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18. ADECUADAS


*Capítulo no recomendado para leer en público*

El pastel real está listo para ser decorado. Con cuidado, comienzo a colocarle los detalles. Esta vez, he juntado el valor para grabar el proceso completo. Quiero usarlo a modo de práctica para aprender a editar videos y poder ayudar a Myre con ello en el futuro.

Escogí una receta sencilla que me parece que podría gustarle a la mayor parte de la gente. Espero no haberme equivocado. Es de vainilla muy esponjosa con relleno de fresas acarameladas y cubierto de azúcar que he teñido de negro con colorante. Sin tiempo a comprar moldes especiales, la cociné en uno rectangular y corté luego la silueta de un micrófono. Creo que ha quedado bastante bonito.

—¿Puedo mover el bol de ensalada para poner las cervezas en el refrigerador? —pregunta Crest a mis espaldas.

—Claro. Es más, bótalo que ya tiene como tres días. Es lo que sobró.

—¿Sabes si Myrecilla ya está en camino? —consulta Richie mientras configura su consola de videojuegos en el televisor de la sala.

—A ver... —reviso mi teléfono con cuidado de no mancharlo demasiado—. No me ha dicho nada, pero quién sabe. Quizá se aparece en cualquier momento.

Decidimos montarle una pequeña fiesta de cumpleaños sorpresa. Somos solo nosotros tres, y tenemos que ponerle fin a la celebración antes de medianoche porque mañana estaremos ocupados. Pero no queríamos dejar pasar la oportunidad.

De fondo suena una playlist compartida que hemos creado para ambas cuando tenemos que hacer algún viaje en coche. Todavía no tuvimos la oportunidad, pero sé que en unos días nos tocará vivir esa experiencia. Ha sido complicado gestarla porque yo escucho muy poco, más allá de a Myre misma. Y ella odia escucharse.

Una vez que acabo de decorar el pastel, lo hago a un lado y limpio la cocina. Quiero dejar el apartamento tan ordenado como sea posible esta noche para no tener que lidiar con ello cuando regresemos de las tareas de mañana. Pronto vamos a instalar un lavavajillas automático, que buena falta hace ahora que estoy yo para cocinar.

Es curioso como, en algunos aspectos, Myre vive de forma extravagante y lujosa pero, en otros, es sumamente humilde y desinteresada. El hecho de que sus alacenas estén plagadas de ramen instantáneo dice mucho de su pasado. Y de su vagancia.

—¡Aquí está! —aviso cuando creo oír el elevador aproximándose.

Crest y Richie se esconden, el primero se mete al corredor y el segundo se agacha detrás del sillón y apaga el televisor con el mando. ¡Ay! Qué nervios.

La puerta se abre y la silueta de mi ídola toma forma en el umbral, a contraluz. Se quita las botas en la entrada y alza la mirada en mi dirección con una sonrisa agotada.

—Huele bien —sonríe.

—¿Qué tal la cena?

—Meh. Es casi una obligación, pero podría haber sido peor —se encoge de hombros—. ¿Cenaste?

—Pedimos comida china hace un rato —digo y maldigo en silencio por haber hablado en plural tan pronto.

—¿Mmm?

—¡Feliz cumpleaños! —Richie y Crest se dejan ver y comienzan a reír—. Vinimos a saludarte.

—Y preparé un pastel de verdad —añado.

—Yo traje cerveza —aclara el sonidista.

—Y ya conecté mi consola para que juguemos alguna tontería —añade el manager.

Myre abre la boca y vuelve a cerrarla sin decir nada. Ladea la cabeza, respira hondo y suelta el aire con lentitud. Creo que trata de contener sus emociones para no llorar. Me abraza en un gesto cariñoso y repentino, enterrando su cabeza entre mi pelo.

—Recién llegas y ya me desbaratas la vida —susurra—. ¿A ti te parece? Hace años que no festejo mi cumpleaños.

—Pues ya era hora de que alguien lo hiciera por ti —respondo.

Luego, ella se separa y va a agradecer la visita a los demás.

La pequeña reunión dura apenas un par de horas, pero creo que todos las disfrutamos mucho porque estamos agotados y estresados, así que el ambiente distendido nos hace bien para relajar los hombros y alejar las obligaciones por un rato.

El pastel es un éxito y Crest se lleva lo que sobra a su hogar. Él es el único que bebe cerveza esta noche. En cuanto a obsequios, Myre recibe un pequeño dije de mi parte, una gift card para un estudio de tatuajes y, de parte de Richie, su regalo preferido: un vale para tomarse un día libre cuando lo necesite, con la condición de que avise al menos dos días antes para que él pueda hacer llamados y reacomodar la agenda.

