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23. EVITABLE


Subo al coche de Richie en el asiento trasero, junto con Nina. Aprecio que haya venido a buscarnos al aeropuerto, no lo esperaba. Me coloco el cinturón de seguridad mal a propósito, pasándolo por debajo de la axila en lugar de por encima de mi hombro para estar más cómoda.

Apenas el vehículo comienza a moverse, bostezo sin suficiente energía como para cubrirme la boca. Al otro lado de la ventana, Miami presenta una mañana ventosa y gris. Si bien la temperatura es fresca, más que invierno se siente como un otoño que se quedó estancado más de lo debido.

—Despiértenme cuando lleguemos —pido y dejo caer la cabeza sobre el hombro de mi nueva secretaria. Su cabello huele al acondicionador de manzanilla con miel que usamos en la bañera esta madrugada.

Cierro los ojos de inmediato porque la combinación entre el temblor del motor y la playlist de jazz de mi manager me relajan. Dormí alrededor de media hora durante el vuelo nada más, vengo de varios días extensos y necesito arrojarme sobre mi cama aunque sea por cuatro o cinco horas, antes de que llegue el momento de asistir a mi turno con el tatuador. Voy a usar la gift card que recibí, aprovechando que mis obligaciones del día son virtuales y que puedo hacerlas en cualquier instante.

Por fortuna, mi calendario para la fecha solo indica que necesito responder doce preguntas de una entrevista escrita para una revista. Mientras envíe el archivo antes de medianoche, estaré bien. Quizá incluso pueda pedirle a Nina que lo haga por mí en la tarde y, antes de entregarlo, lo leo para hacer correcciones. Ella me conoce lo suficiente como para representar mis ideas y mi personaje, creo. Confío en que puede encargarse de algo como esto.

"Se lo diré luego", pienso, adormilada.

De a ratos creo estar despierta, aunque sospecho que duermo durante una buena parte del trayecto. Es recién cuando el motor del coche se apaga que decido incorporarme con un largo bostezo. Froto mis ojos con las manos y parpadeo varias veces.

—¿Por qué estamos aquí? —pregunto y enarco una ceja al notar que estamos frente a la cochera de la casa de Richie.

—Porque tenemos que hablar —dice mi manager, serio—. Es un tema importante y relativamente urgente, Myrecita de mi corazón, así que espero que esa pequeña siesta haya sido suficiente. Lo siento.

—Espera, ¿qué ocurre? —Alzo la voz y me quito el cinturón.

—Entremos. Puedo preparar café. Ya compré el desayuno antes ir a buscarlas. Hablemos tranquilos, sentados a la mesa, ¿sí?

Mi mente hace lo suyo, pensando en los peores escenarios. Soy fatalista y la gravedad en la voz de Richie me ha dejado preocupada. ¿Se murió mi papá? No, eso no puede ser, me habría llamado antes. ¿Banearon mi cuenta en ViewTube? Espero que no, hay más de diez años de mi carrera almacenados allí. ¿Entraron a robar el apartamento? ¿O se incendió? La incertidumbre me destroza por dentro.

Bajo del coche sin dar una respuesta, abrumada entre el estrés, el miedo y el cansancio. Nina se mantiene cabizbaja, probablemente tan confundida como yo.

Richie nos guía hacia su cocina e invita a que nos sentemos alrededor de la pequeña mesa central. Sin decir nada, prepara café. Ya sabe cómo lo tomamos. Estiro el brazo para tomar una manzana de la cesta que está en el medio. La muerdo y comienzo a golpetear la madera con las uñas porque el silencio me pone incluso más nerviosa. Hay una caja con donas surtidas en la mesada, pero no estoy de ánimos para ir por ella.

Me cuesta mantener los ojos abiertos.

—¿Puedo saber, al menos, sobre qué tema es esta urgencia? —ruego, hastiada.

—Enzo —responde mi manager a secas—. Enzo y una de sus posibles víctimas.

—¡Lo que faltaba! —golpeo la mesa con el puño. Una naranja salta y rueda al piso.

