Capítulo 7
A los días de hablar con Jeff sobre el apartamento y preguntar al dueño sobre precio, normas y todo lo que necesitábamos saber, vamos juntos a darle la buena noticia. Estoy segura de que Theo se va a alegrar millones de saber que vamos a ser vecinos.
Me ha sorprendido gratamente Jeff. Ha querido venir y ser partícipe de esta noticia. A veces ha venido a cenas o algunas fiestas, siempre que no tuviera trabajo. Al principio, estaba muy tenso y a la defensiva. Saltaba por cada cosa que Theo o Eli decían, no obstante, a medida que ha pasado el tiempo ha conseguido relajarse y disfrutar un poco más. Como el agua del río que se desborda en la tormenta, parece que ahora vuelve a su cauce. Y es lo más deseo, aunque claro que, si al final no quieren saber nada del uno del otro, no les voy a obligar.
—Tengo que confesarte algo.
—¿Debo repatear tu culo?
—Oye, ¿desde cuándo eres tan agresiva?
Levanto los hombros restándole importancia, a lo que él responde con una gran carcajada que hace que todos los que pasan por nuestro alrededor se queden mirándonos. Tiro de su mano para seguir nuestro camino y me cuente que debe confesar.
—Nunca he ido a una boda.
—¿Y te preocupa?
—Sinceramente me da igual a una boda y no saber qué hacer. El problema es que es la boda de Theo y no quiero hacer el ridículo porque si no tu amigo me lo va a estar recordando hasta que me muerda. Es algo que quiero evitar.
—Es fácil la solución, no te alejes de mí y no harás nada que no quieras que te recuerden.
—Me gusta la solución, ¿también puede haber una excursión al baño y darlo todo?
Choco aposta contra él y éste se ríe, pegándome a él y pasando su brazo tras mis hombros.
—Era broma, aunque no estoy cerrado a nada. Tú ya sabes...
—Ya sé que eres capaz de eso y más.
—¿Y tú no?
Me mira pícaro y la acompaña con un azote juguetón antes de llamar el timbre. Nos abren y subiendo las escaleras le voy pellizcando el culo. Debo vengarme por ese azote que ha visto cierta mujer y que casi sale corriendo de lo escandalizada que estaba. Nada más llegar, Theo y Eli nos esperan con la puerta abierta, siempre tan radiantes y con esa felicidad que embadurna a cualquier persona que esté a su alrededor. Es fantástico. Incluso le he visto una media sonrisa a Jeff cuando les ha visto y eso me llena de alegría. No descarto la posibilidad de que terminen siendo amigos.
—¿Qué os trae por aquí?
—Hemos venido a daros una noticia.
—¿Qué noticia?, ¡no me digas que estás embarazada! —dice Theo alternando su mirada con la de nosotros.
Jeff le mira con una ceja alzada y yo estallo en carcajadas. A Eli se le pega la risa y decidimos irnos a la cocina a preparar algo para merendar y dejar a los dos solos.
—¿Y esa sonrisa?, ¿ha acertado Theo?
—No, no ha estado atinado esta vez.
—¿Y?
—Vais a tener vecinos nuevos.
—¡No me digas!, ¿ha aceptado?
—Sí, el mismo día que le conté, me dijo de venirnos a vivir y ya hemos hablado con el dueño... —Hago como si contara con los dedos para dar misterio al asunto y Eli me zarandea divertida pidiéndome que se lo diga ya—. Dentro de dos meses estaremos viviendo aquí.
—¡Eso es fantástico! Vosotros seréis los que nos cuidaréis casa, ¿a qué sí?
—Pero para eso todavía queda, mujer.
—Bueno...
—¿Cómo que bueno?
—Theo y yo hemos decidido casarnos el mes que viene. Íbamos a entregaros mañana el tarjetón de la boda y a avisaros de que la semana que viene es la despedida conjunta.
Lo dice tan del tirón que me cuesta pillar toda la información de golpe y ella parece aliviada después de haberlo dicho todo.
—¿Y eso?, ¿por qué todo tan repentino?
—El otro día, por casualidad, encontramos un tour por el mundo. Son dos meses y medio y estaba muy bien de precio. Justo terminaba la promoción el otro día y decidimos adelantarlo todo porque el viaje comienza a la mañana siguiente de la boda. Sé que es una locura y que nos hemos dejado llevar muchísimo, pero nos enamoró.