Cuando los demás se marchan y el silencio reina nuevamente en el apartamento, Myre va a darse una ducha veloz mientras yo ordeno y limpio un poco la sala. Me habría gustado darme una baño con ella, pero tengo mis motivos para no acompañarla. Le digo que es porque no me siento del todo bien y ella parece aceptar mi pretexto.

Acabo con el aseo y voy al ropero. Allí, busco la pequeña bolsa que compré hace unos días cuando fui a buscar paquetes al P.O. Box del correo. ¿Quién hubiera dicho que juntaría el valor para regresar sola a Amante Latino?

"¿Qué demonios estoy haciendo?", me avergüenzo y me cambio. Compré un babydoll en rosa pálido que deja poco a la imaginación, pero que cubre mi estómago. El modelo me lo recomendó Sofía y debo admitir que ha atinado a lo más acertado para mi silueta. "¿Le gustará a Vanesa?" dudo, temerosa. Espero no hacer el ridículo.

Me observo al espejo de cuerpo completo y retoco un poco el maquillaje. Me genera mucho pudor verme tan expuesta, con las piernas completamente visibles y las marcas de sobrepeso que asoman en el espacio entre la tela y mis axilas. Pero, dentro de todo, no se ve tan horrendo como temía. Con luces tenues o apagadas creo que se verá mejor.

Como detalle final, pego con cinta adhesiva un pequeño moño en el centro, por debajo del pecho, donde se encuentra el velcro que mantiene toda la parte superior en su sitio. Mis manos tiemblan un poco.

Tímida, me coloco una bata oscura por encima y la cierro bien en el centro. Luego, me voy a sentar al sillón con el teléfono en las manos para guardar por Myre. Técnicamente hablando, la medianoche ya quedó atrás y, por lo tanto, también su cumpleaños. Pero no importa, dudo que a ella le moleste que la última parte de su obsequio llegue con unos minutos de retraso.

Maldición, estoy agotada. Me levanté muy temprano y no he parado de hacer cosas en todo el día. Necesito dormir aunque no quiera. Seguramente nos quedaremos despiertas hasta la una o las dos, y descansaremos por unas cinco horas antes de comenzar con la próxima jornada laboral. Al menos, mañana es un día de preparativos más que nada. Nos tocará ir a la peluquería, la manicura y demás para que ella pueda verse bien en las tareas del resto de la semana. También nos tocará armar maletas y alistarnos porque pasaremos un par de días fuera de Miami.

En eso, escucho que la puerta del baño se abre y me tenso por un instante, colmada de inseguridades. ¿Y si le causa gracia verme vestida así? ¿Y si solo desea acostarse a dormir? ¿Estoy haciendo el ridículo?

"Cálmate, Nina", me reprendo. "Nueva vida, nueva Nina. Vamos".

Oigo sus pisadas que se aproximan y me pongo de pie.

—¡Ey! No esperaba que siguieras despierta —dice ella.

Va solo con bragas puestas, nada más. Asomada en el umbral que conecta la sala con el corredor, se ve increíble. Sin maquillaje y con el cabello húmedo. Sin esforzarse por ser bonita. Jamás podré compararme con su belleza y, aunque quisiera evitarlo, soy incapaz de dejar de observarla de arriba a abajo como hipnotizada por su cuerpo.

—Es que... me... me falta darte tu último ob-obsequio —titubeo y camino hacia ella con las manos en la espalda para que no note cuánto me tiemblan—. Si no estás muy cansada, claro.

—Mmm... eso depende de qué sea que vas a darme. —Da algunos pasos en mi dirección mientras se relame, traviesa.

—Creo q-que ya intuyes —suelto una risilla tímida y me detengo justo frente a ella.

—¿Me permites quitar el envoltorio? —Myre clava sus ojos en los míos.

Asiento con un movimiento de mi cabeza y, sosteniéndonos la mirada, ella deshace el nudo de la bata y la hace caer desde mis hombros hasta el suelo.

No dice nada por algunos instantes. Con cuidado, analiza el escote y la transparencia de mis prendas. Yo coloco mis brazos alrededor de su cuello y ella me sostiene por los lados del cuerpo, bajando lentamente hasta mis caderas.

—¿T-te gusta? —murmuro.

—Me encanta, pero no he terminado de quitar el envoltorio —bromea—. La mejor parte del obsequio está todavía cubierta. Demonios, ¿de dónde sacaste esto? Te queda como para modelaje de lencería sexy de revista. Parece hecho para ti.

