010.
x. detención
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me harían muy feliz <3
omnisciente
Perseus estaba teniendo un mal día, y los demás parecían notarlo tanto que apenas le dirigieron la palabra.
A excepción de su mejor amiga Samantha Doge, quién lo forzó a salir de su dormitorio para acudir al almuerzo.
—¿Me dirás por qué estás tan enojado? —le preguntó mientras tomaba una porción de pastel como postre.
Perseus se encogió de hombros—. Me perderé más de la mitad de la práctica de Quidditch por culpa del profesor Snape —miró a su plato, apenas y había ingerido algún alimento.
Samantha lo miró por varios segundos seguidos, y negó con la cabeza—. No estás molesto —hizo una pausa—. Estás triste.
—No —empujó su plato hacia el centro de la mesa.
—Percy... —la joven le tomó la mano—. ¿Qué pasa?
—Nada —le respondió, soltándose del agarre con cierta brusquedad—. Me tengo que ir.
—¿Es por lo de Sirius y su novia? —le preguntó Samantha con curiosidad.
—No. Eso no es de mi interés. Mi padre puede salir con quién sea. ¿A mi qué? —se puso de pie—. Lo que quiero es estar solo, ¿sí? Te veo después de las prácticas.
—Percy —lo volvió a llamar, pero lo observó alejarse con prisa hasta la puerta del gran comedor.
Samantha suspiró, y escuchó como Harry —quién estaba sentado lo suficientemente cerca como para escuchar todo— resopló.
Ella lo miró con confusión—. ¿Tienes algo que decir? —alzó las cejas.
Harry se acomodó sus anteojos, inclinándose hacia adelante para que su amiga pudiera escucharlo con más claridad.
—No entiendo como le permites que te hable de esa manera —le dijo, refiriéndose a Perseus—. No tiene derecho a hablarte así sólo porque está de malas.
Samantha se enderezó en su silla—. Harry, tú no lo conoces de la misma forma en la que yo lo hago. Perseus es mi mejor amigo, y jamás me ha tratado mal —negó con la cabeza—. Aunque no lo quieras creer, él es una buena persona.
Harry puso los ojos en blanco—. Nunca entenderé como es que son amigos.
—Lo qué pasa es que son unos necios. Ninguno de los dos pone de su parte para intentar conocerse y llevarse bien —rechistó la chica—. Su estúpida rivalidad lo ha impedido desde el primer día.
—¡Él nunca puso de su parte! —exclamó Harry, más alto de lo que imaginó—. Siempre fue terriblemente grosero conmigo, pero al inicio, intenté de todo para caerle bien.
—No es cierto —Doge alzó las cejas—. Desde que se hizo más unido a sus primos, tú también fuiste muy grosero. ¿Acaso no recuerdas la ocasión en la que Ron y tú les conjuraron murciélagos debajo de sus uniformes en primer año?
Harry resopló—. Malfoy y Black primero nos conjuraron arañas debajo de la túnica, por eso lo hicimos.
—¡Eso es una gran mentira! Yo estaba allí junto a ustedes. No fue por venganza, fue porque Ron te dijo que los Malfoy eran malvados y que tenías que evitar que el hijo de tu padrino se llevara con ellos... y ese mismo día descubriste que los Malfoy, los Black y los Tonks son familia —esbozó una sonrisa burlona.
A Harry se le pusieron las orejas rojas en la vergüenza, recordando aquella anécdota.
—En mi defensa... —hizo una pausa, organizando sus ideas—. Había visto muy pocas veces a Perseus antes de entrar a Hogwarts, y las veces que me quedaba con Sirius, cuando ya se había mudado de Grimmauld Place, nunca hablaba sobre su familia, así que no tenía ni idea.
—Yo siempre creí que habías prácticamente crecido con Perseus —Samantha frunció las cejas.
Harry negó con la cabeza, sorprendido—. ¿Perseus nunca te ha contando sobre su infancia?
