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The True


Llevaba días encerrada con ellos, esperando un "Lo encontramos" cosa que no había pasado. Espio se mantenía enfrente de la computador y Charmy se le miraba volando con papeles de un lado a otro, realmente no estaba segura si estaba ayudando en algo o sólo quería sentirse útil.

–¿Cuánto más falta?– preguntó Amy impaciente.

–Parece como si el erizo hubiera desaparecido de la faz de la tierra.

–Tal vez sabe que lo estamos buscando y se escondió– dijo Charmy con aquellos papeles que traía y llevaba.

–No... él no es así– contestó ella.

–Pareces conocerlo bien– dijo Espio viéndola de reojo.

–...Podría decirse.

Esas últimas dos semanas su ser había sido alimentado con resentimiento, odio y tristeza, eran los únicos sentimientos que podían impedir que en algún momento se arrepintiera de su decisión, y claro estaba, que sintiera la ausencia de su compañero.

–Yo creo que deberías de descansar, no has dormido casi nada– sugirió Espio. Cambiando de tema.

–No... No descansaré hasta encontrarlo y vengar la muerte de Knuckles– replicó con rencor en su voz y lágrimas en sus ojos.

–Sí, pero... ¿Uh?

–¿Qué sucede?

–Creo que por fin encontré al erizo azul– dijo con una sonrisa de triunfo.

Amy se paró del sillón en el cual estaba recostada y se acercó al monitor, allí, pudo ver varias de las cámaras que habían por toda la ciudad, para controlar el exceso de velocidad en donde las capturas de un rayo azul se miraba en una ruta definida.

–Creo que salió de su escondite.

–¿Adónde se dirige?– preguntó Amy.

–No estoy seguro– respondió tecleando –, pero parece que está yendo a las diferentes estaciones de policías de la ciudad.

–"Me busca"– pensó de golpe –¿Ha pasado por la número 0478?

–No, pero no tardará en llegar.

–Entonces es mejor no hacerlo esperar– dijo cargando su arma –Es hora de vernos por una última vez.

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Caminaba hacia la comisaría, quería saber si la gata lila había regresado a su hogar y así, terminar con aquella misión de una vez por todas y cobrar su esmeralda caos.

–"Espero que Tails ya haya preparado mi esmeralda" pensó Dalia mientras caminaba por la ciudad desinteresadamente, hasta que escuchó algo que le pareció extraño:

–Objetivo localizado, blanco en la mira.

Se volteó confundida para reconocer a alguien familiar –... ¿Sonic?– inquirió por lo bajo. O eso pensó hasta que la luz reflectó sobre éste, revelando su verdadera identidad. Un robot, uno muy parecido a Sonic. Dalia escuchó un sonido familiar, observando cómo aquel erizo metálico levantaba uno de sus brazos para así convertirlo en un arma láser, la cual cargó rápidamente. –¡Demonios!– saltando a un lado para escuchar una explosión de automóvil al recibir el impacto del láser, haciendo que ella cayera al suelo por la fuerza de las llamaradas.

Dalia se levantó lo más rápido que pudo para buscar algún refugio de su atacante hasta que lo vio de pie frente a ella, de nuevo, apuntándole.

–Blanco asegurado, posibilidades de fallo... nulas.

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Había buscado en cada estación de policía, esperando lograr verla, ya que nadie podía verlo a él, pero aún le faltaba una, la estación 0478. Corrió en dirección de la última estación de su lista hasta que distinguió algo entre uno de los callejones cercanos, una cabellera de color rosa pareció moverse con el viento que él había causado. Sonic detuvo su carrera, retrocediendo un par de pasos y ver dentro de aquel callejón, y ahí, parada bajo un foco titilante logró distinguirla, era ella. Amy lo observó con intensidad por unos segundos y luego siguió su camino para cruzar en la calle opuesta.

–¡Amy!– gritó en un intento de detenerla, sin éxito.

Sonic la siguió por el oscuro callejón al otro lado. Una vez ahí vio a los automóviles transitar, a gente caminando sin preocupaciones, pero no había rastros de ella. Caminó por la acera y empezó a buscarla con la mirada con desespera distinguiéndola nuevamente, Amy le dio una mirada intensa cruzando en la esquina siguiente; él no entendía qué estaba pasando; corrió tras ella nuevamente, parecía el juego del gato y el ratón, sin saber si él era el ratón o el gato. Siguió así hasta que por fin llegó a un terreno baldío lejos de todo en donde ella por fin se detuvo. Sonic caminó con cautela acercándose a la eriza quien se mantenía de espaldas.

