Esto es el Adiós
Se golpeó las muñecas fuertemente contra el piso, ya no soportaba estar allí, ya no quería estar allí, ya no quería verlo más, ya no quería saber nada más de Silver. Blaze golpeó con todas sus fuerzas sus muñecas contra el suelo, lastimándose ella misma gravemente, pero no le importaba, sólo quería romper aquellos brazaletes que evitaban que ella desatara todo su poder contra ellos. En cada golpe que daba, le recordaba sus heridas, la ira que corría dentro de ella, la frustración... la tristeza. Sus muñecas empezaron a sangrar, pero el dolor físico no se le comparaba al emocional –"Es hora de deshacerme de ella de una vez y para siempre..."– recordó las palabras de Silver. Esas palabras aún resonaban en su cabeza. –¡NO!– gritó y con todas sus fuerzas golpeó el suelo haciendo que uno de sus brazaletes se rajara levemente. Blaze se vio su muñeca derecha y después de limpiar el brazalete manchado de sangre distinguiendo aquella rajadura, haciendo que golpeara aquel brazalete una última vez contra el suelo haciendo que éste se partiera en dos. Una de sus manos estaba libre. Blaze colocó su palma al nivel de su cara y con leve movimiento creó una pequeña llama, haciéndola sonreír.
–Es hora de pagar.
Blaze se paró enfrente de la puerta y estiró su mano, a pesar de que le dolía por las múltiples heridas que se había hecho no dudo en derribar la puerta. Una llamarada hizo que la puerta se estrellara con la pared de enfrente provocando un fuerte ruido.
–Sí, ella... ¿Qué rayos fue eso?– escuchó decir a alguien en la sala.
Caminó con mucha confianza y desde el pasillo logró ver a una gata gris que parecía estar hablando por teléfono y luego, lo vio a él, era Silver quien parecía estar confundido por aquel fuerte sonido.
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Escuchó un fuerte ruido proveniente del cuarto de Blaze e inmediatamente fijó su vista hacia él, sin embargo no logró distinguir nada por la oscuridad del pasillo y mientras agudizaba su vista en aquel pasillo vio como una pequeña luz se acercaba a él, y conforme ésta se acercaba iba aumentando su tamaño hasta convertirse en una bola de fuego que se acercaba a toda velocidad. –Pero qué rayos es... ¡CUIDADO!– escuchó gritar a Dalia al ver aquella bola de fuego. Silver corrió a toda velocidad hacia la gata y se abalanzó sobre ella para protegerla de la llamarada. Una oleada de fuego inundó todo el lugar y así como llegó repentinamente se desvaneció.
-¡Dalia, Dalia!, ¡¿Qué está pasando?!
–¡Knuckl-- - Pero antes de poder responderle el teléfono se apagó debido al golpe que había recibido al ella caer bruscamente al suelo.
Dalia escuchó a alguien acercarse desde el pasillo y vio a una gata lila con una mirada furiosa y unas manos ensangrentadas, ella debía de ser la chica que habían secuestrado, lo que no sabía era cómo había causado esa llamarada.
Blaze vio a la gata gris, quien se miraba realmente lastimada, parecía tener un brazo roto e incluso se le notaba algo fatigada.
–¿Blaze?– escuchó decir al erizo que aún no creía lo que veía. –Te me adelanté– habló ella con frialdad –Ahora conocerás mi verdadero poder.
Blaze no podía usar sus poderes por completo, sólo la mitad de ellos debido a que aún poseía uno de los brazaletes en su muñeca, pero eso no significaba que no podía ser fatal. Su cuerpo se cubrió por llamas y estirando ambas manos creo una onda de fuego haciendo que todas las ventanas y todo lo que estuviera en su camino explotara o saliera fuera de la casa con gran fuerza.
Silver se elevó por los aires evadiendo lo mejor que pudo ser alcanzado por las llamas, lamentablemente Dalia no contó con la misma suerte. Dalia sólo pudo ver cómo aquella onda de fuego se acercaba a ella sin poderse proteger. Colocó sus brazos en forma de cruz en un intento de protegerse de las llamas y luego su cuerpo salió por una de la ventanas de la casa terminando en la calle. Escuchó las llamas arder a su alrededor, consumiéndose en lo que quedaba de aquellos muebles. Abrió sus ojos y pudo sentir sus brazos arder, no tenía fuego sobre ellos, pero sentía como si así fuera; su mirada se nubló al sentir como sus pestañas se llenaban de sangre proveniente de una herida en su cabeza, haciéndola perder poco a poco el conocimiento.
