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22. (IN)ESTABLE




Nina se está quedando dormida en el sillón, con su cabeza apoyada sobre mi hombro y un almohadón entre sus brazos. Recuerdo su extenso correo electrónico y suspiro, sé que ha tenido una semana agotadora y extraña. En un acto reflejo, la rodeo con uno de mis brazos. Se siente bien tener compañía.

Por muchos años me acostumbré a la soledad. Convencida de que era lo mejor para mi carrera, me obligué a aislarme. He pasado casi todos mis días y mis noches en la quietud de este apartamento, salvo por las semanas en las que vamos de tour.

Wisp solía venir de vez en cuando. Muchas veces yo lo llamaba en medio de la madrugada, al despertarme tras alguna pesadilla, y él no dudaba ni un instante en vestirse y tomar un taxi para asegurarse de que yo estuviera bien. Así fue como nuestra amistad pasó a otros niveles por algún tiempo. ¿Cuándo fue la última vez que algo así ocurrió? Creo que ya han pasado como tres años, quisiera volver el tiempo atrás.

Suspiro. Me pregunto qué habrá pasado con él y, al mismo tiempo, tengo miedo de averiguarlo. Me refugio en la ignorancia con la excusa de mis vacaciones.

—Myre... —susurra Nina.

—¿Mmm? —giro la cabeza y noto que ella me observa, adormilada.

—¿Estás llorando? —Intenta incorporarse mientras bosteza.

—No —miento y me seco el rostro con el dorso de la mano que tengo libre—. Es solo el sueño.

—¿Qué hora es?

—Recién pasada la medianoche, creo. —Con las luces de la sala de estar apagadas, no llego a leer las manecillas del reloj que cuelga en la cocina—. Ven, levántate que te mostraré el cuarto.

Me pongo de pie y estiro los brazos hacia arriba. Muevo el cuello de un lado al otro y sonrío antes de ir hacia el corredor lateral que lleva a mi habitación, al baño, al estudio de grabación y a mi clóset. Ni me molesto en encender los interruptores porque los focos brillantes en medio de la noche suelen darme jaquecas.

—Si te levantas antes que yo, avísame —pide Nina, que camina algunos pasos por detrás.

—¿Por qué?

—No sé, me parece que sería lo correcto, ¿no?

—Nah. Tampoco pondré un despertador. Mañana es un día tranquilo, sin horarios. ¿Quién demonios madruga en vacaciones?

—Y yo qué sé... No recuerdo cuándo fue la última vez que pude dormir sin alarma —bromea ella y vuelve a bostezar.

Su cabello está enredado y con frizz, pero no le digo nada. Ya podrá arreglarlo antes de salir.

Abro la puerta de mi cuarto y voy hacia la lámpara de lava púrpura que descansa sobre una mesita junto a la cama. La enciendo y me aseguro con la vista de que no haya nada fuera de sitio. Las mantas están bastante bien acomodadas, no he dejado ropa en el piso ni nada. Perfecto.

—Descansa, Nina —saludo.

—Aguarda, esta es tu habitación, ¿no?

—Sí.

—¿Y tú dónde dormirás?

—En el sillón —admito con naturalidad.

—No. No. No. —Ella mueve su cabeza de un lado al otro—. Es tu hogar, me corresponde la sala de estar. Ya has hecho suficiente por mí.

—Escucha. —Coloco las manos sobre sus hombros—. Antes que nada, no he hecho una mierda por ti, necesito que lo entiendas. Todo lo que hago es por mí misma. Soy una persona egoísta y manipuladora, nunca lo olvides. —Hago una pausa—. Segundo, quiero dormir en el sillón porque tiendo a despertarme en medio de las madrugadas para salir a fumar, es más práctico que yo me recueste allí, cerca del balcón.

—Pero...

—Pero nada.

Nina me observa como si quisiera añadir algo, pero de sus labios no escapa ninguna queja; tal vez no encuentra las palabras indicadas o no se atreve a expresar lo que piensa. Por momentos, me cuesta entender sus reacciones y predecir qué es lo que le cruza por la mente. Su forma de ser y de ver el mundo es muy diferente a la mía, y quizá por ello es que soy incapaz de interpretar sus perspectivas.

—Buenas noches —añado, doy media vuelta y comienzo a alejarme—. Despiértame si necesitas algo. Y siéntete como en tu casa. La heladera, el baño... lo que quieras, úsalo sin drama. No tienes que consultarme.

Antes de llegar a la sala, escucho sus pasos descalzos aproximándose por detrás, así que me detengo. Sin girarme a verla, dejo escapar un suspiro exagerado.

—¿Myre? —pronuncia mi nombre.

—¿Mm?

—Dime una cosa... —habla con cierta lentitud, tímida—. ¿T-te arrepientes de haberme invitado?

—Todavía no —admito y esbozo una sonrisa ladeada que ella no puede ver—. ¿Por qué lo preguntas?

—No quiero ser una carga... ¿Me trajiste por pura lástima?

—Para nada —aseguro con prisa—. Mira, oye. Estoy agotada y no acostumbro a ser la anfitriona de nadie. Solo necesito dormir y relajarme, ¿de acuerdo? Ha sido un día muy largo. He socializado mucho más que de costumbre, solo quiero recargar energías.

—¿Estás segura de que todo está bien?

—Sí —miento—. No te preocupes. Descansa.

Siento que su mano se posa sobre una de las mías, que está cerrada en un puño apretado. Ni siquiera había notado el gesto involuntario hasta este momento.

—Pues... si tú necesitas algo... también me puedes despertar —bosteza—. No importa la hora. Si quieres que te regrese tu cama o si te apetece conversar o... no sé, cualquier cosa. Recuerda que estoy aquí y que puedes confiar en mí. —Presiona su mano un poco más fuerte sobre la mía.

—Lo sé —contesto con cierta rudeza y sacudo mi brazo para liberarme—. Estoy bien. Las dos necesitamos descansar. Buenas noches.

Sin darle tiempo a añadir otra palabra, me marcho con prisa. Doy pasos largos y pesados rumbo al sillón y me dejo caer sentada en uno de los costados, con los ojos cerrados. Coloco una de mis palmas sobre el pecho y trato de calmar la agitación que se acrecienta en mi interior. Mi cuerpo tiembla, odio no poder controlar estos picos de ansiedad que aparecen y desaparecen ante cualquier tontería. Debo relajarme para evitar un ataque de pánico.

"Todo está bien. Todo está bien. Todo está bien", susurro para mis adentros hasta que un sonido me distrae.

Creo escuchar a Nina llorar en voz baja, todavía en el corredor. ¿Qué he hecho? La he tratado muy mal otra vez, soy una desconsiderada. ¿Cómo puedo ser una persona tan horrible? No... no fue mi intención. Yo...

Es como si decenas de voces, todas propias, hablaran adentro de mi mente, criticando mis acciones y mis discursos. Me repiten que hago las cosas mal siempre. Y ya lo sé, mierda. Ya lo sé. No hace falta que me lo repitan.

"Basta... por favor", ruego en silencio.

Una necesidad poderosa de romper algo se apodera de mí. Debo controlar los impulsos hasta que esta situación se calme. Puedo hacerlo... siempre lo hago. En el estado en el que me encuentro ni siquiera sería capaz de disculparme.

Nerviosa, me quito la blusa con torpeza y la hago un bollo que coloco en mi boca. Me apresuro a ponerme de pie otra vez para salir del apartamento y quedarme en el pequeño hall que comunica con el elevador.

Allí, muerdo la tela con fuerza para ahogar los gritos que se esfuerzan por salir. No estoy bien. Sé que esto no es normal y que cada vez me ocurre con mayor frecuencia, pero pensé que... que quizás estar de regreso en casa me haría bien. Que tener a alguien con quien pasar mis vacaciones me haría bien. Entonces, ¿por qué me siento así? ¿Es acaso el temor al cambio? ¿Un mecanismo de defensa que trata de impedir que deje a entrar a Nina en mi vida? No estoy segura, y no quiero sacar conclusiones apresuradas. Como le dije hace unos instantes, ha sido un día largo y agotador. Mañana todo estará mejor. Lo prometo...

