008.
viii. peleas y confusiones
omnisciente
Harry siempre supo que había algo diferente en él. Y no necesariamente algo bueno.
Toda su vida había sido una tragedia, desde el comienzo. Y a cómo estaban los tiempos, Harry ya había perdido toda su fe y esperanza en que algún día todo cambiaría para bien.
Desde la muerte de Cedric Diggory en el curso escolar anterior, su vida se había vuelto aún mucho más caótica y atemorizante. En cualquier momento podría tener un colapso, y muy probablemente las personas creerían que sólo se trataba de él siendo dramático. Aparte que ahora además de lidiar con la gente llamándolo mentiroso, el dolor en su cicatriz y el increíble mal humor que había estado cargando en los últimos días, tenía que enfrentar sus castigos restantes a cargo de la profesora Umbridge, quién era la persona que más se había declarado en su contra por decir que Voldemort había regresado.
Harry de pronto recordó todas las ganas que tenía de gritar y dejar salir toda la frustración que cargaba encima, ya que los castigos con la nueva profesora resultaron ser peor de lo que imaginó en un inicio, prácticamente lo estaba torturando, y no entendía como es que el Ministerio no estaba al tanto de lo que su trabajadora hacía en el colegio con los alumnos.
Observó el dorso de su mano sangrar, con la frase «No debo decir mentiras» casi tatuada en su piel. Estaba bastante seguro que le quedaría la cicatriz para siempre.
No entendía el porqué seguía ocultándoselo a sus amigos y a su propio padrino, quién muy probablemente pegaría el grito en el cielo si llegara a enterarse. Tal vez por esa razón evitaba sacarlo a la luz.
Arrastrando sus pies, sintiéndose enojado y triste por haberse perdido las pruebas de Quidditch se paró frente al retrato de la Dama Gorda.
—Mimbulus mimbletonia —dijo la contraseña y el retrato se abrió para dejarlo pasar.
Cuando entró por completo se encontró con viroteos y sonidos de celebración. No lo entendía hasta que vio a su amigo Ron correr hasta él con una gran sonrisa adornando su rostro.
—¡Lo conseguí, Harry! ¡Lo conseguí! —exclamó mientras saltaba emocionado, regando un poco de la cerveza de mantequilla que sostenía con una de sus manos—. ¡Seré el guardián del equipo!
Harry se sintió feliz por él. Mucho. Pero su mal humor no lo dejaba expresarse de la mejor manera.
—¡Que bien! —exclamó sonando algo sarcástico sin intención.
Ron estaba tan extasiado por la buena noticia que lo pasó por alto. Harry aprovechó el momento para pasear su mirada por toda la sala común. El equipo completo de Quidditch estaba sentado cerca de la chimenea encendida, conversando sobre los planes que Angelina tenía para ellos.
Su mirada se encontró con la de Perseus Black, quién lucía igual de antipático que siempre, pero esta vez podía darse cuenta que lo miraba con más odio de lo usual.
Y Harry en vez de sentirse incómodo, sintió un poco más de ira en su interior. ¿Por qué siempre tenía Perseus que comportarse tan desagradablemente?
Estaba apartado del resto, recargado en la pared con los brazos cruzados, demostrando el tan poco interés que tenía en la conversación.
—Está furioso —la voz de Alicia Spinnet lo sacó de sus pensamientos—. Sobretodo contigo.
Harry ya estaba acostumbrado. Nunca entendió porqué Perseus lo detestaba tanto. Y si era honesto, ni si quiera recordaba el momento en que el sentimiento comenzó a ser mutuo.
Se encogió de hombros—. ¿Ahora por qué?
—Porque audicionó para ser buscador —explicó Alicia—. Y lo hizo de maravilla... se lució por completo. Todos estábamos sorprendidos.
Harry tensó la mandíbula. ¿Acaso quería robarle su puesto?