—Muy poco, si te soy honesta. Sé que a él le incomoda ese tema, así que nunca le hablo al respecto —encogió los hombros con pena—. Sé que no tiene buena relación con Sirius, y que sus padres se separaron cuando él tenía seis.
Harry ladeó la cabeza—. La verdad es que yo tampoco conozco mucho del tema... —hizo una pequeña pausa—. Sólo recuerdo que Sirius me visitaba cada que podía desde que era muy pequeño... y luego cuando cumplí seis fue cuando comenzó a llevarme a su casa en el centro de Londres. Ahí era donde veía a Perseus, pero te digo que fueron muy pocas veces... ¡y desde pequeño me odiaba! Recuerdo que me gritaba y no le gustaba compartir sus juguetes conmigo... luego dejó de visitar a Sirius y no supe nada de él hasta que entramos a Hogwarts.
—Entonces es cierto... —Samantha negó con la cabeza.
—¿Qué es cierto? —preguntó Harry confundido.
—Que el señor Black nunca luchó mucho por ver a Perseus crecer —respondió la joven—. A él le correspondía visitar a su hijo, no al revés.
—¿A ti también te metió ideas sobre Sirius siendo mal padre? —Harry rodó los ojos—. Ya quisiera yo tener a Sirius como mi papá.
—¿Acaso estás tonto? —Samantha lo golpeó en la mano—. Por eso es que Perseus te odia, Harry. Sirius siempre se ha comportado más como un padre contigo que con él que si es su hijo.
Harry parpadeó varias veces, asimilando la información recién recibida. Y aunque de cierta manera podía ver la razón del odio, Perseus no podía culparlo por completo cuando realmente no era su problema que las cosas hayan surgido así de mal.
Para Harry, todo lo que Sirius había hecho fue cuidar de la mejor manera a su ahijado que lamentablemente quedó huérfano cuando apenas era un bebé.
No tenía ni idea de lo mucho que por él, Perseus fue dejado de lado por Sirius —la misma persona que daría todo con tal de verlo feliz, sano y a salvo—.
—¿De verdad nunca te habías dado cuenta? —preguntó Samantha, bastante sorprendida.
Harry hizo una mueca—. Tenía una pequeña idea que todo era por celos pero si lo piensas no tiene mucho sentido... Sirius sigue siendo su padre, no el mío.
—¿Y eso qué? —la chica se cruzó de brazos—. Si nunca se ha comportado como tal, Perseus tiene todo su derecho a estar furioso con él... —Samantha se giró para checar el reloj que adornaba la pared del gran comedor—. Y es mejor que te vayas de una vez a detención, si llegas tarde, el profesor Snape te duplicará el castigo.
Harry emitió un quejido, que ocasionó que su amiga se burlara de él una vez más antes de verlo partir a las mazmorras donde nuevamente tendría que soportar la presencia de Perseus Black.
Cuando Harry abrió la puerta del aula, se encontró con Perseus recargado sobre una de las mesas, observando como el profesor Snape sacaba cientos de calderos, viales y tazones de las repisas.
Se adentró sin hacer mucho ruido, no quería recibir algún reclamo por parte del profesor ya que había llegado un par de minutos tarde. Sin embargo, su objetivo no tuvo éxito cuando dos estudiantes de Ravenclaw tropezaron con la puerta al entrar.
El profesor Snape se dio la vuelta.
—Potter, Stone y Wilson quince puntos menos a sus respectivas casas por llegar tarde a detención.
Harry rodó los ojos, aunque de cierta manera ya estaba acostumbrado a que el profesor Snape le bajara puntos hasta por respirar.
—No quiero ser irrespetuosa, profesor —la joven dio un paso hacia adelante—. Pero, Charles y yo no hubiésemos llegado tarde si sus alumnos de Slytherin no hubiesen puesto esa maldita trampa para hacer que los estudiantes del resto de las casas se pierdan al intentar bajar a las mazmorras.
Harry frunció el ceño, él no se había perdido al intentar bajar a las mazmorras, aunque si había escuchado el rumor de la supuesta trampa.
—Señorita Wilson, ¿acaso está culpando a mis alumnos sólo porque usted es lo bastante incompetente como para no poder llegar al aula donde ha cursado la misma clase por seis años?
Las palabras del profesor Snape no habían sido para él, y aún así sintió la sangre hervir por debajo de su piel. Cuando estuvo de saltar en su defensa, se llevó una sorpresa cuando Perseus lo hizo:
—Usted no tiene ningún derecho de hablarle así. Todos saben de la existencia de esa estúpida trampa que los Slytherin pusieron, que usted se haga el de la vista gorda para evitarse problemas es muy diferente, profesor —Perseus alzó la mirada.
Harry notó como Charles —así fue como lo había llamado la chica— sonrió con orgullo.
El profesor Snape se puso más serio de lo usual, y miró fijamente a Perseus.
—Igual de insolente y maleducado que su padre, que bueno que su madre ya no está presente, sería una pena que viera en lo que su hijo se está convirtiendo: una pésima y lamentable imitación de Sirius Black.
—¡Yo no soy como mi padre! —exclamó Perseus, recomponiendo su postura—. ¡Y no tiene ningún derecho de mencionar a mi madre!
Harry podría jurar que Snape le dedicó una sonrisa burlesca a Perseus, antes de pasar a su lado, ignorándolo.
A Harry tampoco le agradaba Perseus, pero se le hacía inmaduro que un adulto de la edad del profesor se pusiera a discutir de esa manera con uno de sus alumnos.
—Gracias al espectáculo que el señor Black nos acaba de dar, la detención para los cuatro aumentará dos semanas más —hizo una corta pausa—. Y antes de que alguno salte a decir algo más, les daré las indicaciones —se acercó a donde había dejado todo el instrumental del aula—. Su deber será dejar todo esto pulcramente limpio, relucientes y brillantes. Los alumnos de primera año acaban de hacer pociones repelentes para insectos del bosque a base de orines de duendes... tiene tres horas —dijo finalmente para luego abandonar el aula.
—Ojalá se ahogue con su pudín de calabaza —dijo la chica rodando los ojos—. ¡Lo odio!
—Ya somos dos —concordó Harry, negando con la cabeza.
—Tres —el chico se unió riendo.
—Cuatro —dijo Perseus desde su lugar, donde se había mantenido callado.
—Gracias por defenderme —le dijo la chica—. No era necesario, y tampoco lo fue su comentario sobre tu madre. ¡Deberías acusarlo con McGonagall! Con gusto testificaré a tu favor.
Perseus se encogió de hombros—. Desde que llegué a Hogwarts ha demostrado su odio irracional hacia mi, ya estoy acostumbrado... —miró al otro chico—. ¿Por qué estás castigado?
—Verás... —hizo una pausa para sonreír—. Nunca encontré a mi verdadero tutor así que no entregué un par de tareas y ahora heme aquí, lo cuál agradezco porque pude ver tu pequeño show.
Perseus negó con la cabeza, sonriendo levemente. Harry frunció el ceño. ¿De dónde se conocían? Él jamás había visto a aquel par de Ravenclaws.
—Ella es Connie —señaló a la chica—. Y bueno, me gustaría creer que recuerdas mi nombre, Hugo.
—¿Él es el Hugo falso? —la rubia abrió los ojos con sorpresa.
—Parece que a Potter le va a estallar la cabeza —se burló Charles.
—Seguro que su única neurona funcional no le está dando para entender qué hay más gente en Hogwarts que su par de amigos —agregó Perseus.
—Es raro verte hablar con otras personas —le dijo Harry, mirándolo mal—. Es obvio que sé qué hay mucha gente más en el castillo que mis amigos.
Perseus quiso arrojarle un caldero, pero después de meditarlo por dos segundos, prefirió no hacerlo.
—Potter es que a ti toda la escuela te conoce —le dijo Connie—. Pero seguido parece que olvidas que no todo gira alrededor de tu selecto grupito de amigos —alzó las cejas con diversión.
Harry sintió sus orejas arder—. No es así, y si soy conocido es porque hay un mago loco que lleva intentando matarme por más de una década.
Perseus rodó los ojos—. Y que mal que no lo ha conseguido, así nos ahorraríamos toda esta agonía de escucharte hablar siempre sobre lo mismo.
Connie y Charles rieron con descaro, y Harry se sintió aún más avergonzado. Así que decidió comenzar a ignorar a Perseus.
—Ay, Hugo falso. Eres más gracioso de lo que imaginé —le dijo Charles mientras se acercaba a Perseus—. ¿En dónde te habías metido todos estos años que nunca te conocí?
Harry puso los ojos en blanco. Perseus no era gracioso, era un grosero y maleducado.
—Deja de coquetearle a Perseus —Connie le arrojó una esponja a Charles—. Les recuerdo que sólo tenemos dos horas para limpiar todo esto —señaló la mesa donde se encontraba el trabajo pendiente—. Así que deberíamos comenzar de una buena vez.
Harry se sorprendió al ver a Perseus sonrojarse levemente, y aparte, obedecer la instrucción de la tal Connie sin rechistar.
Mientras cada quién hacía su labor, Harry no podía evitar observar como Perseus convivía tan genuinamente con Connie y Charles, riendo de vez en cuando con ellos. Especialmente con el chico, incluso parecía que eran amigos desde años atrás, pero al escuchar su conversación se dio cuenta que no era así —pues en realidad era la segunda vez que se hablaban—.
Harry recordó su conversación con Samantha en el gran comedor, y la culpa volvió a hacerse presente en él, reflejándose con un ardor en el estómago.
Tal vez sí era su culpa que Perseus lo odiara tanto.
Pero Harry también recordó todas las veces en las que se esmeró por ser amigo en Perseus. Especialmente cuando eran pequeños.
De hecho, la ocasión en la que les conjuró murciélagos debajo de sus uniformes a Perseus y Draco fue para evitar que ellos se hicieran amigos, y conseguir que Perseus se pasara a su bando, pero no lo consiguió en lo absoluto.
Así fue con un sin fin de situaciones más, dónde de forma accidental le perjudicó y ocasionó que su rivalidad se hiciera más grande. Y aunque sentía pena por su padrino, ya no podía conseguir llevarse bien con Perseus.
Aunque tal vez —en la actualidad— no lo había intentado lo suficiente.
Así que cuando Connie y Charles se retiraron después de terminar su parte del castigo y de una innecesariamente larga despedida con Perseus, Harry intentó acercarse.
—¿Ellos estarán con nosotros las siete semanas? Digo, nueve —se corrigió a sí mismo.
Perseus soltó un quejido—. Si vas a recriminarme porque por mi culpa nos aumentaron otras dos semanas... ¡tú ibas a defender a Connie también! Sólo que yo fui más rápido... —hizo una pausa—. Aparte a Snape le caes peor tú que yo, e ibas a causar que fuera el doble de semanas.
Harry rodó los ojos—. ¡No lo decía por eso! Sólo era por curiosidad, parecen ser tus nuevos amigos.
—¿Y a ti qué te importa si lo son? —refunfuñó Perseus.
—¡Es imposible hablar contigo! —exclamó Harry.
—No quiero que me hables —le dijo Perseus—. ¿Acaso no puedes mantenerte en silencio?
—Estoy intentando ser amable contigo —Harry frunció el ceño—. ¿Por qué tú no lo puedes intentar conmigo?
—Porque no te soporto —le respondió Perseus.
—Yo tampoco te soporto a ti, y lamentablemente tendremos que pasar tiempo juntos, sólo intento hacer esto menos aburrido.
Harry no recibió ninguna respuesta, pero aún no llegaba a su límite como para darse por vencido.
—Sólo tengo una pregunta —volvió a hablar.
Y al contrario de él, Perseus si parecía estar a punto de llegar a su límite.
