Capítulo 2
Capítulo 2: “Estafa y muñeca de porcelana”
Narra Valeria
Pintura caída, paredes con moho, ventana sin vidrio, solo un colchón tirado en el suelo, piso de madera degastado, una pareja con un bebé que llora día y noche cómo vecinos.
Se estarán preguntando, ¿Qué sucedió? ¿No y que habías ahorrado para irte del país? ¿No y que tenías todo planeado? Adelante, burlense todo lo que quieran, me lo merezco.
Me estafaron, sí, lo han leído bien. La dirección que me dieron era falsa, y todo el pago por adelantado que había echo durante este último año se fue a saber donde. El dinero que me quedaba era exclusivamente para mí alimentación, no me sobraba dinero. Así que, para no dormir bajo un puente o en un parque tuve que tomar gran parte del dinero que tenía para la comida y perdirle al chico que si me podía llevar aún lugar en donde me pudiera quedar con un presupuesto súper bajo. Él aceptó y me trajo a este lugar, antes de irse me dió unos tips para sobrevivir en esos suburbios, muy amable de su parte.
—Bien, creo que debería al menos... Limpiar un poco mi nuevo "hogar" —dije resignada dejando mi maleta al lado de la puerta. Saque de mi mochila mi laptop y coloque algo de música, aunque me encontraba bastante cansada dudo mucho que pueda dormir teniendo en cuenta cómo estaba la habitación (Ni les cuento cómo esta la cocina, sala de estar y el baño).
Niego con la cabeza quitando todos los pensamientos negativos.
Yo solita me busque esto, lo único que me queda es acostumbrarme.
***
Narra Alicia
Sostuve con fuerza la puerta, era lo único que evitaba mi castigo en estos momentos. Las manos me temblaban, tenía la respiración agitada y mi corazón latía a mil por segundo; lágrimas tibias bajaban por mis mejillas entre sollozos.
—¡Alicia quiero que salgas de esa habitación justo ahora! ¡YA! —grita del otro lado de la puerta haciéndome sobresaltar.
Niego con la cabeza sabiendo que no me podía ver. No quiero salir, no quiero...
Ellos son malos, todo lo bueno que tenían fue una farsa desde un principio. Ellos no me quieren, me van a lastimar por no ser... Por no ser lo que esperaban.
Escuche sus pasos alejarse de la puerta, suspiré aliviada colocando mi frente sobre la puerta.
¿Cómo terminé aquí a tan solo un mes de mi cumpleaños? ¿Cómo pude ser tan ilusa?
Solo quería una familia que me quisiera, que me ayudara y se preocupara por mi. Todo lo que mis verdaderos padres nunca hicieron.
El sonido de unos pasos acercarse me alertaron nuevamente. Entre en pánico al oír el sonido de unas llaves chocar entre ellas.
—¡No! —chille con fuerza tratando de evitar que la puerta se abriera por completo.
Pero soy pequeña y débil, dos combinaciones fatales para estás situaciones. Fue cuestión de segundos para que la puerta fuera abierta por completo dejándome tirada en el piso por la forma brusca que fue abierta.
Mi mirada cayo en las dos siluetas paradas en el marco de la puerta. Agaché la cabeza, esto no va a terminar bien.
***
Narra Valeria
Talle con ambas manos mi cara tratando de quitar todo rastro de sueño, lamentablemente fracase en el intento. Con suma pereza me levanté del colchón para luego estirarme sin abrir los ojos por completo.
Anoche me había acostado a eso de las cuatro de la madrugada limpiando la habitación y el baño, hoy me tocaba la cocina y la sala de estar.
Mi estómago gruñe, hago una mueca cansada mientras caminaba lentamente hasta el baño. Hoy tenía que ir al supermercado para abastecer un poco la cocina, lo peor de todo es que tendría que ser caminando ya que no me puedo dar el lujo de gastar el dinero que tengo en un taxi (Aunque tampoco es que sepa cómo llamarlos). Sorprendentemente he estado de muy buen humor, y créanme cuando les digo que eso es raro, muy raro.
Sin quejarme y tratando de hacer el menos ruido posible me cepillo los dientes, hago mis necesidades y me doy una ducha con agua fría. Aunque de todas maneras dudo mucho que tenga la opción para que sea caliente.
Por suerte anoche me acosté justo cuando el bebé de la vecina se había quedado dormido. Toma esa puto, ¿Creíste que no me dejarías dormir? ¡Ja!
