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Capítulo 5

    No sé si he hecho bien aceptando la propuesta de Jeff, pero siempre me dejo llevar por los impulsos alocados de mi corazón. Él me llama muchísimo la atención, me atrae, me hace suspirar con cada sonrisa, me hace temblar cada vez que le tengo cerca… Una persona no puede evitar sentir por alguien; nosotros ahí no mandamos. Ojalá poder decir no a todos esos gilipollas que desvalorizan a las mujeres y con los que lastimosamente me he topado alguna que otra vez. Sin embargo, con las cosas del corazón no se manda y es una gran putada.

    Creo que el no tener clases los viernes no es demasiada buena idea, puesto que mi cabeza reflexiona más de lo previsto y no tengo a nadie para contarle mis ralladas monumentales… ¡ni que fuera una adolescente!

¿Y si llamo a Theo?

    Quedo con él en la misma cafetería de siempre. Parece que es nuestro lugar de encuentro habitual. Le he dicho que no me importa que venga su novia. Me cayó bien el día que nos presentó, aunque esta vez, por lo que veo, viene solo.

    Sonríe al verme y le hace un gesto a la camarera para que se acerque.

    —¿Lo mismo de siempre? —pregunta.

    —Yo quiero un chocolate —digo, adelantándome.

    —Que sean dos. Hoy será una charla dulce entre amigos.

    Reímos leyéndonos el pensamiento. Sabe perfectamente de lo que quiero hablar y se suma al vagón dulzón para no comenzar una disputa que no va a llegar a nada, porque al final voy a terminar haciendo lo que me dé la gana y sabe que no conseguirá nada más que un cabreo innecesario.  

    —Cuéntame tus penas, te escucho.

    —Prométeme que vas a opinar de una manera objetiva, aunque no sea de tu agrado…

    —¿Y sino?

    —Pues esta charla se irá directamente a la m…

    —Dime lo que quieras —me interrumpe—, prometo no mezclar mis opiniones personales.

    Levanta la mano en forma de juramento para luego ponerse vizco y sacar la lengua.

    —Ya se porque Eli no se aburre contigo.

    —Porque soy jodidamente irresistible y sexy. Este cuerpo es único y exclusivo.

    —¿Ahora te vendes?

    —Solo por el amor de mi vida.

    Nos traen los chocolates e inconscientemente, ambos, ponemos las manos alrededor. Estamos muy compenetrados, cualquiera que no sepa que somos amigos nos confundiría como pareja.

    —Theo, ja sé que no te gusta Jeff y no te voy a obligar a ser su amigo ni nada de esos, pero me gustaría que me aconsejaras. Hoy tengo una cita con él y estoy muy nerviosa. Hace mucho que no tenía nada con nadie después de mi último encuentro con un chico…

    —¿Has tenido muchos novios antes?

    Cotilla.

    —Creo que no puedo decir que fueran novios. El primero duró dos meses y el segundo seis. El primero se cansó de aparentar que solo quería echar un polvo y el segundo nunca tenía suficiente, tanto que se buscó a otra más a la que amarrar a la cama. Me fue infiel casi en toda la “relación”. Tengo tendencia a enamorarme de los chicos malos y no quiero que me vuelva a ocurrir con él. Siento que él no es como ellos.

    —Pienso que debes intentarlo sino siempre vas a estar con la duda del qué habría pasado. Además, no te debe importar si a mi me cae mal o bien, puedo equivocarme, tal vez, no sea tan gilipollas como parece. No todas las personas podemos llevarnos bien, sino sería aburrido ¿no crees?

    —Si él no fuera como los demás y te demostrara que es una persona coherente y sin maldad, ¿lo aceptarías?

    —Debería tenerlo muy claro para hacerlo. E insisto, lo que yo piense no te debe importar.

    —Valoro la amistad por encima de todo y no quiero perder a alguien a la que quiero tanto en tan poco tiempo. Los amigos son la familia que se escoge y yo he encontrado una maravillosa.

    —Lo sé, soy tu amigo y, por eso, te animo a salir con él. Conócelo, ve despacio y no tengas miedo. No todos los hombres somos un sapo verde con verrugas, bigotes y mellados.

    —¿Qué clase de sapo es ese?

    —El que me imagino yo cuando veo a algún idiota.

    —¡Estás mal de la chola!

    Seguimos hablando durante toda la mañana. Eli aparece a las horas de estar allí y se une rápidamente a la conversación sin sentido que estamos teniendo sobre los sapos verdes. Ambas nos reímos de él y terminamos liándolo de tal manera que acaba aceptando que el sapo es rosa, con cola verde, orejas de burro y lleva una corona de princesa.

    Es la conversación más estúpida que he tenido nunca, pero me he reído lo que no está escrito. Estamos para que nos encierren en un psiquiátrico.

    La chica de la cafetería nos echa educadamente, ya que son las dos y necesita tenerlo todo listo para poder abrir a la tarde. Eli me invita a comer a su casa, a lo que me uno encantada. Vive con sus padres. Estos están de viaje y no ha podido presentármelos, aun así, me ha enseñado toda la casa mientras Theo se rasca un poco las pelotas en el sofá.

    —¿Siempre es así?

    —Desde el día que le conocí. Es muy gracioso. La alegría de vivir. Tú le ves ahí sin hacer nada, pero si te das cuenta, está observando que he dejado todas las películas en un pilón cuando deberían ir en la estantería del rincón. Igual que el mando del televisor, va dentro de esa caja de manera que hay sobre la mesa. Es muy “tiquismiquis” con esas cosas.

    —Es manioso de cojones.

    Las dos estallamos a carcajadas. Llamamos su atención y se burla de nosotras con otra cara fea. Ellos se entrelazan en una guerra de burlas que consigue ganar ella ante el beso furtivo que él no ha podido resistir. ¡Qué dos! Son tal para cual.

    Ayudo a Eli con toda la comida mientras Theo se encarga de preparar la mesa. Me encanta su compañía y todo lo que les envuelve. Son geniales. Son los amigos que todos quieren tener a su lado. Yo no he tenido la suerte de tener en mi vida personas como ellos; siempre he sido la tonta a la que tomaban como idiota. Daba todo de mi sin recibir nada a cambio. Nunca les dije nada a mis padres por no preocuparlos. Ya tenían bastante con sus problemas como para ir incrementándolos. Si la vida me ha dejado en este camino es por una razón. Pienso que todas esas malas rachas y/o experiencias son para hacerme más fuerte, crecer y vivir. Ahora tengo amigos y siento que son de los verdaderos, incluso un ligue, el cual espero que salga bien.

    Mientras comemos hablamos de muchas cosas interesantes. Eli me cuenta su mayor sueño y Theo ha soltado la bomba madre. Creo que hasta yo me he asustado.

“Ser padre junto al amor de mi vida”

Menuda directa le ha mandado a Eli. Si buscaba dejarla sin palabras, lo ha conseguido. Me ha dejado hasta a mí.

    —Dentro de unos años —dice al ver su cara—, prácticamente te he visto huyendo de tu propia casa…

    —No lo esperaba. Nunca me lo habías contado.

    Levanta los hombros indiferente. Creo que en el fondo esperaba un “me encantaría formar una familia contigo”.

    —Siento romper el momento, pero tengo que irme. La próxima vez se come en mi casa.

    —Nos vemos el lunes en clase.

—Sí…

Les doy un abrazo a ambos y me voy. Ellos deben hablar de temas importantes. Theo ha sido la ostia, pero no sé de que me sorprende, él es así, sincero y muy directo.

Jeff está a punto de llegar y estoy mucho más nerviosa que esta mañana. Theo y Eli me han mandado un video dándome ánimos y mostrándome que siguen igual de bien como hasta ahora. Aun cayéndole mal y no compartiendo mi opinión, me apoyan. Sé que si me caigo, ellos me ayudarán a levantarme.

Cuando escucho el timbre, mi corazón comienza a latir a mil por hora. Ya está aquí, relájate. Abro respondiendo a su sonrisa que imaginaba que ya tenía. Picarona, como siempre.

—Estás muy guapa.

—Gracias.

Me queman las mejillas y mi cuerpo entero se derrite cuando aproxima sus labios a mi cara. Dos besos, uno a cada lado de la cara. Que bien huele…

Nos vamos a un bar de tapas, económico y lo agradezco. Estoy en busca y captura de algún trabajo. Me queda muy poco tiempo para que se me termine el paro.

—¿Has venido alguna vez?

—No.

—Yo vengo bastante. Mis amigos y yo no somos mucho de restaurantes y esas cosas…

—Ya eres cliente VIP.

—Casi, aunque la última vez me echaron.

—¿Por qué?

—Porque casi les dejo sin provisiones —dice mientras acaricia su plano vientre.

—¿Dónde te lo metes?

—No puedo decírtelo, es secreto de confesión.

Me acerco a él.

    —¿No me lo dirás?

    —Solo si me convences…

    —Lo conseguiré.

    —No lo dudo.

    Me guiña un ojo y juguetea con mis dedos. No sé si él también lo siente, pero noto una corriente que chispea cada vez que me toca.

    Comienzo a hacerle preguntas y él me las responde encantado, entre risas, sin dejar de ser juguetón y gracioso, sin dejar de mirarme de esa manera tan peculiar y sin dejar de sonreír en todo momento.

    Estoy muy agusto con él y no quiero que el tiempo pase tan rápido. Vamos por el café y volvería a pedir otro plato para que esta noche no terminara. Sin embargo, mi estómago no puede más. Algo más y reviento como una chicharra.

    —¿Qué te parece si vamos al pub que está a la vuelta de la esquina?

    —Ya sé por qué venís aquí…

    —Me has pillado.

    —Mis amigos están allí, me gustaría presentarte.

    —Claro, como quieras.

    Muy caballeroso paga la cuenta y nos vamos directos a su pub favorito. Sus amigos son como él, se les ve. Les saluda a todos y esperan la presentación. Jeff se hace de rogar, pero uno de ellos se ofrece a cagar su ruego y se presenta por sí mismo, el resto le imitan después.

    Cada uno me dice su nombre, pero ya no los recuerdo. Me invita a una copa y él se pide una cerveza cero. Eso me ha gustado, responsabilidad.

    Comenzamos a bailar y adueñarnos de toda la pista. Sus amigos provocan una avalancha de la que Jeff nos saca, maldiciendo a sus amigos por eso. Ser aplastados por toda la multitud de gente que está ahora mismo en la pista no es una opción.

    Tira de mí hasta llevarme a la terraza. Se enciende un cigarro y respira profundamente.

    —A veces tanta gente consigue abrumarme.

    Me asiento a su lado, observando cada movimiento que hace hasta quedarme absorta en su mirada.

    —Me extrañó que aceptaras salir conmigo.

    —¿Por qué?

    —Porque no le caigo bien a tu amigo.

    —Él me ha animado a venir, lo que él piense de ti va a parte.

    —Me sorprende. Yo en su caso no dejaría que mi amiga saliera con alguien como yo.

    —¿Por qué dices eso?

    —Porque yo no puedo aportar demasiado. Mírame, no soy como los demás.

    —Te estoy mirando y veo a un chico increíble que debería aceptarse y creer más en él.

    —¿Tú lo haces?

    —Sí, sé que eres capaz de conseguir lo que te propongas.

    —Me miras con buenos ojos.

    —Te miro con los que tengo.

    —Preciosos a decir verdad.

    Me agarra de la mano y las entrelaza. Sonrío inconsciente.

    —Gracias por esta noche. Espero que haya más.

    —Las que quieras.

    Le deshago el pelo y le empujo chistosa.

    —¿Acabas de empujarme?

    —Sí —digo entre risas.

    —Préparate.

    Corro por la pequeña terraza intentando que no me pille, cosa improbable, aunque me ha dejado vencer por un momento. Sus brazos abrazan mi cintura, su pecho mi espalda y sus labios besan mi nuca. De nuevo la corriente me atraviesa y termina por explotar al sentir sus manos girarme lentamente hasta quedar atrapada en sus brazos. Besa mi frente, mi nariz, mi mejilla, la otra mejilla hasta posar sus labios sobre los míos, regalándome nuestro primer beso.

Mágico, perfecto.

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