–Amy...– llamó cauteloso –¿Qué pasa?

–¿Qué sensación te produce el matar a los demás?

–¿Ah?, ¿De qué rayos estás hablando?– replicó confundido.

–¿Te produce placer?, ¿Es emocionante? O tal vez sólo sea un golpe de adrenalina.

–Amy ¿Qué es lo que pasa?– preguntó confundido.

–¡Contesta mi maldita pregunta!– gritó molesta.

Sonic exhalo un suspiro de resignación desviando su mirada –Depende...– respondió al fin.

–¿De qué?– insistió sin verlo aún.

–Del reto– murmuró desviando la mirada –A veces es emocionante, y otras... es sólo vacío.

–Ya veo– habló sin emoción en su voz –Y dime, ¿qué fue exactamente lo que sentiste al matar a mi compañero?– indagó sacando su arma su costado.

–¿Matar a tu compañero?– repitió confundido.

–¡SÍ!– exclamó con su ira desmedida –¡La noche en que fuimos a buscarte a Ivo Robotnik Computers!– gritó volteándose al fin –¡¿Qué fue lo que sentiste cuando le diste un disparo en la parte de atrás de la cabeza?!

Sonic se quedó atónito al escuchar aquello; él había matado a muchos antes, algunos ya ni los recordaba, pero si de algo estaba seguro es que él no había matado a su compañero; aún tenía un vago recuerdo de él, y si estaba en lo correcto era un equidna rojo, el mismo que había intentado matarlo en aquel hospital. Sonic cerró sus ojos por un momento, en un intento por analizarlo todo; si ella había ido a buscarlo tenía que haber sido en tiempo en el cual Shadow lo había capturado y de ser así él no había podido hacer nada, ya que estuvo muy débil todo ese tiempo. Abrió sus ojos nuevamente en un intento de explicarle, pero en la mirada de ella logró distinguir una mirada conocida, una llena de furia y dolor imposible de contener.

–Amy, yo no maté a tu compañero– dijo serenamente.

–¡No mientas!– vociferó apuntando su arma hacia él –¡Yo te vi hacerlo!, ¡Yo estaba ahí!

–Amy, escucha, yo...

–¡¿Por qué no me mataste a mi también?!– interrumpió con su voz quebrantada –¡Por qué dejaste que yo lo viera morir!

–¡Amy, escúchame!– alzó la voz en un intento de ser escuchado –¡Yo no fui quien...!

El sonido de un disparo ensordeció a la ciudad. Sonic sujetó su brazo con fuerza al sentir un dolor punzante en éste. Con una mirada de dolor la vio a los ojos y notó que ella no escucharía por más que él intentará explicarle lo que había pasado. Resopló resignado viendo a quien una vez fue una eriza vivaz y sonriente en el resultado del dolor y el odio. –¿En serio crees que fui yo?– murmuró con pesar. Él podía ser un asesino, pero no era ningún estúpido, y matar a su compañero o a cualquiera que estuviera cerca de ella no tenía sentido, no con el apreció que él le tenía a ella.

–¡Me dijiste que confiara en ti!– exclamó ella apuntándole fijamente –Yo sí confié...– musitó sintiendo como un par de lágrimas corrían por sus mejillas; las lágrimas de la traición.

Sonic la vio pesar, sabía que todo eso se trataba de venganza, de vengar la muerte de su amigo y de hacerlo pagar a él por una traición que no había cometido. Se acercó a ella quedando a unos pocos centímetros de ella, viendo una clara expresión de asombro en ella y miedo. La vio con seriedad, sin denotar expresión alguna viéndola con intensidad.

–Si en serio crees que fui yo el asesino... dispara– ordeno sin inmutarse.

–¡No creas que no lo haré!– exclamó apuntando con una mano temblorosa al pecho del erizo.

–Hazlo entonces– retó.

Amy movió su dedo temblorosamente halando lentamente del gatillo, tenía que hacerlo... él había matado a Knuckles, él había sido el responsable, Sonic tenía que pagar por todo lo que había hecho.

–"Knuckles... esta es tu venganza"– pensó cerrando ambos ojos en un intento de evitar la realidad de lo que iba a hacer.