Blaze no vio a la gata más en la casa pero sí a él. Lo vio suspendido en el aire y atacó con furia hacia su objetivo quien evadió lo mejor posible los ataques de ella.
–¡¿Por qué me atacas?!– gritó Silver confundido. Él sólo quería ayudarla, no entendía por qué ahora reaccionaba de esa manera.
–¡Eres un mentiroso!– acusó Blaze molesta.
–¿Qué?– exclamó Silver descendiendo levemente.
–Todas esas palabras que me dijiste, ¡TODO ERA UNA MENTIRA!– gritó lanzando otra bola de fuego, cual fue desviada por un campo teléquinetico.
–¿De qué hablas?– preguntó Silver sereno.
–Que te identificabas conmigo, que entendías lo que yo pasaba, cuando te preocupabas por mí, cuando me mirabas...– silenció cerró sus ojos intentando que su voz no se quebrara –...Todo eso fue tan sólo ¡UNA MENTIRA!
De nuevo creó una llamarada en la palma de su mano, pero antes de poder lanzarla el erizo plateado se abalanzó sobre ella abrazándola fuertemente inmovilizándola por completo. Ese gesto hizo que ella se ruborizara, pero eso jamás haría que su enojo disminuyera. Blaze intentó soltarse de su abrazo pero eso sólo hacía que él la abrazara con más fuerza.
–Yo jamás te mentí...– susurró en su oído –¿Acaso no lo ves?, desde el momento que te vi en aquel parque por primera vez, lo único que yo he querido... lo único que yo he anhelado desde entonces es verte sonreír.
Inicio del Flash Back
Tenía que ir a ver a una presa en un par de horas, era otra de las misiones de Eggman, y pensaba descansar un poco antes de ir. Se dirigió al parque sin interés alguno, llevaba mucho tiempo de no ir allá. Silver caminó desinteresadamente por aquel pequeño camino de concreto viendo a las aves volar y a los niños jugar alegremente, había momentos en los cuales los envidiaba, deseaba tener una vida normal, trabajar para alguien que no quisiera matar a toda persona que no le agradara, vivir una vida sencilla y desinteresada, pero esa no era su vida y jamás lo sería. Suspiró pesadamente y siguió con su camino. Paró enfrente de un pequeño lago sentándose en el césped, y se dedicó a sentir el viento
–¡¿Por qué?! ¡¿Por qué todos me tratan como un fenómeno?!– escuchó gritar por los alrededores.
Silver se levantó del césped y empezó a buscar con la mirada al responsable había dicho aquellas palabras. –...Por qué tuve que nacer así– De nuevo aquella voz. Caminó un poco y en la lejanía pudo distinguir una fuente con alguien sentando en ella. Silver se acercó con cautela y se ocultó detrás de un árbol para poder observar mejor. –Desearía... tan sólo ser normal, como los demás– Sus palabras se quedaron marcadas, cuántas veces él no había dicho eso antes, no lograba entender por qué es que ella lo decía, pero sabía perfectamente a lo que se refería. La observó detenidamente y de sus ojos dorados, notablemente tristes, brotaban pequeños cristales que terminaban por confundirse con el agua de la fuente. Su pelaje era lila al igual que su ropa, a pesar de aquella inmensa tristeza, aún así, se miraba muy hermosa. No entendía porque no podía dejar de verla, era muy extraño, sólo quería acercarse a ella y decirle que ella no era la única, decirle que él la entendía, sólo quería verla sonreír; pero cuando pensó en dar el primer pasó se dio cuenta que no podía, no podía acercarse a ella. Él era uno de los tres asesinos más buscados de todo el país, él no podía tener ningún tipo de relación con nadie ni ahora ni nunca.
Después de ese día regresó cada tarde a aquel parque, a veces lograba verla y otras simplemente no, siempre distante, en las sombras, la observaba. A veces ella estaba llorando, otras, sólo muy pensativa, y él siempre se preguntaba ¿Cómo ha de verse cuando ella sonreía? Sí ya era hermosa con aquella cara inexpresiva, feliz tenía que serlo aún más. Su mayor deseo era hacer que ella sonriera una vez, tan sólo una vez, así que tuvo un plan.