Richie regresa con las tazas de café. Reparte una para cada quien, va por su laptop y se acomoda luego a mi lado mientras la enciende. Nina busca las donas y levanta la fruta del suelo sin decir nada.

—Creo que no vamos a poder evadir el tema ni tratarlo fuera del foco de la gente, Myrecilla —lamenta él con la mirada puesta en la pantalla—. Una chica de Boston habló sobre su experiencia y otra muchacha más, que se ha mantenido anónima, secundó esta declaración. La historia fue recogida por un perfil social de rumores muy conocido y comienza a expandirse de a poco. —Gira la pantalla en mi dirección, pero tengo la vista demasiado nublada como para leer en detalle.

—Pues él se lo buscó —Bebo un sorbo del café, con la esperanza de que me ayude a concentrarme.

—El problema es que aseguran que tú sabías de sus ataques y que lo has estado encubriendo —añade Nina, por fin, con un suspiro.

—Espera, ¡¿qué demonios?! —Alzo la voz—. ¿Y tú cómo sabes?

—Yo le conté ayer cuando vi la noticia —admite Richie—, y le pedí que guardara el secreto hasta tu regreso para que no tuvieras un ataque de ansiedad sobre el escenario.

—Lo siento —se disculpa mi secretaria, incapaz de verme a los ojos.

Pausa. Necesito un par de minutos para procesar lo que ocurre. Me acusan de esconder los crímenes de Enzo, de conocer sus delitos y de ayudarlo a salirse con la suya con mi indolencia, de encubrirlo incluso. Y es cierto. Es cierto. Es cierto. Es cierto. No lo supe hasta hace unos meses, pero cuando sospeché de lo que hacía solo le grité, lo insulté, lo amenacé y seguí con el tour como si nada. Traté de aislarme en una burbuja para protegerme mientras él dañaba a otras personas. No quería verlo. No quería saberlo. Era más fácil mirar para otro lado e ignorarlo por completo. Mientras no se metiera conmigo ni perjudicara mi carrera, no me quería inmiscuir.

—Mierda —murmuro, aterrada.

Entonces, es verdad que, a mi manera, lo encubrí. Permití que siguiera adelante. No sabía con exactitud qué hacía. Pero sabía que estaba haciendo las cosas mal y tenía sospechas. No quería enterarme. No deseaba entrometerme y... por mi culpa. Todo lo que pasó, incluso cuando me acorraló a mí... fue porque me faltó valor para detenerlo antes. Si no hubiese sido por la actitud que tomé ante el asunto... yo...

Ay, no.

No.

No.

No.

Es mi culpa que Wisp llegara tan lejos en su depravación. Por mi culpa llegó un punto en el que me atacó, al saber que yo nunca hice nada para detenerlo.

Todo esto es mi culpa.

Siempre lo ha sido.

¿Por qué no lo enfrenté antes?

¿Por qué no le conté a Richie antes?

¿Por qué no...?

Estoy hiperventilando. Respiro agitada, el corazón me late aprisa. ¡Mierda! Es un ataque de ansiedad empezando. Me abrazo a mí misma y lloro, intentando controlar lo que ocurre. Trato de calmarme y no lo logro, el cerebro continúa superponiendo conceptos que me hunden más y más en la desesperación. Necesito mi medicina, la busco con torpeza en los bolsillos del pantalón cargo, desde que me la recetaron que la llevo siempre conmigo por si acaso. Cuando la hallo, me aferro con fuerza al frasco de píldoras mientras me levanto para ir por un vaso de agua.

Nina me aferra para ayudarme, creo escuchar que su silla cae al piso con brusquedad cuando se levanta, quizá lo imagino. Ella habla, me habla. Sus palabras suenan lejanas, como ahogadas por una cortina de agua que no deja de caer. Creo que no le respondo, o tal vez pronuncio que quiero beber algo.

Casi me tropiezo varias veces hasta que alcanzo el grifo. Sostengo una taza limpia que descansa sobre la mesada y la lleno sin pensar. Abro el frasco con píldoras y varias caen a mi alrededor, ni me molesto en agacharme. Tomo una del interior con dedos temblorosos y me la pongo en la boca. Lo trago con la bebida, el agua está tibia, se ve que abrí el lado caliente. Da igual. Siento cómo baja con dificultad a través de mi garganta, debería hacer efecto relativamente pronto.

"Funciona, por favor. Funciona. Funciona. Voy a gritar. Funciona...", ruego en silencio.

Giro, apoyo la espalda contra las alacenas y me dejo caer al piso. Sentada, abrazo mis piernas y sigo respirando aprisa, con los ojos cerrados a la espera de que mi mente se relaje.

"Yo podría haber evitado todo esto. Yo podría haber ayudado a Enzo antes de que las drogas lo dañaran tanto. Yo podría haber salvado a esas chicas. Yo podría haberme salvado de su ataque....", la culpa es amarga y ácida, me causa náuseas. Siento que debo vomitar, pero obligo al contenido de mi cuerpo a quedarse dentro, trago saliva con fuerza porque no puedo permitir que la medicina se escape por mi boca.

Nina se acomoda a mi lado, arrodillada. Se aferra a mí con cariño para contenerme. Y susurra, no sé qué cosas, pero su voz suena bonita. Me hace llorar más fuerte porque no la merezco. No merezco su paciencia y su apoyo porque soy un monstruo. No merezco que me admiren. No merezco que me quieran. Debería morirme de una vez.

Mi cuerpo tiembla. Muerdo el labio con tanta fuerza para contener el vómito que termino por hacerlo sangrar. Duele, sabe horrible cuando se mezcla con las lágrimas y los mocos aguados que soy incapaz de controlar.

Solo quiero desaparecer.

Desaparecer del mundo.

Quiero nunca haber existido.

¿Para qué nací? Solo arruino todo, empeoro todo.

Déjenme desvanecerme. Olvídense de mí y de que alguna vez me conocieron.

Por favor...

Me esfuerzo por poner la mente en blanco. Tarareo en mi cabeza una canción de mi infancia, no recuerdo más que el estribillo que sonaba en casa a menudo, así que lo repito una y otra vez: "Que no quede huella, que no y que no, que no quede huella porque estoy seguro que tú, mi amor, ya ni me recuerdas... Que no quede huella, que no y que no, que no quede huella porque estoy seguro que tú, mi amor, ya ni me recuerdas... Que no quede huella, que no y que no, que no quede huella porque estoy seguro que tú, mi amor, ya ni me recuerdas... Que no quede huella, que no y que no, que no quede huella porque estoy seguro que tú, mi amor, ya ni me recuerdas...".

A medida que la ansiedad disminuye, el llanto amaina, sin detenerse. Silencioso y rítmico. Las lágrimas se precipitan con lentitud. ¿Qué voy a hacer? ¿Y si este es el fin de mi carrera? No quiero dejar los escenarios en una nota como esta, pero la acusación es bastante cierta. Es que el odio... no sé si pueda tolerar el odio. Es imposible pretender agradarle a todo mundo, no obstante, ¿qué haré si en la calle o en un concierto un desconocido me insulta o me acusa frente a las multitudes? No podría defenderme, no tendría el valor. Colapsaría por la ansiedad.

Yo no hice nada malo.

Corrección, yo no hice nada. Y eso es lo malo.

* * *

Una hora más tarde, y ya con el rostro lavado, la conversación continúa en el balcón porque aquí puedo fumar mientras escucho el plan que Richie y Nina están trazando para salir de esta situación sin tantos daños. Los oigo, atenta. Se nota que tienen experiencia en esta clase de asuntos y que saben de lo que hablan.

