Capitulo 1.6
Alguna playa al sur de México.
Los gritos de una pequeña niña hicieron despertar a la chica que dormía plácidamente en el sofá de la pequeña sala que tenía, de mala gana rodó sobre el sofá, haciendo que se cayera ya que era el sofá de la sala no su cama.
Aún más de mala gana se sentó en el piso y busco sus lentes en la mesa que tenía delante de ella. Al encontrarlos miró la hora en el reloj que tenía en su mano izquierda, ella se sorprendió solo al ver que ya era casi las 11 de la mañana.
Ahora ya no enojada, sino preocupada, se levantó del piso para ir al cuarto donde los gritos de la niña se escuchaban. Salió de la sala para ir al pasillo, dando con los 3 únicos cuartos que contaba aquella casa, donde vivía con sus compañeras.
Entro al cuarto del final, dónde la puerta ya estaba algo abierta, y vio a una pequeña que se trataba de sostener de la cuna que tenía.
—Enyd deja de mover eso, se puede caer.— Habló la chica mientras trataba de recoger sus claros chinos en una cebolla para que la niña no jugará con su cabello.
Está al notar la presencia de la chica, alzó sus brazitos para que la tomara y eso fue lo que pasó. Rápidamente tomó a la niña y salió del cuarto, volviendo a la sala.
—Bien quédate ahí, prepararé algo de comer.— Dijo mientras ponía a la niña en el sillón donde despertó.
Camino un poco más y entró a la pequeña cocina que tenía, rápido abrió el refrigerador viendo que era lo que tenía para comer pero no encontraba nada decente, para ella.
—Bien mejor espero a que despierten las demás y pido algo de comer.— Cerró la puerta del refrigerador y lleno de agua un sartén para ponerla a hervir.
—Pero para ti pequeña demonio, si habrá... ¿Desayuno? O quizás almuerzo.— Se puso de puntitas para poder ver a la niña, que estaba metiendo su pie a la boca.
La chica rió por la acción de la bebé, no faltaba mucho para que cumpliera el año, pero parecía ser más fuerte y más lista para los meses que tenía. Y como no serlo, sabiendo lo tan especial que era su madre.
Dejó a la niña para volver a lo que estaba haciendo, busco un biberón limpio y sacó la fórmula de una alacena y empezó a preparar el biberón.
La bebé por su parte, al no gustarle el sabor que tenía su pie, empezó a buscar otra cosa para comer, o saborear.
En el otro sillón que está a un costando de dónde ella estaba, vio una bolsa particular, rápido la reconoció, como las cosas que su Tía le daba de comer. Mientras gateaba por el sillón llegó a la orilla, trato de estirar su mano para tomar aquella bolsa, pero su peso y el no tomarse bien del mueble hizo que la bebé se fuera hacia alenté.
La bebé por impulso cerró sus ojos esperando algo, pero no siento nada, cuando abrió los ojos se encontró volando fija en la posición que estaba. Río porque le encantaba la sensación que sentía cuando la dejaban volando de esa manera.
—Enyd te dije que no te movieras.— Gritó la chica en la cocina con una mano sostenía a la niña mientras la dejaba colgada en el aire y con la otra trataba de ajustar el biberón para poder alimentar a la niña.
Pero claro que no podía con una sola mano.
—Que madre tan irresponsable tienes pequeño monstruo.— La voz de una segunda chica se escuchó a lo lejos.
Rápido la que sostenía a la bebé dejó de hacerlo para poder preparar el biberón de una buena vez.
Y la bebé no cayó en el suelo, un humo gris la acogió y la llevo a donde estaba la otra chica parada en la entrada del pasillo mientras se tallaba los ojos.
Era de piel un poco más morena que la chica que estaba en la cocina y sus cabellos eran lacios y oscuros, aunque las puntas las tuviera pintadas de un color rojizo.
—Pense que aún seguirías dormida.— La chica en la cocina agitaba el biberón mientras veía a las otras dos.
—Estaba, tuve un mal sueño y desperté, por lo visto tu también tienes poco de despertar.— Camino a la sala con la bebé en brazos.
—Me quedé dormida de más, anoche intentaba encontrar algo más de información, pero no llegue a nada y me quedé dormida.— Cuando pensó que estaba listo, puso algo de la fórmula en su muñeca viendo si estaba muy caliente, pero estaba a buen punto para que la bebé comiera.
—¿Llegaste a donde mismo?— Ya las dos estaban en la sala, y la recién llegada le devolvía la bebé a su madre.
—Sip, archivos clasificados y los mismos de siempre.— La de cabello obscuro, presionó un botón bajo la mesa que estaba frente a ellas, haciendo que de una parte del cuarto se proyectará lo que parecía ser como una computadora.
En la misma mesa se encontraba un pequeño teclado, la chica se paró mientras veía los documentos que se proyectaban. Y tomó el teclado.
—¿Y qué hay de los documentos que ya teníamos?— Pregunto mientras veía las fotos que se proyectaban de varias personas.
—Lo que ya sabemos, el enemigo, sus habilidades, la traición de todos, no es mucho a decir verdad.— Ya tenía a la bebé en sus brazos y dándole de comer.
—Si, aún existe algo que no entiendo.— Su mano se acercó a la proyección y abrió los 4 archivos que se mostraban.— ¿Qué mierda tenemos que ver aquí?
—Que le llamé demonio a la niña no significa que quiero que aprenda a decir maldades.— Le regaló una mala mirada a su compañera mientras que está solo se disponían a ver la proyección.
—Lastima que tenga que crecer entre nosotras, pues es lo único que aprenderá y a defenderse.— Otra chica salía de aquel pasillo. Ella era la más alta de las 3 y sus tono de piel era algo bronceado, su cabello no llegaba más bajo de sus hombros y era de un completo color azul turquesa.
—Por algo te dije que la dejaras, pero como siempre haces lo que quieres.— La de puntas rojas quería hacer enojar a su amiga.
—Sabes qué harían lo que sea por encontrarla, exprimirla y matarla.— Dirigió la vista a la bebé que ya casi acababa con su comida.— Y no quiero que pase lo que pasamos.
La recién llegada tomó asiento junto con la bolsa de galletas que la niña en un principio intentó tomar y comió alguna de las galletas.
—Tengo hambre. Por lo visto no hay nada que comer, ¿Verdad?— Conocía bien la rutina y ver a la que usualmente despertaba primero en pijama aún sabía que no había comida lista.
—No, solo quedan las sobras de la pizza de hace dos días, no creo que quieras eso 5.— Miro a la de cabellos cortos, junto cuando está hacía una mueca de asco de solo pensar en aquello.
—No, me iré a bañar, para ir por comida.— Se puso rápido de pie y antes de salir de la sala revolvió los ligeros chinos que tenía la bebé.
—¿Crees que sea buena idea ir e investigar?— La de piel morena veía como su compañera dejaba el biberón en el lavabo y colgaba a la bebé en hombro para hacerla repetir.
—No, nos arriesgamos mucho, además 3 de ellos se esfumaron y nosotras no somos quienes tienen el problemas.— Se colocó a lado de su amiga viendo los archivos.
—No, pero somos las que tiene que pagar las consecuencias.— Miró de una manera triste a la de chinos.
—Venga, que por algo salíamos de dónde estábamos. Mira dónde estamos ahora.— Dijo señalando a su alrededor con el brazo libre.
—Viviendo en la parte trasera de un bar casi ilegal por cierto, con una bebé no registrada, siendo buscada por dos locas organizaciones. Claro la vida que siempre soñé.— Soltó un suspiró iba a decir algo, pero se escucho un pequeño eructo.