—Pero tú eres mucho mejor —la chica rodó los ojos con diversión—. Y sus habilidades fuertes para jugar le quedan más si es golpeador. Angelina se lo dijo al final de la prueba, y salió enojado del campo.
Harry se sintió aliviado. Al menos Angelina le había respetado su lugar incluso si no estuvo presente. Sin embargo, se sintió ligeramente apenado, y no por Perseus, sino por Sirius, ya que no quería darle otra razón a su hijo para que lo odiara un poco más.
Volvió a bajar su mirada al dorso de su mano herida, notando que la sangre seguía sin detenerse y para el colmo, su cicatriz había comenzado a dolerle nuevamente.
Alicia seguía parloteando pero Harry dejó de prestarle atención varios segundos atrás. Buscó con la mirada a Hermione pero simplemente no la localizó, supuso que ya se había dirigido a su dormitorio para descansar.
En un descuido, salió nuevamente de la sala común, pensando en tomar un paseo por los jardines antes del toque de queda. Necesitaba tomar aire.
Pero su plan se vio interrumpido cuando se encontró nuevamente a Perseus frente a él.
Perseus llevaba dos pergaminos en su mano, arrugados y poco legibles. Y con la otra sostenía un pequeño tintero.
Perseus rodó los ojos al verlo. Otra vez.
—Sé que estás molesto que Angelina haya dicho que...
—Angelina no tiene la culpa —dijo el pelinegro—. El problema es tu estúpida existencia.
Harry se sintió fastidiado pero notó que su cicatriz había dejado de doler, y ahora lo único que le ocasionaba dolor era la herida en su mano.
—Lo estúpido aquí es que realmente pensaras que te escogerían como el nuevo Buscador cuando yo fui seleccionado para ese puesto desde que pisé Hogwarts —le respondió, sonando más prepotente de lo que realmente quería, pero supuso qué tal vez Perseus necesitaba que alguien le bajara los humos.
Perseus se tensó por completo, arrugando los pergaminos en su mano.
Harry le sostuvo la mirada, y al no recibir una respuesta inmediata, se giró con indiferencia con una sonrisa victoriosa adornando su rostro.
Por primera vez había dejado a Perseus Black callado, y aunque su mano seguía doliendo, su felicidad por aquel logro era más grande.
Al día siguiente, Perseus se encontraba en la Biblioteca intentando terminar su parte de un trabajo grupal para pociones —por no decir que en realidad se encontraba corrigiéndole todos los errores a sus compañeros—. Mientras lo hacía, recordó el fastidio que le ocasionaban los trabajos en equipo.
Pyxis intentaba entretenerlo, contándole chismes sobre sus compañeros de casa, pero Perseus no le prestaba la suficiente atención.
—... ¡y entonces fue cuando todos descubrieron la verdad sobre Violet! —exclamó la peliazul para luego recibir una advertencia de Madame Pince por el volumen de su voz.
Perseus soltó una pequeña risa, notando como el cabello de su prima cambiaba a color rosa debido a la vergüenza.
—¡No me dijiste que estaba casi gritando! —exclamó en un susurro, lanzándole un pergamino al pelinegro.
—¿Cómo es que no te diste cuenta? —se burló Perseus.
Pyxis se puso de pie, riendo—. Voy a entregarle esto a Susan —tomó dos libros de su mochila mientras señalaba a una rubia que recién entraba a la biblioteca—. Ahora regreso.
Perseus asintió, y volvió a enfocarse en el pergamino, dándose cuenta de al menos otros cuatro errores ortográficos en el escrito y maldijo internamente a sus compañeros una vez más.
Mientras seguía concentrado, un estruendo en la misma mesa lo sobresaltó.
Un chico castaño con ojos claros con el uniforme de Ravenclaw le dedicó una gran sonrisa.
—¿Eres mi tutor, no es así? —le tendió la mano—. Me llamo Charles Stone, pero todos me llaman Charlie.
Perseus parpadeó sin entender que estaba pasando, sin embargo, le devolvió el gesto.
—¿Podemos empezar con un repaso de Herbología Básica? Nunca fue mi mejor materia —dijo Charlie mientras tomaba asiento demasiado cerca para el gusto del pelinegro.
—Creo que te has confundido —le dijo Perseus—. Yo no soy tutor de nadie.
El chico junto a él abrió la boca con sorpresa.
—¿No eres Hugo no-recuerdo-el-apellido? —preguntó con diversión.
A Perseus se le escapó una risa.
—No, en realidad me llamo Perseus —hizo una pausa—. Perseus Black.
Charlie entrecerró los ojos—. ¿Perseus Black? —enarcó una ceja—. Lo siento pero Connie me dijo que mi tutor era un chico lindo de Gryffindor con cabello oscuro, y bueno, encajas un poco con la descripción —le sonrió de lado.
Perseus sintió sus orejas arder en vergüenza.
—Supongo que para la próxima tendrás que pedirle a la tal Connie que sea más especifica.
—Tienes mucha razón —Charlie rió—. ¿De qué año eres? Tu cara no me suena mucho.
—Quinto —respondió Perseus, quién seguía sintiéndose apenado con toda la situación.
—Con razón —dijo el chico con un poco de decepción en su voz—. Soy un año más grande que tú, y yo que esperaba volver a verte en alguna clase.
Perseus se hundió un poco más en su asiento.
—Bueno, fue un placer conocerte Perseus Black. Espero confundirte otra vez —le sonrió antes de recoger todas sus pertenencias y caminar más al fondo de la Biblioteca.
Perseus no tuvo tiempo ni de responder, y una vez que se fue, pudo sonreír como había querido desde que "Charlie" comenzó a hablar.
Pyxis se arrojó sobre la mesa, tomándolo por sorpresa—. ¿Quién era ese? ¿Y por qué te dejó sonriendo como idiota?
Perseus borró su sonrisa—. No lo sé. Apenas lo conocí, se llama Charles, y cállate, no estaba sonriendo, alucinaste.
Pyxis se cruzó de brazos—. Esta lindo —alzó sus cejas—. Es muy tu tipo. Deberías volver a hablarle.
Perseus le lanzó una bola de pergamino arrugado, aunque estaba agradecido de haber estado allí con Pyxis y no con alguien más, pues ella era la única que estaba al tanto sobre sus gustos y preferencias. Y no era un tema del todo cómodo para él a tratar con más gente.
—No es así. Aparte solo se acercó porque me confundió con no-sé-quién —dijo Perseus—. Y es un año mayor.
Pyxis sonrió burlona—. Admite que te llamó la atención —le picó la mano.
—No —apartó su mano—. Mejor déjame en paz que debo terminar esto —señaló el pergamino en el que estaba trabajando.
Pyxis rodó los ojos—. Eres un aburrido. Yo que quiero que tengas pareja para que dejes de estar tan amargado.
—Eso no se me va a quitar ni volviendo a nacer —le respondió Perseus.
—Buen punto —se burló Pyxis—. Cómo sea, me hace feliz que me tengas confianza para este tipo de cosas.
—Eres la única que sabe —le recordó Perseus—. Gracias por tu discreción.
Pyxis se encogió de hombros—. No es algo que me corresponda, Percy. Y sabes que para cualquier cosa aquí estoy porque te quiero mucho.
—Yo también a ti —le sonrió genuinamente.
Y en cuanto Pyxis volvió a comenzar a relatarle un nuevo chisme sobre la casa de los tejones, Perseus aprovechó la distracción de su prima para buscar rápidamente al tal Charlie en alguna de las mesas.
Él también esperaba que lo confundiera de nuevo.
nota de la autora:
ya vieron que estamos estrenando portada!?
yo la verdad es que la amé <3
en fin, espero que les haya gustado el capítulo donde por fin introduje a un nuevo personaje que espero amen tanto como yo!!
nos leemos pronto!
y pls no se olviden de por lo menos dejar su voto en esta historia.
love you all💞
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