–...Para– un débil murmuró llegó hasta ella, obedeciendo. Amy abrió sus ojos al instante y volteó hacia los lados sin poder distinguir nada. No estaba segura de dónde había provenido esa voz –... ¿Dijiste que fue una sombra?, ¿Verdad?– escuchó de nuevo. La voz era apenas audible y se le hacía muy familiar.

–¿Quién...– calló al distinguir una silueta detrás de unas bolsas de basura apiladas en aquel terreno baldío.

Amy logró ver una mano que sobresalía de entre aquellas bolsas, alguien. Dirigió su mirada nuevamente al erizo azul que seguía en la misma posición, sin titubear. –...No fue él– escuchó nuevamente de aquella voz. Amy retrocedió lentamente sin dejar de apuntar al erizo en ningún momento. Caminó hacia la basura sin darle la espalda a Sonic en ningún momento, aún con su arma fija en él. Se acercó lo suficiente para poder distinguir a la gata gris boca abajo con una mano extendida como si hubiese intentando moverse.

–¡Dalia!– gritó guardando aquella arma y corriendo hacia donde ella estaba –¿Qué demonios te pasó?– preguntó angustiada.

Logró distinguir un charco de sangre debajo de ella, moviéndola boca arriba para ver una de sus manos sobre su pecho, su playera púrpura era ahora carmesí y el brillo de sus ojos se estaba apagando. Por la cantidad de sangre parecía llevar ahí ya bastante tiempo.

–...Tú dijiste que él había hablado extraño... ¿No es cierto?– habló sin energía. Antes del funeral Amy le había comentado a Tails, Rouge y Dalia que era lo que había pasado con Knuckles, o al menos lo que ella escuchó y vio. –Él que asesinó a Knuckles... fue él que me hizo esto a mí.

–¿De qué estás hablando? ¿Quién te hizo esto?

–Debes de encontrarlo– musito tosiendo sangre de su boca y perdiendo el conocimiento.

–¡Dalia!– gritó intentando despertarla en vano.

Amy no entendía lo que había pasado, no entendía a qué se refería, pero si Dalia tenía razón, eso significaba que Sonic era realmente inocente. Se volteó rápidamente y vio que él seguía en la misma posición, no se había movido ni un centímetro, a pesar de que pudo haberse ido en el momento que ella se había distraído con la gata gris.

–¿Ahora me crees?– preguntó seriamente.

–Yo, yo... ¡Lo siento tanto!– se disculpo con lágrimas en sus ojos.

Sonic se movió al fin buscando un pañuelo que llevaba en el bolsillo de su pantalón, amarrándolo en su brazo lastimado deteniendo la hemorragia. Caminó hacia donde estaba Amy y Dalia para tomar a la gata gris entre sus brazos. Inmutable.

–Hay que llevarla a un hospital– habló al fin.

–Sonic, yo, yo... debí saberlo, yo...

–Sí, debiste– interrumpió cortante.

–Sonic...

–Iré al hospital de Station Square y la dejaré allí, no hay tiempo que perder– interrumpió para luego correr a toda velocidad dejando un rastro azul.

Amy cayó de rodillas al suelo y sintió como las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos sin ella poderlas detener.

–...Lo siento– musitó al viento.

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Corrió a toda velocidad, y a pesar del dolor intenso de su brazo no se detuvo a revisar la hemorragia que no parecía querer detenerse. Llegó a la entrada del hospital después de sólo un minuto, deteniéndose frente de aquella puerta de vidrio, la cual llevaba por nombre "Emergencias". Él no podía entrar al lugar, pues nadie podía saber de su existencia, en especial Eggman, así que dejó a la gata recostada con delicadeza cerca de la puerta, no tardarían nada en verla ahí. –Nos veremos luego– se despidió con un amago de sonrisa, dio media vuelta listo para irse hasta escuchar un ruido. Sonic vio sobre su hombro para ver algo caer del bolsillo del pantalón de Dalia, era un teléfono celular. No pudo evitar tomarlo del suelo inspeccionándolo minuciosamente hasta que escuchó voces en la cercanía.

–Hora de irme.

Sonic terminó en la azotea de un edificio que se encontraba frente al hospital donde había dejando a Dalia, sólo para asegurarse que los doctores la vieran y le dieran ingreso. Escuchó al personal del hospital alzar la voz al ver a la desfallecida felina donde la había dejado subiéndola en una camilla y adentrándola. Sonic esbozó una sonrisa sintiéndose aliviado, vio de nuevo el aparato que tenía en su mano, ampliando su sonrisa.

–Me sorprende que uses algo como esto, no me parece que sea tu estilo– dijo al ver el celular color púrpura.

Sonic abrió el teléfono curioso de lo que podía contener y al hacerlo éste tenía un mensaje en la pantalla "Memoria Llena" –¿Llena?, ¿De qué?... ¿Números de amigos?, sí como no– rió para sí. Indagó en el teléfono hasta que noto que la memoria se había consumido únicamente por un documento que tenía por nombre "Proyecto SSS".

–¿Proyecto SSS?... ¿Qué puede ser tan interesante como para que lo tengas guardado?– se cuestionó intrigado –Supongo que tendré que averiguarlo.

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Y como lo había predicho, aquellos agentes habían logrado capturarla y llevarla a su prisión, o como su familia le decía, a su casa. Blaze llegó en una gran limusina a aquella mansión, a la cual no le emocionaba mucho entrar, pero claro está que quedarse afuera no era realmente una opción. Entró al lugar y lo primero que vio fue a su madre abalanzarse sobre ella y abrazarla fuertemente sollozando sobre lo feliz que se encontraba porque ella estuviera bien. Blaze se sintió incómoda por la explosiva muestra de afecto, haciendo que su madre la soltara y luego, vio a su padre que la observaba con la misma expresión de estoica que ella tenía.

–Es un gusto ver que estés bien– habló su padre acercándose a ella.

–Mira tus ropas, pareces pordiosera– señaló su madre al notar las ropas desgastadas.

–Lo siento madre, a la próxima pediré el trato de lujo– dijo con sarcasmo en su voz.

–No seas irrespetuosa con tu madre– corrigió su padre frunciendo el ceño –Déjennos a solas– ordenó por último.

–Pero...– replicó su madre.

–¡Ahora!– Su padre no tenía un buen temperamento, y todos en esa casa, excluyéndola a ella, le temían. Su madre no muy contenta aceptó irse de ahí, dejándola a solas con él. –¿Sabes cuan preocupados hemos estado intentado buscarte?– reclamó. Ella por su parte no respondió nada, desviando su mirada al suelo –¡Mírame cuando te hablo!– vociferó tomándola por el brazo, obligándola a verlo. –Te irás a un internado tan pronto como sea posible– dijo con un suspiro de cansancio.

–¡¿Qué?!– gritó ella. –¡No!, ¡No puedes hacer eso!

–¡Claro que puedo!– replicó él –¡Acabas de ser secuestrada!, No veo una mejor razón que ésta para poder protegerte de...

–¿Protegerme?– cuestionó Blaze, interrumpiéndolo –No querrás decir, para deshacerte de mí.

–¿Cómo te atreves a decir eso?

–¡Desde que sabes que tengo estos poderes lo único que has querido es deshacerte de mí!, ¡Admítelo!

La vio intensamente a esos ojos desafiantes que brillaban con sus emociones escondidas. A él no le importaba que ella estuviera en su último año de preparatorio, a sus ojos, seguía viendo la misma niña explosiva y malcriada de años atrás. Carraspeó su garganta recobrando aquella compostura serena e imponente.

–Irás a un internado y esa es mi última palabra– concluyó para chasquear sus dedos al aire, provocando que varios miembros de la servidumbre llegarán al acto. –Lleven a mi hija a su habitación, y procuren que se quede ahí– ordenó dándole la espalda caminando fuera del vestíbulo.

–¡Pero...

–Irás a un internado Blaze– dijo viéndola de reojo –Hazte a la idea.

Blaze fue llevada contra su voluntad hacia su habitación y encerrada en la misma. Golpeó la puerta de madera con sus puños, resignada a su nueva prisión elegante. La felina suspiró frustrada recostándose sobre la puerta de madera blanca. Vio las grandes puertas de vidrio que le daban la salida al balcón de su habitación. Observó las cortinas de color violeta ondear suavemente por la corriente de aire. Caminó hacia ésta tomando la manecilla dorada para abrir el único contacto que tenía con el mundo. Abrió las puertas de par en par dejando entrar la brisa de la noche. Observó las estrellas resplandecer en lo alto, recordando aquellos ojos incandescentes. Nunca se había sentido libre en su vida, ni en casa, ni en otro lado, nunca hasta que lo había conocido a él –"... nadie ha de obligarte a hacer algo que no deseas"– recordó sus palabras.

Mantuvo su ojos en la luna plateada, recordando las suaves facciones del erizo plateado, sintiendo un vació en su pecho y en su vida.

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Tuvo que cambiarse de base, ya que ahora tenía a uno de los más rencorosos y mejores asesinos detrás de él, y por el momento no podía dejar que lo encontrara por ningún motivo. Eggman escuchó la puerta abrirse observando a aquel erizo metálico entrar a lugar.

–Objetivo eliminado– reportó mientras la puerta se cerraba detrás de él.

Eggman sonrió ante ese comentario; él había mandado a Metal Sonic a eliminar a Dalia por su alta traición, al final de cuentas era el castigo que se le daba a los traidores, pero más que nada, por haberse inmiscuido en cosas que no era de su incumbencia, el haberle dado aquella información a Shadow tenía un precio muy alto de pagar.

–Bien hecho.

–¿Cuál es la siguiente misión?

–Tu siguiente misión es un poco más complicada, pero como objetivo, tienes que eliminar a: Silver the Hedgehog, Shadow the Hedgehog y....– calló. Sonic había sido por mucho su más grande triunfo, le había tomado ochos años para poderlo moldear a su conveniencia y de todos ellos era al único que no quería perder, pero por el momento no estaba seguro si dejarlo vivir o matarlo, ya que al final de cuentas ahora tenía un robot que eral igual o más poderoso que él. –Solamente– completó –Ve, busca y elimina a esos traidores.

–Afirmativo– dijo antes de salir de ahí.

"Por el momento Sonic, te dejaré vivir"

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Terminó por ir a un Café Internet local, se sentía bastante extraño, pero tenía una curiosidad realmente intensa por saber qué era aquello que aquella gata gris guardaba en aquel celular. Tomó una máquina y conectó el teléfono en un intento de leer el documento, sin embargo, una ventanilla se abrió al intentar acceder al dispositivo, pidiendo una contraseña. –Demonios– masculló. Esa no era su área, él no sabía eludir contraseñas, necesitaba encontrar a alguien que pudiera hacerlo y la única que sabía que podía estaba en el hospital recuperándose de una terrible herida en el pecho.

Sonic se recostó sobre su silla cerrando los ojos pensando cómo podría eludir el sistema de seguridad de Dalia. –Tal vez yo pueda ayudar– escuchó decir sobresaltándose. Sonic abrió sus ojos de golpe para ver a la eriza rosa parada a su lado con una suave sonrisa en su rostro.

–¿Amy?– dijo confundido –¿Cómo sabías que estaba aquí?– cuestionó frunciendo el ceño.

–No lo sabía realmente– negó con la cabeza –, caminaba de regreso a la estación de policía cuando te vi aquí sentado por las ventanas– dijo señalando las ventas del local que daban a la calle.

Ya había amanecido para ese entonces, Amy había pasado buscándolo durante horas hasta que el sol había salido, dándose por vencida, o al menos hasta que lo había visto entrar al comercio y sentarse en una de las máquinas.

–¿Sabes evadir contraseñas?– preguntó el erizo azul con aquella expresión de pocos amigos.

–Yo no, pero sé quien puede– respondió esbozando una sonrisa.

Sonic la vio fijamente, esa última frase le recordó mucho lo que ella le había dicho hace tiempo atrás "...Yo quiero ayudarte" Jamás entendió realmente porque ella quería darle tan desesperadamente una oportunidad, porque nunca lo vio como un criminal que tenía que pagar por todos sus actos del pasado y tal vez nunca lo haría. Sonic la vio fijamente a los ojos, unos que lo miraban con tristeza y dulzura, tal vez se sentía culpable por lo que había pasado. Sonic vio de reojo su brazo, el cual había dejado de sangrar y había tenido que suturar con mucho esfuerzo. Observó de nuevo la pantalla frente a él, y sin decir nada, asintió con la cabeza poniéndose de pie. Él sabía que ella jamás podría confiar ciegamente en él, y eso le causaba dolor un dolor más fuerte que cualquier herida de bala que hubiera recibido. Deseaba que ella confiara en él, pero confiar en alguien que mata como su oficio no era algo fácil.

–Sígueme– habló ella caminado hacia la salida.

Le parecía extraño que ella no hubiera querido tocar el tema de su confusión con el asesino de su amigo, pero tal vez lo mejor era que no lo tocara, él tampoco sabía exactamente que le diría si lo hiciese.

Terminaron enfrente de la Estación de Policía 0478, y eso lo hizo parar al instante.

