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𝚗𝚒𝚗𝚎

Toc, toc

—pase —espetó su gruesa voz, ordenando algunos papeles desperdigados por su escritorio. Muy centrado en no equivocarse, ni si quiera observó a la mujer que entró sosteniendo un aparente libro de abundantes hojas, alguna de ellas marcadas con pequeños señaladores de colores fluorescentes que sobresalían de los bordes.   
    
—señor Jeon, le traje la vista previa de la nueva revista de esta temporada —informó la encantadora secretaria acercándose a entregarle dicho objeto, sus tacones resonando en la oficina a medida que se acercaba. Cuando la tuvo en frente, levantó la mirada, no sorprendiéndole mucho lo que veía.

La muchacha era más o menos igual a las otras asistentes; hermosa, de buena piel nívea, labios obviamente pintados de un gloss color coral, ojos marrones suaves a tono con su cabello algo ondulado que le llegaba dos dedos más arriba de la cintura y era poseedora de una silueta sutilmente curvilínea. Vestía una falda tubo bordo y una camisa rosa salmón de botones dorados, su porte era elegante y jovial, o sea el estereotipo tradicional de belleza, nada que pudiera sorprenderle. 

Él, en lo personal, optaba por lo exótico, buscaba tener nuevas experiencias, salirse de la monocromía cotidiana, y era evidente que ninguna secretaria en ese edificio le interesaría lo suficiente como para esforzarse a pedirle su número telefónico cuando mucho. Si se traía esto a debate, ningún empleado contaba con cualidades extraordinarias, a excepción de algunos modelos, aun si se decía que en este edificio trabajan sólo los adonis.

En la industria se rumoreaba que esta empresa era estricta con las reglas de estética para los internos, sólo aceptaban a hombres y mujeres jóvenes con varios años de vida útil, por más insensible que sonase. Debían ser altos, según el estándar de la empresa, bien parecidos y no vestir o teñirse el pelo de colores llamativos, a menos que la empresa se lo pidiera.

Claro, esto no eran más que rumores para asustar a los pasantes y hacer que se esfuercen más en su apariencia, o bien para generar repudio hacia la prestigiosa editorial, a fin de cuentas, la competencia buscaba hundirla. 

Jungkook primero le echó un vistazo a las hojas donde estarían las fotos más importantes que editó. Al no oír ningún ruido de tacones marchando, levantó su vista y se extrañó al ver a la secretaria aun parada, esperando alguna reacción de él.

—Puedes retirarte —le dijo volviendo a bajar la mirada, ojeando con detenimiento las páginas de la revista que le trajo.

—ehm… Y-yo… Señor ¿t-tiene planes para este fin de s-semana? —inquirió nerviosa. Al verlo recomponer en ella y alzar una ceja como único gesto expresivo, ni una cara de fastidio o enojo, sintió aquello que Kook les causaba a las mujeres, una mezcla masoquista de temor y atracción que atontaba a cualquiera.

—señorita, si eso es todo, puede irse. Tengo bastante trabajo por delante —esquivó, casi sin delicadeza, la propuesta de la joven, como usualmente lo hacía con la gran mayoría del personal.   

—s-sí, claro —se encogió abochornada, dándole la espalda para marcharse. Previamente a abrir la puerta, el hombre la detuvo con un enérgico “espere” y ella, con toda la ilusión del mundo cargada en sus ojos, se giró a encararlo —¿sí?

—no recuerdo haber visto estas fotos antes —comentó confundido, señalándole con el dedo índice las pequeñas imágenes, poco notorias al costado de las demás, que él no se acuerda haber retocado.

—oh —murmuró desanimada, estirando su cuello para observar mejor —esas las editó el señor Jung antes de irse —le informó mientras se llevaba un mechón de su pelo largo tras la oreja, algo incomoda por la mirada atroz que el pelinegro le dedicaba al pedazo de papel. 

—¿quién aprobó esto? —su gesto se ciñó, sublimando hostilidad capaz de quemar a la mujer delante suyo con sólo sus irises obscuras. 

Las rodillas de la muchacha temblaron de pavor y le fue difícil hablar con claridad —f-fue el e-editor en jefe, el s-señor Kim —dudó en si estaba correcto revelarle esa información, pero entendió que era tarde para callar cuando el otro se enderezó raudo.

Algo bueno no vendría luego.

—¿dónde está? —demandó la respuesta, no dándole opción a negarse con sus ojos agudos que expresaba muy concisamente que era su superior y podría despedirla en un santiamén si lo hacía, y también por el hecho de que él solo igual lo encontraría.

—een su o-oficina —. Tembló levemente cuando Jungkook pasó por su lateral, irradiando un aura demoledora, en el mal sentido de la expresión. Al abandonar la habitación, ella se apresuró a seguirlo con pasos nerviosos y acelerados.

—no quiero verte. Largo —le ordenó a ella, notando que lo seguía de cerca, justo tras su espalda.

—el s-señor Kim está o-ocupado ahora. Se encuentra reunido con el Señor Jung —trató de detenerlo con eso, en cambio, pareció empeorarlo, ya que él ébano, en lugar de frenarse, incrementó la velocidad de sus pasos y la tensión en su mandíbula, dejando relucir alguna de sus venas en el cuello y sien. 

Con la mísera educación que le quedaba, se detuvo y golpeó la puerta con la fuerza suficiente para estropear la impoluta madera, no aguardó a que le concedieran el pase y entró encolerizado.  

—Namjoon, quiero hablar contigo —espetó viendo fijamente al susodicho sosegado detrás de su escritorio, e ignorando al castaño sentado en frente de éste con las piernas cruzadas, quien parecía inmune a la gélida mirada que le obsequió Jungkook cuando lo notó tan relajado.

—estoy ocupado en este momento, ven más tarde —sonó cordial, mas sus ojos demostraban severidad, advirtiéndole al menor que a su oficina no podía entrar de esa forma, ni mucho menos a interrumpir una conversación con alguien así como así.   

—es algo que me urge decirte ahora —le contestó desafiante, sosteniéndole la mirada sin un minúsculo ademán de ceder.

—Jungkook —advirtió, fulminándolo con sus ensombrecidos orbes por sobre el marco de sus lentes.

—n-

—está bien, me iré y los dejaré charlar en paz —resolvió Hoseok levantándose de su asiento, siendo el único calmado en la tensa situación. Sabía que a Kook le enfermaba el no causar ninguna emoción en alguien que detesta, buena o mala, no importaba en tanto su presencia le causará un sentir desbocado de amor, así como de odio o envidia.

Caminó destacado hacía la puerta, donde el azabache estaba parado. Enarboló su mentón, sobreponiendo grandeza y, cuando estuvieron hombro a hombro, se detuvo a susurrarle con total seguridad.

—te acabaré, Jeon —siseó por lo bajo, procurando que no lo escuche nadie más que su contrincante, quien se atiesó apretando los puños. Logró lo que quería, hacerle saber lo dificultoso que le resultaría ganarle. Complacido con su labor, se marchó definitivamente, siendo escoltado por la inquieta secretaría.

Namjoon suspiró malhumorado— ¿qué es lo que quieres? —le averiguó furioso por su falta, aunque preveía que algo como esto pasaría si el pelinegro se daba cuenta de las insignificantes fotos corrió el riesgo. 

—¿por qué autorizaste que pusieran las fotos de Hoseok? — se aproximó al rubio en tanto señalaba la puerta por donde se había marchado el castaño, su simple mención le concibió una horrible acidez en la boca del estómago.

—trabajó con nosotros desde que te retiraste. El staff había planeado toda la revista luego del último lanzamiento el año pasado, y con el director creímos que sería bueno mantener el estilo con el que Ho había comenzado a prepararla —estaba relajado y a la vez alerta a la esperada mala reacción del diseñador gráfico. 

—entonces, estás diciendo que no puedo igualar su nivel y por eso simplemente me hacen a un lado, desperdiciando mi trabajo —. Su rostro enrojecido reflejaba la desmesurada furia que sentía, con sus ojos casi saltando de las cuencas y venas trazando líneas chuecas en su cuello.

—no. Jungkook, no estuviste presente durante tres años, no sabes cómo nos manejamos en nuestros equipos ahora, y tampoco tuvimos tiempo para instruirte detalladamente. No es cuestión de que no iguales su nivel, sino de que no estás preparado como Hoseok lo estaba —haciendo pausas expresó, queriendo que el otro comprenda su punto de vista y que todo era por el bienestar de la empresa y el de él.

Nam sólo quería cuidar a Jungkook, como Seokjin lo hubiese querido, de esa manera tan sobreprotectora que le impedía hacer las cosas sin que alguien se las solucione antes. Y a veces, se le complicaban como ahora, pues él no era Jin, ni estaba cerca de serlo a los ojos del menor.

—yo estaba acostumbrándome de apoco, entiende que para mí no es fácil reintroducirme. Pero si me hubieran avisado, no habría trabajado en decenas de fotos para que luego las remplazaran con las de Jung —apretó los labios, conteniendo los improperios que se acumulaban al fondo de su lengua, dispuestos a salir en cualquier segundo.

—no creas que todo se debe amoldara a tu comodidad, porque no es así. Esta temporada es muy importante para nosotros, por eso tu Yugyeom y yo decidimos que Hoseok sea tu asistente, para indicarte lo que queremos conseguir con las fotos, porque nadie del staff tiene tiempo —apenas terminó de decir y su compañero golpeó con enfado el escritorio. Dejando sus manos ahí, se apoyó en ellas, confrontándolo.

—no puedes hacerme esto, saben cómo me llevo con ese bastardo —habló entre dientes, sus articulaciones más tensas de lo que debería. 

—puedo y lo haré, ¿acaso se te olvida los favores que te hice? Entraste cuando las formas de ingresos habían cerrado, ni siquiera las hiciste y tuvimos que despedir a nuestro mejor diseñador gráfico para contratarte, me debes bastante como para venir a reclamarme lo que hago, sólo por tu infantil rencor hacia él —. Se mostró intocable por el enojo del otro y, a pesar de quedar abajo arrinconado por el gran físico delante, no dejó que lo doblegara. Kim Namjoon sólo sería doblegado por una fuerza sobrenatural, no por un hombre que era tan mortal como él.

—tú sabes que no es sólo eso, eres el que mejor conoce lo que me hizo —susurró por lo bajo, de sólo recordarlo se encolerizó hasta que su cara se tornó un tono más rojo y la sangre le hirvió. 

—sí y fue hace años, superarlo —agitó una mano —mira, esto lo hago sólo por mi amistad con Jin y no porque tenga algún tipo de obligación contigo, si yo quiero puedo echarte. Además... —se acercó a susurrarle, pues las paredes tenían oídos y lo que menos quería era que vuelvan a circular esos chismes —no olvides que perdoné lo que le hiciste a tu propio hermano —aclaró, remarcando las palabras como si eso tuviera algún peso sobre los hombros de Jungkook.

—¿crees que yo fui el que lo mató? —enarcó la cejas, incrédulo de lo que oía. Su hyung, el mejor amigo de su hermano, casi como uno para él, lo estaba acusando de matar a Jin. ¿se supone que no tiene conciencia?

Está bien, quizá lo envidiaba un poco porque todos lo amaban, mientras que él sólo era la deshonra de la familia y el medio hermano del gran Kim Seokjin, ni siquiera compartían un apellido o al mismo progenitor, pero se criaron juntos para protegerse el uno al otro, no el uno del otro.

Y sí, detestaba que lo compararan con su hermano mayor, desde pequeño le decían cosas como “compórtate como Jin” “toma el ejemplo de Seokjin” “¿por qué no eres como tu hermano?” gracias a eso lo dejaron acomplejado, porque él no quería que lo aceptarán por ser como su hermano, el nunca seria él.

—conociéndote como te conozco, sería una posibilidad —. La acotación de Namjoon remarcó las huellas del camino sinuosos que estaba siguiendo, el mismo que lo dejó perdió un par de años.  

—eres cruel, enserio. Ni mi padre hubiera creído eso de mí. Está bien que sea la oveja negra de la familia, pero creer que sea capaz de matar a mi hermano, es decepcionante —en sus ojos se notaba la tristeza rasguñar, aun si una sonrisa histérica se contorneaba en sus belfos.

Su padre, que en paz descanse, había sido un buen hombre que acogió al hijo de vaya a saber quién, y el único que en verdad lo conocía, tanto como su madre -o quizá más, como Jin- capaz de juzgarlo sin que la voz le temblase y no tocándose el corazón a la hora de decir la verdad. Y aun así él le creyó cuando le dijo entre lágrimas que no fue el causante de la muerte de su hermano.

Entonces, su padre era el único que creían en su inocencia sin dudar, porque a Nam, que considero parte de su familia, no parecía convencerle ni un poco por más sincero que fuera. 

—tengo mis razones. Sé lo que pensabas de él y cómo lo tratabas —argumentó, con un gesto consternado también hizo notar cuan afectado estaba por la situación, después de todo le habían quitado a un amigo de años.

Rió amargamente, incrédulo de la hipocresía de Namjoon —no te hagas el moralista, Kim —comentó irónico, y se le acercó, el contrario retrayendo los músculos cuando lo vio flexionar sus brazos. Se inclinó a un costado de la melena dorada, cerca de su oído—. Luego de lo que le hiciste con Yura, no me extrañaría que se haya suicidado ¿Quién hubiese creído que eras igual de promiscuo que tu tío? —el veneno en sus palabras paralizó al hombre, quien tardó en reaccionar.

—¿sugieres que fue culpa mía? —murmuró entrecortado, porque a él esa idea le había pasado más de una vez por la conciencia, no dejándolo dormir bien los últimos años.

—conociéndolo como lo conozco, sería una posibilidad —se apartó un poco, sólo para que Namjoon lograra contemplas su sonrisa neurótica y viera cómo sus labios se movían al decirle: — No trates de acusarme a mí para tapar tu culpabilidad, porque si en realidad creyeras que lo maté, sabrías que soy capaz de hacer lo mismo contigo sin que el pulso me tiemble, y no estarías aquí haciéndome enojar —. Con tanto desequilibrio en sus pupilas agudas lo dejó inmutable. 

El moreno contuvo el aliento tragando con pesadez, miró los ojos obscuros como si fueran abismos capaces de tragarlo al descubrir sus pecados. Lo que tenía en frente ya no parecía un hombre, sino un demonio, que volvió a dirigírsele.

—te conozco y sé que no tendrías los cojones suficientes para enfrentar a un asesino —. Jung Kook era un excelente jugador, que siempre apuntaba a las debilidades de sus adversarios y no cedía, aunque fueran grandes amigos.

A sus ojos, en una batalla a muerte, todos contra todos, no se conoce la familia y algo como la piedad es olvidado.












Yo me estaba preguntando ¿qué opinan si reedito esta fic a una novela? Hace mucho que quiero volverla una novela, con nombres inventados por mí y las características de los personajes también.

¿Lo leerian? ¿O solamente leen esto porque es un fic del kookv?

Digan sus opiniones por favor ^^

A propósito ¿sabían que el libro de “las cincuentas sombras de Gray” inició como un fanfic de “crepúsculo”?👀

Ahora sí

Ciao~~

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