Mi manager ha tenido que lidiar con escándalos de otros músicos de los que ha estado a cargo. Lo sé porque recuerdo un incidente en particular que ocurrió hace tres o cuatro años con una cantante jovencita que se está tomando licencia musical por tiempo indefinido. Y Nina conoce bastante bien el asunto legal, sabe cómo torcer las palabras para decir las cosas con cuidado de que no haya segundas interpretaciones y, al mismo tiempo, dando tan poca información como sea posible. Juntos hacen un gran equipo.

—Entre menos digamos, mejor —afirma Richie, cruzado de brazos.

—Exacto. Cuanto más nos expongamos, más van a sobreanalizar cada detalle. Por eso creo que lo mejor es hacer un post escrito, no un video —afirma Nina—. Al menos, por ahora.

—¿Están seguros? —Intervengo por fin, no puedo dejar de caminar de un lado al otro del balcón.

—Creo que le dará seriedad al asunto, Myrecita bella —explica mi manager y se muerde una de sus uñas pintadas de turquesa con suavidad—. Si ponemos un video, creerán que buscas atención y que estás actuando. Sin embargo, imagina que ponemos un comunicado breve que asegure en pocas palabras que estás al tanto de los crímenes de Enzo desde la última semana del tour nada más y que, de hecho, sí está siendo investigado desde ese entonces por nuestro equipo legal. Que nadie se preocupe porque tú quieres justicia tanto como sus fans. Que queríamos juntar suficientes pruebas antes de hacer el caso público y que apenas el equipo legal lo permita, darás más información al respecto.

—Y que no pongas nada sobre haber sido su víctima también, porque creerán que estás inventando cosas para que te tengan lástima. Siempre hay gente malintencionada, no tenemos que darles herramientas para atacarte —agrega mi secretaria—. Concreto y al punto es mejor. Informativo y formal.

—No obstante, es probable que debas explicar en pocas palabras eso también en el futuro —suspira Richie—. Haré lo posible para evitarlo, al menos fuera de una declaración formal y oficial para el caso.

—Lo entiendo —mis manos tiemblan.

—Enzo no saldrá ileso de esto. —Niega Richie, con decepción en su rostro—. Ahora que es de conocimiento público lo que hacía, por más que tú no lo denuncies, es probable que acabe tras las rejas una temporada.

—¿Él ya sabe sobre esto? —inquiero.

—Sí. Hablé con él anoche para avisarle que voy a cancelar todos sus contratos a futuro hasta que esto quede zanjado. Mi abogado le recomendó empezar a ir de inmediato a algún grupo de ayuda para salir de adicciones, incluso si ya lleva más de un mes limpio, y que se ponga a hacer buenas acciones para demostrar con testigos que conoce su culpa y está esforzándose por mejorar. Eso podría aligerar la condena o la fianza. Pero tiene que empezar ya mismo.

—Se lo merece —digo en voz baja. Quiero añadir que yo también debería acabar en la cárcel por no haberlo detenido, pero decido contener esa idea por el momento.

—Así es. De todas formas, como funciona la legislación aquí, es probable que le den algunos años y la posibilidad de salir si paga el dinero correspondiente y hace ayuda comunitaria o algo de eso. Y sabemos que puede costearlo. ¿Verdad? —Richie mira a Nina.

—Es una posibilidad. Pero si suficientes chicas dan testimonio creíble, es probable que tenga que cumplir con sentencia obligatoria por uno o dos años incluso si paga para salir antes o si tiene buena conducta. No conozco en detalle las diferencias legales de Florida, pero me pondré a averiguar sobre ello mañana mismo, para tener un panorama más claro. De todas formas, supongo que los abogados con los que ustedes trabajan tienen respuestas más certeras.

—Sí, pero no he podido concretar una reunión con ellos hasta dentro de dos días. —Lamenta Richie.

—¿Y ahora qué sigue?

—Primero, tu post al respecto. Él también deberá dar una explicación en sus redes tarde o temprano —agrega Nina—, pero no de inmediato. Se encuentra en una situación mucho más delicada, así que tiene que trabajar con varios profesionales para ver qué decir y qué no, cómo hacerlo y demás. No te preocupes por ello.

Asiento.