–¿Qué hacemos aquí?– preguntó Sonic desconfiado.

–Aquí está quien puede ayudarte con tu problema– respondió ella.

–Pero...

–Tranquilo– dijo tomando su mano con gentileza –No dejaré que nada malo te pase.

Sus mejillas adquirieron un tono rojizo al sentir su mano tomando la de él. Amy lo haló suavemente haciéndolo entrar a la estación. Sonic entró con cautela, el lugar yacía desierto. –Y luego se preguntan porque la policía no contesta los llamados– habló Sonic en forma de burla, en un intentando de alivianar la tensión. A pesar de no ver a ningún policía la sensación de incomodidad no dejaba de abrumarlo. La sensación de que intentarían encerrarlo en alguna prisión consumía su ser, a pesar de que él sabía que no había prisión que pudiera retenerlo, exceptuando las de Eggman, que cada vez parecía ingeniárselas para crear nuevas y más resistentes prisiones para seres como él, Silver o Shadow.

–Me siento como vampiro en iglesia– habló con desagrado.

–Llegamos– dijo Amy soltándolo al fin –Aquí es.

–¿Aquí es qué?

Amy abrió la puerta de una oficina que tenía por nombre "Comandante" y al hacerlo vio a un zorro de dos cola sentando detrás de una computadora.

–Hola Tails– saludó Amy, el zorrito por su parte no levantó su vista siguiendo con su tecleado.

–Hola Amy, dame un segundo, ya casi termino– dijo sin quitar su vista del monitor.

Tails siguió con su trabajo hasta sentir una mirada intensa detrás suya. Vio de reojo a sus para encontrar a un erizo azul viendo el documento que él estaba revisando. En su computadora exclamando un grito al ver a un erizo azul detrás de él.

–¡¿Quién eres tú?!– gritó moviéndose a un lado en su silla de rodos.

–Tails, él es...ah... Sonic the Hedgehog– respondió Amy con una sonrisa traviesa.

–¡So-So-Sonic the Hedgehog!– repitió sin poder creerlo –¡Amy qué crees...

–Wow, realmente eres alguien peculiar, ¿no es así?– interrumpió el erizo al ver las dos colas que el zorrito tenía, acercándose curioso.

Tails sujetó sus colas frunciendo el ceño en un intento de ocultarlas de su curiosa visita. –¡¿Amy qué crees que haces con él aquí?!, ¡Y sin esposas!

–Es que... yo...

–Dijo que tú me ayudarías a descifrar esto– explicó el erizo sacando un celular de su bolsa.

Tails lo vio desaprobatoriamente hasta que reconoció el aparato que tenía en sus manos –Este es el celular que le di a Dalia... ¡¿Qué le has hecho?!

–Nada– respondió con un puchero infantil. Molesto –No te mataría confiar en un asesino de vez en cuando, bueno, tal vez sí lo haría– habló en forma de burla sonriendo abiertamente.

–¡¿Amy dónde está Dalia?!– demandó saber Tails.

–En el hospital– respondió en murmuró.

–¡¿Qué le pasó?!

–No lo sabemos, alguien le disparó– explicó sin interés –Según ella el mismo que mató a aquel equidna.

–El responsable del asesinato de...

–Estará bien Tails– interrumpió Amy –Sonic la llevó al hospital.

–¿Quieres que confíe en él?– dijo Tails viéndola con una mirada acusadora.

–No tienes que confiar en mí– habló Sonic sin interés –Sólo quiero que pases la contraseña de ese teléfono para que yo pueda leer el archivo dentro de él.

Bufó molesto ante el mandato del erizo –¿Por qué yo debería...

–Por favor Tails– suplicó Amy.

–Por supuesto que no– se negó viéndola molesto –No pienso ayudar a...

–A cambio– interrumpió el erizo azul –Te ayudaré a encontrar a la mente maestra detrás de los tres mejores asesinos de esta ciudad– dijo con una sonrisa arrogante –A Eggman.

–Sé donde...

–Si conoces a Eggman, sabes que no se quedará en el mismo lugar después de lo que pasó ahí– interrumpió nuevamente –¿Tenemos un trato?

–¿Dices que harás todo eso sólo por un documento que no sabes ni lo que es?

–No, a cambio de mi libertad– corrigió. Viendo una expresión de sorpresa en el zorro –Yo te ayudo y tú no intentas capturarme más, ¿Trato?

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