002.
ii. grimmauld place
omnisciente
Tal y como Perseus lo tenía previsto, la llegada de Harry Potter al hogar de su padre, no fue para nada una mejora en su estado anímico.
Realmente evitaba encontrárselo a toda costa, y prefería quedarse encerrado en su habitación por horas hasta que su padre le ordenara que debía salir para almorzar y cenar.
Durante sus comidas, había un incómodo silencio entre los tres presentes. Y por mucho que Sirius intentara romper el hielo, era una situación bastante difícil.
Ninguno de los dos jóvenes ponía de su parte para entablar una conversación genuina e incluso superficial, y Sirius sentía que el silencio lo asfixiaba a más no poder.
Pero por el bien de su hijo, prefería no interferir del todo, pues lo último que deseaba era que Perseus lo detestara un poco más.
Una mañana que aparentaba ser como cualquier otra, un suave golpeteo provino de la puerta de la habitación de Perseus.
Apenas eran las nueve de la mañana, y aunque el chico llevaba más de tres horas despierto, no tenía ninguna intención de salir de la comodidad de su cama, así que prefirió ignorar el molesto sonido.
Perseus se echó la sábana por encima de sus hombros para cubrirse la cabeza, pero otro par de golpeteos interrumpieron su serenidad.
Lanzó un gruñido, arrojando la ropa de cama al otro extremo, ni si quiera se molestó en ponerse sus pantuflas y abrió la puerta para encontrarse con la nefasta sorpresa del niño que vivió.
—¿Qué quieres? —espetó Perseus mirando fijamente a los ojos brillantes color esmeralda de Harry.
Harry frunció el ceño, no le había agradado el tono tan agresivo que Perseus ocupó pero lo que menos deseaba era causar un alboroto tan temprano.
—Dice Sirius que prepares una pequeña maleta, al parecer saldremos —dijo el azabache acomodándose sus gafas, sin bajar la mirada retadora del chico frente a él.
Perseus sonrió burlonamente—. Puedes decirle a mi adorado padre que no estoy interesado en sus patéticos planes familiares —musitó, cerrando la puerta bruscamente.
Pero incluso antes de que pudiera darse la vuelta, otro par de golpeteos provinieron de la puerta.
Perseus sintió la ira crecer en su interior, así que sin dudarlo, se regresó a abrir la puerta con la misma brusquedad con la que la cerró segundos antes.
—Maldita sea, ¿qué acaso se te jodió la única neurona con la que al parecer naciste? No quiero ir a ningún lado con ninguno de los dos —tomó una bocanada de aire—. Estoy bastante seguro que la pasarán mejor sin mi. Ni siquiera notarán mi ausencia, es decir, Sirius no la ha notado por casi dieciséis años, ¿por qué la notaría ahora?
La expresión facial de Harry cambió por completo pero Perseus no pudo distinguirla del todo, así que volvió a darse la vuelta para cerrarle la puerta en el rostro al azabache pero la voz de su padre lo interrumpió.
—Perseus, en realidad, si necesito que hagas una pequeña maleta. No puedes quedarte aquí solo, mucho menos si no regresaremos a esta casa en un buen tiempo.
—¿Qué quieres decir? —preguntó Perseus cruzándose de brazos, sin entender la ambigua explicación de su padre.
—Te contaré todo cuando lleguemos a nuestro destino pero por favor, haz tu maleta. Y recuerda empacar todo lo que necesitarás para Hogwarts, aunque en unos días visitaremos el callejón Diagon para lo que les haga falta —dijo Sirius para luego mirar a su ahijado—. Harry, tú también ve a hacer tu maleta, ¿sí? Y tranquilo, que todo estará bien.
Perseus rodó los ojos ante el evidente cambio en el tono de voz que su padre ocupaba para cada uno pero decidió no hacer ningún comentario al respecto. No había despertado con muchos ánimos de discutir con su padre.
Aunque por unos instantes se quedó pensando en qué nueva tragedia le sucedería al niño que vivió, pues para que se haya quedado callado en vez de pelear de regreso, debió ser algo grande.
Perseus sacudió la cabeza ante sus pensamientos. En realidad, no le importaba en lo absoluto lo que sucediera en la vida del famoso e irritante, Harry Potter.
Cuando terminó de hacer su maleta y vestirse decentemente, bajó los escalones hasta llegar a la chimenea donde se encontró con Sirius y Harry riendo animadamente.
Los sentimiento de celos e ira recorrió todo su cuerpo, quedándose en silencio. Y de pronto, sintió un apretón en su pecho.
No era justo. Él era su hijo. No Harry. ¿Por qué él no podía conversar, bromear o reír con su padre?
—¿Estás listo? —preguntó Sirius, sacándolo nuevamente de sus pensamientos.
Le echó una mirada llena de recelo, a lo que el hombre resopló, cómo si se diera por vencido.
Y en ese instante, Perseus notó cuál era el verdadero problema. Sirius, su padre, se daba por vencido muy fácilmente respecto a su relación.
¿Por qué no luchaba? ¿Por qué no hacía nada al respecto? ¿Qué había hecho mal?
Perseus sintió todo dar vueltas, y cuando se dio cuenta, se encontraban en lo que parecía un típico vecindario muggle.
Frunció el ceño, y entonces recordó aquel lugar. Pequeños flashbacks recorrieron su mente de cuando era sólo un niño.
Se giró para mirar a su padre, quién parecía dudar sobre entrar al viejo edificio o salir huyendo de allí.
—Creí que ya no querías nunca regresar a este lugar —dijo Perseus, ganándose la curiosa mirada de Harry.
Al parecer él no estaba al tanto sobre el enorme repudio que Sirius Black le mantenía al número 12 de Grimmauld Place.
—Y estás en lo correcto —dijo Sirius, sonriendo de lado. Evitando cualquier mal recuerdo que podría invadir su mente—. Pero no tenemos otra opción.
Perseus resopló, acomodándose el cabello hacia atrás.
A él tampoco le agradaba la idea de entrar a aquel edificio. Lo último que quería era recordar aquellos dulces pero ahora amargos momentos que pasó con su recién difunta madre dentro de aquellas cuatro paredes.
—No estoy entendiendo nada —dijo Harry mirando a su padrino—. ¿Qué hacemos aquí exactamente? O mejor dicho, ¿qué es este lugar?
Perseus soltó una risa sarcástica, y murmuró un "que raro" en burla al azabache, mientras que Sirius le lanzaba una mirada de advertencia.
—Este es el famoso número 12 de Grimmauld Place —suspiró Sirius dando un paso hacia el frente, justo cuando una vieja puerta comenzó a aparecer entre los números 11 y 13.
Harry estaba bastante familiarizado con la magia pero no podía evitar sorprenderse cada vez que veía algo así.
Por otra parte, Perseus tragó saliva pesadamente. Los fantasmas de todos sus recuerdos de la niñez comenzaban a querer atormentarlo, y al parecer a su padre le estaba ocurriendo lo mismo pues su rostro empalideció notablemente.
—Bien, es momento de entrar —dijo Sirius, hechizando todos el equipaje para que levitara y los siguiera—. Antes de que me arrepienta —bromeó para si mismo.
Los tres entraron en el típico silencio que solía presentarse entre ellos. Perseus miraba con atención a su alrededor.
Todo seguía como lo recordaba. La humedad, el polvo y la oscuridad. Parecía un digno pero abandonado hogar de cualquier familia oscura.
Aunque cuando lo pensaba con claridad se daba cuenta que justamente eso era.
Sirius prendió las luces, y en ese momento, los tres se sobresaltaron al escuchar la madera del suelo crujir.
Regulus Black los miraba con el ceño fruncido desde el otro extremo del pasillo, siendo escoltado por su fiel elfo doméstico: Kreacher.
—Han llegado veintisiete minutos tarde —acusó mirándolos de pies a cabeza—. Menos mal que Dumbledore también se ha atrasado.
Sirius lo miró mal—. Casi me matas de un susto.
Perseus le sonrió con emoción a su tío Regulus y no tardó demasiado en correr hacia él con los brazos extendidos. Abrazándolo fugazmente.
—¿Qué tal todo, Percy? —le preguntó con una sonrisa, la cuál se fue desvaneciendo lentamente—. Lamento mucho lo de tu madre. Fue la mujer más valiente que alguna vez he conocido.
Perseus sintió cada rincón de su cuerpo arder ante la mención de su madre. No quería tocar el tema, así que desvió la mirada, observando con atención el antiguo retrato detrás de Regulus.
Sirius negó con disimulo, informándole a su hermano menor que ese tema aún era bastante sensible para Perseus.
Regulus se aclaró la garganta—. ¿Harás prácticas para Quidditch este año? —le preguntó, cambiando de tema.
Perseus regresó la mirada a su tío, asintiendo con una leve racha de emoción.
—Por supuesto.
—Bueno, entonces te conseguiré la escoba más veloz que existe —le guiñó el ojo para luego observar a Harry, a quién sólo saludó con un asentimiento, y regresó a la dichosa y secreta reunión, que al parecer, se llevaba a cabo en la cocina.
Sirius miró a ambos jóvenes, pero antes de que pudiera darles alguna indicación, Molly Weasley salió por la misma puerta por donde Regulus había entrado.
—¡Harry! —exclamó la pelirroja mujer, pasando al lado de Perseus, empujándolo levemente fuera de su camino—. ¡Cuánta alegría me da verte! Mírate, cada vez más grande aunque estás un poco flacucho. Pero no debes preocuparte, en estos días te alimentaré de forma adecuada.
Tanto Sirius como Perseus intentaron no poner los ojos en blanco.
—Sirius, date prisa. Te esperan a ti también —agregó para luego dedicarle una corta sonrisa a Perseus—. Pueden subir, allí se encuentran el resto de los jóvenes pero tengan cuidado de despertar al retrato de Walburga Black. ¡Vaya que era una bruja! —la mujer se rió de su propio chiste para luego regresar a la reunión.
Claramente, Perseus no había acompañado a Harry con el resto de sus amigos, que cabe mencionar, detestaba al igual que a él.
Prefirió dirigirse a la vieja biblioteca dónde encontró diversos libros sobre magia antigua que consideraba bastante interesante.
Kreacher incluso pasó unos instantes acompañándolo, hablándole sobre lo mucho que repudiaba que todos esos intrusos estuvieran tan campantes bajo el mismo techo donde alguna vez residió su antigua ama: Walburga Black.
Perseus no sabía mucho sobre sus abuelos pero estaba muy conscientes del tipo de persona que eran. Sin embargo, ¿cómo podría juzgar el raciocinio de una criatura mágica que tenía como única tarea seguir absolutamente todas las ideas de su respectivo amo?
Pero no todo fue paz y tranquilidad, pues su sesión de lectura se vio interrumpida cuando escuchó murmullos y risas afuera de la habitación.
Se inclinó sobre la puerta de la biblioteca, acomodándose para intentar escuchar lo que decían.
—Oye, Harry, ¿en dónde está el creído de Black? —refunfuñó Ron—. ¿Cómo has podido vivir con él?
Hubo un silencio que duró sólo un par de segundos.
—No tengo idea —se escuchó la voz de Harry—. Debe estar creando un plan malévolo para hacerme la vida imposible —rechistó con sarcasmo—. Y sobre tu otra pregunta, ha sido terrible. Lo odio tanto, es un maldito engreído, antipático e imbécil... —hubo otro corto silencio—. Pero he intentado no pelear más con él. Perdió a su madre y se lo jodido que es sentir que no tienes familia... pero ¡por Godric! Es tan insoportable, que estoy seguro que ni Sirius lo tolera.
Una oleada de risas se hicieron presentes. Y eso provocó que a Perseus le hirviera la sangre.
—No entiendo como puede ser tan detestable —esa vez fue Hermione la que habló—. Sirius es tan buena persona...
—Todo debe ser por la gente con la que se rodea —comentó Ron—. ¿Qué podrías esperar de alguien que se junta con gente de Slytherin? ¡O peor aún! Con los Malfoy...
La oración de Ron fue interrumpida cuando la puerta de la biblioteca se abrió, dejando ver a Perseus salir de la habitación, con el rostro inexpresivo.
Pasó por su lado, ignorándolos y empujándolos bruscamente con los hombros.
—Fíjate por dónde vas —le dijo Harry, retándolo nuevamente con la mirada.
—No es mi culpa que tú seas el que estorbe —replicó Perseus, encogiéndose de hombros.
—Créeme que he sido paciente contigo sólo por Sirius, porque si no fuera así...
—Si no fuera así, ¿qué? ¿Irás corriendo a decirle a tus papás? Oh, es cierto, no puedes.
—¿Qué te pasa, idiota? —le gritó Ron empujándolo, pero Hermione tiró de su hombro para evitar que repitiera su acción.
Harry pareció desconcertarse ante el comentario de Perseus, sin embargo no tuvo oportunidad de responderle ya que el joven volvió a acercarse al grupo de amigos.
—No necesito tu lástima ni la de nadie más —aclaró Perseus mirándolos con desdén—. Y si me junto con los Malfoy es mi problema. ¿Es que acaso creen que ustedes son mejor compañía? —hizo una pausa—. El amigo estúpido de Harry Potter, el niño que vivió y la sangre sucia sabelotodo, vaya grupito —alzó las cejas burlonamente, decidido a seguir su camino, pero fue retenido por Harry, quién tiró de su antebrazo.
—Algún día, todo se te devolverá, lo sabes, ¿no? Te sentirás sumamente miserable y arrepentido.
Perseus se soltó con brusquedad y su típica sonrisa burlona se plantó en sus labios.
—Estaré esperando ese momento con ansias.
nota de la autora:
LES JURO QUE PERSEUS NO ES ASÍ 😭😭
ES Q EN VDD ESTÁ MALITO 😭😭😭
bueno en fin, por fin actualicé <3 espero que les haya gustado. prometo intentar actualizar más seguido, pero no prometo nada.
les amo mucho 💘💘
capítulo dedicado a -demiepears
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro