaba ocurriendo ahora mismo y yo no podía encontrar mi espejo, el profesor me miró con escepticismo.

—¿Buscas algo, Evie? —me mostró el espejo en su mano, lo miré confundida—. Es bueno saber qué hay gente que aún sigue las reglas —señaló a Chad quien miraba orgulloso, maldito idiota—. Mi recomendación será que te expulsen y te envíen de vuelta a la isla.

—No se como no hicieron eso desde el momento en que se filtraron las fotografías —dijo Chad y yo fruncí el ceño levantándome molesta, Doug tomó mi brazo evitando que hiciera algo estúpido.

—Eso suena discriminatorio —reprendió a Chad y después miró al profesor—. Y bueno, profesor, con todo respeto, no sabe si estaba buscando el... eso, lo que sea que sea, quizá solo necesitaba un lápiz, podría dejarla hacer el examen, sería una injusticia no hacerlo.

—Si apruebas este examen te devolveré el espejo y el tema será olvidado —asentí levemente y solté un suspiro, le murmuré un muy suave "gracias" a Doug y continué el examen el cual fue más fácil de lo que creí.

Era como hacer una poción, y yo había leído mucho de pociones toda mi vida gracias al libro de mi madre. Para la tarde el profesor me llamo a su salón, me dio el examen junto con el espejo y no mencionó nada más, sonreí al ver la nota del examen y fui con Doug que lo encontré en el patio.

—Sabía que lo harías, eres más que una cara bonita, Evie —sonreí, pero después se sintió algo más nostálgico, eso me lo había dicho Mal la primera vez, en la prueba del espejo en el castillo de su madre.

—Gracias —dije guardando el examen en mi bolso junto con el espejo.

Mal

Salí al patio indecisa sobre si buscar a Evie, era lo más cercano que tenía a una mejor amiga, y a una pareja real si lo pienso bien, lo cual es raro, y al mismo tiempo éramos como familia, lo cual lo hace algo perturbador, debería definir bien que soy con ella, pero es probable que no lo haga.

—Evie —me acerqué por fin cuando la vi con aquel hijo de uno de los enanos—. Necesito... tu ayuda —tragué saliva, ella me miraba confundida, y yo no sabía bien que decir, si necesitaba su ayuda, pero una parte de mi, por oculta que la quiera mantener, no la quería tan cerca de él... es decir, nunca antes me había importado, no se porque me importa ahora—. Ben... me invitó, a una cita —hablé pausadamente, ella se levantó, igual de incomoda que yo.

—Nos vemos después, Doug —se despidió, tomó sus cosas y nos fuimos al cuarto—. ¿¡Una cita!? —se recargó en la puerta dramáticamente soltando un suspiro.

—Lo siento —hice una mueca y tragué saliva.

—Está bien, es decir, es obvio, no es tu culpa, la gente aquí tiene citas mientras sea una pareja lo suficientemente normal —ignoremos el leve tono de resentimiento en sus palabras—. Esta bien, eh, si, puedo ayudar.

Se dirigió al armario y comenzó a sacar ropa sin control, buscando alguna cosa en específico.

—Si, este —sacó un vestido morado—. Con esta —junto con una de mis chamarras de cuero, solo que está era negra.

—Me iré a cambiar —el ambiente se sentía algo... tenso, por no decir algo más, creo que ninguna quería sacar el tema. Salí del baño cuando estuve lista y ella sonrió al mirarme, la clase de sonrisa aprobadora que quieres ver todos los días de alguien que te importa.

—Ven, te voy a maquillar —se sentó en la cama junto con su estuche de maquillaje y yo hice lo mismo, era muy buena en este tipo de cosas, en verdad. Me dediqué a mirarla mientras me maquillaba, estaba muy cerca, y al mismo tiempo había una tensión que no se sentía tan bien en el ambiente, teníamos temas sin resolver, y aunque no dijéramos nada, se que a ella le importaba.

—Evie —trate de hablar mientras ella guardaba las cosas—. Quizá tengamos que hablar.

—Estamos bien, Mal —trago saliva, solté un suspiro y me acerqué a ella tomando sus manos.

—¿Estas segura? —dije insegura ella me miró con la sonrisa más radiante que pudo expresar y asintió.

—Si —tomó mi mano y caminamos al espejo—. Mira, te ves hermosa —sonrió y me abrazo por la espalda recargando su barbilla en mi hombro, sonreí al mirarnos al espejo, ignorando un poco el como me veía, volteé a mirarla y la besé, ella dudó un poco pero correspondió, una parte de mi sabía que no estábamos bien, y que probablemente no lo estaríamos por mucho tiempo más, así que quizá podría aferrarme a estos segundos donde no se sentía tenso el ambiente, y no importaba nada ni nadie más por un rato, sueno como una idiota, lo sé, pero jamás había sentido que necesitara aferrarme a algo, la sensación de que las cosas fueran como agua entre los dedos era normal, era lo que conocí durante toda mi vida, pero por primera vez había algo que no quería dejar ir tan fácil, y ese algo era ella.

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