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A Terrible Death and A Terrible Mistake


Corrió a toda prisa para poderla encontrarla y muy pronto llegó al último nivel de aquel gran edificio. Silver vio aquella puerta de seguridad, y a la par de ésta se encontraba un pequeño compartimiento que exigía una contraseña para que ésta se abriera y como era de esperarse él sabía la contraseña para poder acceder, al final de cuentas él había sido uno de los más grandes aliados de Eggman. Ingresó algunos dígitos y la puerta se abrió al momento. Silver corrió en el lugar y buscó en cada celda por ella.

–¡Blaze!- gritó –¡Blaze!

Ella se encontraba sentada en aquel lúgubre lugar, aún pensando en él, en su decisión hasta que una voz la hizo salir de aquellos pensamientos, esa voz ella la conocía. Blaze se levantó del suelo aún incrédula, pensado que tal vez su mente le estaba jugando una mala jugada. –¡Blaze!– escuchó nuevamente a la distancia, se acercó a los barrotes tanto como pudo.

–...¿Silver?- musitó ella.

¡Blaze! ¡¿Dónde estás?!

–Silver– repitió incrédula –¡Silver!– gritó para hacerse escuchar.

Silver escuchó su nombre ser mencionado, alertándolo. Volteó a ver hacia los lados, y al fondo del pasillo logró distinguir un tintineo, como el de cadenas moverse.

–¡Blaze!– gritó corriendo hacia aquel lugar.

Corrió a toda velocidad hasta que logró distinguir a alguien al final del aquel tétrico pasillo. Corrió hacia ella parando enfrente de aquella celda. Silver vio a la gata lila que se encontraba encadenada por las muñecas, ella, por su parte le regresó la mirada, y por un momento ninguno de los dos dijo nada, sólo se vieron fijamente a los ojos. –Blaze– murmuró esbozando un amago de sonrisa. La gata lila asintió levemente con la cabeza y sonrió disimuladamente, y por alguna extraña razón sus ojos empezaron a humedecerse, no era una sensación desconocida, ya que muchas veces había llorado... pero por primera vez no se sentía triste, era más bien una felicidad desbordante. Silver se acercó a los barrotes y con suavidad puso la palma de su mano sobre uno de ellos, ella lo imitó, se acercó tanto como pudo y puso la palma de su mano sobre la de él, sin decir ni una sola palabras, sin emitir ni un sólo sonido. Ambos se quedaron viéndose fijamente a los ojos, los de ella parecían estar incrédulos, algo cristalinos y sobre todo con una expresión de alegría, mientras que los de él sólo demostraban ternura y dulzura. –Te sacaré de aquí– dijo el erizo suavemente. Silver se alejó de los barrotes y con fuerza logró romperlos sin reparo; se acercó a ella y tomó aquellas cadenas que estaban sujetas firmemente al suelo rompiéndolas al instante.

–Listo, esto debe de... – pero su oración fue interrumpida al sentir un cálido abrazo proveniente de ella, algo que lo hizo sonrojarse de sobremanera.

–Gracias... Por no abandonarme– murmuró sin poder evitar que un par de lágrimas fugitivas rodaran por sus mejillas.

–Jamás te abandonaría– respondió él correspondiéndole el abrazo.

–No lo entiendo– dijo ella soltándolo y secándose sus lágrimas con rapidez –¿Por qué?

No lograba entender porque él parecía siempre preocuparse tanto por ella, por qué siempre parecía pendiente, era algo que aún no lograba vislumbrar.

Silver desvió la mirada y se sonrojó con fuerza –Eso es... – dudó por un momento –Eso es porque... Porque desde el primer momento en que yo te vi llorar en ese parque, me di cuenta... –se detuvo pensativo.

–¿De qué?– preguntó confundida.

–Me di cuenta... de que me enamoré de ti– confesó con gran sonrojo. –Creo que... te amo.

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Sabía que su deber como oficial era hacer cumplir la ley, y encarcelar a todo aquel que no lo hiciera, y eso incluía a Sonic the Hedgehog, esa era la tarea de la cual ella se había encargado de realizar en el momento en que había recibido su placa. Se levantó del suelo y se secó aquellas lágrimas con la mano.

–Mi deber como policía es llevarlo ante la justicia ¿Verdad?

–Así es– confirmó Knuckles.

–Entonces– dijo tomando aquella placa de color dorado –Renuncio.

–¡¿Qué?!

–Nunca podré cumplir mi deber... Por eso, debo de escoger.

–¡¿Lo escoges a él?!

Desvió la mirada; ella entendía los sentimientos de su compañero y sabía que ese momento Espio y Charmy la miraba con odio y rencor pero... –"Confía en mí"– el recuerdo fugaz atravesó por su mente; aquellas palabras aún seguían en su cabeza. Ella sentía que él podía cambiar, que podía ser diferente, tal vez sólo necesitaba una oportunidad, su oportunidad. Caminó fuera de aquel lugar con cierta lentitud, sabiendo que ya no era bienvenida en esa casa, ahora debía de encontrarlo por su cuenta. Salió del lugar a paso firme sabiendo a que estaba renunciando.

Amy desde muy pequeña quería ser policía, en su infancia su padre había muerto a manos de un asaltante hace muchos años, y siempre pensó que si un policía hubiera estado cerca nada de eso hubiera pasado, por eso dedicaría su vida a capturar a asesinos y maleantes, como la persona que le había quitado a su padre, y ahora quería salvar a uno, en ese momento pensaba que ver hacia el pasado no tenía sentido, ella no podría hacer que lo que Sonic hubiera hecho cambiara, pero podía hacer que lo que hiciera a futuro fuera diferente.

–Espera, ¡Amy!– escuchó ella y se dio la vuelta inmediatamente.

–¿Knuckles?, ¿Qué deseas ahora?

–Prometí ayudarte... y eso haré– dijo a regañadientes.

–¿Por qué harías algo como eso? Sé que no te agrada y que quieres que pague– dijo con la mirada entristecida –Sé que tienes razón con todo lo que me has dicho, pero aún así lo elegí a él. Dime, sabiendo todo eso, ¿Por qué me ayudarías?

–Porque yo hace mucho tiempo hice lo mismo– admitió sonrojándose suavemente.

–¿A qué te refieres?

–Le di una oportunidad a alguien de los chicos malos. Al igual que tú, también salvó mi vida, sólo que ella no mató a nadie que yo conociera en el pasado– recalcó –Pero si él es tan importante para ti como ella lo es para mí cuenta conmigo, compañera– habló con amago de sonrisa.

Amy sonrió y corrió a abrazarlo, gesto que no fue muy bien recibido por parte de él, ya que no gustaba de las muestras de afecto –Gracias Knuckles, y recuérdame agradecerle a Rouge también– dijo soltándolo.

–Camina y deja de decir tonterías, tenemos cosas que hacer– habló avergonzado –Bien, ahora debemos...

Un sonido proveniente del celular de su compañera cortó la frase del equidna. Amy tomó su celular y se sorprendió un poco al ver que la llamada era de Tails, pero no por eso dejó de contestar.

–¿Tails?

¡Amy!, ¡ Necesito que encuentres a Dalia!

–Tails, yo no...

Fue en busca de la base de Eggman y no ha regresado, creo que la descubrieron; Rouge fue para allá pero tampoco responde, necesito que vayas a Ivo Robotnik Computers es la ubicación de Eggman.

–"Si es la ubicación de Eggman, seguramente allí estará él"– pensó De acuerdo Tails, yo me encargaré de eso.

Confió en ti, te llamaré más tarde para ver que todo esté bien, hasta entonces.

–Debemos de ir hacia allá; allí se encuentran Rouge y Dalia. Vamos.

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Shadow llegó a aquella oficina algo apresurado, tenía cosas mejores y más importantes que hacer con su tiempo, pero ya que se trataba del Dr. Eggman, no tenía realmente mucha opción. Tocó la puerta principal dándole la entrada. Entró a la oficina y Eggman le hizo un ademán con la mano para que tomara asiento, pero él prefirió mantenerse de pie.

–Te llamé por una razón– empezó –Ya que has demostrado ser el más leal de todos, quise que fueras el primero en saber.

–¿Saber?

–Mi último invento, una máquina que les dejará algo de tiempo libre a ti, a Silver y a Sonic. Déjame presentar a el invento M-76642– habló presionando un botón el cual a su vez abría una puerta secreta en uno de los lados de la habitación.

No podía creer lo que sus ojos observaban en ese momento, era algo inconcebible, al menos desde su punto de vista. –Doctor... ¿Qué ha hecho?– preguntó con gran sorpresa y horror. Eggman sonrió ante la expresión incrédula del erizo negro.

–El mejor invento, una máquina de matar efectiva y sobre todo, sin conciencia– respondió con una amplia sonrisa.

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Se quedó atónita al escuchar aquella confesión, no podía creer lo que escuchaba; toda su vida había pensando que nadie sería jamás capaz de amarla, que nadie podía sentir algo por alguien diferente... por un fenómeno como solían llamarla. Blaze no dijo nada después de ese comentario, él era un erizo muy dulce, alguien a quien ella apreciaba mucho, pero ella no correspondía a sus sentimientos, si bien él era capaz de amarla, ella jamás sería capaz de amarlo a él, al final de cuentas, él era un asesino, ¿Cómo algo así podía funcionar?

–Lo siento, pero yo no...

–No te lo dije para ser correspondido– interrumpió, con una sonrisa fingida. Era de esperar su respuesta.

–Silver– musitó al gata lila.

–No importa. Parece que Eggman te colocó aquellos brazaletes de nuevo– dijo cambiando el tema y viendo aquellas muñecas –No te preocupes, encontraremos la forma de quitártelos, andando.

Se dio la vuelta y empezó a caminar fuera de aquella celda. Silver sabía que sus sentimientos no serían correspondidos, él lo sabía, es decir, cómo alguien como ella podía fijarse en un asesino como él lo era; a pesar de saber eso, el dolor del rechazo nadie se lo quitaría, un dolor más profundo que una herida de bala, un dolor intenso y punzante proveniente de su pecho; pero aún así se sentía bien, ya que por lo menos había tenido el valor para poder decirle lo que sentía, el valor de saber que aunque sería rechazado no se quedaría con aquello en su corazón, y sobre todo, estaba agradecido por haber conocido a alguien como ella.

"Lo siento"– pensó la gata lila mientras seguía a aquel erizo plateado.

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Shadow caminaba de regreso para traer a la gata gris y así obtener la información que tanto necesitaba. Conforme se acercaba a la habitación donde Silver debería de estar cuidando de ella notó algo que lo hizo correr a la misma. La puerta estaba abierta. Una vez que llegó se introdujo a la habitación y notó que tanto él como ella no estaban en la habitación. Shadow cerró sus puños con fuerzas, él y ella se las pagarían por haber intentado jugar con él. Salió corriendo fuera de la habitación en una caza de dos nuevas presas cuando escuchó algo –¿Me buscabas?– escuchó decir a sus espaldas. Shadow se dio la vuelta y vio a la gata gris con un CD en su mano y como siempre, una sonrisa traviesa en los labios. Caminó hacia ella con gran imponencia observándola con aires de superioridad.

–¿Dónde estabas?– preguntó amenazante.

–Te dije que necesitaba una computadora para poder darte la información– respondió Dalia sin interés, enseñándole el disco.

–¡¿Dónde está el erizo plateado?!– preguntó arrebatándole el CD de la mano.

–Esa información tiene su precio, y por lo que a mi concierne no tienes nada que me sea de interés, lo que tenía que hacer aquí ya está hecho.

–¿Hacer?– repitió con desconfianza.

–Nos veremos luego– se despidió dándose la vuelta –Por cierto, creo que Eggman acaba de irse.

–¿Ah?– exclamó sin entender.

–Sólo creí que deberías de saberlo. Hasta luego– puntualizó siguiendo con su camino.

No estaba seguro de entender, pero no quiso darle más importancia al asunto y se dirigió a la computadora más cercana, en este caso en uno de los cuarteles de inteligencia de Eggman, no había nadie en ese momento ya que era hora de almuerzo. Metió el CD en la máquina y vio un documento que decía 'Proyecto SSS' y ya que era el único documento que había en aquel CD asumió que era ese. Abrió el documento y empezó a leer lo que tenía allí.

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Caminaron sin decir nada en todo el camino, cada uno absorto en sus pensamientos. Blaze observó a Silver de reojo, quien se miraba atento a sus alrededores, casi en la espera de que algo saliera a atacarlos.

–Silver... ¿Adónde vamos?– preguntó suavemente la gata lila, a lo cual no pareció escucharla. –¿Silver?– llamó, sin respuesta alguna –¡Silver!– gritó ya molesta al sentirse ignorada.

–Lo siento, ¿Qué decías?

–Pregunte ¿Adónde vamos?

–A buscar la llave de esos brazaletes.

–Pero la llave la tiene el erizo negro– recordó sintiendo un escalofrío recorrer su espalda.

–Lo sé.

–¡No!– exclamó Blaze deteniendo su marcha.

–¿Eh?

–Olvida esa maldita llave, si vas con él pasará lo mismo que la última vez.

–¿Última vez?

–Sí, en el hospital, cuando él llegó y...

–Espera, ¿Qué hospital?– preguntó confundido.

Blaze lo había olvidado, cuando el erizo azul y ella lo habían llevado él estaba inconsciente, Silver no sabía a que se refería porque él no había estado consciente en ese momento.

–Después de que perdiste el conocimiento el erizo azul y yo te llevamos a un hospital cercano para que vieran tu herida– explicó –El erizo negro, al que ustedes llaman Shadow, llegó al hospital– recordó con pesar –No tuvimos oportunidad.

–Así fue como te capturó de nuevo– dijo Silver pensativo.

–Sí...

–No lo entiendo, ¿Por qué fuiste al hospital?

–Quería estar segura de que estarías bien– respondió Blaze sonrojándose.

–Pero tú sabías que él te estaría buscando... y aún así fuiste.

–¡Eso no importa! Yo...– Blaze calló de repente al ver como una puerta a las espaldas del erizo plateado se abría, allí lo vio, era él –Shadow– musitó al reconocerlo.

Silver no entendió hasta que se volteó y lo vio detrás de él; Silver instintivamente se puso enfrente de Blaze en un intentó de protegerla de su atacante. Silver vio a Shadow a los ojos, quien no se miraba contento en lo absoluto, una mirada intensa de ira e odio se podía denotar en los ojos carmesí del erizo.

–Entrégame la llave– ordenó Silver –Si no lo haces, te la quitaré a la fuerza.

El erizo negro no dijo nada al respecto. Con su mano izquierda tomó la llave que tenía en su cuello y con un ágil movimiento la arrancó del mismo, lanzándosela al erizo plateado. Silver atrapó aquella llave en el aire, sin entender del porqué se la había dado. Shadow no emitió palabra alguna, siguiendo su rumbo por el camino contrario al de ellos.

–¡Espera!– gritó Silver –¿Por qué...

–Tengo una presa más grande por atrapar– interrumpió anticipando su enunciado, perdiéndose de su vista.

Silver no estaba seguro a qué se refería con una presa más importante, pero no le tomó importancia, sólo sabía que no deseaba ser la nueva presa de Shadow. Silver tomó las muñecas de Blaze liberando así sus manos. –Eres libre– dijo con una sonrisa. La gata acarició sus muñecas sintiendo la ausencia del metal que las había rodeado con anterioridad. Observó fijamente una de sus manos, cubriéndola en llamas. Sus poderos seguían ahí.

–Me alegra que estés bien– habló Silver esbozando una sonrisa –Ahora, tengo una última misión aquí.

–¿De qué hablas?

–Debo de rescatar a un viejo amigo.

–Iré contigo- dijo Blaze firmemente.

–¿Qué? No, tú debes...

–Ser libre significa que tengo la opción de irme– interrumpió –Al igual que la de quedarme. Te ayudaré.

El erizo plateado asintió con la cabeza, resignado. –Bien, sígueme–. Silver corrió hacia las escaleras del edificio, seguido por Blaze; Silver tenía aún que redimir una acción más. Subieron las gradas y por consiguientes los pisos de aquel lugar, hasta que llegaron al octavo nivel, un área especial. Abrió la puerta con cuidado y como era de esperarse habían guardias por doquier.

–Parece que tendremos problemas para continuar– dijo Blaze al verlos.

–Tenemos que deshacernos de ellos.

–Déjamelo a mí– exclamó con una sonrisa.

–Pero...

–Déjame enseñarte que tan fuerte puedo ser– habló envolviendo sus manos en llamas.

