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02. craziness is hereditary

Min Hojung

«¡Hasta en mis sueños soy un pitufo!».

Fue lo que pensé apenas desperté con un nido rosa en la cabeza y baba seca esparcida por mi boca y la almohada. Soy un desastre que intenta sobrevivir dia a dia con una sonrisa mientras come fresas que se roba de su vecina, no me culpen.

En cuento me levanté, desvistí la cama y tiré las sábanas a la cesta de la ropa sucia con asco, pero no tanto como con el que reaccioné cuando me vi al espejo con la decisión de tomar una ducha que quitase mi cara de muerta.

Salí de la habitación con mi usual sonrisa. Ni el rostro más demacrado de toda Asia debía tener una mala expresión, no había nada mas hermoso y reluciente que una sonrisa.

Por alguna razón, la extensa mesa del comedor estaba llena de frutas que ni sabían que se cultivaban aquí e inmediatamente lo supe; el nieto favorito venía de visita.

No sé como hizo Yoongi para ganarse el corazón de la abuela si siempre tenía una cara digna de haber mordido un limón, lo que refuerza mi teoría, su sonrisa era tierna y brillante, con dientes pequeños que se mostraban con cada abocadillo novedoso que la abuela le ofreciese.

Si tiene cierta gracia, pero se supone que sea el nieto menor el que tenga el amor de la abuela.

Suspiré resignada antes de acercarme a la abuela que batía alegremente una mezcla en la isla de la cocina.

—¿Qué estas haciendo~? —canturreé intentando meter el dedo en la mezcla ganándole un golpecito con el cucharón —Ay, tu me quieres hasta que Yoongi dice que viene —hice un puchero triste queriendo obtener su atenció, sin embargo lo que tuve fue una frívola mirada casi tan feas como las que el mismo Yoongi le brindaba a media población mundial —¿En que te ayudo?

—Corta el melón, ¡sin comértelo!

Inevitablemente reí, es como que poner una paleta frente a un niño y le decirle que no se la coma.

Empecé a pelar el melón y por alguna razón recordé la clase de sueño que tuve.

—Abuela —llamé y estuve a punto de quejarme por el mísero sonido gutural con el que respondió pero me contuve y proseguí con mi sueño antes que lo olvidara —, tuve un sueño extraño. Es como de esos que sientes que es real, pero no he tenido citas en un bosque de cerezos así que no cuenta.

»—Había un chico que caminaba conmigo; yo lo arrastraba y podía sentir su sonrisa, pero no podía ver su cara, se que sonreía por como su pecho vibraba. Me sentí como enamorada, no lo sé.

—¿Segura que no era Hyoto? —la miré mal y corté con fuerza el pedazo de melón al recordar al hermoso japones con piel besada ligeramente por el sol que no le bastó con ilusionarme e irse de Corea, sino que tenia a una japonesa de piernas largas y flacas esperándola en Osaka.

Puto.

—Hyoto era casi de mi tamaño, a esa persona no le llegaba ni a la barbilla —expliqué, recordando su vestimenta: una vaporosa camisa blanca, con tirantes marrones y mocacines del mismo color.

—Que decirte, hija, la locura es hereditaria. Tu mamá tambien soñaba cosas raras —la abuela resopló dándose vuelta a la cocina, donde empezó a hacer panqueques con la mezcla.

—¡Abuela! —me quejé, dejando de lado la tabla con los cuadritos de melón y el cuhillo mientras me apoyaba en el mesón —Se supone que seas sabia, no sarcástica.

—Abuelitas del siglo XXI —dice —Ya deja de hablar tonterias y enfócate en ver que asignatura de verano vas a hacer —soltó el cucharón en la taza dejándome muda pues no sabía como decirle que a dos semestres de terminar la carrera en Nutrición, sentía que me equivoqué de carrera.

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