—Sois unos malditos locos, ¿y cómo vais a organizar toda la boda en menos de dos meses?
—No lo sé, pero tiene que salir sí o sí. No hay más opción.
Seguimos hablando hasta que escuchamos las carcajadas de Theo y de Jeff. Ambas, sorprendidas, cotilleamos asomándonos por la puerta sin intención de que nos vean. Me acabo de quedar estupefacta. ¿Es real lo que mis ojos están viendo?
—Te juro que nunca pensé que esto pasaría. Me he quedado muerta —dice susurrando en mi oído.
Les hacemos una foto que será guardada para la prosperidad. Volvemos a sentarnos y me enseña todo lo que tienen hasta ahora. Necesitan ayuda y, aunque no me la pidan, yo los voy a ayudar.
—Déjame que prepare la despedida, tenéis mucho trabajo solo con la boda para que os paréis a pensar en lo demás.
—Tú estás trabajando y ahora con la mudanza...
—¿Y qué más da? Voy a turnos, cuando vaya por la mañana, lo haré por la tarde y a la inversa. Además, una despedida no es tan complicada. Déjalo en mis manos, confía en mí.
—Si en ti confío. Eres una hermana para nosotros, alguien importante y que siempre ha estado a nuestro lado.
Me coge de las manos y tira de mí hasta abrazarme. Siento su respiración entrecortada y la distancio de mí para verla. ¿Por qué llora? Limpio sus lágrimas y ella hace el intento de reír.
—Por suerte o por desgracia, nunca he tenido a alguien así, una amiga, una hermana con la que compartir todo esto y que se entregue de esta manera, en este caso, a nosotros. Me emociona saber que tenemos a personas que nos aman con locura.
—Llámalo suerte. Todo pasa por alguna razón y mírate, tienes un chico maravilloso, una amiga para toda la vida y dentro de nada os veo formando vuestra pequeña familia.
—Serás su tía favorita, ya lo verás.
—Pues claro, ¿quién crees que mimará al pequeño o a la pequeña? ¡Pues yo!
Intento animarla, aunque sé que es todo causa del estrés y de las emociones que están a flor de piel.
Después de acordar que nosotros prepararíamos la despedida conjunta de la pareja, al salir del trabajo Jeff y yo íbamos en busca de información sobre los diferentes lugares dónde podríamos ir. Se nos ocurrían muchas ideas, pero queríamos que fuera divertido, sobre todo pare ellos. Después de patalear durante días, a Jeff se le encendió la bombilla. Podría asegurar que vi chispas alrededor de su cabeza, pero no se lo dije, puesto que no quería que me dejase con la intriga. Él es capaz y yo no aguanto tanto tiempo sin saber la gran idea que se le había ocurrido. Una despedida en un parque de atracciones que termina en la playa con sorpresa incluida.
https://youtu.be/xOm2fLucQ9g
—¡Les va a encantar! —digo mientras termino de ponerme el bikini.
—Lo sé y tendrás que recompensarme.
—¿Por pensar?
Pone los ojos en blanco y se echa de nuevo en la cama. Me abalanzo sobre él y le beso. No pierde el tiempo y sus manos rápidamente se pierden por dentro de la braga del bikini. Aprieta mis nalgas hasta descender a mi intimidad, la cual acaricia con su dedo. Es imposible no caer en su tentación. Nada más rozarme, susurrarme o mirarme, hace que mi cuerpo reaccione y quiera todo de él.
—No llegaremos a tiempo —digo, mordiendo su cuello.