La vio entrar a el parque, y sabía que iría nuevamente a aquella fuente, pero hoy se encontraría con algo a parte de su reflejo. Silver se ocultó como siempre detrás de aquel árbol y la vio llegar muy pensativa. Cuando llegó a la fuente ella notó algo diferente, un rosa blanca en el borde de ésta. La tomó delicadamente y vio hacia ambos lados, pero como siempre, no había nadie. Olfateó aquella rosa y una dulce sonrisa se posó sobre su rostro, Silver esbozó una amplia sonrisa al ver eso, él tenía razón, no podía creerlo, pero se miraba aún más hermosa; allí fue cuando él se dio cuenta... se había enamorado de ella, de la criatura más hermosa sobre la faz de la tierra.
–No sé cómo... pero yo te haré sonreír.
Fin del Flash Back
Sintió como sus ojos empezaron a llenarse de lágrimas... pero eso no podía ser posible, él no podía ser tan bueno, él simplemente no podía, él era un asesino despiadado como aquel erizo negro –...No, eso no es cierto– susurró ella –¡Deja de mentir!– gritó molesta. De nuevo su cuerpo fue rodeado por llamas haciendo que Silver automáticamente la soltara si no quería quemarse.
–¡Es la verdad!, ¡Tú eres lo más importante para mí!– gritó frustrado –Y eso es porque yo... yo te a...
–¡Tú quieres matarme!, ¡Yo confíe en ti, pensé que eras diferente!– interrumpió dolida –Pero... eso se acabo aquí.
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Era hora de darle la buenas noticias a ese erizo plateado, ansiaba más que nada ver su cara cuando le dijera que tenía que por fin matar a aquella chica, sin embargo al llegar a aquella casa lo que encontró fue realmente algo que no se esperaba. Habían pequeños incendios y escombros por todos lados. Shadow caminó entre ellos y vio a aquella gata gris yacer inconsciente sobre el pavimento, sus brazos estaban con graves quemaduras y tenía una herida en su cabeza que sangraba fluidamente, junta con otras más, que hacía que su cuerpo estuviera rodeado en un charco de sangre –...Espero que tengas siete vidas– dijo con frialdad caminando a la par de ella sin darle mayor importancia al estado crítico de su compañera. Todo eso sólo podía deberse a una criatura, tenía que ser esa gata lila. Corrió hacia la casa o lo que aún quedaba de ella. Shadow se detuvo donde debería de estar la puerta y vio al erizo plateado con una barrera mental intentando no ser consumido por aquellas bolas de fuego proveniente de la presa.
Silver no resistiría más tiempo, pero ella no creía ya más en sus palabras, aseguraba que él quería matarla cuando era todo lo contrario, tenía que intentar hablar con ella. –Escúchame Bla...– pero sus palabras fueron cortadas al escuchar un sonido, un sonido muy peculiar, un sonido que sólo aquellos que se dedican a lo que él podrían diferenciar entre tanto bullicio; era el sonido de una pistola cargándose, Silver vio sobre su hombro y allí, parado, con aquellos ojos asesinos y expresión inmutable. Lo vio levantar su arma hacia donde Blaze se encontraba y cerrando un ojo para apuntar con precisión, el disparo iba directo a su cabeza.
–No... ¡BLAZE!
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–¡Tails!– gritó al entrar a su oficina.
–¿Knuckles? ¿Qué haces aquí? Pensé que te dejé muy claro que debías de descansar y...
–Necesito de tu ayuda.
–¿Ah?
–Eres el único que puede rastrear una llamada en sólo unos cuantos segundos– dijo Knuckles.
–Espera, espera. ¿De qué estás hablando?
–Dalia me llamó hace poco, encontró a la chica, pero algo pasó, no sé que fue, pero fue algo malo ¡Necesitamos encontrar su ubicación!
Tails pareció dudar por un momento, pero pronto estiró su mano y le pidió el teléfono. Hacía tiempo desde que Tails se involucraba en localización e investigación; desde que lo habían ascendido a jefe de la estación no lo había vuelto hacer, pero no había habido nadie mejor.
–Ubicaré a Dalia rastreando la última llamado que te hizo y con la ayuda de los satélites del gobierno no ha de tomarnos nada en encontrarla.
