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𝚝𝚎𝚗


Relajado se llevó la taza con calienta café amargo a la boca, vertiéndolo entre sus delgados labios mientras leía los mensajes acumulados en su antiguo teléfono, de piernas cruzadas y una postura vigorosa. Ignoró el spam y las notificaciones de destinatarios desconocidos, aun si entre ellas estaba un nombre que creía recordar, sin embargo, por falta de memoria se abstuvo de leer no más de lo que le presentaba la pantalla:

Lee Seojun:
Joven Jeon, soy Kim Heeseung y ten…                                                   
Ene. 17, 20…                    11:34 recibido

Se le hacía conocido ese nombre, además de que no muchos se dirigían a él como “joven Jeon”, en general la servidumbre lo hacía, pero él no tiene, puesto que vive solo en un departamento que no requiere de mucho cuidado, y hace tiempo que en casa de su madre dejó de haber ama de llaves o mucamas. Hoy en día, y hasta lo que sabe, sólo había una muchacha encargada del aseo y la cocina que se incorporó hace poco. Corroboró la fecha y era de hace tres años, justo el mismo día de la muerte de Jin , no podría ser ella.

Extraño, fue la palabra que le vino a la mente. Pese a eso se encogió de hombros, puede que haya sido una simple casualidad, y siguió viendo el resto, desesperado por terminar antes de que llegué su primo Yugyeom, o más conocido como el director general de la editorial.     

Tuvo la iniciativa de citarlo en una bonita y lujosa cafetería de la zona céntrica, esperando poder charlar con él sobre lo que discutieron la vez pasada con Namjoon que, por cierto, no le dirige la palabra desde entonces más que para cerrar algunos temas laborales.

Si hoy todo salía bien, iba a terminar cuanto antes con sus problemas y dedicarle más tiempo a su vida personal, bastante desatendía a su parecer. Y si nada salía como quería, lo cual era muy probable, tenía un segundo plan, pues uno nunca sabe y muy bien dicen que hombre precavido vale por dos.

Ahora, poco concentrado en lo que hacía, se distrajo observando su alrededor como si fuera un niño que veía el mundo por primera vez, con sumo detalle; el ambiente era aparatoso, de colores neutros y pulcros que concebía una sensación de “humildad”, que claramente era una fachada, de lo contrario no cobrarían una barbaridad por un simple pocillo de café. Respecto a las personas que allí estaban, había mujeres, y uno que otro hombre de carácter ambiguo, que le daban más de una ojeada cuando pasaban al lado de su mesa, ubicada en los ventanales por cuestiones de iluminación.

Él sólo miraba, con la neutralidad de un jugador de póker, pareciendo no interesarle nadie. y para qué negarlo, era selectivo y de gustos exigentes, algo obsesivo con los detalles de sus preferencias. Tanto era su capricho que llegaba a ser poco común en una persona de su edad, o en una persona en general.

Y eso no era ni la mínima parte de lo que se permitía hacer porque, ahorrándose la modestia y sin tapujos, podía tener a cualquiera de la cafetería cumpliendo sus caprichos.

“si una cara bonita sonríe y sabe mentir, puede conseguir lo que desee” fueron las palabras que le inculcó su madre a una joven edad.

Para su infortunio, lo último que querían su padre era a un hijo deshonesto, por eso dejó de tratarlo como el niño pequeño de la casa y lo vio como una falta que debía corregir. Su mamá era lo contrario, ella lo malcriaba e incluso lo trataba mejor que a Seokjin.

Los padres no tienen diferencia entre sus hijos, en cambio la señora Kim prefería a su hijo menor que a su primogénito. Y el señor Jeon, como el hombre justo que siempre fue, les tenía el mismo amor, sólo que demostraba más apego por Jin que por Kook, a quien vivía regañando por sus constantes malos comportamientos.

“yo no te eduqué así, hijo” le decía siempre que se enteraba de sus fechorías, el pelinegro, incapaz de soportar la hipocresía de aquellas palabras, le contestaba de mala manera, sacándole en cara que nunca estuvo para corregirlo desde pequeño y que esas eran las consecuencias a las que debía atenerse.

Las primeras veces, los ojos decepcionados del mayor le causaban arrepentimiento, y luego, cuando las reprimendas pasaron a ser una rutina diaria, sólo lo observaba sin expresión, deseando que el sermón de esa ocasión terminara para que pudiera armar otro escándalo.

Y ahora, que el afecto fraternal le carecía a raíz de la perdida de media familia, las cosas se volvieron contradictorias. Lo que tanto detestaba, se volvió lo que más necesita, y a la que creía su amiga, la comenzó a tratar como una enemiga.

—lamento mi demora, Kook, de camino aquí tuve que dejar a mi prometida en la casa de su madre —un agitado pelinegro se sentó en el sillón libre del otro lado de la mesita de grueso cristal, disculpándose del distraído Jungkook con una reverencia de sentado. 

El lugar que había elegido para la reunión era elegante y calmado, a Yugyeom le parecía una buena elección, no por la privativa preferencia a eso dos factores primordiales para él, sino que, al ser un espacio de considerable tamaño, las mesas estaban alejadas lo suficiente una de otras, cediéndoles la privacidad que requerían para hablar en confianza.

Él sabía lo que conllevaba tratar de Hoseok con nada más ni nada menos que Jungkook, por eso había preferido que Namjoon, siendo mayor que ambos y más allegado a la familia del pelinegro menor, se encargara de informarle sobre la pequeñísima reforma que hicieron en el personal.

Jugaban con una sustancia sumamente inflamable, como lo era el menor al hacer algo que lo implicaba sin consultarle. Y bien presente le quedó de que no terminó nada bien, al enterarse de lo enojado que salió Jungkook de la oficina del rubio. Quizá haya creado una enemistad entre ellos y no quería correr con la misma suerte, por eso, de la mejor forma posible, le haría entender que esto le convenía a él también.

Se preguntarán por qué Gyeon le tiene tanto rechazo a ser rival de su primo, teniendo la posición que tiene, y la respuesta es tan sencilla como decirles que el menor podía llegar a ser un verdadero dolor de cabeza si se lo proponía, y lo último que querría un director empresarial era tener diferencia con su sub unidad de mando ¿cierto?

Oh, y tampoco podía despedirlo porque sería de malagradecidos darle la espalda a quien alguna vez le tendió la mano cuando el resto se hacía de rogar. Por ese motivo, los negocios entre amigos y familiares eran los más complicados, ya que todo dependía más de moral que de contratos.

—no te preocupes, estuve terminando con algunos asuntos pendientes mientras te esperaba —le rebajo importancia a la impuntualidad, gesticulando un sutil ademán con sus manos. —¿Cómo está Irene? —indagó cortes, dejando de lado su portátil la guardó en el portafolios que traía.

—muy bien, algo ocupada con los arreglos de la boda. Yo todavía no le hayo la gracia a hacer una gran fiesta para celebrar una cosa tan común —acomodó su saco celeste pastel de pálidas líneas amarillas a tono con la remera que dejó a la vista, luego entrelazó sus piernas y reposó una mano sobre la tela grisácea oscura del pantalón que se amoldaba a su figura.

Su atuendo contrastaba mucho con el del otro pelinegro, que llevaba un pantalón de poliéster negro y una camisa caqui blancuzca, pequeños detalles plateados colgando de la punta del dobladillo del cuello. Lucía sencillo a simple vista, en cambio, él tenía conocimiento de lo costoso que era el guardarropa de su compañero y su afinidad por las cosas de marca.

—son mujeres, exageran y se sienten felices por ese tipo de cosas —sonrió divertido al ver cómo el contrario arrugaba la nariz.

—aun así, no las entiendo —negó resignado, no molestándose en siquiera intentarlo. Había cosas que permanecerían sin descubrirse, entender a su futura esposa era una de ellas, y no le quitaba el sueño no poder hacerlo.