—Sofía me ayudó a escogerlo —desvío la mirada.

—Es muy tú, no sé cómo explicarlo —Myre no deja de observarme.

—Pues... feliz cumpleaños.

—Gracias. —Toma mi rostro entre sus manos y me besa. Apenas nota que yo correspondo, baja los brazos nuevamente hasta alcanzar mi trasero. Se aferra con fuerza y me hace dar un respingo—. ¿Dónde debería terminar de quitar el envoltorio?

—Donde tú quieras, este es tu obsequio. Puedes disfrutarlo como más te plazca.

—No me tientes, porque tengo demasiadas fantasías pendientes que me causan curiosidad y que no creo quisieras ayudarme a concretar —desafía.

—¿Cómo cuál? —Me muerdo el labio inferior.

—Dejemos eso para otra noche con más tiempo y durante vacaciones —bromea—. Aunque...

Myre me sujeta por un brazo de repente y me arrastra hacia el cuarto, ansiosa. Allí, me empuja directo sobre la cama y se acomoda sobre mí, a oscuras. Es veloz, ansiosa. Coloca sus labios sobre los míos para besarme con urgencia; me sorprende un poco, pero me encanta. Adoro sentir los piercings de su labio contra los míos y el modo en el que nuestras lenguas se mueven al compás. Con una mano juega con mi seno izquierdo, la otra baja hasta acomodarse entre mis piernas, rozando con suavidad por encima de las bragas.

Yo recorro su silueta por los lados, desde el torso hasta las caderas una y otra vez. No me hallo en la posición ideal para ir más allá de eso. Mis piernas se van separando poco a poco en un acto reflejo a medida que la tentación y el deseo cobran fuerza.

—Oye, Nina —susurra ella contra mi boca—. Quiero hacerte una pregunta, pero necesito que seas sincera porque no quiero hacerte daño, ¿de acuerdo?

—Okey...

—Me has comentado que tuviste malas experiencias con tu ex, pero... ¿te atreverías a que me ponga el arnés? Es que ya sabes... me encantan las chicas, pero a veces también me gusta sentir algo más... parecido a un pene también.

Asiento, apenada, mientras trato de recordar exactamente a qué cosa se refiere. Por lo que dice, solo puede ser ese dildo doble púrpura que compró y que va hacia ambos lados para que pues... ambas tengamos un extremo dentro y disfrutemos. Me asusta un poco la idea porque, como bien ha dicho ella, mis recuerdos con Jonathan son espantosos. Pero confío en Myre, en Vanesa, y sé que esta vez será distinto.

—¿Segura? —insiste.

—Claro. Estoy dispuesta a intentarlo —le acaricio las mejillas— Por ti, probaré lo que sea.

—Bueno, pero si no te agrada me pides que pare, ¿es un trato?

—Lo es.

Ella se levanta y va al pequeño armario del cuarto, en donde guarda objetos importantes en lugar de ropa. De allí, toma la caja blanca que contiene el juguete y lo quita del envoltorio. Desde mi posición, puedo ver cómo ella se deshace de sus bragas y luego se coloca el arnés, que tiene forma de ropa interior negra con un hoyo en el centro. Luego vuelve a subirse a la cama con el resto del dildo en su mano.

—¿Lubricante? —pregunta y vuelve a tocarme—. Mmm... no, estás empapada. Y yo también —admite.

—¿Lo dudabas?

—No —ríe—. Ahora, mi preciosa secretaria sexy, coloca la almohada más alta debajo de tu espalda, como a la altura de las caderas, así estaremos más cómoda.

—Okey —obedezco y comienzo a quitarme la lencería.

—No —me detiene—. Déjatelo puesto, que se te ve increíble.

—Pero... —vuelvo a acomodarme, con la espalda contra el colchón y las piernas ligeramente abiertas.

—Pero nada. —Myre deja el juguete a un lado y me quita las bragas—. Esto es lo único que tiene que irse.

Ella me observa y se relame, esto siempre me hace sentir expuesta y me inhibe, aunque creo que en cada noche que pasamos juntas me acostumbro un poco más. Siempre he sido muy pudorosa en cuanto a la cantidad de piel que muestro, y hallarme así de vulnerable es... un gran cambio.

—Pensé que me quitarías el envoltorio —bromeo.

—Todo a su debido tiempo, preciosa. Y ahora... —Pone una pierna sobre el colchón para separar ambas y poder introducirse el juguete. Suelta un jadeo apenas entra en ella y poco después escucho un click cuando el centro alcanza el hoyo y queda prácticamente trabado—. Espero que estés lista.