Las dos chicas vieron a la bebé para luego echarse a reír por la acción de la bebé.
—Bien ve y cámbiate para ir a comer.
—Si mamá, digo 1.— Salió corriendo encerrándose en el cuarto, antes de que la chica con la bebé le hiciera algo.
—No me gusta que me llame mamá.— Miró a la niña que estaba en sus brazos.— ¿Me prometes que no llamaras mamá?— La niña parecía pensarlo y negó tomando los cachetes de su madre mientras reía.
La chica bufó y camino hacia el cuarto de la niña para poderla prepara para salir.
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Las 3 chicas junto con la bebé ya estaban en el establecimiento de comida esperando a que llegara su comida, platicaban de temas triviales sin importancia.
—Hola chicas.— Un señor de unos 60 se acercó a donde estaban ellas.
—¿Cómo está Don José?— Habló la más alta de todas mientras cargaba a la bebé.
—Bien bien ¿Clara?— Las 3 chicas rieron por la equivocación del señor.
—Ella es Clara.— Señaló a la de cabellos chinos.— Ella es Ana.— La de cabellos rojizos levantó la mano.— Y yo soy Karla y la bebé Sofi.— Levantó la mano de la bebé en forma de saludo.
—Perdón, como llevan poco tiempo aun no me acostumbro a sus nombre, pero ocupaba la ayuda de Ana, mi carro no esta funcionando bien, quizás.— La de cabellos rojizos le regaló una sonrisa y le respondió.
—Si claro que si Don José, terminando de comer lo checo.
El señor agradeció y se retiró, justo a tiempo para que las chicas pudieran comer a gusto.
La tal Clara tomó a la bebé para darle de comer de su plato, las tres estaban platicando, pero a la vez estaban al tanto de su entorno.
—¿Alguien más está viendo que aquel chico junto al puesto de frutas no se ha movido?— Ana estaba casi acabando de comer pero le preocupaba aquel sujeto, desde que la bebé había nacido, todas se habían vuelto más meticulosas con todas las cosas.
—Si, ¿Puedes hacer algo?— Pregunto viendo a la chica que cargaba a la bebé.
—Desde hace media hora.— Dijo con gracia mientras le daba de comer a la niña.— Su mente está en blanco, pero observa a todos lados, como si supiera que tiene que hacer algo pero no sabe que.— Miro por última vez al sujeto y siguió con lo suyo.
—Será mejor que nos movamos, tengo que ir con Don José y además tenemos que preparar el bar.— Se puso de pie con la intención de irse.
—Que te acompañe Karla yo me quedo aquí, trata de no tardarte.— Las dos chicas asintieron y salieron del local dejando a las otras dos solas.
El hombre que aún estaba en la frutería seguía sin moverse lo cual no la tranquilizaba, vio como sus amigas siguieron avanzando y pronto vio como un hombre salía de una tienda y seguía el mismo camino que ellas.
Tocó la pantalla de su reloj y ajustar su reloj a la hora 13:15. Aquello era como una señal de que alguien las seguía. No pudo ver la reacción de sus amigas así que se quedó en aquel lugar a esperar mientras jugaba con la bebe.
Sabía que el quedarse en aquel lugar era un poco a su favor, podía correr y esconderse entre la gente que en su propia "casa".
Ya había pasado casi media hora cuando en la tienda entro un joven unos pocos años más que ella, cabellos claros y ojos obscuros, tomó asiento en la mesa de enfrente de ella, trato de no tomarle atención, pero era tan extraño que no podía.
—Hija, toma un poco de nieve, en lo que estas esperando.— La dueña del lugar ya conocía a las chicas pues fue ella quien les ofreció el bar para que lo cuidaran y vivieran ahí mientras tanto.
—Gracias.— Tomo el vaso y lo acercó más a ella para darle de comer a la niña, el chico aun no les quitaba la mirada en encima pero no sabía si era un buena idea hablar.
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