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013.

xiii. el club secreto

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me haría muy feliz <3

omnisciente

Perseus nunca había sido el tipo de persona que lograra mantenerse despierto hasta tarde. De hecho era muy rara la vez en la que se desvelaba, pero a veces cuando su mente lo atormentada de más, simplemente no conseguía conciliar el sueño.

Cuando entró a su dormitorio se encontró con la correspondencia que su compañero de cuarto Neville Longbottom le había dejado sobre su mesita de noche. Abrió una de las cartas, y su corazón se aceleró cuando se encontró con una foto de él y su madre de cuando cumplió ocho años.

La foto venía acompañada de un portarretrato de plata con peonias grabadas —eran las flores favoritas de su madre—. Tomó la carta nuevamente y desenvolvió el pergamino.

Mi adorado Perseus,

Sé que es muy rara la vez que realmente lees las cartas que te envío pero aún así quería informarte que he decidido que nuevamente nos mudaremos.

Te prometo que amarás nuestro nuevo hogar tanto como yo, tiene una biblioteca enorme e incluso un pasadizo secreto que dirige a un estudio, el cuál estoy seguro que elegirás como habitación.

En verdad estoy emocionado por mostrarles la casa.

También te escribía para contarte que mientras hemos estado limpiado la antigua casa encontré la foto que probablemente ya viste. Supuse que sería una buena idea regresártela porque sé lo mucho que debes extrañar a tu madre, yo también la extraño mucho si te soy honesto. En realidad no hay día en el que no piense en ella y la maravillosa persona que era.

¿Has visto también el portarretrato? Ha sido un regalo por parte de Delilah, ¿ya viste que tiene peonias grabadas? Fue un lindo detalle, ¿no crees?

He querido irlos a visitar una vez más, pero Minnie me ha dicho que en estos momentos es imposible teniendo a Umbridge en el castillo.

Aún así te prometo que en cuánto todo mejore un poco, iré a verte, ¿sí? O incluso si la invitación sigue abierta, estaré allí para tu primer partido de Quidditch. Ya casi comienza la jornada, ¿no es así?

Espero que esta vez si te dignes a responderme, señorito Perseus.

Te extraño.

Pd: Recuerda que puedes escribirme siempre que lo necesites, y también recuerda que sentir tristeza es algo normal y no debes sentirte mal por ello. Si tienes ganas de llorar, hazlo. Si tienes ganas de gritar, hazlo. Sólo por favor nunca te guardes tus sentimientos.

Te ama mucho,
Sirius.

Perseus sintió un poco de paz en la carta de su padre, incluso su relación con él no era la mejor. A veces simplemente necesitaba de esas palabras cálidas que sólo pueden tener un mayor efecto si provienen de una figura parental, pero aquel sentimiento se fue tan rápido como surgió, siendo reemplazado por enojo y resentimiento.

Perseus también recordó todas las veces en las que se sintió insuficiente para que Sirius le pusiera la atención que merecía al ser su hijo.

Y por eso no podía dormir, porque aún seguía buscando maneras de justificarlo, culpando totalmente a Harry Potter de las acciones de su padre. Si él no hubiese sido el mártir número uno del mundo mágico, probablemente no tendría este tipo de dilemas a medianoche.

Perseus suspiró, decidiendo bajar a leer a la sala común. Buscó sus pantuflas en silencio, y siendo cuidadoso de no despertar a su compañero de dormitorio tomó uno de los libros que su tío Regulus le regaló en su cumpleaños, y finalmente bajó las escaleras para colocarse en el area que solía ser ocupada en temporadas de exámenes por los alumnos más estudiosos.

Prendió una de las lámparas para alumbrar un poco más, y se sobresaltó cuando vio una sombra detrás de él.

Si la mano ensangrentada de Harry no le hubiera estado doliendo lo suficiente cómo para querer llorar, probablemente se hubiera reído a carcajadas al ver a Perseus asustarse con tanta facilidad.