Mueve su dedo ligero buscando más humedad. No tarda en encontrarla e introducir varios dedos en mi interior. Muerdo ahora sus labios hasta comérmelos deseosa de más. Me siento sobre su regazo y él aparta la parte de arriba del bikini para juguetear con mis pechos y saborearlos como le gusta. Me muevo sobre su miembro ya erecto bajo el bañador y araño su pecho descubierto. Gruñe al tiempo que desliza sus manos hasta desabrochar de los lados la parte baja del bikini. De nuevo desnuda y entera para él, como cada noche que hacemos el amor hasta saciarnos. Deslizo su bañador hacia abajo y jugueteo lento y suave con su miembro. Con sus manos me empuja hacia él para unirnos en uno, pero me detengo para seguir jugueteando. Termino comiéndomelo, saboreando cada parte de él, de su cuerpo desnudo hasta llegar de nuevo a sus labios que devoro sin piedad y él se hunde en mi interior, provocando un sinfín de sensaciones que nos enloquecen a ambos. Lo cabalgo lento, rápido, en círculos hasta que él decide apoderarse de mi cuerpo y encarcelarme entre sus brazos, besándome, mordiendo el pómulo de mi oreja, mi cuello. Le pego a mí y nos dejamos llevar, sintiendo cada oleada de placer, cada orgasmo, cada roce de nuestros cuerpos, cada latido de nuestros corazones bombardear y gritar a los cuatro vientos cuanto nos deseamos y amamos.
Terminamos dándonos una ducha rápida de agua fría antes de ir a por Theo y Eli. Deshago su pelo y él me atrapa entre sus brazos y besa mi cuello juguetón. Mi piel se eriza de nuevo y él la acaricia, impregnándome de él.
—Te quiero, Marilyn.
—Y yo, mi amor.
Nos fundimos en un abrazo lleno de cariño y un beso gnomo que tanto me gusta. Sin soltarnos bajamos al coche. Jeff se ha comprometido a no beber hasta que no lleguemos a la playa, así que él será nuestro taxista.
Cuando llegamos a su casa, le hago una llama cuelga y bajan rapidísimos. Están emocionados. Suben y enseguida siento sus labios en mis mejillas, uno a cada lado. Theo choca su puño con el de Jeff y Eli le da un beso, también, en la mejilla.
—¿Preparados? —dice mi conductor favorito.
—¡Sí! —gritamos al unísono.
Les digo que queda totalmente prohibido hablar de todo lo que queda pendiente por hacer de la boda y que hoy es solamente para disfrutar. Ellos aceptan mi norma y Jeff sube el volumen para que Theo y yo hagamos nuestra famosa actuación cantando "Natural" de Imagine Dragons. Eli nos ánima con palmas y bailando, Jeff se ríe y mueve sus dedos al son de la música mientras conduce sin dejar de mirar la carretera.
Al llegar, vemos al grupo de amigos al que invitamos hace escasamente unos días. No sabríamos si todos podrían venir, pero ¿cómo decir que no a Theo y Eli que son un amor de personas?
Jeff y yo bajamos dos bolsas. En ellas están todas las camisetas que pedimos que nos hicieran. Las entregamos y luego, Jeff me deja hacer los honores de la entrega de bandas a los novios.
"Me caso con una loca", "Me caso con un payaso". Esas fueron las bandas que Jeff eligió para ellos. No sé si quise llorar o reír cuando las vi, pero, al fin y al cabo, esto es un día para disfrutar y reír, así que fueron las acertadas. Hasta ellos se han reído al verlas.
Entregamos también los tickets y las pulseras VIP. Cada uno ha pareja ha pagado veinte euros y ha aportado su granito de arena para que esta despedida salga adelante. Además, Theo y Eli nos dieron dinero para pagar gran parte de esto. Hemos buscado lo económico, así que les ha salido por un bonito precio.
Juntos subimos a todas las atracciones. A Algunas me da miedo, dan demasiadas vueltas y yo tiendo a marearme. No quisiera amargarles la fiesta, teniendo que ir al baño a sacar hasta las papillas.
—Venga sube, conmigo no te vas a marear.
Niego.
—Mejor me espero aquí, os hago fotos.
—Amor, no pasará nada. Vamos.
Mientras me lo va diciendo, me va arrastrando hasta que ya no puedo negarme. Respiro profundamente y él me coge de la mano. La aprieta e intenta reconfortarme.
—Piensa que no te vas a marear. Mírame.
Lo hago.
—No estás sola, piensa que todas esas vueltas son las que yo te doy mientras...
—¡Jeff!
La atracción comienza a moverse y cierro los ojos no queriendo ver nada, pero Jeff insiste una vez más en que los abra. Voy a morir, pienso mientras esto se zarandea y nos da mil y una vuelta. Jeff se ríe y disfruta como un niño pequeño y yo no puedo estar más tensa. Respiro aliviada una vez se para y bajo. Theo me coge del brazo y se ríe moviendo la cabeza de un lado hacia otro.
