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28. PACIENTE


Las personas tenemos días buenos, días malos y días balanceados. A veces esto depende de nosotros mismos, otras de las circunstancias que nos rodean. De casualidades. De causalidades. Es imposible pretender que cada jornada sea anímicamente igual a la previa.

Y hoy, por ejemplo, la mañana comienza excelente.

Me he despertado más temprano de lo necesario porque tenía ganas de ir al baño y, en vista de que ya no me quedaba sueño, me puse a trabajar en la edición de mi primer video para subir a internet. Con ayuda de tutoriales que vengo viendo desde hace semanas y un software gratuito, logro hacer que los cortes y las transiciones se vean bastante decentes. La cámara tiembla en algunos movimientos, pero sé que no puedo esperar perfección cuando hice todo con mi teléfono y un trípode barato. La explicación que grabé en audio por encima va a buen ritmo. Tuve que apurarme en ciertas partes y temo que he dicho bastantes tonterías que sobran y que extienden la duración más de lo recomendado. No obstante, me gusta. Le doy un 7.5/10, lo cuál es excelente para el primer intento.

No voy a subirlo todavía. Primero quiero consultar con Myre algunas cuestiones sobre buenos horarios, etiquetas, títulos atrayentes y demás tonterías que desconozco por completo. Estoy aprendiendo a manejar esos asuntos en otras redes, pero ViewTube es el único sitio que jamás he usado.

Mientras el video se exporta, además, recibo un mensaje de Nova, que ya me ha dado su número, para preguntarme si quiero acompañarla de compras en mi próximo día libre. Reviso el calendario y le propongo dos o tres opciones que podrían funcionar, ya sea antes de un ensayo, a la salida de un ensayo o en domingo, que rara vez tenemos ocupaciones. Las sugerencias van y vienen por varios minutos hasta que coincidimos en un plan. ¡Estoy ansiosa!

Siento que poco a poco mi vida comienza a tomar forma, así como me sugirió Vanesa. Estoy expandiéndome a ser más que un satélite a su alrededor. Podré manejar mi canal de videos de cocina sin su ayuda luego de subir un par de grabaciones. Y tendré la oportunidad de pasar tardes con una amiga que forjé yo solita.

Contenta y sonriente, voy a la cocina a preparar el desayuno para ambas.

Hago mucho café para ambas. El mío lo sirvo caliente, el de ella lo preparo y lo guardo en el refrigerador para más tarde porque, de todas formas, lo prefiere frío. De comida tuesto una bagels y les pongo huevo frito y tocino en el interior como si fueran sándwiches. Calculo el tiempo de cocción para que estén listas un par de minutos después de que suene la alarma. Cuando la oigo, cargo la porción de Vanesa en mis manos y se la llevo al cuarto.

Con el estrés que tiene, seguro le levantará un poco el ánimo recibir el desayuno en la cama.

—Buenos días —saludo cuando cruzo el umbral—. ¿Cómo descansaste?

—Mmmm —responde, todavía frotándose los ojos—. No sé. Me costó quedarme dormida, la última vez que miré el reloj eran como las cuatro de la mañana. —Bosteza.

—Ay, lo lamento. Yo para la una ya estaba por el quinto sueño —río y me aproximo.

—¿Y esto?

—El desayuno —respondo.

—No debiste. Eres mi secretaria, no mi sirvienta —se incorpora—. Ni mi esposa, este gesto es demasiado lindo, gracias. Qué rico huele. ¿Tú ya comiste?

—Sí, en la cocina —admito—. Llevo rato levantada.

—¿Qué has hecho en lo que va del día? —Vanesa prueba el café.

Le cuento sobre mi video y algunas de las dudas que tengo antes de subirlo. También le hablo de los planes que organicé con Nova, aunque restándoles importancia, no sé por qué, supongo que me causa un poco de pena decirle que saldré a pasar la tarde con otra chica. Aunque sea como amigas. Aunque entre Myre y yo no haya nada serio. Es... raro, sabe como a traición.

—Ha sido una buena mañana —afirmo cuando termino de hablar.

—Eso veo. —Ella muerde su bagel, mastica aprisa para poder continuar con la conversación luego de tragar—. Tráete la laptop y veamos eso de la configuración del canal.

—¿Ahora? ¿Estás segura? Mira que no tengo apuro.

—Con todos los dramas de las últimas semanas y las cancelaciones, tenemos un par de horas antes de salir. Es un buen momento —asegura.

Asiento y voy nerviosa hasta mi oficina. Recojo la portátil, el video ya se terminó de exportar y sale en una carpeta del escritorio junto con la miniatura que intenté diseñar. Al estar a cargo de las redes de Myre, he tenido que improvisar y aprender a crear imágenes promocionales, añadir texto a fotos, teoría básica del color y otros elementos de los que antes no entendía nada. Y, por fortuna, me sirven también para este nuevo proyecto personal.

Me acomodo en la cama junto a Vanesa, con la portátil sobre su regazo. Le muestro el perfil que me hice y lo poco que le pude añadir por mi cuenta. Escogí una foto bonita que me tomó ella hace varios días sin que me diera cuenta y puse el banner principal en distintas tonalidades de azul, que es un color que me encanta; es básico, pero está bastante pasable para comenzar. Si puedo, tomaré más fotos de las comidas que preparo y las compilaré en un buen collage o algo así en el futuro.

—Nada mal —dice ella, pensativa, mientras analiza lo que he colocado en el inicio de mi perfil—. Te faltaría añadir redes sociales, aunque sea una, y grabar un nuevo video de presentación y bienvenida al canal. Pero eso puede hacerse después de que tengas un par de videos preparados. Mmm... con permiso.

Myre se mete a la configuración y cambia ciertas opciones. Crea una nube de etiquetas que cree que debería usar con frecuencia, modifica el modo en el que se muestran los videos en mi canal, crea playlists temáticas para que pueda acomodar mi trabajo según el tipo de comida que muestro y demás detalles que no se me hubiesen ocurrido. Se nota que sabe lo que hace.

Le toma casi cuarenta minutos ir de un sector al otro de los menús para dejar mi cuenta lista para inaugurarse.

—¿Cuándo vas a querer subir el primer video? ¿Hoy mismo o cuando tengas varios ya preparados? —pregunta, curiosa.

—La verdad, no lo sé —admito—. ¿Qué es mejor?

—Depende mucho de ti. Si estás segurísima de que esto es algo que quieres hacer y a lo que le dedicarás tiempo como para tener, como mínimo, una actualización mensual... pues entonces te recomendaría grabar unos cinco videos para lanzar los primeros tres bastante seguidos y luego programar los otros dos con más distancia mientras preparas los que sigues. Pero claro, eso requiere de mucho planeamiento y quizá no estarías lista para comenzar a actualizar hasta mediados del año —explica y hace una pausa—. Si tu objetivo es ver esto más que nada como un pasatiempo o una actividad que haces por amor a la cocina y sin mayores pretensiones, pues mejor lánzalo ya antes de que te arrepientas.

—Creo que voy más bien por la segunda opción —hago un mohín—. Me asusta pensar que, si tardo mucho, me voy a rendir y no subiré nada. Ya me conozco. Grabaré otros videos, ninguno me gustará. Comenzaré a compararme con canales famosos y acabaré dejando la cuenta vacía. Pero si arrojo este primero y me olvido hasta que tenga otro, quizá le tome más gusto.

—Sí, estoy de acuerdo. Tu objetivo no es lanzarte al mundo como chef profesional que quiere monetizar el canal en dos días, sino encontrar un pasatiempo que disfrutes y que hagas por pasión nada más. Ya si luego te haces famosa es otro asunto y lo pensarás el día que eso ocurra. Fantasear con algo que quizá no pase puede arruinarte el sueño.

—Lo tengo clarísimo —prometo—. Bueno, entonces... allá vamos. Subamos el video ahora.

—Podemos promocionarlo en mis redes, avisar que abriste un canal propio y que mis fans vayan a ver —sugiere Myre—. No sé a cuántos les interesará la cocina, seguro que a algunos sí. De esa forma tendrías un par de vistas y comentarios desde el comienzo, que es algo que la mayoría no posee.

Niego con la cabeza.

—¿Preferirías que pagáramos por promo de ViewTube para darle un empujoncito? —añade ella.

—Nop —vuelvo a negar—. Como bien has dicho, mi objetivo por ahora es disfrutar del proceso mientras aprendo. No quiero hacer publicidad del canal de ninguna manera aún. Si alguien encuentra mis videos, perfecto. De lo contrario... pues también perfecto. El día que tenga una receta que esté bien filmada, bien editada y sea de un plato atractivo, ahí quizás acepte tu sugerencia. Pero por ahora... mejor no.

Si algún día crezco en internet, quiero que sea por mérito propio, no porque una famosa me ha ayudado. Claro que apreciaré si ella ve un video mío, le encanta y lo comparte porque el contenido le parece bueno. Pero eso no es lo mismo que promocionarme en sus redes solo porque nos llevamos bien. No me agrada esa idea, en especial siendo que nos dedicamos a pasatiempos muy diferentes.

—Bueno, pero tienes que permitirme dos cosas —pide ella y, sin esperar por una respuesta, continúa—. Primero, deja que sea tu primera seguidora. Segundo, permite que le pida a Crest que componga una melodía pegadiza de pocos segundos para tu introducción de los videos, así luego armamos un edit bonito en el que salgas cocinando y que pase al comienzo de cada cosa que subas, con el nombre del canal bien grande. ¿Te parece?

—O-okey —acepto—. Pero lo segundo lo quiero solo después de que obtenga mis primeros diez seguidores sin ayuda de nadie.

—Es un trato.

Apagamos la laptop y abandonamos la cama. Myre desbloquea su teléfono y sonríe, de repente. Me lanza una mirada de soslayo que no sé qué significa.

—Por cierto, bonita, tengo algo importante para ti. Ve al balcón de la sala y espérame allí. —Se despereza.

—¿Tengo permiso de cambiarme primero?

—No, en camisón te ves perfecta —ríe con picardía y me hace un ademán con la mano para que me vaya de allí.

Confundida, paso por el baño en busca de una bata que me cubra un poco el cuerpo y, de ahí, salgo al balcón. La mañana está bastante fresca, pero se nota que hoy será un día agradable cuando el sol caliente un tanto más. Me acomodo en una de las sillas y cruzo las piernas con cuidado de que no se me vean las bragas.

"No es mi cumpleaños", pienso y aguardo por ella.

Myre se aproxima poco después. Va con una camiseta holgada de hombre que le llega hasta los muslos. Tiene una bolsita en la mano derecha y sus cigarrillos en la izquierda.

—Para ti —dice y me pasa el paquete misterioso—. Y no hay segundas intenciones, lo juro. Solo... pues ábrelo primero.

Asiento y me fijo lo que hay dentro: un sobre azul con una pegatina en forma de lancha o yate o algo así en el centro. Alzo las cejas, dudosa, y rasgo por el costado con cuidado para ver qué hay dentro.

Encuentro tres papeles.

El primero es un folleto de actividades acuáticas de una empresa que no conozco. Habla sobre bucear, wakesurfing y otras tantas opciones más. Los otros dos son pases para hacer... parasailing, no sé qué es eso. Fecha, catorce de febrero. ¿¡San Valentín!?

Alzo la mirada hacia Vanesa y le pido una explicación silenciosa.

—Tenemos ese día libre justo, y conseguí reserva. Se supone que hará buen clima. —Ella se encoge de hombros—. Me pareció interesante. Es lo suficientemente excitante como para que ambas lo disfrutemos, pero también seguro y relajante así no te me mueres de susto.

—No sé qué es esto —señalo, avergonzada.

—Yo solo lo hice una vez y me gustó mucho. Nos sentamos en unas sillas que están colgando como si fuese de un cometa y atadas con una soga industrial a una lancha. La lancha se mueve por el océano no muy lejos de la costa y la gente pues... vuela en el cometa un rato. No sé si me explico, búscate un video si no. O, ¿sabes qué? Mejor no busques, que sea sorpresa. Te encantará. ¿Qué dices? ¿Vienes conmigo o tengo que conseguir a otra persona?

—V-voy, claro —asiento y me pongo de pie para abrazarla—. Gracias.

—No es nada. De vez en cuando tenemos que salirnos de la rutina y disfrutar de cosas nuevas. O eso es lo que dice mi psicólogo —bromea ella, también rodeándome con los brazos.

¡Tendremos una cita en San Valentín! Aunque ese no sea el propósito de Myre y la fecha se trate de una coincidencia laboral, me importa poco. Pasaremos la mañana juntas. Espero que no sea una actividad demasiado aterradora porque, aunque no me asusten las alturas, no sé cómo se sentirá estar volando en una silla por encima del océano.

Hoy definitivamente va a ser un día bueno.

O quizá no...

Si bien la tarde transcurre entre la rutina y sin nada excitante, cuando oscurece pareciera que también fuese momento de comenzar con las pesadillas. ¿Por qué me pasa todo a mí?

Myre me ha pedido que le permita salir sola un rato para comprar cigarrillos e ir a la tienda por comida. Dice que, aunque le encanta pasar tiempo conmigo, a veces necesita un tiempo para sí misma. La entiendo y respeto esto porque me pasa igual, solo que yo suelo madrugar y aprovechar las primeras horas del día en esos asuntos mientras que ella, por el contrario, sufre de insomnio hasta muy tarde y se levanta con dificultad cuando suenan las alarmas.

Sin mucho por hacer en el apartamento, lavo las tazas sucias del desayuno y actualizo la lista para hacer las compras generales el fin de semana. Después, llevo mi laptop a la sala y me acurruco en el sillón con el aparato sobre el regazo.

Ansiosa, comienzo por abrir mi nuevo cana. No tengo comentarios todavía, pero hay tres seguidores además de Vanesa. El video tiene veintitrés vistas y cuatro corazones. No está mal. Es más o menos lo que esperaba. Habría sido lindo recibir mensajes de extraños para ver qué opinan, no obstante, es muy pronto para eso.

Con una sonrisa, voy luego a las respuestas del formulario por el asunto de Enzo, que es algo que debo revisar cuando estoy sola para no estresar a Myre. Hay casi trescientas respuestas. Algunas son de trolls, otras de bots. Mirando por encima, unas quince parecen legítimas. Vamos a esperar hasta fines de mes para evaluarlas en detalles.

En redes sociales, casi todos los comentarios que hemos recibido son de apoyo y entendimiento. Hay odio, sí, pero es minúsculo en comparación. No lo elimino para que no nos digan que tratamos de pretender que está todo bien ocultando cosas. De todas formas, por cada cien mensajes bonitos hay uno con dudas o críticas. No está mal. Nada mal.

No han salido más notas en revistas o blogs. Sí se hicieron dos o tres videos y podcasts discutiendo lo que ocurre. Nos invitaron a participar de tres y Richie rechazó todos con la excusa de que el equipo legal no quiere que se den detalles hasta que el caso no esté en manos de un juez. En realidad, es para no poner más presión en Myre.

Hablando del manager, tengo un correo electrónico suyo. Lo miro por encima porque ya le daré más atención en la mañana, que es cuando supuestamente estoy en horario laboral. Allí me pone una fecha y horario para hacer un mini concierto solo virtual con Six Poison Jars que vamos a pasar en vivo en nuestro canal y en el de ellos en simultáneo. Se alquiló ya un pequeño teatro y habrá sorteo de 10 pares de entradas V.I.P. para los fans en dos días. Debajo, sale el instructivo con la información que debe ponerse en las imágenes y en el post al respecto que tendré que armar y programar. Está el logo de la banda de rock y otros elementos que ya veré cuando me levante.

No puedo evitar suspirar, un tanto frustrada. ¿Es necesario hacer esto? Voy a tener que elegir una lista de tres temas para Myre. También van a cantar un cover de algo más clásico en conjunto, nos han dado a elegir entre tres títulos que ellos ya han ensayado. Queda en nosotros elegir cuál será el que cierre la noche como colaboración, ¡qué dolor de cabeza! ¡Casi no hay tiempo para elegir el vestuario, ir a la peluquería, crear la campaña de marketing y demás! Al menos Crest se encargará de los instrumentos y el equipo de grabación y transmisión, porque no sé si yo podría con todo eso.

Necesito un té para calmarme.

Antes de cerrar la laptop, abro mi casilla de correo electrónico personal, por si acaso. Planeo cerrarla pronto y abrir otra nueva, pero todavía recibo mensajes importantes de vez en cuando.

Como el que veo frente a mis ojos. De Jonathan. No es el mismo que ignoré la otra semana. De hecho, hay seis correos suyos, creo que es el mismo que me lo ha reenviado de manera obsesiva. La versión más reciente dice ULTIMATUM antes del título.

Bien. Lo leeré.


Nina Anderson,

Quisiera decir que es un placer escribirte, pero lamentablemente no es el caso. Me consterna mucho tener que redactar este correo que te ofuscas en ignorar.

Si bien tenía mi sospechas de que tu huida fuera causada, en parte, por la mala influencia de un romance depravado y rebelde del que saldrías herida, jamás se me hubiese ocurrido sospechar de la desagradable naturaleza del mismo. Quiero creer que estás siendo manipulada y extorsionada contra tu voluntad, en cuyo caso estoy dispuesto a ofrecerte mi apoyo legal para que recuperes la vida que mereces, siempre y cuando aceptes mi propuesta de matrimonio.

No obstante, si las decisiones que has tomado en los últimos meses son definitivas e irretractables, temo que me veré en la obligación de exponer tus verdades frente a la familia que con tanto esfuerzo te crio y al resto de nuestro círculo social, en el que ya no serás bienvenida sin importar las circunstancias o el tiempo que transcurra. Iré tan lejos como sea necesario para que el mundo sepa qué tan corrompida está tu persona. La decepción que me embarga de solo pensar que esta podría ser la realidad es inmensurable.

Estoy convencido de que, a este punto, ya sabes a qué me refiero.

Cuando recibí tu computador, me dejé llevar por la curiosidad y por los celos. Tenía la sospecha de que estabas viéndote con alguien y copié al completo cada archivo de imagen que hallé en la búsqueda sistemática del aparato. No fue hasta hace poco que tuve tiempo suficiente para revisar una por una las fotografías. Me alegró no toparme con retratos sensuales, de esos que muchas jóvenes mandan a sus parejas, no porque no disfrute de verte, sino porque eso me confirmó que sigues siendo una mujer con sentido común y respeto por tu privacidad.

No obstante, entre los numerosos archivos, noté una gran colección de fotografías de una mujer que, días más tarde, descubrí es una cantante de medio pelo con un par de seguidores en internet. Y también encontré esta imagen que te adjunto. ¿Es ella contigo, no es verdad? Puedo estar equivocado porque la calidad es mala, pero el nombre del archivo es originario de un teléfono, no de una descarga de internet. Y la fecha coincide con las semanas previas a tu ataque de locura. Así que solo puedo asumir que tú la has tomado.

Si todo esto que estoy suponiendo es cierto, me repugnas. Podrías haber tomado muchas decisiones equivocadas, pero temo que has cruzado un punto de no retorno. Espero que puedas contestarme con una buena explicación, con una negativa de que esa foto no es tuya, sino que la has descargado de internet. O que te han manipulado/drogado para convencerte de besar a otra mujer contra tu voluntad.

Nina, admite que esto ha sido contra tu voluntad y te rescataré. Nos casaremos y hundiremos a esa depravada, juntos. Si no recibo una respuesta tuya para finales de mes, en cambio, asumiré que te han lavado el cerebro hasta dejarlo podrido y que ya no eres la mujer a la que conocí, que esa persona ha muerto. Claro está, también me aseguraré de que nuestras familias y conocidos sepan al respecto.

Y te lo advierto. No me quedaré de brazos cruzados. Esa repugnante artista mediocre va a pagar por haber destruido la vida de una muchacha tan brillante y afortunada como tú. Aunque la defiendas. Aunque ya hayas muerto para nosotros, me aseguraré de que no salga ilesa. Ha destruido tu familia. Nos ha arrebatado el futuro.

Tienes 18 días para contestarme.

-Jonathan.


MIERDA.

Me cuesta respirar. Mis manos tiemblan y, aunque quiero llorar, no logro hacerlo. Ni siquiera vale la pena descargar el archivo adjunto, sé perfectamente lo que es.

Por un lado, siento el impulso de responderle ya mismo, ¿con qué? Sincerarme empeoraría todo. Si le digo que es mentira, me obligará a regresar o a enviarle pruebas. ¿Convencer a Crest que pretenda ser mi novio en fotos? No, tampoco funcionaría.

Tengo que hablar con Richie. Él es el único que podrá pensar con suficiente calma como para decirme qué es lo mejor. Tenemos casi tres semanas todavía, no debo apresurarme o podría cagarla incluso peor.

"Calma, Nina. Calma", me repito. "Todavía puedes evitar un desastre".

Debo ser paciente y no actuar sin pensar.

Marco el número del manager con dificultad. No atiende, así que le dejo un mensaje en la casilla. Hablo bajito por si Vanesa regresa justo ahora.

—Hola. Tenemos un problema enorme que nada tiene que ver con Enzo. Es secreto. Tengo que hablar contigo urgente. Por favor. Por favor. Por favor. Escríbeme con un horario y sitio y estaré allí, que sea lo antes posible. No tenemos mucho tiempo para solucionar esto. Myre no puede enterarse de nada. Adiós. —Cuelgo y suspiro. Sé que en la mañana tendré una respuesta discreta de su parte.

Apago la laptop y la llevo a la oficina para que nadie la vea. Luego, me meto en el baño. Sentada en el piso, entre la bañera y el retrete, me llevo las manos al rostro y lloro. Necesito poder desahogarme y maquillarme un poco antes de que Vanesa regrese. Ella no puede sospechar nada o me odiará por el resto de mi vida.

Soy tan estúpida... 

Primero que nada, quería mostrarles esta bella ilustración de Nina. La hizo Gabianni, quien también ilustró a Myre hace algún tiempo.

Con eso dicho...

Ya sabían que tarde o temprano esto caería sobre ella.  ¿Lo peor? Este es el primer gran problema de los que se avecinan. Prepárense para una tempestad. 

Y, como sé que seguro querrán lincharme, huyo a esconderme. Bye 🙊


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