—Creo que sería una buena idea que incluyamos un nuevo email de contacto o un formulario para cualquier víctima que quiera contactarse y prestar declaración de su propia experiencia con Enzo. Claro, tendrían que presentar pruebas de que estaban en esa ciudad o concierto en la misma noche que él. Sabemos que habrá denuncias falsas entre las verídicas. —Richie se rasca la nuca—. Esto es una mierda.

—Lo es. —Enciendo mi cuarto cigarrillo de la mañana—. ¿Qué debería hacer yo?

—Nada —espeta Nina—. Nosotros vamos a escribir y subir el post a tus redes. Solo mantente alejada de internet y ni pienses en el asunto. No tienes eventos en vivo hasta el próximo mes, debes concentrarte en el calendario de obligaciones hasta ese entonces. Sesiones de fotos, ensayos, grabaciones. Ya sabes...

—Creo que debería ser parte de esto. Enzo fue mi mejor amigo por mucho tiempo —insisto.

—Al contrario —mi secretaria niega—. No te pido que te relajes, sé que es imposible. Solo... que dejes que nosotros nos encarguemos. Prometo que te daré actualizaciones cuando las haya.

—Y justamente por su amistad creo que es mejor que te mantengas al margen, Myrecilla —niega Richie—. Lo que se aproxima no será bonito para él. Ya tienes suficientes asuntos sobre los hombros como para tener que añadir el caos que él mismo causó. Si te involucras demás, vas a sufrir y te involucrarán incluso más en rumores. Es su problema, no tuyo. Será más sano para ti si nos permites encargarlos. Porque Enzo siempre ha sido importante para ti. Porque te hizo un daño irreparable. Porque ya no es la persona que solía ser. Porque sea cual sea el resultado, te dejará un sabor horrible en la boca. Sabes que merece pagar y quieres que pague, pero también atesoras los recuerdos juntos y te duele pensar en lo que podría ocurrirle. No estás en condiciones de lidiar con el problema.

—Pe... —intento refutar.

—Pero nada, Myrecita de mi corazón. Por el momento, al menos, confía en nosotros. Es probable que tarde o temprano te toque declarar sobre lo que sabes y cómo te enteraste, tal vez incluso relatar la noche en la que te atacó. Sé que no quieres y que será traumático, pero puede llegar ese punto. Quizá un día te toque hacer un video hablando sobre toda esta mierda. Pero por ahora... lo mejor es que estés al tanto nada más, sin actuar al respecto. ¿Sí? Confía en mí.

—En nosotros —añade Nina—. De momento, la situación está bajo control. Trataremos de evitar que escale. Nos vamos a asegurar de que toda la atención y la presión esté sobre Enzo, no sobre ti.

Suspiro, resignada.

En el fondo, sé que ellos tienen razón. A mí me cuesta contener las emociones. Si me hubiese enterado sobre esto anoche, seguro habría cancelado el show para regresar a Miami y... no sé.

—¿Cuándo saldrá ese post? —pregunto.

—Esta tarde, en lo posible. Cuanto antes, mejor —se apresura Nina.

—Okey. Solo les pido que me dejen leerlo antes de subirlo. ¿Puede ser? Se supone que son mis palabras después de todo.

—Claro —responde Richie—. Ahora, niñas, vayan a descansar un rato. Necesitan dormir un par de horas. Yo armaré el borrador del texto y se los enviaré más tarde. Tengo que hablar con mi abogado y organizar una reunión con él y con Enzo lo antes posible para ver cómo procederemos en ese frente.

—¿Nos llevarías a casa? —pido.

—Claro, ¿o quieren quedarse en el cuarto de huéspedes?

—Preferiría tener mi propia cama —niego. Temo que voy a llorar hasta quedarme dormida, y preferiría que él no me oyera.

UFFFFFF, no se imaginan cuánto me costó escribir este capítulo. Sufrí mucho con Myre, porque los ataques de ansiedad son una pesadilla y no se los deseo a nadie. 

Muchas gracias por leer la historia. ❤️

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