–¿Cuánto tiempo exac...
–Listo. Su última llamada fue en una colonia en los adentros de la ciudad. Knuckles llama a Amy y ambos vayan para allá, si es cierto lo que dices, necesitarás toda la ayuda posible.
–Iré solo.
–¿Ah? ¿Qué? ¡No!, ¡Amy es tu pareja!
–Amy se encuentra en otro caso por ahora.
–¡¿Con el permiso de quien?!
–No te preocupes Tails, si pasa algo, yo te llamaré
–Pero...
–No hay tiempo que perder– dijo corriendo a la salida.
–¡Entonces llama a Rouge! Dile que te ayude.
Lo vio por un breve momento y asintió con la cabeza. Tal vez Rouge no era el ser más confiable de todos, pero sabía que podía contar con ella en misiones como ésta.
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Ya no pensaba escuchar más de aquellas falsas palabras que él decía, había cometido una vez el error de confiar en él, y no lo volvería hacer, la regla número uno para ella era: No confiar en nadie.
Blaze siguió atacando sin piedad, hasta que notó algo extraño, el erizo plateado parecía haber dejado su barrera mental a un lado para correr hacia ella, eso hizo que detuviera su ataque por un momento, sin entender que le pasaba a él. Algo de eso no parecía tener sentido. –¡BLAZE!– lo escuchó gritar al aproximarse a ella sin comprender por qué se arriesgaría de esa manera, hasta que notó al erizo negro que se encontraba en el marco de la puerta, apuntando su arma hacia ella; después escuchó un sonido familiar, un sonido que hizo que un escalofrío recorriera su cuerpo, el sonido que hace un arma al ser disparada. Al momento de escuchar ese sonido ensordecedor sintió como el erizo plateado la abrazaba fuertemente haciéndola caer hacia atrás sobre ella.
–¿Estás bien?– preguntó el erizo plateado.
–...El erizo negro– murmuró aún algo confundida.
Silver escuchó como Shadow empezó a disparar nuevamente, pero esta vez no lo tomaría por sorpresa; creó una barrera mental reflectando las balas provocando así que el erizo negro saltara a un lado para no ser lastimado por éstas. Esa era su oportunidad. Tomó a Blaze rápidamente entre sus brazos y salió volando de allí, necesitaba colocarla en un lugar seguro.
–¡Suéltame ahora!– comandó ella molesta.
–Primero debo de dejarte en algún lugar fuera de su alcance, a menos que quieras morir en sus manos.
–¡No te necesito, puedo cuidarme sola!– gritó forcejeando un poco, provocando que él descendiera en un edificio abandonado.
La soltó con cuidado en el suelo y ella instantáneamente lo vio directamente a los ojos asumiendo una posición de ataque. Blaze aún no lograba entender, ¿por qué él hacia todo eso? Ya nada parecía tener sentido para ella. –Ya puedes irte, eres libre...– dijo él a baja voz. Ella lo observó confundida, ¿Acaso no pensaba matarla? No era ese su fin primordial, deshacerse de ella.
–¿Esto es otro engaño?– cuestionó Blaze desconfiada.
–¡Sólo vete, él no tardará mucho en encontrarte!, ¡Vete de aquí!– gritó Silver fatigado, obligándolo a poner una rodilla en suelo.
Se acercó a él, algo no estaba bien, su respiración era acelerada y tenía una expresión de dolor. Al verlo de cerca notó que su camisa blanca tenía una mancha color carmesí en la espalda, que se incrementaba a cada momento.
–¡Estás herido!– gritó al ver eso, e instintivamente se puso al nivel de él, poniendo una rodilla en el suelo. –¿Pero cómo... La bala– La primera bala que el erizo negro había disparado, aquella bala, de no ser por Silver le hubiera dado a ella.
–Vete...– dijo cayendo con ambas rodillas al suelo.
–No... tú...
–Soy sólo un asesino ¿no es cierto? Nosotros podemos cuidarnos solos– le dijo recostándose en el suelo, con una respiración entrecortada; cada vez se sentía más cansando.
–...No lo entiendo ¿Por qué?, ¿Por qué me ayudas?
Silver le sonrió dulcemente y cerró sus ojos con pesadez –Porque eres lo más importante para mí...– dijo con un último aliento.
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