Perseus no tardó mucho en notar la gran herida sin forma y razón en la mano del otro. Sin saber que hacer se paró para acercarse.

—¿Qué te pasó? —le preguntó confundido—. ¿De dónde vienes?

Harry hizo una mueca—. ¿Y desde cuándo te importa lo qué me suceda?

—¿Y quién dice que me importa? —Perseus se sintió tonto por mostrar un poco de preocupación—. Sólo que no es normal que alguien llegue a medianoche con la mano escurriendo en sangre.

Harry miró su propia mano—. Vengo de la oficina de Umbridge —se sentó al lado de Perseus.

—¿Ella te hizo eso? —preguntó con sorpresa.

Harry desvió la mirada—. ¿Podrías no decirle a Sirius? No quiero hacer un alboroto, y darle más razones a la profesora para odiarme.

Perseus se encogió de hombros, restándole importancia—. Al menos deberías ir con Madame Pomfrey.

Harry entrecerró los ojos con diversión—. Para odiarme tanto cómo dices, te escuchas muy preocupado —lo empujó levemente con su hombro.

Perseus rodó los ojos—. Me sigues cayendo igual de mal —le dijo mirándolo fijamente.

Harry realmente intentó sostenerle la mirada, pero nunca podía hacerlo por varios segundos seguidos. Miró al suelo, sintiéndose abrumado.

—¿Ya sabes a quiénes llevarás mañana? —le preguntó Harry.

Perseus asintió, regresando su mirada al libro, abriéndolo y enfocándose a leer. Harry frunció el ceño al sentirse ignorado, y se acomodó más sobre la silla.

—¿Te puedo confesar algo? —le preguntó Harry.

—No —respondió Perseus.

Harry resopló—. Creí que ya éramos amigos.

Perseus volvió a verlo—. ¿Qué? —le preguntó cómo si aquello fuera lo peor que le podría suceder a cualquier persona.

Harry alzó las cejas—. Vamos a liderar un club secreto juntos... eso automáticamente nos convierte en amigos.

—Yo no voy a liderar nada —aclaró—. Y no somos amigos. Es más, deja de hablarme, tu voz me pone de malas.

—¿Algún día me dirás por qué te desagrado tanto? —le preguntó Harry, acomodándose sus anteojos.

—Ya te lo dije la otra vez —le respondió Perseus—. ¿Quieres que te lo repita?

—No te creí —se cruzó de brazos el ojiverde—. Nunca entendí si te hice algo, o te dije algo... lo único que recuerdo es que siempre has sido extremadamente grosero conmigo.

Perseus dejó de leer, pero no alzó la mirada. Harry no mentía, él siempre lo había tratado mal, y sabía muy bien la razón. Todo caía en Sirius nuevamente, pero Perseus no lo iba a decir en voz alta, mucho menos a Harry, aunque el azabache ya estaba más o menos al tanto gracias a Samantha Doge, pero realmente quería escucharlo directamente de Perseus.

—¿Por qué no puedes simplemente aceptar que no le caes bien a todos y ya? —se quejó Perseus—. ¿Tanto trabajo te cuesta aceptar que no todos queremos ser tu amigo?

—No es cómo que mucha gente en este momento quiera ser mi amigo de todas formas —se burló Harry de sí mismo—. De mentiroso no me bajan.

Perseus volvió a ignorarlo.

Harry rodó los ojos—. Es sólo que he estado pensando en qué Sirius siempre ha querido que nos llevemos bien... y si no lo has notado en las últimas semanas no hemos tenido ningún problema.

—Lo cuál volverá a cambiar si no me dejas leer en paz —dijo Perseus.

—Lo que quiero decir es que... ¿qué tal si intentamos ser amigos? —le propuso.

Perseus alzó las cejas—. Por eso no te hablo mucho, luego de un rato te pones a decir incoherencias —rodó los ojos mientras se ponía de pie—. Ojalá te ahogues mientras duermes, Potter —dijo finalmente antes de dirigirse nuevamente a su habitación.

Perseus se movía inquietantemente en la entrada del castillo mientras esperaba al resto de estudiantes que lo acompañarían a Hogsmeade. Había sido bastante breve al explicar el motivo de la junta secreta que se llevaría a cabo en Cabeza de Puerco —aunque seguía renegando sobre el lugar que Potter y sus amigos habían seleccionado—. 

Junto a él se encontraba Samantha, quién charlaba con Pyxis animadamente sobre algún nuevo chisme que Perseus muy probablemente desconocía.

—¿Y qué pasó después? —le preguntó Samantha con emoción.

—¡Lo hechizó frente a todos en la sala común! —exclamó Pyxis—. La profesora Sprout tuvo que intervenir.

—¡Pero se lo merecía! —exclamó Samantha de regreso.

Perseus las miró con diversión, y antes de tener la oportunidad de burlarse de ellas, Charlie Stone llegó junto a su amiga Connie Wilson.

El castaño le sonrió a Perseus, revolviéndole el cabello con diversión—. ¡Pero si es mi viejo amigo, Hugo!

—Creí que ya no vendrían —confesó Perseus mirando a ambos.

—Charlie dijo que era una reunión secreta... con eso fue suficiente para convencerme. Así que dime, Black... ¿armaremos un complot para sacar al sapo rosa de Hogwarts? Porque si es así, estoy completamente dentro —le dijo Connie con una sonrisa.

Charlie le dio un leve empujón—. La vida no se basa en complots para dañar a la gente, Connie.

—Por más que quisiéramos eso, en realidad es para algo que nos beneficiará a todos —se unió Samantha a la conversación, pues era la única que estaba un poco más al tanto de los planes de Harry.

—¡Tú debes ser la famosa Doge! —le dijo castaño—. Charles Stone, aunque mis amigos me dicen Charlie, mucho gusto —le extendió la mano—. Ella es Connie —señaló con su otra mano a su amiga.

—Yo soy Pyxis Tonks —dijo la peliazul—. Perseus habla mucho de ti... ustedes —se corrigió rápidamente al recibir un disimulado pisotón por parte de su primo.

—¡Tú eres a la que le cambia el cabello! —Charlie realmente parecía emocionado de conocer al par de chicas—. Ser metamorfomago debe ser genial.

Pyxis asintió con una sonrisa—. No lo voy a negar, en verdad lo es —dijo con emoción.

—Debe ser divertido —agregó Connie mientras observaba cómo Pyxis cambiaba la forma de su nariz cada segundo.

—¿Ya estamos todos? —le preguntó Samantha a Perseus.

—No, faltan Hydrus y Draco —dijo el pelinegro.

Samantha abrió los ojos con exageración, tirando del brazo de su amigo—. Harry te va a odiar más.

—No es algo que me vaya a quitar el sueño —respondió Perseus, encogiéndose de hombros—. Aparte me sentía mal por no decirles.

El sermón de Samantha fue interrumpido cuando el par de rubios se acercaron hasta a ellos, con la cabeza bien en alto —y acompañados por Blaise Zabini y Theodore Nott—.

—¡Llegamos! —exclamó Hydrus—. ¿A dónde dices que será la reunión?

Perseus comenzó a negar con la cabeza, y jaloneó a la rubia un par de pasos alejados del resto.

—¿Por qué esos dos vienen? —preguntó dejando en claro su gran disgusto.

—Bueno, usualmente pasamos el día de Hogsmeade juntos, y esta vez que les dijimos que teníamos algo más que hacer nos insistieron tanto en contarles que los terminamos invitando —hizo una pequeña mueca—. Sé que debí avisarte, pero tampoco dijiste mucho al respecto del supuesto club secreto.

Perseus se talló el rostro con frustración. Había pasado días enteros debatiéndose en invitar a los hermanos Malfoy o no, y cuando por si lo decidió, jamás imaginó que ellos también traerían a sus propios invitados.