¡Alerta!, ¡Intrusos!, ¡Alerta!, ¡Intrusos!– sonaron las bocinas por todo el edifico, mientras un ruido chirriante lastimaba los oídos.

–¿Por qué?, Aún no he hecho nada– dijo Blaze sin entender.

–No creo que hablen de nosotros.

¡Alerta, intrusos en el sector 5!, ¡Alerta!

Una sirena empezó a sonar escandalosamente y todos los guardias empezaron a correr al sector dicho en los altoparlantes. –Ven, rápido– comandó Silver tomando a Blaze de la mano. Silver observaba atento esperando la oportunidad para salir sin problemas de su escondite, mientras que Blaze mantenía su vista fija en su mano, la cual era sujetada fuertemente por la de él, haciéndola ruborizar intensamente por el contacto.

–Bien, parece que ya no hay nadie, vamos– ordenó soltándola al fin saliendo de su escondite.

Blaze colocó una mano sobre su pecho sintiendo el rápido latir de su corazón, asintiendo con la cabeza. Pensaría en eso luego. Siguieron su carrera hasta que Silver se detuvo frente a una de las puertas viéndola con cierto pesar. Observó el panel de control a la par de misma, la cual le exigía una serie de números para poder acceder a su interior.

–¿Qué es esté lugar?– preguntó Blaze intrigada.

–Hace mucho tiempo me comentaron sobre esto– respondió con su mirada perdida –Es un lugar triste y... sádico– murmuró –Pero conociendo a Eggman estoy seguro que aquí debe de estar.

–¿Qué cosa exactamente?

–Hazte a un lado, debo de romper la puerta.

Blaze asintió retrocediendo un par de pasos a la expectativa. Silver estiró su brazo derecho y con aquella mirada brillante como luz de luna hizo que la puerta se estrujara hasta que logró removerla de su lugar. Silver observó la habitación oscura y sin pensarlo dos veces corrió dentro de la misma.

–Silver, ¡Espera!– gritó Blaze siguiéndolo.

Una vez adentro logró distinguir una sombra en una esquina de la habitación, un ser familiar.

–¡Sonic!– gritó Silver al ver a su amigo encadenado de manos y pies –No te preocupes, te sacaré de aquí– dijo rompiendo las cadenas que lo aprisionaban.

–El erizo azul– musitó la gata lila, reconociéndolo con cierta dificultad por la penumbra.

–Sonic, Sonic, ¿Me escuchas?– llamó al ver a su amigo inmóvil en el suelo.

Sonic abrió sus ojos lentamente, cerrándolos al acto al sentir la luz en su rostro –¡Sonic!– llamó Silver. El erizo azul movió su cabeza levemente adolorido; las heridas provocadas por el erizo plateado seguían sin sanar, eso era parte de su castigo, por consiguiente a penas si tenía energía.

El castigo era una privación casi total, desde sus sentidos, hasta lo necesario para sobrevivir, nada de luz, sonido, comida, abrigo, nada de nada; de vez en cuando se le daba agua sólo para asegurarse que no muriera y siguiera su sufrir.

Sonic distinguió a contra luz el rostro de su amigo, vislumbrando unos ojos ámbar llenos de preocupación.

–Ya era hora– musitó el desahuciado erizo –Por un momento pensé que te habías vuelto uno de los chicos malos– rió levemente.

–Nunca– sonrió Silver.

–¿Qué haces aquí?– preguntó Sonic desconcertado.

–¿Qué?, ¿Acaso hay algo más divertido que esto?– respondió con ironía esbozando una sonrisa.

–Estoy seguro que encontraría una mejor manera de pasar mi noche– bromeó el erizo intentando levantarse, pero cayendo de bruces en el intento, exclamando un gemido de dolor.

–Déjame a mí– habló Silver sujetándolo con cuidado. Silver tomó al erizo por el brazo y lo alzó del suelo para llevarlo a la salida pues a penas si podía mantenerse en pie.

–Gracias...– susurró Sonic débilmente.

Silver asintió con la cabeza y empezó a caminar sacándolo de allí para llevarlo a un lugar donde pudieran tratarle las heridas.

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Era de noche para cuando llegaron a aquel edificio que les había mencionado Tails con anterioridad. No parecía ser gran cosa, al menos el primer nivel, una vez que quisieron acceder al segundo nivel del lugar por medio de los elevadores sin una tarjeta electrónica, las alarmas empezaron a sonar –¡Alerta!, ¡Intrusos!, ¡Alerta!, ¡Intrusos!–. Escucharon Amy y Knuckles sonar, y en menos de cinco minutos tenían a cientos de guardias en el lugar.

–¡En nombre del Dr. Eggman, serán exterminados!– gritó uno de los hombres que los apuntaba con su arma.

–Hmph, me gustaría verte intentarlo– retó Knuckles.

–¡Disparen!– ordenó.

Disparos se vieron venir como pequeñas estrellas centelleantes. Knuckles arrancó una de las puertas del elevador y la colocó enfrente de Amy y de él para protegerlos, sabiendo que no podría protegerlos por siempre.

–¿Tienes tu arma?– pregunto el equidna. Amy se registró a sí misma y sacó una pistola 9 milímetros, asintiendo con la cabeza. –Perfecto, prepárate para la guerra.

Knuckles tomó aquella puerta, ya llena de agujeros, lanzándola contra los guardias, mientras Amy empezaba a disparar y a correr en un intento por encontrar un refugio detrás de los muchos estantes de la tienda de computo. Los disparos continuaron sin parecer tener un final cercano.

Partes de computadoras volaron por todos lados y el suelo, una vez blanco, empezó por llenarse de sangre, pedazos de vidrio y de plástico por todo el lugar. Amy encontró refugió detrás del mostrador y empezó a disparar con precisión, viendo caer a los agentes de seguridad; Knuckles por su parte sólo necesitó un par de golpes certeros y de su agilidad nata para mandarlos a volar a través de las ventanas del lugar o para hacer que perdieran el conocimiento. En muy poco tiempo y con algunos rasguños, lograron deshacerse de todos los guardias.

–¡Amy!– gritó Knuckles al no ver a nadie en pie.

–¡Knuckles!– gritó Amy saliendo detrás de un mostrador que apenas se sostenía.

–¿Te encuentras bien?

–Sí, ¿Y tú?

–Eso ni siquiera fue un reto, pan comido– sonrió.

Amy salió detrás de aquel mostrador y le sonrió al equidna –Gracias... No hubiera podido hacer esto sin ti.

–No fue nada, después de todo, eres mi compa...

–¿Knuckles?– cuestionó Amy al ver un cambio brusco en su expresión

Su cuerpo se desplomó sin motivo aparente. Amy corrió hacia él sosteniéndolo, pero debido al peso ella terminó por caer junto con él. –¡Knuckles!– gritó, y ahí, cuando su cuerpo descansaba sobre el de ella, fue cuando lo vio, un pequeño orificio en la parte trasera de su cabeza, y de éste un río de sangre incontenible empezó a recorrer su cuerpo. Amy no podía creerlo, alguien le había disparado a su amigo. Amy elevó la mirada y allí fue cuando lo vio, una sombra, a penas visible, pero ella lo reconocería en cualquier lado, era él...

–...¿Sonic?– llamó con sus ojos llenos de lágrimas al reconocerlo.

–Intruso eliminado– habló sin emoción dándose la vuelta y desapareciendo en la oscuridad.

–¡No!, ¡Sonic!

Pero ninguna de sus palabras fueron escuchadas. Se quedó en silencio por un momento, sintiendo cómo el cuerpo de su amigo empezaba a enfriarse, obligándola a regresar su mirada al mismo. Amy abrazó al cuerpo de Knuckles con fuerza derramando varias lágrimas en éste, y las palabras que una vez Knuckles le había dicho vinieron a su cabeza –"¡Es un asesino sin corazón!, ¡Él te está utilizando! ¿No lo ves? No le importas, sólo te usa a su conveniencia y cuando sientas te matará a ti también"– haciendo que aumentara su agarre.

–¡Perdóname Knuckles!, ¡Lo siento tanto!– gritó con desesperación y su llanto se hizo presente –Te maldigo Sonic the Hedgehog... Prometo por lo más solemne que te mataré... ¡VENGARÉ LA MUERTE DE MI AMIGO ASÍ SEA LO ÚLTIMO QUE HAGA!

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