Si en dos semanas no he vuelto a la normalidad, pediré turno con un profesional.

***

Cuatro y media de la mañana. Sigo despierta. Llevo casi dos horas recostada en el sillón, girando de un lado al otro con los ojos cerrados. Luego de tranquilizarme, fumé tres cigarrillos en el balcón y, con eso, logré sentirme lista para dormir. Mi mente, sin embargo, no quiere apagarse.

"Basta, tengo que dejar de pensar", me digo. Pero los temores se repiten, llegan y se marchan con prisa. Un tema lleva al siguiente, y al siguiente. Y al siguiente. Le doy vueltas a los mismos asuntos sin dar tregua a mi cabeza para ordenar las ideas.

¿Será que estoy incómoda? Quizá. No he sido lo suficientemente inteligente como para traerme una de mis almohadas, así que solo tengo los cojines del sillón conmigo. Y he quedado desnuda, solo en bragas. La blusa está mojada por ponerla en mi boca, abollada en el suelo, cerca de la entrada al apartamento.

Quiero dormir. Realmente deseo dormir.

—¡Aaagh! —Me quejo en voz baja—. Apágate de una vez, cerebro.

Vuelvo a ver la hora, frustrada.

¡Me rindo! Necesito una playera limpia y una almohada o seguiré en vela hasta la mañana.

Frustrada, me pongo de pie y camino con sigilo rumbo al cuarto, mi intención es no despertar a Nina. Por fortuna, desde el corredor puedo ver que ella ha dejado la lámpara de lava encendida y la puerta entreabierta. Eso facilitará mucho las cosas.

Cautelosa, me cuelo en la habitación sin hacer ruido. El espacio es amplio y alfombrado, así que las pisadas no se oyen. Mi invitada se ha recostado en el lado de la cama que yo suelo usar, junto a la ventana. Su silueta es apenas un bulto por debajo de las mantas. En el lado opuesto hay otra mesita de luz con tres cajones, y siempre dejo un cambio de ropa de emergencia allí por si acaso. Más de una vez me he despertado sudada y con la imperiosa necesidad de cambiarme antes siquiera de darme una ducha. Si hay algo que no tolero es la ropa húmeda y con mal olor.

Me agacho frente al mueble y contento un estornudo. Nina gira en la cama y eso me sobresalta. Alzo la vista hacia ella, parece que continúa dormida. Abraza una de las almohadas con fuerza y sonríe. Quizá tiene un buen sueño, la envidio. Yo sueño poco, o poco es lo que recuerdo de mis sueños. Ni siquiera las pesadillas dejan una huella al día siguiente.

"Al menos, parece relajada. Es un alivio", pienso en disculparme por mi actitud cuando se despierte.

La muchacha se gira otra vez para el lado opuesto, enredándose en las mantas como un oruga. No debe estar acostumbrada a las camas de plaza doble, porque va de un lado al otro como si el colchón fuera interminable; si sigue así, caerá.

Niego con un gesto de la cabeza. Respiro hondo y me obligo a regresar la atención a los cajones. Abro el de debajo de todo y tomo un camisón negro. No es tan cómodo como quisiera, pero servirá. Me pongo de pie otra vez y estiro un brazo para llevarme la almohada que sobra. La tomo de una punta y tiro ligeramente... pero no cede. El hombro de Nina está justo sobre el extremo opuesto, se ha apropiado de todas sin misericordia.

"Es broma, ¿no? Vamos, muévete un poquito...".

Bien, tengo dos opciones: regresar al sillón o recostarme en el extremo libre de la cama. Mientras decido, me coloco el camisón. El colchón definitivamente se ve cómodo, y es mío después de todo. A lo sumo, le daré un susto cuando ella se despierte y me vea. Ya en la mañana podremos buscar una solución mejor planeada a este problema; quizá podamos comprar un futón temporal para poner en el estudio o algo. Incluso un par de almohadas extra serían una buena idea.

Nina vuelve a girar, pero de regreso en la dirección previa. Ahora está justo en el centro del espacio. Cada vez se nota más que no está acostumbrada a esta clase de camas, mucho menos a compartirlas. Contengo la risa cuando noto que deja un pie fuera de las mantas mientras el resto de su cuerpo se enrosca y enreda más y más con cada movimiento que hace.

Por la ventana veo que el cielo comienza a aclarar apenas, poco falta para el amanecer. Si no me quedo dormida pronto, ya no podré siquiera intentarlo luego porque mi cerebro me impide descansar una vez que se entera de que ya es de día.

Resignada, me recuesto en el borde de la cama, casi fuera de ella. Permito que uno de mis brazos cuelgue por el costado y roce la alfombra con las yemas. Aunque no haya forma alguna de que pueda taparme con sábanas en estos momentos, creo que podré dormir algunas horas.

No estar sola en el cuarto se siente... bien. Apacible. Me pone un poco nerviosa compartir la cama con una extraña y, al mismo tiempo, algunos de mis miedos se diluyen.

Estar acostumbrada a la soledad y amarla son dos cosas muy diferentes. Cuando uno pasa demasiado tiempo únicamente en su propia compañía, surge el anhelo desesperado de tener a alguien más, quien sea, cerca. Antes estaba Wisp. Luego, quedé sola y me derrumbé. Ahora llegó Nina, y temo que sea un error acostumbrarme a su presencia.

Depender de la cercanía de otros está mal, lo sé. No es sano. Pero las personas somos criaturas sociales y necesitamos, aunque sea de vez en cuando, compartir el espacio con otros.

"Juro que no la estoy usando", me digo, a pesar de no saber si eso es cierto o no. Quiero hacerle caso a Richie e intentar forjar una amistad que pueda funcionar incluso en la distancia. Espero no cagarla.

Pero seguro lo haré.

Jamás he sido buena para crear y mantener lazos con otros. Sin importar cuánto lo intente. Mi personalidad de mierda aleja a las personas, ¡y con mucha razón! Yo también evitaría a toda costa estar cerca de alguien como yo.

Nina se mueve otra vez y me saca de estas cavilaciones. Como si yo fuera su almohada, coloca un brazo a mi alrededor y me atrae hacia ella.

Suelto un leve jadeo por la sorpresa y me pregunto si la he despertado, pero la respiración pausada contra mi nuca indica que no es el caso. Me quedo tiesa, paralizada a la espera de que vuelva a soltarme.

"Apágate cerebro", ruego otra vez.

Pasan algunos minutos en esta posición y comienzo a relajarme. Mis ojos se van cerrando, estoy cómoda.

Creo que no tendré pesadillas esta noche.

Hoy nos sumergimos en la mente de Myre y vemos un poco más sobre sus miedos e inseguridades. Estos choques con Nina son necesarios para que ambas puedan comenzar a entenderse mejor.

Varias cosas:

1. Todos los capítulos tienen por título una palabras + el prefijo de negación (in) o (im), para que el significado sea doble y pueda leerse de ambas formas. ¿Qué otras palabras de esta clase se les ocurren? Tengo una lista de como 50, pero me encantaría escuchar cuáles les llegan a la mente a ustedes.

2. Recuerden que tengo un grupo de lectores en Telegram, por si quieren unirse para charlar sobre la historia y recibir adelantos y sorpresas. Me lo pueden pedir por privado.

3. La historia también tiene una playlist en Spotify, me la pueden pedir en comentarios.

4. Como siempre les digo, los invito a leer alguna de mis historias ya completas mientras esperan por más capítulos de esta.

Los quiero, gracias por todo: por leer, por comentar, por recomendar, por los fanarts, por los edits, por los videos en TikTok/Reels en los que me etiquetan, etc. 😍 ¡Gracias!

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