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005.

v. regreso a hogwarts

omnisciente

Perseus se sentía sofocado.

A pesar de que era la quinta vez en la que se encontraba en aquella situación, pensaba firmemente en que nunca terminaría de adaptarse ante la numerosa cantidad de personas aglomeradas en el andén 9¾ cada primero de septiembre.

Sirius se movía con torpeza entre la multitud con Harry y Perseus detrás de él, y se detuvo cuando distinguió múltiples cabelleras pelirrojas.

Perseus se quedó atrás, él no tenía ninguna intención de acercarse más a los Weasley, ya había convivido lo suficiente con ellos.

Se recargó contra su baúl, mientras buscaba con la mirada a los Malfoy pero no parecían estar por ningún lado.

—¿Me buscabas a mi? —la animada voz de Samantha Doge lo asustó más de lo que querría admitir.

Se volvió hacia a ella, y fingió mirarla con desdén.

—¿Y tú eres? —preguntó Perseus, alzando las cejas con diversión.

Samantha esbozó una sonrisa, y se acercó para abrazarlo con cariño—. Admite que me extrañaste.

—Sigue soñando.

Después de un par de segundos más, Samantha Doge rompió el abrazo, comenzando a mirar a su alrededor.

—¿En dónde están tus primos? ¿Qué haces aquí tú solo? ¿En dónde está tu padre? ¿De casualidad vino tu tío Regulus?

Perseus rodó los ojos—. Por eso no te extrañaba —rió mientras recibía un pequeño golpe de parte de la castaña—. Uno, no lo sé. Dos, estoy alejándome lo más que puedo de los Weasley. Tres, por allí despidiéndose de Potter. Cuatro, ¿podrías parar con tu extraña obsesión con mi tío Regulus?

Samantha sonrió—. La detendré cuando me llames "tía".

Perseus abrió los ojos de par en par, fingiendo horror ante la idea, pues sabía muy bien que todo era una simple broma.

Samatha solía hacerlo con frecuencia, y por esa razón, su madre solía amarla.

De hecho, Samantha Doge era su única amiga que también era su compañera de casa. A Perseus nunca se le facilitó hacer amigos, mucho menos en Gryffindor, donde la mayoría de estudiantes le chupaban las medias a Potter —aunque debido a todo lo acontecido en los últimos meses, tal vez ya no sería así. Pero realmente no le importaba demasiado—.

Sin embargo con Doge había sido un caso completamente diferente, pues a pesar de que la chica también era amiga de Potter, fue la única en acercarse a Perseus con la intención de hacer amistad con él, sin importarle la tonta rivalidad que Perseus Black mantenía con Harry Potter.

—¿Y si ya vamos a buscar nuestro vagón? —le preguntó Samantha mientras miraba a su alrededor.

Perseus estuvo a punto de decirle que sí cuando su padre se paró frente a él.

—¿Ya te ibas sin despedirte? —preguntó Sirius, abrazando a su hijo con cariño.

Perseus se quedó inmóvil, y de una forma muy incómoda le aceptó el abrazo segundos después.

—No me vas a presentar a tu amiga —lo codeó jugando una vez que Perseus rompió el abrazo.

Perseus miró de su amiga a su padre y viceversa varías veces seguidas.

—Soy Samantha Doge, señor Black —se presentó la castaña al no ver iniciativa de parte de Perseus—. Soy compañera de casa de Percy.

Sirius alzó las cejas ante el apodo, pues tenía entendido que su hijo detestaba que lo llamaran de esa manera, a menos que él lo permitiese.

—Pero ya nos conocíamos, ¿no es así? —preguntó Sirius.

—¡Claro! —exclamó Doge—. En la fiesta sorpresa que Hermione le preparó a Harry el año pasado. Harry y yo también somos amigos, de hecho, creo que iré a saludarlo.

Sirius le sonrió, y tanto él como Perseus observaron a la joven caminar hacia el famoso grupo de amigos conformado por: Potter, Granger y Weasley.

—Es muy agradable —le dijo Sirius a Perseus—. ¿Es tú novia?

Perseus lo miró con horror. El aprecio que le tenía a Samantha era enorme pero no la podía ver de otra forma que no fuese como una hermana.