—¿Para ti? Siempre —Echo la cabeza hacia atrás y respiro hondo. Mentiría si dijera que no tengo un poco de miedo.

—Perfecto. —Trepa a la cama y se acomoda entre mis piernas. Acaricia mis muslos con sus manos hasta alcanzar el centro, donde masajea un poco con suavidad, como tratando de relajarme—. Aquí voy.

Se posiciona de forma tal que puedo sentir la punta del juguete contra mi entrada. Sin darme cuenta, contengo la respiración cuando siento que empuja para penetrarme. Definitivamente se siente diferente a Jonathan. Es otro tamaño, otra textura. Me agrada más, tal vez porque sé que es Myre quien se haya al otro lado.

Ella jadea, entra tanto como puede y luego comienza a salir. Son embestidas suaves y cautelosas.

—¿Qué tal? —pregunta.

—Bien —admito y vuelvo a respirar—. Me gusta.

—Qué alivio, porque esto es el paraíso —ríe—. Mierda, siempre quise probar algo así y... ahhh, voy a enloquecer.

Continúa moviéndose con delicadeza por algunos segundos antes de aumentar el ritmo. Se deja caer un poco más sobre mí; hace a un lado la tela de mi lencería y se aferra a mis pechos desnudos, colocando todo su peso allí. Como ella es liviana, la sensación me fascina.

Jamás creí que algo como esto podría excitarme y, sin embargo, no puedo dejar de gemir. La combinación entre el juguete y su agarre me hacen perder la cordura.

Por instinto, también estiro los brazos en su dirección para sostener sus pequeños senos, los masajeo con torpeza e intento mover un poco mi cadera a buen ritmo para que ambas nos sintamos mejor.

—Mierda, Nina —maldice ella entre quejidos de placer—. Mierda.

Yo ya no puedo hablar, solo gemir. Una parte de mi odia que esto se sienta tan rico porque sé que prefiero el contacto piel a piel sin juguetes de por medio. Otra para de mí acepta que, de vez en cuando, una noche de esta clase es una buena idea porque nos permite explorar cosas que normalmente no podríamos.

—Ay, ay... —exclamo. Mi cuerpo se esfuerza por separar más las piernas, pero no soy lo suficientemente flexible como para ello. Quiero más, sé que estoy al límite y solo deseo perder el poco control que me queda.

—Nina... ufff —ella se mueve con más insistencia, veloz y profundo.

—Ay —repito. Me arde y me encanta a la vez. No quiero que se detenga, a pesar de que sé que esto me dejará un tanto dolorida en la mañana—. M-más.

Ella sacude sus caderas con prisa, ya no sé dónde acaban sus gemidos y dónde comienzan los míos. Ambas estamos al límite, lo sabemos. Es solo cuestión de instantes para que...

Una embestida sumamente fuerte me toma por sorpresa y dispara un shock eléctrico en mi interior. Grito de placer y siento cómo mis músculos comienzan a relajarse poco después. Estoy aturdida por la ferocidad de mi alarido, pero luego noto que Myre también se detiene y comprendo que lo que ha ocurrido es que exclamamos al mismo tiempo.

Nos observamos, sonrientes y sudorosas, por varios instantes. Luego, ella se baja de mí hacia el costado y se quita el arnés, agitada. La transpiración resbala por su rostro.

—Eso ha... —comienzo.

—Lo sé —acaba por mí, no necesitamos más palabras para entender lo que sentimos—. No te muevas.

—O-okey...

Con cierta torpeza, Myre vuelve a acomodarse encima de mí, ahora con su trasero cerca de mi rostro y su boca casi entre mis piernas.

—Límpiame —ordena. No lo dice como una sugerencia o una invitación. Y, a decir verdad, me encanta cuando ella toma el control de esta forma. Antes de que pueda responderle, entierra su boca en mí y comienza a lamer.

Yo hago lo mismo. Sostengo su cuerpo y lo atraigo hacia mí. Está empapada, voy a asegurarme de asearla por completo con mi lengua. Es parte de su obsequio.

Daría lo que fuera por detener esta noche en el tiempo. Por hallar la seguridad de que no será la última vez. Me encantaría tener con ella un lazo con nombre, una relación de verdad. Pero sé que no es lo que busca en estos momentos de su vida y estoy dispuesta a conformarme con las migajas de amor que me arroje.

"Quizás algún día...", pienso, esperanzada. 

Feliz cumpleaños a Myre 🥵

El capítulo 18 acabó siendo el +18 por casualidad xD

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