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𝚘𝚗𝚎

Hoy, para Tae Hyung, sería un día increíble, estaba más que seguro de ello. Despertó temprano, mucho antes de que el sol resurgiera en el alba de un lunes por la mañana, algunos dirían que está fuera de sí al alegrarse por eso, pero la razón de su felicidad es que trabajará de lo que le gusta y con un buen salario.

Después de perder las esperanzas, cuando el pelinegro marcó sus limitaciones y la escasa experiencia que tiene, se frustró y vació la reserva de ramen picante que guardaba para este tipo de situaciones, convencido de que no consejería el empleo por aquel hombre que irrazonablemente no le simpatizaba.

Su estado anímico cambio radicalmente al recibir un correo electrónico en donde claramente especificaba que fue contratado, y claro, aun es un simple pasante y su empleo no es tan seguro que digamos, sin embargo, tiene uno.

Camino feliz de la vida luego de ducharse y alistarse, encontrándose a su hermana en la cocina desayunando en silencio, atenta a la pantalla de su celular la cual tocaba repetidas veces. En estos pocos días de convivencia, era un hábito que ella se levantara primero y Yeung mucho más tarde, ya que éste trabajaba hasta entrada la madrugada, organizando varías cosas de su transferencia a la unidad policial de Seúl.

Él pensó que no lo había notado llegar por lo que no dijo nada y se encaminó hacía la cafetera sobre la mesada, estiró su brazo a la alacena y sacó una taza para verter el líquido humeante, antes de poder dejarla en la isla de mármol y sentarse cómodamente en su taburete, su hermana lo llamó.

—Taehyung, antes de sentarte, despierta a Taeyong, se nos está haciendo tarde —espetó la fría mujer, ahora prestándole atención a su plato medio lleno para llevarse unos bocados a la boca.

—bueno  —bufó pero le hizo caso, en otra ocasión le hubiera reñido y dicho que él no era responsable de su hermano. Él era el menor, ténganle un poco de respeto a su lugar en la familia.

—y dile que si no está listo me iré y lo dejaré —amenazó Yujeong , señalándolo con los palillos que sostenía en su mano.

Dio pasos largos hasta la habitación de Yong y abrió la puerta, no se molestó en tocar siquiera, viendo al chico seminconsciente con la cabeza recargada en el escritorio, una hoja de papel en sus manos y la boca entreabierta con un pequeño charco de baba manchando la madera debajo, sin aparente intención de despertar.  

—¡Yong hyung! —gritó golpeando cruelmente el escritorio donde dormía el de cabellos castaños, quien se sobresaltó y como reflejo llevó su mano hacía el costado de su cintura buscando su arma, luego recordó que estaba guardada en uno de los cajones de su armario hasta que entrara en servicio, y justamente era hoy.

—¡Taehyung-ah, que maldito susto me diste! —le reclamó recargándose en el respaldo de su silla mientras pasaba descuidadamente una mano por su cabellera, calmando la adrenalina que bombeaba por sus venas.

—noona está por irse. Es mejor que te apresures si quieres ahorrarte el tiempo en buscar un taxi —informó ignorando los reclamos del contrario. 

—¡Taeyong, me voy! —la mayor de los dos exclamó cruzando en frente del umbral de la habitación. La castaña era fanática de la puntualidad, llegar temprano al estudio en el que antiguamente trabaja era lo que adoraba, además de haber sido un ejemplo de la firma privada bajo la cual ejercía su profesión. Formaba parte del bufete de abogados más prestigiosos de la ciudad en ese entonces; Roh Enterprises, era el orgullo de la familia.

—¿se va? —preguntó sobresaltado.

—¡¿hermana, me llevarías?! —pidió Tae en una exclamación entre demandante y amable.

—¡apresúrate! —dijo cerrando la puerta de la estancia. El menor suspiró.

—bueno, hay dinero para el taxi sobre la mesa del recibidor —dijo como si fuera amable y salió del dormitorio ajeno con una sonrisa burlesca, encaminándose a la cocina para vaciar en un santiamén el contenido de la taza, al menos tenía algo que llenara su estómago por ahora. —Adiós, hyung —agitó su mano frenéticamente aunque él no pudiera verlo, corriendo a la salida antes de que el mencionado llegase.

Y como si lo hubiesen invocado, salió abrochándose un pantalón azul oscuro —¡espérenme! —metió la camisa negra dentro, a la vez que se calzaba los negros zapatos de charol ciertamente incómodos pero necesarios.

Taeyong es tres años mayor que Taehyung, y dos años menor que Yujeong, aun así se cree el menor de la familia, por eso se piensa -Taehyung piensa- que es el más simpático de los tres. Anteriormente trabajaba en el Buro de Investigación en el Centro de Seguridad de Seúl, se podría decir que también es algo que sus padres modestamente pueden presumir.

Los dos dieron una agitada carrera hacia el estacionamiento del edificio, su hermana impaciente dentro del Hyundai blanco le hacía gestos de que fueran más rápido.

—listo —. Al fin respiró el castaño, acomodando los mechones de pelo que no tuvo oportunidad de peinar.

—¿se te olvida algo? —preguntó un precavido peliazul desde el asiento del copiloto.

—sí, un pulmón —bromeó palpando su camisa en busca de ese órgano, riendo un poco junto al menor.

—confirmo que los dos tiene la misma cantidad de neuronas —intervino la seria mujer, llamado la atención de los dos, pero en especial la de Tae.

Remedió en ella y pareció notar un error. —¿tú conducirás mi auto? — se notaba que la idea no le agradaba, porque eso significaba que ella se lo llevaría y a él lo dejarían a su suerte de regreso a casa.

—¿no es obvio? — entonó sarcástica poniendo en marcha el motor del vehículo. Desde el asiento trasero se escuchó una risilla y a Taeyong decir:

—extrañaba esto —pasó su dedo índice cerca de su lagrimal, secando una lagrima imaginaría. Y fue cuando Taehyung recordó preguntar el por qué estaban de regreso en Corea, lo había olvidado por el sufrimiento que pasó en estos últimos días, no obstante, hoy se encontraba en un casi pleno estado mental y físico.

—hasta ahora no me dijeron por qué están de regreso ¿se piensan quedar mucho tiempo? —sabía que no tenía ningún derecho de reclamar su departamento como propio, por todo el hecho de que prácticamente no pagaba la renta, pero ese lugar era suyo, sus padres se lo dieron a él mientras que su hermana tenía su casa en Europa y su hermano en América. Para él sonaba un tanto injusto, al menos debieron preguntarle o avisar, tomar en cuenta su opinión por más que supieran de su repuesta afirmativa, eran familia después de todo.

—no preguntaste. Y nos quedaremos hasta que terminemos con un caso en común que se reabrió, puede que tarde meses — hizo un estimado, moviendo suavemente el volante para salir del estacionamiento hacía las afueras del edificio.

—de hecho, el caso tiene que ver con uno de los empleados de la editorial en la que comenzaste a trabajar —Taeyong miró fugazmente al menor sólo para ver sus labios torcerse, luego continuo verificando si enserio había olvidado algo, ya no con una sonrisa sino con un gesto de tristeza.

Yujeong se dió cuenta y se quedó callada en un silencio de complicidad.

—¿enserio? —en su estómago se produjo una desagradable rebelión. Entendía que, en las muy pocas oportunidades que sus hermanos trabajaron juntos, los casos eran grandes a nivel investigación. Yujeong era una abogada privada y sus honorarios no cualquiera los pagaba, al menos que fueras adinerado y con una reputación que proteger nunca podrías costearlo.

—sí, ayudé a Lee tomando ese caso de homicidio culposo que involucraba a dos de los modelos que trabajaban ahí —dándole poca importancia se detuvo en un semáforo en rojo, tamborileó los dedos, eso significa que le impacientaba la espera.

—¿Ji Eun? —. Esto cada vez se ponía más grande, si la implacable Song Ji Eun rechazaba un caso era porque tenía todas las de perder.

—sí —. Y sólo la temeraria Kim Yujeong era la única con agallas para tomarlo.

—Fue un escándalo que no sé cómo lograron contener, casi nadie lo sabe. Fue un día antes de navidad, me tocó allanar el departamento del sospechoso y era enorme, era seguro que fue alguien mediático o algo parecido… Pero de nada le servía eso, si al final estaba solo en nochebuena —un suspiró de Taeyong propagó cierta precaución en su hermano, el cual sentía que caminaba sobre un cristal demasiado frágil.

—¿ese es el caso donde

—sí —interrumpió Yong, antes de que complete la frase, como si decirlo invocar algún muerto o alguna pesadilla que descansaba entre cadenas en lo más profundo de su consciencia.

Hubo silencio, esos de velorio, donde diambula el fantasma de la pena y el respeto, arrastrando pesadas cadenas de arrepentimiento que crujen en los corazones de las personas que ven como una vida tan presiada se les va de las manos.

—¿qué pasó exactamente? —no se abstuvo de satisfacer su necesidad de fisgonear un poco y así calmar o empeorar el denso ambiente que enfrascaba a los tres hermanos.

—encontraron muerto a un modelo en el jardín trasero de su casa, todo apuntaba a la posibilidad de un suicido, pero las personas de su círculo social decían lo contrario, por eso no se cerró de inmediato y se siguió investigando. —fue Yujeong la que respondió.

—¿por qué decían eso? —sondeó de vuelta.

—no tenía el motivo para hacerlo. Había renovado su contrato con la compañía, su fama se extendía a nivel mundial y recibía una buena remuneración por ello. Tenía un trabajo estable, fama y era técnicamente millonario, si fuera yo no me suicidaría —el castaño respondió por su hermana, prosiguiendo con el relato al ver el ademan de Tae para que continuara. —Luego de un tiempo se hizo la autopsia, porque su madre se negaba al principio, y en sus uñas encontraron el ADN de su hermano. Había sido uno de los principales sospechosos, tenía el motivo y un testigo lo había visto llegar a la hora en la que se cree que murió la víctima, lo único que faltaba era una prueba como esa para encerrarlo.

—¿y entonces? —. Balanceó su rostro hacia atrás para acercarse lo suficiente al mayor.

—lo acusaron de homicidio preterintencional y lo  sentenciaron a 25 años de cárcel, pero estuvo en prisión durante tres años hasta que el fiscal cambió su veredicto y lo liberó por falta de evidencias. Creo que salió hace una semana —se encogió de hombros, sustrayéndole importancia al tema.

—después de todo, lo único que lo inculpaba era su piel en las uñas de su hermano, eso no probaba nada muy contundente —la mayor acotó, impaciente por el semáforo que parecía nunca cambiar a verde.

—oh, ya veo —asintió el peliazul tirando su cuerpo al respaldo del asiento, su curiosidad estaba satisfecha al fin, pero —…¿Cómo se llama el hombre? —no le era suficiente todavía.

—Jeo-

—¡olvidé mi placa! —Taeyong dio un grito de improvisto tan estrepitoso que por el susto hizo acelerar de golpe a la castaña que festejaba salir del semáforo finalmente.

—¿eres estúpido? casi nos matas —masculló entre dientes ciñendo su puño en el mando del vehículo, provocando ruidos al hacer fricción contra el cuero sintético.

—debemos volver, mi placa no está —se giró afligido, encarando al tensado perfil de Yujeong. 

—no. Tengo que llegar a una reunión y Taehyung a la editorial. Si quieres vuelve tu solo —sugirió doblando en una esquina, aproximándose al destino del peliazul.

—pero-

—no, yo no me haré cargo de tu irresponsabilidad, eres lo suficientemente adulto como para encargarte de ti —espetó intimidante. La mayor parte del tiempo actuaba así de severa con sus hermanos, incluso con ella misma, al ser la mayor debía ser un ejemplo, y cierta responsabilidad caía en sus hombros por ese motivo.

—por favor —suplicó con toda la ternura que su cuerpo podía otorgarle, sabía lo débil que era ante su aegyo, y puede que todavía siga funcionando. 

Bufó rendida —dejaré a Taehyung en su trabajo, y cuando lleguemos a mi reunión te daré el auto para que regreses a casa y luego vayas a tu oficina.

—¿de verdad? —sus ojos brillaron tan hermosamente que estrujaría en ternura el corazón de cualquiera.

—pero deberás buscarme y ser puntual ¿entendido? —elevó una ceja mientras preguntaba, disfrazando una sonrisa que quería arruinar su cerio aspecto.   

—sí, sí, muchas gracias —reverenció tres veces consecutivas, inmensamente agradecido con la hermana que le tocó.

Mientras Taehyung sólo asimilaba que en ese plan no lo habían mencionado. No podía quedarse callado —¿y yo qué? ¿Quién me buscara a mí? —lanzó su protesta a la que nadie hizo caso.

Al vivir en un departamento semi-céntrico, el llegar a destino no conllevó demasiada espera, y lo agradecía. No tendría que madrugar para llegar con la hora justa como Jimin, éste desgraciadamente estaba a dos horas en metro.

Como llegaba con minutos de sobra, acompañado de su mejor amigo dio un tour por las instalaciones de la editorial luego de recibir su gafete con su hermosa foto y nombre grabado en él. Pasaron por el despacho de Yoongi -el director de marketing y jefe del pelinaranja- para recoger unos papeles de quién sabe qué y así entregárselos al jefe de diseño.

—esta es la oficina del editor principal. Es la mano derecha del director general, si le caes mal siendo un aprendiz da por seguro que te hará sufrir, y no te dejara en paz hasta que renuncies —fue lo primero que apuntó como si fuese lo primordial que debía saber.

El peliazul miró la puerta, imaginándose lo malo que sería ese hombre como para hacerle eso a los aprendices, pero bueno, en todo empleó debe haber un insoportable abusón ¿no?

—¿es el rubio alto con lentes que parecen más caros que una casa? —interrogó Taehyung al recordarlo en la entrevista. Era demasiado serio y parecía que sus ojos se clavaban desgarrando la piel cuanto te miraba. Era escalofriante.

—el mismo. La mayoría le teme —acotó pasando de largo, cerca de la puerta de Namjoon.

—hm, parece algo autoritario —no le impacto mucho ese hombre, miedo no le tenía, sí respeto por ser su superior. Aunque concordó con su amigo y la gran mayoría del edifico en que él bien podría ser el diablo.

—es muy quisquilloso y en el pasado despidió a muchos fotógrafos  —exageró sus gestos, quería que Tae le temiera para así prevenir futuros accidentes de insubordinación.

La gran mano del mayor descansó en el hombro de Jimin, y exhalando una minúscula sonrisa despreocupada le dijo —lo tendré en cuenta —y continuaron con el recorrido pasando por varios sectores y pisos.

—esta es la del director general, es joven pero tiene carácter —. Estaba atento a cada palabra que su amigo decía, no prestándole realmente atención hasta que se detuvo en una intersección del pasillo y hablo de alguien conocido; —aquella es la oficina del jefe de diseño. Él modificará tus fotos. Es nuevo, se integró hace una semana pero creo que antes trabajaba aquí como segundo modelo, sólo que renunció o lo despidieron, no lo sé bien. Espera aquí, tengo que entregarle esto — Jimin agitó los papeles en sus manos que, supuso, eran importantes.

—está bien — entonces el pelinaranja se fue por el corredor de la derecha, solo, ni que fuera a ofrecerse a acompañarlo, mientras menos viera a… mmm ¿cómo se llamaba? no había preguntado por su nombre. En fin, no interesa cómo se llamase, sólo quería cruzárselo lo menos posible por razones de salud mental, no estaba para lidiar con imbéciles a esta edad tan soberbia, podría terminar en desastre.

—¿salió? oh, bien —oyó a su amigo charlar con alguien precedente a que lo llamara de un grito —¡Taehyung, ven! 

Obediente siguió la voz de éste, encontrándolo a medio pasillo acompañado de un muchacho alto y risueño; su pelo era castaño grisáceo, sus ojos se hacían pequeños a pesar de no sonreír exagerando, sus facciones se definían exiguamente como las de un hombre adulto y su cuerpo era algo atlético.

—él es Eunwoo, tu asistente y segundo fotógrafo. Eunwoo, él es Taehyung, el fotógrafo principal —los presentó apartándose de en medio para que ellos pudieran saludarse con formalidad.

—será un placer trabajar contigo —dijo amable el castaño, agitando sus manos unidas.

—igualmente —le devolvió el gesto un poco más seco. ¿Y así le extrañaba su falta de amigos? o digamos que nunca le intereso ser sociable.






Él es Eunwoo, mentalisenlo con esa dualidad :v

Sinceramente, cuando escribí su descripción la primera vez, me acuerdo que me basé más en el personaje de Truth Beauty, Sooho, porque en ese entonces no lo conocía, pero ví por ahí que la creadora se había basado en Eunwoo y creí que su aspecto encajaba bien en el personaje que quería crear.

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