—¿Por qué no la acompañas a que se lave la cara? —le dice a Eli.
—Vamos, lo necesitamos ambas. No estamos echas para estas salvajadas.
—Blandengues —dice Jeff, riendo junto a Theo.
Le ignoramos y vamos al baño. Eli también está medio mareada. No quiere perderse nada, aunque arriesgue subiendo a atracciones que pueden con nosotras.
—No pienso subir a nada más que dé vueltas. Mis mayores enemigas.
—Será lo mejor —dice mojándose todo el pelo—. Así mucho mejor, mójate.
—Para eso nos subimos a la atracción del agua.
—¿Y a qué esperamos?
Ambas salimos sin tomar en cuenta al par de dos que nos esperaban en la puerta. Les escuchamos susurrar mientras nos siguen. Hemos perdido al grupo, así que vamos a elegir dónde subir sin importarnos lo que digan pelé y melé.
El muchacho que mira los tickets y las pulseras, nos avisa de que terminaremos muy mojados y que sería mejor dejar las mochilas en las taquillas. Es algo caro, pero tampoco queremos que se mojen las carteras, los móviles y todo lo que llevamos dentro. Una vez guardado, nos deja subir a la barca de cuatro personas. Nosotras nos sentamos juntas delante y ellos detrás. Comienzan a hacernos la broma y les hacemos caras graciosas a los que ellos también se suman. Jeff termina echándome hacia atrás y Theo aprovecha para ponerse al lado de su novia.
—¡Malvados! —grita graciosa Eli—. Yo quería estar con mi pequeña.
Quiero abrazarla, pero todavía sigo prisionera de Jeff. Estiro mi brazo y ella choca su mano con la mía.
—Yo también te quiero —digo con una sonrisa—, a ti menos, eres malo conmigo.
—Voy a ser muy malo contigo, ya verás.
Besa mis labios rápido, para sentarme bien a su lado al notar como comenzamos a movernos. Cuando caemos sobre las cascadas, el agua nos cae como cantaros y me encanta. Está fría y alivia ese ligero mareo que tenía.
Les pedimos repetir y de nuevo subimos en la próxima ronda. Gritamos, reímos y lo gozamos a lo grande. Somos niños en cuerpo de adultos, que le vamos a hacer.
Después de subir a casi todas las atracciones, reencontrarnos con el grupo y comer e ir a todos los espectáculos que hacían, es hora de llegar a nuestro destino final, la playa. Esta vez, les vendamos los ojos para que no sepan dónde van. Va a ser sorpresa porque no vamos a dejar que vean, sientan y oigan nada hasta que no llegue el momento. Antes de bajar al coche una vez llegamos, les ponemos unas orejeras para que no escuchen nada y, entre los chicos cogen a Theo y, las chicas, cogemos a Eli, que no es que pese demasiado.
El trayecto es un poquito largo hasta la playa, pero lo conseguimos. Los sentamos en unas sillas y ponemos unos taburetes en sus pies para que no toquen la arena. No saben dónde están, no dejan de preguntarlo y Eli comienza a acalorarse porque no quería bromas como la del estriptis.
—Es la hora.
Jeff y yo les quitamos la venda, al son del primer estruendo que se escucha. Nos abrazamos y disfrutamos igual o más que ellos al ver el castillo de fuegos artificiales que hemos organizado para despedirnos de este gran día. Es bonito verlo mientras ves su reflejo en el mar, como nos alumbra y crea un ambiente romántico e idóneo para la ocasión.
Existen momentos en que no son necesarias las palabras para decirle te quiero; porque con solo mirarse a los ojos, lo sabe; porque al sonreírse, se lo transmite; porque al besarle, tocarle, siente lo que dice mi corazón; porque al estar con él, apoyarle y respetarle, se lo demuestro.
¡Mil gracias a todos los que seguís aquí! Sé que me he demorado mucho en subir, pero los exámenes son importantes ^^'
Espero poder seguir escribiendo más a menudo y subiros capítulo como lo hacía.
Un fuerte abrazo y gracias de todo corazón. ¡Se os quiere!
Este capítulo va dedicado a todos los que me dais vuestro apoyo de manera incondicional <3
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro