Motivos
Caminaba para su tarea de niñero, como él le decía. Entró al lugar y vio a el erizo plateado allí, algo que se le hizo extraño, ya que era turno de Sonic de cuidar de la gata lila. Shadow se acercó a él, quien parecía estar de buen humor, demasiado.
–¿Qué haces aquí?– preguntó con frialdad. Silver se sobresaltó un poco al verlo allí, como si no lo esperara todavía.
–Shadow, viniste temprano.
–¿Qué haces aquí?, ¿Dónde está el erizo azul?
–¿Sonic? Pues verás, yo me quedaré cuidando ahora de Bla... digo, de la presa- rió nervioso –Así que puedes irte.
–No– dijo secamente.
–Bien, entonces nos vemo... ¡Espera! ¿Dijiste no?
–Si crees que por un momento que te dejaré solo con ella, estás equivocado.
–Pero, tú dijiste que odiabas cuidar de...
Silver calló al ver a Shadow caminar peligrosamente hacia él. No sabía muy bien porque le intimidaba tanto su presencia, o tal vez era que sentía que con aquella mirada penetrante que él tenía, podía leer sus más íntimos pensamientos. Paró enfrente de él y lo vio directamente a los ojos, sintiendo cómo miraba su alma.
–Me quedaré aquí, y veré que esta misión se cumpla... ¿Entendido?
Silver aún recordaba aquella conversación, si él no la mataba a ella, él se encargaría de matarlos a ambos, y Shadow haría hasta lo imposible para que eso se cumpliera, él lo sabía.
–...Entendido– respondió Silver desviando la mirada.
Shadow se alejó de él y se quitó la gabardina negra dejándola sobre aquel sofa viejo. Se sentó en el sillón y puso de nuevo esa mirada desinteresada, dándole un falso sentimiento de seguridad al erizo plateado.
–No estarás enamorado de la presa, ¿No es así, Silver?– preguntó entreabriendo los ojos.
Eso lo dejó helado, él jamás llamaba a nadie por su nombre; siempre miraba directamente a los ojos para indicar a quién le estaba hablando, al único que llamaba por su nombre era a Eggman, pero generalmente se dirigía a él como Doctor. ¿Qué significaba eso? No estaba seguro, pero conociendo a Shadow, no podía ser bueno.
–¡No!, ¡Claro que no!– respondió Silver rápidamente.
Lo vio de reojo, y notó que no le era sincero. Shadow sabía que él tenía sentimientos por ella, había algo entre ellos, y si era así, él se encargaría de matar lo que hubiera; ya que un asesino era despiadado y sin corazón, no había lugar para tener sentimientos, eso era algo que él sabía bien. Cerró sus ojos por un momento y recordó... recordó el porqué era que él estaba involucrado en todo eso.
Su lema era la soledad, no le era de mucho interés lo que hacían los demás o lo que dejaban de hacer, de eso ya habían pasado cuatro años, el tiempo que él llevaba siendo asesino en serie.
Inicio del Flash Back
Shadow siempre fue muy desinteresado, siguió así hasta que un día una tormenta azotó la ciudad, fue una de las peores. Él no se había preocupado mucho por buscar refugio, descansó en una cueva en las montañas, donde tal vez el agua no caía directamente, pero los fríos vientos sí entraban. La tormenta azotó por dos largos días, después todo se calmó regresando a la normalidad, o eso creía él. Una vez afuera de la cueva, después de tanto caminar, empezó por sentirse mareado, luego su vista se hizo borrosa y no tardó mucho en perder la conciencia; una fiebre por los fuertes vientos había hecho que se debilitara. Despertó después de unas cuantas horas, y vio algo que lo asustó mucho, era una chica de ojos azules y pelo rubio que le sonreía.
–¡Buenos días!
Shadow la vio muy asustado. Miró a su alrededor y vio que estaba en una habitación rosa, seguramente de ella pensó en ese momento.
–Soy María, ¿Cuál es tu nombre?
–¿Dónde estoy?– preguntó levantándose lentamente, ignorando su pregunta.
–Estás en mi casa, te encontré inconsciente en el bosque. Estaba caminando por ahí cuando te vi– explicó –Me gusta mucho dar paseos al aire libre ¿A ti también?
Ella se miraba muy energética y con buen humor, algo que le era muy extraño, ya que nadie le hablaba por ninguna circunstancia. Era extraño, pero debía de admitir que le agradaba.
–...Mi nombre es Shadow, Shadow the Hedgehog– se presentó.
–Shadow the Hedgehog ¿ha?, pues hola, de ahora en adelante seremos amigos– afirmó con una gran sonrisa.
Y así fue. Se quedó allí a petición de ella, al menos hasta que mejorara, cosa que no tardó mucho. Se fue de allí después de dos días y regresó a el bosque. Ella de alguna manera siempre lograba encontrarlo y se quedaba con él hasta que regresaba a casa por la noche; al principio se le hizo incómodo, pero luego de un tiempo se acostumbró a ella, e incluso, le agradó su presencia. Se volvieron unidos desde entonces, él adquirió un sentimiento de protección hacia ella, más aún porque ella solía enfermarse constantemente, pero amaba la vida más que ningún otro ser que él conociera.
–Siempre seremos amigos ¿verdad?– preguntó María con su vista en las nubes.
–¿Por qué lo preguntas?
–Porque, algún día yo moriré y...
–¡No digas eso!, ¡Yo te protegeré, cueste lo que me cueste!
–Sé que lo harás, yo creo en ti.
Esa fue una promesa, que él no pudo cumplir. Una noche ella no había regresado a casa aún; él se mantenía afuera, cómo todas las noches, siempre lo hacía para asegurarse que todo estuviera bien. Pasaron las horas, pero ella no había regresado –"Regresaré pronto, sólo iré a comprar unas cosas ¿de acuerdo?–" Fue lo que ella le dijo. Al no regresar su preocupación fue en aumento, hasta que decidió ir a buscarla. Fue a las oscuras y desiertas calles de la ciudad, todo se encontraba en silencio, un silencio mortal. Caminó bastante tiempo y ella no parecía estar en ningún lado, eso le preocupaba, demasiado.
Dejó de caminar y empezó a correr. La buscó en todos lados, hasta que la encontró. Yacía en el suelo en un charco de sangre a su alrededor, sujetando una bolsa con mucho empeño.
–¡MARÍA!
Corrió hacia ella y la tomó en sus brazos. Su respiración era muy débil, pero aún respiraba. María abrió sus ojos y lo vio para sonreírle dulcemente.
–Shadow... sabía que vendrías– dijo débilmente –Quise darte algo...
–¡María, ¿quién te hizo esto?!
–Espero que te guste...
–¡María!
Después de esa frase, su corazón se detuvo, lo esperó para morir. Shadow lloró sobre su cuerpo inerte, sabiendo que no la vería de nuevo. Lloró como jamás lo había hecho.
Estuvo en el funeral en la distancia. Una vez que enterraron su cuerpo se fue de allí, jurando que encontraría al asesino de ella y lo mataría; así fue cómo conoció a Eggman, al Doctor Eggman. Lo vio por primera vez al terminar el funeral, persona a la que no le tomó importancia hasta que él le dirigió la palabra.
–¿Quieres vengarte?
–¿Uh?
–Para saber sobre los secretos de los mejores asesinos, debes ser uno de los mejores asesinos, frío y sin corazón, como la persona que te quitó a María.
–¿Cómo?– preguntó Shadow curioso.
–Trabaja para mí y te haré el mejor de todos.
El erizo negro calló pensativo por unos instantes hasta que por fin di su respuesta ante su proposición:
–Lo haré.
–Perfecto, dime Eggman, Doctor Eggman– se presentó –Por cierto, linda gabardina ¿Dónde la conseguiste?
–Fue un regalo...– respondió para sujetarla con fuerza.
Y así fue, fue uno de los mejores. Asesinaba sin piedad, sin corazón, siempre pensando que a la persona que le quitaba la vida podría haber sido el responsable de habérsela quitado a ella.
Fin del Flash Back
–¿Shadow?– escuchó decir.
Abrió sus ojos rápidamente, regresando al mundo real. Vio al erizo plateado parado enfrente de él.
Silver lo vio meticulosamente, se le hacía extraño ver a Shadow descansar, él siempre estaba serio, siempre atento, si descansaba lo hacía cuando estaba solo, o al menos eso creía él.
–¿Te sientes bien?– preguntó Silver; tal vez estaba enfermo o eso pensó. Shadow se levantó molesto del sillón, tomó su gabardina y se dirigió a la puerta.
–Vendré más tarde– fue lo único que dijo, y se fue.
Necesitaba algo de tiempo, cuando se acordaba de ella siempre perdía la compostura y necesitaba recuperarla si quería que Silver lo tomara en serio, para hacerle ver que él no tenía ningún punto débil.
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Amy llegó muy molesta, estaba a punto de matar a alguien. Entró a la comisaría y se fue directo donde deberían de estar Knuckles, Rouge y Dalia. Al llegar sólo vio a Dalia con los pies encima del escritorio jugando con un lapicero sola en aquel lugar.
Dalia se percató de la presencia de ella cuando cerró la puerta con tanta fuerza que botó un cuadro que estaba en la pared. –Asumo que no lograste capturarlo– dijo sin interés alguno. Amy se sentó a la par de ella sin decir nada, tragando su molestia.
–No... no pude– respondió entre dientes.
–Se me olvidó mencionarte que es la criatura más rápida sobre la tierra– habló divertida –Sin un Extreme Gear claro está.
Aún lo recordaba, y más que nada las palabras que dijo de último –"Linda y ruda, me gustas..."– Amy puso dos de sus dedos encima de sus labios, aún sintiendo los de él sobre los de ella. Debía de admitir que no era mal parecido, pero eso no lo hacía más inocente; era tan sólo un despiadado asesino.
–¿Cómo conseguiste la información sobre él?– preguntó Amy ya más calmada.
–Tengo mis contactos.
Amy le dirigió una mirada fría y calculadora. Ella sabía que ella no se tomaría la molestia de llamar a todas las personas que la conocían sólo para darle información sobre el erizo azul, no era tan dedicada.
–¡Bien!– dijo Dalia cediendo a aquella mirada –Competí contra él en un par de carreras.
–Te refieres... ¿corriendo?
–¿Qué? No, claro que no. No soy tan tonta, ¿lo has visto correr? Es imposible alcanzarlo. No, con Extreme Gear– aclaró.
–¿Él usa Extreme Gears?
–Sí. Obviamente nunca pudo ganarme, pero he de admitir que estuvo muy cerca. En fin, competimos un par de veces, pero siempre hubo algo diferente...– recordó pensativa.
–¿Diferente?
–Dicen que en los ojos puedes ver el alma o las intenciones, bueno, en los de él había algo... no sabría explicarte. Se me hizo el primer sospechoso, así que lo investigue y ¡Bingo! Resultó ser el correcto.
–...En sus ojos– repitió Amy perdida en sus pensamientos.
En eso ella tenía razón, había algo diferente en sus ojos, pero no estaba segura de qué. No le tomó mucha importancia cuando vio a Rouge entrando por la puerta seguida de Knuckles.
–¿Encontraron algo?– preguntó Knuckles.
–Encontramos a uno de los asesinos, pero la Agente Rose lo dejó ir– indicó Dalia.
–¡¿Qué?!, ¡Yo no dejé ir a nadie!
–Cierto, lo olvidé, es sólo que eres mala en lo que haces.
–¡No fue mi culpa que ese intento de Romeo corriera a la velocidad del sonido!
–¿Intento de Romeo?– preguntó Knuckles.
Amy se ruborizó, no lo pudo evitar; no quería dar explicaciones de su encuentro cercano con él. Knuckles la vio intrigado, era la primera vez que Amy se ruborizaba o perdía la compostura. Eso le pareció extraño.
–¡Eso no importa!– dijo ya hastiada de sentir las miradas de todos.
–¿Ustedes encontraron algo?– preguntó Dalia.
–Se podría decir, encontramos a alguien que nos puede ayudar.
–¿Más ayuda?– inquirió Amy.
–Son un equipo de profesionales, es más, ya deberían de estar aquí– dijo Knuckles viendo su reloj.
–¿Van a venir aquí?
–Sí, ellos...
–Agente Knuckles, el Equipo Chaotix está aquí– dijo un policía interrumpiendo.
–Gracias. Vengan, y verán de qué estamos hablando.
Salieron de aquella oficina y vieron a un cocodrilo con cadenas de músico de Rap, una abeja muy energética y un camaleón púrpura muy serio.
–Ustedes han solicitado de nuestros invaluables servicios ¿No es así? – dijo el cocodrilo.
–Tú eres Vector ¿No es así?– preguntó Knuckles.
–A tu disposición. El camaleón es Espio y la abeja excesivamente feliz es Charmy.
–¡Ese soy yo!– dijo la abeja dando un par de vueltas en el aire.
–Si no mal entendí ustedes quieren encontrar información sobre asesinos seriales ¿No?– dijo el Camaleón
–Así es, ¿Puedes ayudar?– cuestionó Rouge.
–Sí. Si tienen algo con que podamos empezar nuestra investigación, alguna pista o cualquier tipo de información para ayudarnos nos sería muy útil.
–Tenemos un nombre y un rostro- dijo Amy.
–Bien, entonces, Espio, Charmy, vayan con la Agente Rose para recibir información, yo me quedaré con el Agente Knuckles para revisar lugares.
–Sí– asintieron al unísono.
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La única oportunidad que tenía para verla era a la hora de darle de comer, más ahora que Shadow había decidido quedarse para asegurarse que él cumpliera la misión. No había regresado desde aquella mañana, se miraba extraño cuando se fue, pero al menos él podría estar con Blaze sin ser molestado. Silver entró a la habitación de ella algo pensativo.
–Creo que será la última vez que podré hablar contigo tranquilamente– dijo Silver cerrando la puerta detrás de sí.
–¿Pasa algo malo?
–Shadow ha decidido quedarse– respondió inconforme.
–¿Shadow?
–Es, bueno, es uno de mis compañeros... digamos que tiene muy mal carácter.
–¿Es el erizo negro?
–Sí
Blaze se puso pensativa. Aún recordaba esos ojos carmesí, esos ojos fríos y desalmados.
–Él es un ser sin corazón... jamás había conocido alguien así.
–Es un asesino– puntualizó él.
–¿Tú has matado gente?
La pregunta lo heló. No quería contestarle a eso, no quería que lo viera como veía a Shadow, pero tampoco podía mentirle, él era un asesino, como lo era Sonic, como lo era Shadow... los tres eran iguales.
–Soy un asesino– respondió al vacío. –Él y yo somos iguales...
–No lo entiendo, tú eres dulce y amable, como lo es una buena persona; no eres despiadado sin corazón como aquel erizo negro. Lamento decirte que no parece tener las aptitudes de un asesino.
–¿Y cómo, según tú, debe de ser un asesino?– preguntó Silver un poco molesto por el comentario.
–Cómo aquel erizo que tú llamas Shadow– respondió Blaze indiferente –Frío, calculador y sin corazón.
Silver desvió la mirada pensativo, captando la atención de ella. ¿Qué convertía a un erizo dulce como él en un asesino? Simplemente no lograba entenderlo.
–Dime algo– habló Blaze nuevamente –¿Cómo alguien como tú terminó haciendo esto?
Silver suspiró pesadamente, ya hacía tiempo en que no pensaba en eso. Yacía ya cinco años desde que él se había unido a Eggman para ser uno de los más eficaces asesinos jamás.
–Cuando no tienes que comer, ni a nadie para ayudarte a salir de este mundo cruel... digamos que cualquier cosa es buena.
–¿A qué te refieres?
No le gustaba pensar en eso, no le gustaba recordar esos tiempos, así que calló. Blaze lo miraba intrigada, esperando una respuesta de su parte.
–Me gustaría mucho saber...– murmuró la felina.
Silver la vio a los ojos, realmente se miraba interesada por saber sobre su pasado. Suspiró nuevamente y cedió sin oponerse más.
–Aunque no lo creas, me sentí muy identificado cuando me dijiste que todos te trataban como un fenómeno de circo, porque...– pausó unos segundos –Porque a mí me pasó lo mismo que a ti.
–Pero tú dominas tan bien tus habilidades– citó ella.
–Ahora, antes no podía hacerlo del todo. A diferencia tuya yo no tuve una familia que decidiera apoyarme o que al menos decidiera lidiar conmigo. Al saberse que eran un telépata me alejaron tanto como pudieron de ellos...– confesó con un tono triste y pensativo.
–¿Matas gente porque tu familia no te apoyó?
–No exactamente. Conforme los años, mi familia me vio cada vez más como una abominación, hasta que un día me pidieron que me fuera, no podían seguir conmigo, y eso fue lo que hice. En las calles la vida fue muy dura; mis poderes sin duda me ayudaron a defenderme, pero ya que no los podía dominar del todo, generalmente me causaban más problemas que beneficios. Cuando no quería usarlos, algo los activaba, y cuando los necesitaba, no podía hacerlos funcionar.
–Sé a lo que te refieres...
–En fin, un día, cuando pensé que moriría de hambre, apareció Egg... Apareció mi jefe– corrigió él, habían cosas que no podía decirle –No había comido casi por tres días y apenas si tenía energía para moverme, él me ofreció un techo, comida y un lugar donde yo pudiera aprender a dominar mis poderes, pero a cambio yo debería de trabajar para él y bueno, como dicen, lo demás es historia...
–Y ahora que ya puedes manejarlos ¿No has pensado cambiar de vida?
–No conozco otra cosa, este es mi mundo.
–Matar gente inocente– dijo Blaze en un tono molesto.
Silver desvió la mirada, un poco dolido y bastante molesto. Esa era la razón por la cual jamás le habló cuando la miraba en el parque, jamás quiso que supiera sobre quién era ya que sabía que ella jamás entendería, nadie lo hacía.
–...Eres como los demás– susurró el molesto.
Blaze la vio con asombro por su comentario, eso era sin duda algo que jamás había escuchado antes. Un sentimiento de culpa empezó a nacer en ella, pues ese era el pensamiento que venía a su mente cuando conocía a alguien nuevo y al conocerla bien la rechazaba. En ese momento se sintió como la peor basura del mundo, ella estaba haciendo lo que ella siempre odio de los demás, la incomprensión.
–Yo...
–Come– le cortó él.
Silver se puso en pie y salió de la habitación. Era hora de tratarla como la relación de secuestrador y secuestrada que debían tener, la única relación que él podría tener con ella.
Silver se sentó en el pequeño comedor que había en la casa pensativo. Lo más cercano que tenía como familia era a Eggman, Shadow y Sonic, los conocía desde hace mucho ya. Shadow entró a la organización tan sólo un año después de él, por otro lado Sonic llevaba ahí más tiempo, para cuando él entró a la organización él ya estaba allí, aunque jamás supo de sus motivos, ya que todos tenían. ¿Shadow?, lo único que sabía sobre él es que lo hacía para buscar venganza, pero Sonic... Sonic jamás hablaba del porqué estaba allí; una vez intentó preguntarle, pero lo único que respondió fue: –"¿Sabes de algo más divertido que esto?"– Nada.
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En otro lado de la ciudad estaba un erizo azul viendo las estrellas las cuales empezaban a mostrarse en el firmamento; pero en su rostro faltaba algo característico de él, aquella sonrisa desinteresada y divertida, no podía evitarlo, no con una tarde así.
–...Fue en un día así, cuando todo pasó– dijo Sonic observando al cielo.
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