—Sólo una, Potter.
—Si la trampa en las mazmorras existe, ¿por qué no me he perdido jamás? —Harry alzó las cejas.
—¿Y por qué yo sabría eso? —Perseus arrugó la nariz.
—Porque sé que Malfoy y sus amigos fueron los que la pusieron. Y sé que Ron se ha perdido, Hermione también, entonces no lo entiendo.
Perseus ladeó la cabeza—. Porque hay personas que son la excepción —respondió—. Cómo Doge, Pyxis, tú y yo —dijo rápidamente.
—¿Y yo por qué? —preguntó Harry con sorpresa.
—Porque puede que haya ayudado a poner la trampa —confesó mientras limpiaba con una esponja el exterior del último vial que restaba por limpiar—. Y no quería que fueras de chismoso con mi padre, así que esa alternativa fue más fácil que soportar un regaño de él sólo porque te perdiste —hizo una mueca—. Pero si quieres, le digo a Draco que se anule tu excepción —le sonrió falsamente.
Harry rodó los ojos nuevamente—. Es bastante estúpido que hayas sido participe en eso, a veces parece que olvidas que eres de Gryffindor, perjudicas a tus compañeros de casa.
—Y aún más estúpido que creas que me importan los demás, lo hice porque necesitaban a alguien bueno en encantamientos de ese estilo...
—Encantamientos de procedencia dudosa, por no decir otra cosa —lo interrumpió Harry, frunciendo el rostro.
—Encantamientos oscuros —le corrigió Perseus—. No va a pasar nada si los llamas por su nombre.
—¿Sirius sabes que usas...?
Perseus hizo una mueca demostrando claramente su irritación—. Ya recordé que me caes mal, y no me gusta hablar contigo.
—A Sirius no le gusta que ocupemos...
—Eres un tarado —le dijo—. Usar hechizos oscuros es más común de lo que piensas.
—Sirius...
—¿Acaso Sirius es lo único que sabes decir? —preguntó alzando la voz.
Harry quiso responderle de mala manera, pero volvió a recordar su conversación con Samantha, y aunque su alma se retorció, se abstuvo de hacerlo.
Perseus lo miró quedarse quieto y callado, lo cuál le resultaba bastante sorprende y fuera de lo usual—. En verdad no tengo ni idea de cómo te soportaré las siguientes siete semanas.
—Nueve —le corrigió Harry, con una sonrisa burlona, porque a pesar de que su sentimiento de odio era mutuo, la sensación de saber que con unas simples palabras puedes arruinar el día del otro era bastante satisfactorio.
Perseus resopló, y terminó de guardar los viales en la repisa, cómo debían estar desde el inicio.
Cuando por fin iba a salir del aula, pasó junto Harry, chocando sus hombros como de costumbre.
Un par de días después, Harry corría con prisa al aula de Pociones. Era su primera clase del día, y se le había hecho extremadamente tarde.
Incluso Harry estaba seguro de que el profesor Snape ni siquiera lo dejaría pasar a la clase.
Recorrió las mazmorras por varios minutos con desesperación, y su destino fue imposible de encontrar. Cada vez que daba la vuelta al final de un pasillo, sentía que se alejaba más y más.
Hasta que recordó el rumor de la trampa de los Slytherins para proteger su lado del castillo, y por supuesto, también recordó la existencia de Perseus Arcturus Black y su terrible manía de hacerle la vida imposible.
nota de la autora:
hola<3 perdón por tardar más de dos semanas en actualizar pero anduve de vacaciones y lo que menos quería era estresarme.
espero que les haya gustado este capítulo, y bueno les prometo que nos leeremos pronto <3
por cierto, ns si quieran unirse al grupo de WhatsApp que tengo con mis lectoras de mi otro fic (uno de Draco) pero pues a veces allí también hablamos de esta historia (sobre todo de Perseus 🫶)
en fin si es así, mándenme mensaje por priv y así enviarles el link!
no se olviden de votar y comentar <3
les tqm
ivana 🫶
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