🅒🅘🅝🅒🅤🅔🅝🅣🅐 🅨 🅣🅡🅔🅢
—Pero qué...
Scourge y su compañía se encontraban impresionados por no decir asustados de ver lo que sus ojos les mostraban. El príncipe caminó por delante mientras observaba a su alrededor.
—¿Estás seguro de que estamos en el lugar correcto? —le pregunta el lobo al cazador.
Shadow lo mira con la duda en sus ojos, claro que había corroborado el mapa y el lugar que el mago les había dicho.
—E-Estoy seguro de que este lugar, no debería verse así —dice volteando a ver el sitio.
Aquella aldea destruida, llena de dolor y posiblemente la primera que Infinite incineró con su magia, se encontraba totalmente restaurada en cuanto a la naturaleza que la rodeaba.
—¿Shadow querido estás seguro de que así debería lucir este lugar? —pregunta la chica mientras se acerca al mago para ver mejor.
El equidna mantiene el rostro serio y no se inmuta ante la cercanía de la chica.
—El cazador dice la verdad —los irrumpe el rojizo— estamos en la antigua aldea de las ninfas del bosque —les aclara.
Scourge lo mira mientras sus orejitas se ponen erguidas.
—¿Pero cómo es posible que este lugar luzca así? —pregunta haciendo énfasis en que debería verse destruido.
Mientras cada uno se debatía, Rouge se acerca a un árbol, con su mano toca la superficie de este y nota como una especie de polvillo verde queda impregnado en su mano, seguramente eso restaura la naturaleza.
—Es magia —dice ella mientras los interrumpe.
El mago se acerca a ella, acerca su mano en señal de pedirle permiso para poder tocarla.
—Espero que no te dé asco tocar a un mortal —dice ella con ironía mientras acepta.
—Al contrario, espero que mi toque no te encante —le contesta él de manera natural.
Rouge se sonroja al escucharlo, por primera vez queda sin palabras y se avergüenza, chasquea la lengua.
—S-Si como sea, no sé para qué quieres mi mano —dice ella sin voltear a verlo.
—Mi magia podría disolverla en especial si es algún encantamiento —le contesta viéndola a los ojos.
Rouge simplemente no dice nada más. Y el mago continúa analizando los restos de magia en la mano de la chica, toma una muestra evitando tocarla directamente y usando su poder logra revelar el rastro de donde proviene. Un camino se ilumina por delante mostrando que la magia verde provenía de la fuente principal de la aldea.
—El estallido fue en esta zona —les dice señalando.
—Andando —dice Shadow siguiendo el camino.
Todos comienzan a caminar hasta llegar al centro en donde hay una fuente. El agua fluye mientras algunas flores adornan su caudal, los rastros de magia indican que de ese lugar se creó ese "hechizo".
Knuckles admira ese trabajo, es como si todo estuviera bien y en paz.
—Efectivamente es magia —dice volteando a verlos— una magia que es desconocida para mí.
—¿Magia? —dice Scourge sin comprender— me estás diciendo que alguien usó magia para arreglar todo este lugar.
El príncipe asiente.
—Pero no existe nadie más que pueda tener la magia de un mago, es decir no al menos que se conozca —agrega Shadow.
Knuckles maldice sutilmente.
—Y de nuevo esta ese bloqueo... —susurra el rojizo— alguien estuvo aquí y me temo... —se detiene mientras mira una pluma pequeña en el suelo—. ¿Qué es esto?
Scourge se acerca a ver qué es, pero un ligero aroma lo hace ponerse tenso. Sus ojos se afilan y su lycan interior llora en busca del responsable de ese aroma.
—¿M-Manic? —dice tomando la pluma, ese delicado aroma dulce nuevamente estaba presente en ese objeto—. No...
—¿Qué sucede? —se acerca el príncipe.
Scourge gruñe ligeramente, como si estuviera desesperado por tenerlo nuevamente con él.
—Tiene su aroma... es de Manic —dice con incredulidad.
Knuckles entonces suspira.
—Quiere decir que él ya estuvo en este sitio, entonces él sabe quién es el responsable de esto —agrega.
Rouge se acerca y los encara.
—¿Pero como un mortal pudo dar con este lugar, específicamente con la aldea de las ninfas? —les cuestiona.
—Eso solo él podrá decirlo —le contesta el mago.
Knuckles mira al lobo.
—Te dije que Infinite no es quien tiene a tu mate, ahora debemos movernos más rápido, es posible que Manic esté cerca —le sugiere.
—¿Puedes rastrearlo? —le pregunta Shadow.
Knuckles intenta, pero nuevamente algo desvía su magia.
—No, algo bloquea mi magia... —se rinde— esto solo podrá hacerlo Scourge.
El lycan se prepara.
—¡Entonces dividámonos abarcaremos más terreno si lo buscamos! —menciona Scourge mientras se alista para salir corriendo, pero una mano lo detiene.
—Tranquilo alfa —lo detiene el mago— no puedes andar solo así por este lugar, en especial cuando ni siquiera estamos seguros de esta magia —el mago extiende sus manos y un polvillo dorado cubre a todos—. Si necesitan ayuda, nos reuniremos, pero deben tener cuidado y a cualquier costo debemos evitar una emboscada.
Todos asienten, Rouge iba a ir con Shadow, pero algo la hace detenerse.
—Tú vendrás conmigo, ya que el cazador necesita estar concentrado en su campo —dice el rojizo a la chica.
—¿Me estás diciendo que soy un estorbo? —le cuestiona ofendida.
Shadow iba a hablar, pero la risa sutil de Knuckles lo hace callar.
—No me refiero a eso, pero no conoces esta parte, te cuidaré para que Shadow pueda hacer mejor su trabajo de rastreo —le contesta viendo al cazador.
Rouge se cruza de brazos y se coloca a un lado de mago.
—Aun así no te olvides que puedo defenderme sola —le recuerda.
—Estoy seguro de ello —le contesta el mago— me ayudarás en algo más —le menciona.
Rouge simplemente asiente.
—Bien, nos veremos pronto —se despide el mago, al instante el cazador y el lycan desaparecen de su lado.
—¿Es está magia la que investigaste en tus sueños? —le cuestiona Rouge mientras lo mira.
Knuckles sostiene la mirada.
—Me temo que se trata de la misma —le contesta— ahora debemos buscar que más pudo pasar —le pide mientras comienza a caminar.
Rouge se coloca a su lado, por un momento ve ese lugar. Aunque la naturaleza estuviera restaurada, era triste saber que las ninfas jamás volverían a su hogar.
Una suave brisa remueve las hojas de los árboles hasta hacer que una de ellas se desprende de las ramas. La hoja cae sutilmente hasta que llega a una superficie muy parecida a su color.
Con suavidad abre sus ojos, lo primero que siente es un frío que le acaricia el rostro, luego el ligero peso de una hoja sobre su frente. Con una de sus manos la toma y una sonrisa se forma en su rostro. Se da cuenta de que está recostado sobre el césped. Con un poco de pereza se incorpora para quedar sentado mientras bosteza. Había olvidado lo bien que se sentía dormir tan profundamente. Sus ojos se enfocan por encima de él, había un gran árbol. Sonríe levemente mientras su mente acomoda los recuerdos que poco a poco iban regresando.
Se incorpora mientras voltea a ver el árbol, su mano toca la corteza del mismo mientras junta su frente.
—Lo veo, te veo a ti madre... —susurra mientras se voltea.
Cada pequeña flor, árbol y demás naturaleza latía junto con su corazón, había olvidado lo hermoso que se sentía cuando eso sucedía, cuando la escuchaba. Entre sus púas pudo sentir las plumas de colores que las adornaban, ahora sabía por qué las había elegido.
De repente unas pisadas se escuchan por detrás de él mientras miran al frente, sus ojos se enfocan en la bestia veteada que lo mira fijamente mientras respira. Un enorme lycan muy diferente al resto de los que alguna vez vio.
El erizo sin temer se acerca hasta él mientras sus manos toman su rostro de los costados. El lycan lanza un pequeño chillido de alegría al sentir su toque y su cola se mueve ligeramente.
—Quiero enseñarte algo —le susurra a la bestia.
Ambos cierran lentamente los ojos mientras se sumergen en los recuerdos de aquel erizo.
[…]
Manic abrió los ojos mientras caminaba por el bosque, sus pasos lo llevaron hasta detrás de un árbol. Se escondió mientras esperaba pacientemente y allí vio, a su madre aquella ninfa que corría de Infinite. La chica caminaba con una herida mortal mientras sus pasos eran torpes, cayó de golpe y ya no se pudo mover más. A los pocos segundos un chico emergió de la oscuridad, era Mephiles quien se acercó, ella le pidió que se llevase a su hijo y el erizo cumplió, se alejó con el bebé recién nacido.
Manic se alejó de ese lugar y camino por unos minutos más hasta que llegó al escondite en donde se encontraban los dos chicos.
—¿Mephiles qué ocurrió? —un chico albino sale al encuentro del otro, sus ojos dorados se expanden cuando ve que el otro llevaba algo pequeño entre sus brazos—. ¿Qué significa esto...?
El azabache cierra los ojos y voltea el rostro.
—Su madre murió, tuve que escapar, ya que los lycans la seguían —le cuenta.
El albino niega mientras se acerca al bebé.
—Pobre pequeño, no te preocupes encontraremos a tu estirpe, ellos te cuidarán —le susurra.
Manic observa como ambos chicos se miran fijamente mientras hablan. Ambos regresan por el camino en donde el otro había aparecido. Él los persigue por detrás y llegan hasta la aldea.
El albino niega rotundamente mientras ve como solo las cenizas de las casas y algunos pedazos de madera arden en las llamas. El azabache le entrega al niño mientras se acerca a observar, busca en todos lados señales de vida, pero no encuentra nada.
—Infinite... —dice volteando a ver al otro— acabó con todos...
El albino ve al niño que abre los ojos, una pequeña sonrisa adorna el rostro del infante mientras el vampiro le sonríe tristemente. Manic se aleja de esa escena y otra vez camina por el bosque mientras detrás de unos árboles puede verse a sí mismo.
Unas risas infantiles y juveniles se escuchaban detrás de ellos.
—¡No puedes atraparme! —escucha.
Un niño erizo de color verde corría libremente por el bosque mientras escapaba del chico albino. Se acerca hasta un árbol y con sus manitas trata de alcanzar las ramas, estas como arte de magia desciende hasta tomar al niño y subirlo a sus fauces.
El vampiro se acerca mientras lo mira asombrado.
—Manic puedes caerte de allí —le regaña.
—No voy a caer —dice inocentemente— el arbolito no dejará que me pase nada malo.
El vampiro se ve intrigado por las palabras del niño mientras busca una manera de bajarlo.
—Manic —escucha la voz del azabache.
El infante sonríe cuando ve que el otro erizo lo ha encontrado. Se encuentra sentado a la par de él mientras lo sujeta con cuidado.
—¡No es justo! —se queja entre risas.
El azabache comienza a jugar con él mientras se ríe levemente.
—No es justo que uses tus poderes.
El vampiro albino sonríe al verlos reírse.
Manic por un momento volvió a recordar su infancia, había vivido con ellos. Los dos lo cuidaron sin saber lo que era, ya que hasta en ese punto no tenían idea de porque tenía ese poder.
Pero los buenos recuerdos fueron breves, su nariz volvió a captar el aroma del fuego. Abrió sus ojos y se dio cuenta de que estaba en medio de una batalla. Varios árboles caían encendidos en llamas y otros se mantenían en pie. Gritos y llantos llenaban de dolor ese lugar.
—¡Mephiles! —le grita el vampiro al otro—. ¡Debemos irnos! —le pide tomando a Manic entre sus brazos.
Su casa era consumida por las llamas y apenas podía cubrirse del calor.
—¡Silver, escapa! ¡Los alcanzaré! —le ordena el veteado.
El vampiro comienza a correr, pero de repente algo hace que se detenga.
—Lycan... —dice al ver a un lobo delante de él.
De un golpe lo estrella y hace que suelte a Manic.
—¡Corre Manic! —le pide el vampiro mientras sujeta al lycan que quiere atacarlo.
El pequeño escapa de ese lugar, sus piernas lo dirigen a una trampa. Varias criaturas corren con temor y disparos se escuchan, los llantos y lamentos abruman al niño y hacen que se agache y se abrace a sí mismo.
De repente ve como una sombra lo cubre, sus ojos llorosos se abren y ve a un soldado apuntándole.
—N-No me haga daño... —susurra cerrando los ojos y abrazándose a sí mismo.
—Jefe tengo a un mocoso aquí —grita el soldado mientras empuja a Manic y este cae al suelo golpeándose, siente como el pie del hombre aplasta su espalda.
Otro hombre se acerca hasta él mientras los ojos de Manic se llenan de más lágrimas, no puede verlo, no sabe quién es, pero algo arde en su brazo.
—Tenemos suficientes, debemos irnos —ordena mientras se aleja.
Los ojos de Manic pesan y de repente todo se vuelve negro.
El escenario cambia y ahora se ve a sí mismo en otro lugar, su corazón duele. Un pinchazo lo hace despertarse de golpe mientras grita de dolor.
—Sujeto de prueba 27 —escucha que dicen.
Sus ojos se abren mientras ve a varios sujetos vestidos de blanco que lo miran.
—Es una criatura mágica auténtica, me pregunto cómo sus padres lo descuidaron —dice con burla uno de ellos.
El pequeño Manic temblaba de terror al verse amordazado y amarrado a una camilla. Miles de instrumentos estaban en el lugar, le aterraban.
—Como sea, el avance de la ciencia es vital. Si podemos convertir esta cosa en alguien normal, podremos conquistar el mundo mágico. ¡Lograremos ser la raza dominante y todas esas pestes mágicas desaparecerán! —escucha otra voz.
El pequeño niño se remueve en busca de liberarse pero es inútil.
—Preparando la primera dosis, alistando al sujeto. Sujétenlo.
Manic lanza otro grito cuando siente como algo entra en su brazo y debido al dolor se desmaya. Algunos murmullos se logran escuchar mientras está inconsciente.
—Doctor está respondiendo a su nuevo método, pero me temo que esto podría hacer que tenga algunas secuelas irreversibles...
La mente de Manic divaga entre la realidad y lo que sueña.
—¡No me importa las secuelas, solo quiero ver qué está criatura se convierta en un mortal!
Su respiración se vuelve lenta y pesada.
—Su sangre está siendo purificada, pero su sistema neurológico está mostrando muchas fallas, deberíamos...
—¡No vamos a parar no me importa que sea un niño, quiero ver si mi teoría puede ser real!
—Uno, dos, tres —escucha una voz.
Manic entonces abre los ojos, está tan cansado y su cuerpo duele demasiado. Milagrosamente se encontraba desatado, sin saber por qué su cuerpo le pide que se mueva y que busque una salida. Se deja caer al suelo mientras su cabeza es un desastre, no puede recordar nada de lo que le ha ocurrido, no sabe cómo llego a ese lugar. Entre quejidos busca alguna salida mientras su débil cuerpo avanza por largos pasillos, puede escuchar los llantos y súplicas de otros. No sabe ni quienes son, solo debe escapar.
—P-Por favor... —susurra mientras ve delante de él una puerta. Se acerca y la abre, sus ojos apenas enfocan las letras—. Lavandería... —susurra.
Se escuchan algunos pasos mientras otros gritan.
—¡El sujeto se ha escapado! ¡Rápido debemos encontrarlo!
—Zokar no va a estar nada contento sabiendo que su conejito se ha escapado.
Manic ve unos contenedores con ropa sucia, se mete allí para esconderse y justo a tiempo se mueven. Un largo recorrido lo hace llegar hasta un camión en donde al estar lleno las compuertas se cierra y evitan que salga. Tan solo en ese momento pudo dormir por unas horas antes de que las pesadillas lo despertarán. Escuchó como la compuerta se abría, los contenedores volvieron a moverse y por un momento pudo sentir paz.
El aroma sutil a fresas lo hace relajarse y el toque es tibio y agradable.
—¿Oh, qué es eso? —susurra una voz dulce y melodiosa.
Una mujer lo toma entre sus brazos y carga al pequeño niño.
—¿Cómo llegaste allí? Se supone que estos contenedores vienen de... —la mujer guarda silencio—. Espera... tú has...
—Ayúdame —Manic no puede más con el dolor y sus ojos se cierran.
[…]
Sus manos sueltan el rostro del lycan que lo acompaña. Lágrimas caen de sus ojos mientras sonríe con nostalgia. La represión de su mente era la que le provocaba esas pesadillas, el trauma de las pruebas para volverlo en mortal y su amnesia le hizo sentirse muy triste.
—¡He vuelto! —dice tapándose el rostro—. Con todo lo que había perdido —menciona llorando con mucha tristeza.
El vampiro albino se acerca hasta él mientras mira incrédulo esa escena. Sin dudarlo lo abraza mientras lo consuela.
—Bienvenido Manic —le dice mientras lo deja desahogarse.
... Mientras...
Unos kilómetros por detrás, los ojos zafiros de un lycan seguían afilados, había rastreado el aroma de Manic, apresuró sus pasos y con decisión acabaría con los que se atrevieron a alejarlo de su lado.
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