—Estoy arriesgándome a que realmente ustedes sean aceptados, o más bien que ustedes quieran unirse cómo para que traigas a esos dos que no conozco y mucho menos les tengo confianza... ¡sin avisarme!

—¡Pero Blaise y Theodore son nuestros amigos desde hace años! ¡Jamás harían algo que nos dañe, y ni Draco ni yo haríamos algo que te dañe!

Perseus desvió la mirada, realmente no quería discutir con una de las personas que más solían apoyarlo.

—Está bien, pero debes prometerme que no permitirás que ni Draco ni Zabini ni Nott arruinen lo que sea que vaya a pasar.

Hydrus asintió—. Lo prometo.

Perseus suspiró, y ladeó la cabeza al resto, indicando que el lideraría el camino.

Cuando entraron a Cabeza de Puerco, Perseus no pudo evitar hacer una mueca. El lugar era igual de espantoso cómo la mayoría de estudiantes lo describía.

—¿No pudieron escoger un mejor lugar? Huele horrible —murmuró Draco, con la misma expresión facial que Perseus.

—No sabía que eras tan delicado, Malfoy —le dijo Samantha alzando una ceja en su dirección.

Draco le dedicó una sonrisa, sintiéndose avergonzado por haber olvidado que ella también estaba presente.

Perseus se sobresaltó cuando sintió unas manos en sus hombros, alzando la mirada para encontrarse con los ojos claros de Charlie.

—¿Y bien? —le preguntó con curiosidad—. ¿Ahora que haremos, capitán? —sonrió.

Perseus sintió que le ardieron las orejas—. Tengo que ir con Potter y sus amigos. Ellos fueron quiénes organizaron todo... y supongo que vamos a esperar a que llegue el resto.

—¿Crees que estemos todo el día aquí? —le volvió a preguntar.

—No lo sé —le respondió Perseus tímidamente.

—Oh... es que Connie y yo quedamos de ir a Las Tres Escobas con unos amigos, y quería preguntarte si querías unirte a nosotros, pero si no da tiempo, será para la próxima —alzó las cejas.

Perseus le devolvió la sonrisa, y aunque quería decirle algo más, no supo exactamente que.

—Ya regreso —le dijo tanto a Charlie cómo a los demás que habían comenzado a charlar entre sí, expectantes de la supuesta reunión.

Perseus distinguió a Harry, Ron y Hermione en una de las mesas hasta el fondo del lugar, con una cerveza de mantequilla cada uno. El azabache fue el primero en notar su presencia.

—Aquí estás —dijo con sorpresa—. Creí que no vendrías.

Perseus también estaba sorprendido ante lo accesible que había sido con la idea del club secreto, pero supuso que al final aceptó por su padre y su tío Regulus.

—He traído gente —dijo señalando al resto que se encontraba cerca de la entrada, y notó como la poca cordialidad de Harry esfumarse de su rostro.

—¿Has perdido la cabeza? —Harry exclamó—. Creí que estábamos de acuerdo en no decirle a nadie de Slytherin... ¿y quiénes son los otros dos?

—Yo no odio a los Slytherin cómo tú... aparte no iba dejar de lado a mis primos, sé muy bien que no son de tu agrado, pero yo tampoco lo soy y no entiendo la diferencia...

—Es que sí es diferente. Tú eres hijo de Sirius, yo sé que en algún oscuro rincón muy dentro de ti, tienes algo de consciencia y compasión.

Perseus rodó los ojos—. Realmente no tengo porqué darte explicaciones, pero Hydrus me prometió que impedirá ante todo que los demás nos perjudiquen, y yo confío en ella... ¿y cómo es que no recuerdas a Charlie y Connie? Estuvimos en varias detenciones con ellos.

Harry echó la cabeza para atrás, mirando al par nuevamente—. Cierto... está bien. Ahora estamos esperando al resto.

Perseus asintió, sin saber que decir o hacer.

—¿Entonces dejarás que este haya integrado a sus diabólicos primos? —preguntó Ron luego de unos segundos, con evidente desagrado.

—Perseus será el co-líder —dijo Harry—. Él sabrá lo que hace.

—¿Co-líder? —preguntó Hermione con excesiva sorpresa, cosa que no le agradó mucho a Perseus.

—Pero si somos descubiertos por algunos de esos... tendrás que asumir toda responsabilidad —le advirtió Harry.

Perseus lo miró con burla—. Sí, por supuesto.

Esta vez fue Harry quién rodó los ojos.

—De hecho... —Hermione se removió en su lugar—. He pesando en algo para evitar que alguien vaya de soplón —dijo mirando a los tres chicos frente a ella—. No diré que es... pero si alguien nos traiciona, lo sabremos en seguida.

—Eso es una buena idea, pero espero que no lo hayas hecho sólo por si alguien de Slytherin se aparecía... deberían tomar en cuenta que las traiciones más grandes siempre vienen de los más allegados, sin importar su casa —murmuró Perseus, esperando que Harry entendiera a lo que se refería.

—No lo hice por eso —se defendió Hermione—. Yo sé lo que es ser juzgada por algo tan estúpido cómo ser de una casa en específico o venir de familia muggle... créeme que sería la última en hacer algo así.

Perseus no quiso agregar algo más, Hermione había tenido un buen punto, y no iba a negárselo.

—¡Miren, ya llegaron los demás! —exclamó Ron, rompiendo la tensión que se había creado.

Perseus se giró para ver. La puerta se abrió dejando a la vista el desfile de personas entrando por ella.

Primero entró Neville Longbottom junto a Dean Thomas y Lavender Brown, luego fueron seguidos por las gemelas Patil junto a Cho Chang y Luna Lovegood —Perseus le sonrió—. Después de unos cortos segundos, llegó casi todo lo que restaba del equipo de Quidditch de Gryffindor —Katie Bell, Alicia Spinnet y Angelina Johnson— con los hermanos Creevey tras ellas. También entraron algunos estudiantes de Hufflepuff y Ravenclaw que Perseus no reconoció. Y por último, llegó Ginny Weasley acompañada de Fred y George, y Lee Jordan.

Perseus miró a Harry horrorizado. Eran muchos más de los que ambos habían contemplado. Todos se acercaron a dónde estaban ellos parados, acomodando las sillas para quedar cerca.

—¡Dijiste que serían un par de personas! —Perseus le recriminó en voz baja, inclinándose sobre él para que sólo Harry lo escuchara.

—¡Yo también creí lo mismo! —exclamó Harry de regreso—. Hermione fue la encargada de esparcir la invitación, pero no imaginé que...

—¡Hola a todos! —interrumpió la fuerte voz de Fred Weasley, quién parecía contar las personas reunidas—. ¡Oiga! ¡Señor camarero! ¿Podría traernos unas treinta cervezas de mantequilla, por favor?

El encargado pareció molesto con el pedido, pero sin rechistar comenzó a repartir las bebidas.

—¡Salud! —exclamó Fred con diversión, y varios le siguieron el juego—. Pero no olviden de soltar sus galeones porque a mi no me alcanza ni para la mía —bromeó haciendo reír a la mayoría.

Perseus también quiso reír, pero por el rostro de desagrado que había en Draco.

—¡No se preocupen! —escuchó a Harry exclamar junto a él—. Perseus y yo les invitamos —dijo para luego escuchar una ola agradecimientos.

A Perseus se le borró la sonrisa, girándose para mirar disimuladamente mal a chico junto a él. Ni siquiera por el tema del dinero, ¿pero por qué él tendría que invitarle cervezas de mantequilla a personas que ni conocía?

—Bien, les agradecería si pudieran prestarnos su atención —dijo Harry una vez que los demás ya estaban lo suficientemente acomodados, y todos enfocaron su vista en ambos—. Eh... pues creo que todos aquí estamos de acuerdo en que la clase de Defensa Contra las Artes Oscuras ha perdido todo el sentido con la llegada de la profesora Umbridge —miró a Perseus—. Así que se nos ha ocurrido la idea de... bueno, de buscar una alternativa para ayudarnos a aprender realmente...

—¿Y se supone que vamos a aprender gracias a ti? —lo interrumpió Draco Malfoy, ocasionando las risas de Blaise Zabini junto a él—. Es enfermizo el hecho de que en verdad te creas nuestro gran salvador.

Harry le puso mala cara—. Tú sólo estás aquí porque Perseus pensó en querer ayudarte ya que estoy seguro de que no le agradas a nadie de aquí a excepción de tu familia y amigos... y si no quieres acoplarte a lo que tenemos planeado, allí está la puerta y es muy grande —señaló la entrada.

Todos miraron a Draco hundirse en su asiento, mientras su hermana negaba con la cabeza en desaprobación a lo que el rubio había ocasionado.

—Yo estoy un poco de acuerdo con Malfoy —dijo un chico de Hufflepuff—. ¿Por qué deberíamos seguirte a ti y a tus ocurrencias?

—Potter es el único que tiene bastante experiencia defendiéndose de las verdaderas artes oscuras —respondió Perseus, sorprendiendo a Harry—. Si quieres aprender algo más que lo que viene en el estúpido libro que Umbridge nos dio, puedes quedarte y si no, la puerta sigue igual de abierta.

—¿Pero a qué te refieres exactamente con "verdaderas artes oscuras"? ¿Te refieres a los patéticos delirios de Potter con el supuesto regreso de cierto mago tenebroso? —el mismo chico volvió a interferir, ocasionando murmullos entre los presentes.

—Más patético eres tú queriendo negar lo que en verdad está sucediendo —le respondió Perseus.

—¿Entonces es cierto que el Señor Tenebroso está de regreso? —preguntó Neville.

Harry asintió levemente.

—Cómo sea, ese es el plan —continuó Perseus—. Si realmente quieren unirse, aún tenemos que decidir en dónde vamos a...

—¿Y qué pruebas tienen para decir que Quién-ustedes-saben ha regresado? —volvió a interrumpir una vez más el mismo alumno de Hufflepuff.

Perseus comenzaba a perder su paciencia, y al parecer Harry también.

—Dumbledore lo ha dicho en varias ocasiones —le respondió Hermione esta vez.

—Bueno, pero Dumbledore sólo repite lo que Potter le dice... y no sé, tal vez mañana a Potter se le ocurra decirle que el cielo se ha vuelto amarillo y Dumbledore claramente irá y lo repetirá —dijo sarcásticamente.

Perseus sonrió burlonamente mirando a Harry—. Tiene un poco de razón.

—¿De qué lado estás? —Harry le preguntó con fastidio.

—Ya que interrumpes tanto, ¿por qué no nos dices cómo te llamas? —le preguntó Ron Weasley desde su lugar.

—Zacharias Smith —respondió el chico—. Y sigo firme creyendo que tenemos el derecho de tener nuestras dudas sobre tus mentiras...

—La reunión de hoy no es para debatir el tema —intervino Samantha también desde su asiento, llamando la atención de los presentes—. Si no estás de acuerdo cállate y vete.

Algunos rieron, mientras que otros estaban al tanto de la discusión.

—Si realmente quieren saber —dijo Harry, ya molesto—. Les puedo contar que yo lo vi el año pasado, pero si alguien de aquí no lo cree, no pienso malgastar mi tiempo en convencerlos... simplemente vine a ofrecerles mis conocimientos en defensa, y en verdad si no les parece, pueden irse.

—En nuestra defensa, lo único que Dumbledore ha dicho fue que Quién-ustedes-saben había matado a Cedric Diggory, y que tú lo habías presenciado. No dijo nada más, y creo que todos estamos curiosos sobre cómo es que sucedió...

Perseus sintió que se le fue el aire ante el enojo que sintió al escucharlo hablar.

—¿En verdad... —Harry comenzó a responderle pero Perseus lo interrumpió dando un paso hacia donde se encontraba Zacharias Smith sentado.

—¿Acaso estás idiota o por qué hablas de la muerte de alguien cómo si fuera un chisme qué inconvenientemente te has perdido? Es claro que Potter no vino aquí a relatar la muerte de Diggory, y si en verdad sólo has venido a eso, párate y vete, porque juro por Godric Gryffindor que si vuelves a tocar el tema, seré yo quién te va a sacar a patadas.

Harry puso la mano sobre su hombro, jalándolo de regreso a su lugar, pero Perseus se removió fuera de su agarre, y miró fijamente al suelo.

Todos se quedaron en silencio. Nadie se levantó de su silla, ni siquiera Zacharias Smith, aunque miraba fijamente a Perseus.

—Bueno —Harry carraspeó—. Cómo decía... si quieren aprender defensa, tenemos que ponernos de acuerdo de cómo lo haremos, y con qué frecuencia... y también en dónde serán las reuniones.

—No quiero ocasionar ninguna discusión —Hydrus habló educadamente—. Y tampoco es que dude de tus capacidades, pero... ¿qué es lo que sabes hacer y qué podrías enseñarnos?

A Harry le tomó por sorpresa lo cordial con lo que Hydrus Malfoy le había hablado, pero antes de poder responder apropiadamente, Ron lo interrumpió.

—Harry puede hacer aparecer un patronus.

—Y uno corpóreo —agregó Hermione—. Un ciervo, ¿cierto?

Harry asintió avergonzado. Tampoco le gustaba presumir lo que sabía hacer.

—¿Y acaso nadie recuerda que mató a un basilisco en su segundo año? —mencionó Pyxis.

—Yo lo recuerdo muy bien —dijo Ginny con una mueca.

—Y en primero —habló Neville—. Cuando salvó la piedra filosofal.

—Y falta mencionar las pruebas que tuvo que superar en el Torneo del año pasado —habló una de las chicas de Ravenclaw que Perseus desconocía, y notó como Harry se puso nervioso al respecto.

—¿Nosotros también tenemos que adularte? ¿O cómo funciona esta dinámica? —preguntó Theodore Nott riendo junto a Blaise y Draco.

Harry rodó los ojos—. No voy a hacerme el modesto —se escucharon murmullos burlones por parte del mismo grupo de Slytherin—. Pero aunque sí he conseguido lograr todo eso... es porque también he tenido ayuda.

—¿Entonces ahora no quieres enseñarnos todo eso? —Zacharias Smith volvió a interrumpir.

—Ay, muchachito —George Weasley se giró para encararlo—. ¿No querrás que te limpiemos las orejas? —señaló su bolsa de Zonko.

—O si gustas cualquier otra parte del cuerpo... no tenemos ningún problema —le siguió Fred, burlonamente.

Zacharias Smith rodó los ojos, y el resto rio antes las ocurrencias de los gemelos.

—Entonces... —Harry volvió a hablar—. ¿Están de acuerdo?

—¡Nosotros si! —exclamó Charlie desde una de las últimas sillas, señalándose a sí mismo y a su amiga junto a él—. Me parece una estupenda idea, ya hacía falta que alguien hiciera algo al respecto.

Harry asintió, comenzando a sentirse entusiasmado, y fue cuando miró a Perseus ligeramente serio.

Regresó su mirada a la multitud, y luego de unos cortos segundos se escuchó un murmullo en general de aprobación.

—Bien, entonces sólo falta aclarar que días podremos vernos...

—Pero tienen que asegurarse que no interfiera con nuestros entrenamientos —lo interrumpió Angelina.