Esnifó en una risa —es cuestión de prestarles atención. No quieren que las entiendan, únicamente necesitan que las dejes ser —argumentó terminando su café de un solo sorbo.

—ojalá te entendiera a ti también —bromeó contagiado por el agradable humor de su amigo. —por cierto, estás invitado a la fiesta de compromiso y a la boda, Te llegó la invitación ¿no? —su cabeza se ladeó, curioso por oírlo confirmar su presencia en “el día más importante de su vida”, o eso le decían.

—no revisé, pero creo que no había ninguna invitación entre los papeles de mi correspondencia —respondió dubitativo, rebuscando en su memoria la dichosa invitación sin tener éxito.

—no, no era de papel. Irene insistió en enviar las invitaciones por correo electrónico, revisa en tu celular luego —esclareció con un bosquejo compasivo, algo enternecido por la reacción del azabache menor.

—oh —alzó sus cejas y un imaginario rubor pobló sus mejillas —… Extraño el papel —. Le costaba mantenerse inexpresivo al decirlo, y más cuando el otro se carcajeó por su comentario.

—bueno, supongo que no me citaste aquí para hablar de eso —. No le dijo el porqué del encuentro y tampoco le costó adivinar el motivo.

—sí. Veras… —y así le dio partida a una calmada charla, que tomaba sus momentos de tensión en ocasiones, nada que pasara más allá de miradas desafiantes y palabras dichas con cólera, eso por el lado de Jungkook.

Yugyeom podía ser amable y escucharlo en silencio, no obstante, se hacía respetar si era requerido. Su primo debía tener en claro que era él quien tomaba las decisiones de la empresa y no el hijo del ex jefe.

La plática les llevó un poco más del tiempo estipulado, puesto que ninguno cedía y no estaba en discusión el darse tregua. Resistir y ganar era lo que pretendía Gyeom, Kook prefería el atacar y ganar. 

Al final, se les hizo tarde y el menor entendió que no llegarían a nada, por lo que prefirió ahorrar saliva y fingir que estaba de acuerdo con que recontrataran a Jung. Sonrió hipócrita y se despidió del mayor dándole un apretón de manos y un corto abrazo.

—deberías visitarme. El sábado habrá una cena familiar, me sería de ayuda tu facilidad para lidiar con parientes indeseables —le alabó en broma, con algo de recelo en su tono.

—veré si puedo pasarme —sonrió fingiendo alago. Al contrario del otro, ocultó bien su descontento, viendo como el mayor se desvanecía de su periferia.

Salió de local con la potente luz del mediodía atacando su rostro descubierto, un tanto encandilado por el resplandor del sol, hurgó en los bolsillos de su pantalón buscando su celular con una clara intención.  

«quise hacerlo por las buenas, pero no fue posible»

Marcó el número de la persona con la que no hablaría voluntariamente, aunque fuera la última en el mundo, o quisiera poner en marcha el plan C. En lo que esperaba a que conteste, comenzó a caminar a su auto, encendiendo el modo “manos libres” de éste una vez que estuvo dentro.

Jungkook ¿qué quieres? —inquirió empleando un tono despectivo. El nombrado apretó las manos sobre el volante antes de decir:

—yo tampoco me alegro de escuchar tu molesta voz, pero tengo algo muy interesante que proponerte —espetó serio.

no me interesa —molesto bramó.

—¿y si te digo que tú amigo Taehyung está involucrado? —escrutó sugestivo, conteniéndose de decirle algo en el transcurso del largo silencio que le llevo a Ho poder responder.

dime —su tono siendo seguro, y Jungkook sonrió victorioso. El castaño había mordido el anzuelo. 

«que fácil fue»

 








Un capítulito con la interacción de los primitos, aunque no es la mejor gg

Un dataso: son las 5:31 de la madrugada en Argentina y estoy despierta porque me voy a un viaje escolar (◔‿◔)

Cuídense 💕

Ciao~

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