—Voy a tomar tu expresión cómo un no —rió Sirius.

Y como de costumbre, se formó un silencio casi tortuoso entre ambos.

Sirius hizo una mueca, tomando un suspiro antes de volver a hablar.

—Sé que nuestra relación nunca ha sido la mejor —hizo una pausa—. Y también sé que me la paso repitiéndote lo mismos, incluso debes estar cansado de ello. Pero quiero que sepas que te amo, ¿de acuerdo? Eres mi hijo, y me preocupo por ti. Y en verdad estoy intentando hacer que todo funcione entre ambos, pero temo que tú no pones mucho de parte, aunque entiendo muy bien tus razones...

—¿Por qué no vino Remus ni Regulus? —Perseus lo interrumpió—. Quería despedirme de ellos.

Sirius frunció los labios, rascándose una ceja.

—Realmente no lo sé —respondió el animago—. Pero cómo te decía...

—Entraré al equipo de Quidditch —lo volvió a interrumpir Perseus—. O bueno, ese es mi plan pero estoy seguro que conseguiré quedar.

Sirius se dio por vencido con su charla, así que decidió prestarle atención a lo que Perseus le fuese a decir.

—Podrías venir a los partidos —le dijo después de varios segundos en silencio—. Mamá lo haría.

Sirius asintió, con una pequeña sonrisa ante la invitación. Nunca había considerado la idea, ni siquiera con Harry, pero le agradaba que Perseus hubiera tomado la iniciativa.

—Te prometo que ahí estaré —le aseguró Sirius—. Es más, cómo no pudiste despedirte ni de Remus ni de Regulus, en tu primer partido tendrás a tus animadores oficiales.

Perseus arrugó la nariz, con una tímida sonrisa en su rostro.

Sirius le devolvió la sonrisa, y volvió a acercarse para abrazarlo—. Te quiero, ¿sí? Y escúchame, cualquier cosa que necesites puedes decirme con toda confianza, ¿de acuerdo?

Perseus asintió sin decir algo más—. Gracias. Nos vemos pronto, supongo —le dijo, cortando el abrazo.

—Cuídate y pórtate bien —Sirius alzó las cejas con diversión.

Perseus se movió torpemente por el andén para poder dirigirse al interior de la locomotora, dónde al entrar, escuchó la chillona voz de Pyxis.

Notó como su prima sacudía la cabeza mientras el color de su cabello cambiaba de color ante el movimiento.

—¿Qué te pasó? —le preguntó con cierta preocupación.

—¡Perseus! —exclamó Pyxis—. ¡Mi madre estuvo buscándote como loca en el andén! Quería despedirse de ti.

Perseus hizo una mueca. No había notado a nadie de su familia —aparte de Sirius—.

—Le escribiré —dijo el chico, mientras observaba con curiosidad como la cabellera de Pyxis continuaba cambiando de color y ahora de forma.

—Me enfermé hace unos días —dijo la Hufflepuff—. Y la enfermedad afectó mi don de metamorfomaga. Pero no es nada serio, según el sanador dijo que en unas semanas regresaré a la normalidad.

Perseus rió—. Sólo a ti te suceden estas cosas.

—Lo sé —replicó Pyxis sonando ligeramente triste.

—¿En dónde están Draco y Hydrus? —le preguntó.

—En la junta de prefectos —respondió—. ¡Yo también fue asignada como prefecta de mi casa! —señaló la insignia en su túnica.

—Entonces... ¿no deberías estar en esa junta también?

Pyxis abrió la boca para rechistar pero lo único que hizo fue salir corriendo hacia el vagón donde le correspondía estar desde varios minutos atrás.

Perseus se adentró al vagón frente a él, dónde supuso que tanto Pyxis cómo Draco y Hydrus habían dejado sus pertenencias allí.

Dejó las suyas junto a él, y se recostó sobre la ventana esperando que la dichosa junta de prefectos lo más pronto posible.

nota de la escritora:

AAAA AHORA SI,,,

pónganle condón a la historia pq se vieneeee
q emoción q ahora si comenzara lo bueno jiji

en fin, no se olviden de votar!!
les tqm y espero leernos pronto!!

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