—Ni con los nuestros —dijeron Charlie y Ernie a la vez.

—Tampoco con los nuestros —se sumó Draco.

—Estoy segura de que sí encontraremos un momento y lugar donde todos podamos —dijo Hermione—. Pero por ahora todos los que vayan a asistir a los encuentros deben firmar con su nombre en este pergamino —se lo entregó a Ginny junto a una pluma, y lo fueron pasando uno a uno.

—Espero que no sea necesario recordarles que deben comprometerse a no ir por allí contado todo esto —dijo Harry, y todos asintieron en acuerdo.

Después de un par de minutos, le devolvieron el pergamino a Hermione, quién lo guardó en lo más profundo de su mochila. Y así fue cómo todos comenzaron a salir en pequeños grupitos hasta que el lugar comenzó a sentirse vacío.

Harry estaba esperando a que quedara la menor cantidad de presentes para acercarse a hablar con Perseus quién seguía igual de callado desde su amenaza al irritante chico de Hufflepuff.

Sin embargo, se sorprendió al ver cómo Charles Stone se acercaba a él sin cuidado. Harry decidió acercarse disimuladamente para escuchar su charla.

—Perseus... ¿vendrás con nosotros? Aún hay tiempo —dijo con cierto entusiasmo, recargándose tan deliberadamente en el hombro del pelinegro.

Perseus le dedicó una pequeña sonrisa—. ¿Puedo alcanzarlos en un momento?

Charlie asintió, dándole un pequeño empujón con su hombro, y luego salió del lugar junto a su amiga.

Harry frunció el ceño, pero sacudió la cabeza para desvanecer cualquier pensamiento y se acercó a Perseus.

—Ha salido bien, ¿no? —le preguntó mientras se recargaba en la barra.

—Supongo —respondió Perseus—. Pensé en que deberíamos ir detrás de ese tal Zacharias Smith para lanzarle un obliviate y así hacer que olvide que es parte de este grupo... recién lo conocí hoy y es detestable —miró a Harry—. Incluso más que tú.

Harry ahogó una risa—. Yo también lo odié —admitió—. Más que a ti.

Esta vez fue Perseus quién rio.

—Gracias por defenderme, o lo que sea que haya sido eso —carraspeó Harry—. No tenías porqué hacerlo.

Perseus alzó una ceja—. No lo hice por ti... o bueno, no del todo —suspiró, también recargándose en la barra—. Simplemente se me hizo tan irrespetuoso que hablara de la muerte de alguien de esa manera... supongo que lo comprendes un poco.

—Un poco mucho —lo corrigió con diversión.

—Lamento el comentario de Draco —le dijo mirándolo directamente a los ojos, pero Harry le desvió la mirada—. Y supongo que también debo agradecerte por permitir que ellos estuvieran aquí... en verdad Hydrus se encargará en mantenerlos a raya.

Harry asintió—. Espero que todo salga bien.

—Yo también —dijo Perseus, sacando algunos galeones de su bolsillo—. No puedo creer que me has hecho pagarle su bebida a gente que ni conozco.

Harry volvió a reír—. No sabía de qué otra manera hacer que nos tomaran confianza tan rápido.

—Pues no creo que haya funcionado mucho —dijo Perseus.

—Lamentablemente ya es muy tarde porque nos he comprometido a hacerlo —le recordó mientras también sacaba sus respectivos galeones.

—Por eso me caes mal —le dijo Perseus, haciéndolo reír una vez más antes de salir del lugar.

nota de la autora:
capítulo un poco más largo de lo usual para compensar el tiempo que me desaparecí 😁

ya vieron q el harry ya anda muy jiji jaja con perseus, ojito ‼️‼️‼️‼️

en fin, les prometo que intentaré actualizar más seguido (me when i lie)
pero hoy se sale a beber y aún así me dio tiempo de publicarlo!!!!!

en fin,
les tkm
viva méxico!
ivana 💘💘💘

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