—Con esta mentalidad no voy a llegar a ninguna parte. —dije entre risas saliendo del baño envuelta en una toalla color naranja.
Me vestí rápidamente, colocándome unos shorts negros altos, una camisa blanca dos tallas más grandes que la mía y unas zapatillas blancas. El día se encontraba nublado pero aún así había calor.
Tomé mi cartera observando que nada se me quedara, ya lista salí del mi pieza cerrando con llave obviamente.
—Buenos días. —dijo una ancianita al verme salir de mi pieza, ella también se encontraba saliendo de la suya.
—Buenos días. —salude con una sonrisa tímida, así cómo me ven toda malota soy muy tímida con personas que no conozco y normalmente no suelo saludar a desconocidos. Pero no lo pude evitar, la ancianita tenía estilo con su vestido de flores, zapatillas rojas y un rodete perfectamente hecho en su cabello.
Ella me sonrió también, para luego darse la vuelta y caminar despacio hasta las escaleras.
—¡Disculpe! —la llame mientras caminaba para estar a su par.
—¿Sí? ¿Necesitas ayuda en algo niña? —pregunta risueña sin dejar de caminar.
—P-Pues... Quería saber si me puede decir dónde queda un supermercado aquí cerca. Es que me acabo de mudar y no conozco para nada los alrededores. —respondo haciendo una mueca, si por lo menos pudiera usar mi teléfono no estaría tan jodida.
—¡Por supuesto! Que casualidad, justo voy a hacer las compras. ¿Vamos? —dijo alegre a mi lado.
—Claro. —digo sonriendo.
Creo que este primer día no está saliendo tan mal cómo me lo esperaba.
***
—Yo le dije que lo llevara al doctor, no es normal que un bebé llore tanto. —dice Carolina haciendo una mueca mientras escogía unos tomates.
—Sí, debería. Por suerte yo anoche me acosté súper tarde por estar limpiado mi pieza, justo dejo de llorar cuando había terminado. —dije entre risas.
—Mucha suerte la tuya entonces, normalmente siempre tengo que esperar a que me de mucho sueño para poder dormirme con ese escándalo. —se queja poniendo los tomates en una bolsa. Ya yo había terminado en elegir la comida que me llevaría ya que no era mucha, por lo tanto ella me explico que no le gusta venir al supermercado así que compra todo lo necesario para no tener que regresar en un largo tiempo. Aclaró nuevamente que había tenido mucha suerte que justo hoy le tocaba hacer las compras.
Cuando estábamos en la caja ella pagó primero lo de ella, mientras esperaba a que tocara mi turno me fijé en una señora con una ¿Niña? Ciertamente no se decir con exactitud si era una niña o una chica ya de mi edad. Su cara era cómo el de una muñeca de porcelana, me había dejado embobada por unos instantes.
Fruncí mi ceño al ver cómo la Señora la empujaba para que caminara más rápido, ella solo había agachado la cabeza siguiendo sus órdenes.
Debe ser su madre, aunque no se parecen en nada, pensé sin quitar mi vista de ella.
—Valeria, niña. —dijo Carolina tomando mi brazo, me sobresalté porque no me lo esperaba. —¿Estás bien? —pregunta con una ceja alzada. Asentí mirando la caja, ya era mi turno de pagar. Le pedí el chico que me repitiera el monto ya que obviamente no había escuchado nada, lo hizo y le entregue el dinero sin dudarlo.
Llevamos cómo una hora y media aquí, me estoy muriendo del hambre literalmente. Volví a mirar en la dirección en dónde se encontraba la chica de hace rato, fue mucha la sorpresa al ver que tenía su vista fija en mi. Sus lindos ojos color verde agua hicieron contacto con los míos, su rostro estaba neutro pero su mirada... Su mirada expresaba muchas cosas a la vez.
Trago en seco al ver cómo inclinaba su cabeza de lado levemente, con curiosidad.
—Vamos, niña. —dice Carolina tomando mi brazo nuevamente arrastrandome con ella.
Demonios, quería ir con ella y pedirle su número. Esperen, no tengo número de teléfono ¡Diablos!
Hago una mueca de decepción mientras camino detrás de Carolina con mis compras y algunas de ella ya que había comprado mucho cómo para que sola las pudiera cargar todas.
Suspiré derrotada, tengo que conseguir trabajo lo antes posible.
—HappyBabyBoy • 23/07/20
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