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Algunos quejidos salían de su boca mientras apretaban los dientes, sus garras se clavaban en el suelo en busca de liberar el dolor de su corazón. Entre sollozos no lograba entender cómo había perdido a quien más amaba, en tan poco tiempo.
Estaba en el territorio de los magos, reconocía el aroma. Pero eso que le importaba en ese momento, sus ojos cansados y llenos de lágrimas se negaban a descansar, no recordaba lo que era perder a alguien tan especial.
—P-Perdóname —dice mientras más quejidos salen de su boca, se había aislado de los demás, no tenía rostro para verlos.
No quería hablar con nadie, no tenía fuerzas para eso.
¿Y qué podía decirles?
Habían pasado dos noches en la que todo el equipo se distanció debido a la trágica noticia que había llegado a sus corazones. Todos estaban afectados incluso Sonic que se encontraba viendo el cielo nocturno por una ventana. Sus ojos también estaban hinchados de tanto llorar, por segunda vez volvió a perder a un amigo y de nuevo no pudo hacer nada para ayudar.
Se sentía tan triste y deprimente con la noticia, jamás imaginó que Infinite fuera capaz... de asesinar a un mortal. Aún no entendía por qué ese alfa era tan cruel. Shadow observaba a su esposo unos metros por detrás, por más que intentó darle apoyo no pudo. Sonic le pidió que lo dejara solo en ese momento, quería sacar todo el dolor para pensar con claridad pero no podía.
—Sonic... —dice mientras las orejas del azul se pegan a su cráneo y nuevamente comienza a llorar. Rouge miraba a Sonic con mucha tristeza, se acerca al cobalto y lo abraza fuertemente mientras le susurra algunas palabras de aliento.
Sonic no dudó en lanzarse a llorar mientras se negaba a creer lo que había sucedido. Nadie esperaba recibir la noticia sobre la muerte de Manic.
No podían digerirlo...
Una puerta se abre de golpe mientras un equidna aparece junto a Espio. El príncipe mantenía el rostro imperturbable a pesar de los aires de tristeza que rodeaban a todos los presentes. Los dos se vieron mutuamente sin entender lo que sucedía. Pero la mirada violeta del rojizo se enfocó al rincón en donde Scourge sufría.
Espio le observó un poco inseguro.
—Su majestad —le dice Espio— no creo que sea buena idea... —le advierte el camaleón.
El equidna lo ignora y se dirige hasta él. Shadow también trata de detener al príncipe, pero este solo le mira con el rostro serio. El cazador sabe de primera mano que cuando un lycan se encuentra en ese estado, se vuelve en el arma más peligrosa que puede existir.
El dolor los ciega.
El rojizo llega hasta donde está el verdoso, carraspea mientras mantiene ese porte elegante y serio.
—Scourge —lo llama con el tono de voz neutral.
El verdoso eleva el rostro, gruñe mientras sigue quejándose, sus garras se clavan en el piso mientras sus ojos se enfocan en el rojizo.
El príncipe lo admira, luego sonríe con decepción.
—Alfa —le dice un poco más amenazante—. ¿Qué se supone que estás haciendo?
Scourge se incorpora con pasos torpes y le observa con una cara amenazante.
—Nunca te refieras a mí con esa palabra —le dice amenazante.
El príncipe lo mira sin intimidarse.
—¿Ya terminaste de hacer tu drama? —le cuestiona—. Porque necesito hablar muy seriamente contigo sobre todas las cosas que están sucediendo.
Scourge lo empuja.
—¡¿Drama?! —le pregunta con ironía—. ¡Si es cierto, olvide que los putos magos no tienen sentimientos! —exclama mientras se acerca nuevamente hasta él—. ¿Sabes algo? Déjame en mi puta mierda y no me jodas.
Knuckles simplemente se arregla su ropa y vuelve a acercarse. Mientras Shadow se acerca para tratar de detener una posible pelea.
—Scourge —lo llama el rojizo nuevamente.
—¡Me importa una mierda el mundo mágico, perdí mi mate, perdí lo único que me importaba en este mundo! —le grita con la voz entrecortada—. ¿Estás feliz mago? ¡Ni siquiera tus trucos de magia me pudieron ayudar cuando más te necesitaba, déjame solo Knuckles! —le reprocha.
—Scourge no puedes hablarle así —le recuerda Espio mientras interviene.
El lobo los mira con odio.
—Ya no me importa nada, mi amor se ha ido, no me importa nada más que estar a su lado en este momento —menciona rindiéndose—. Por mí, Infinite puede acabar con todos nosotros, no me importa —dice eso último cerrando fuertemente los ojos y sentándose de golpe mientras se tapa el rostro.
Espio iba a ayudarlo, pero el equidna lo detiene y le pide que retroceda. Knuckles lanza un pesado suspiro, claramente muchas cosas habían cambiado, incluyendo las emociones del lycan.
—Había olvidado tus dramas Scourge, es tan débil tu fe en los magos. Me sorprende que nos estés tratando tan mal cuando lo único que hemos hecho es ganar tiempo para ti —menciona poniéndose al nivel del lobo.
El lobo destapa su rostro y lo mira.
—Es tan triste y absurdo verte en este estado. ¿Dónde está el lobo sin vergüenza y atrevido que conocí? Ni siquiera hemos hablado y ya te estás rindiendo —lo cuestiona—. El Scourge que conozco no se rinde tan fácil.
—No tengo nada de que hablar, no soy ese Scourge —le dice con una sonrisa amarga—. Lárgate y déjame.
Knuckles se desespera, vuelve a ponerse en pie.
—Bien, no me vas a escuchar, pero a Espio si —dice haciéndole una seña al otro.
El mago se acerca nuevamente, se prepara para decirles lo que sabe.
—Manic está con vida —dice el hechicero mientras todos voltean a verlo.
—¿Q-Qué? —dice Sonic mientras Rouge lo suelta.
Scourge lo mira con incredulidad, se pone de pie mientras se tambalea, sus pasos van dirigidos hasta el mago mientras lo señala.
—N-No juegues así Espio —lo amenaza el lobo—. Lo vi caer a ese lugar antes de que me trajeran, es imposible que sobreviviera.
Espio baja la mirada.
—Sé que no me crees, pero —el mago le muestra su mano— hace tiempo atrás le otorgue un encanto a Manic, con el cual podía saber su ubicación si en algún momento pasaba algo parecido —le confiesa.
Sonic se acerca mientras sujeta su pecho.
—Manic... ¿En dónde está? —les pregunta.
Espio iba a hablar, pero el príncipe se adelanta.
—Ese es el gran enigma —menciona el equidna, extiende su mano y ve como una luz desaparece—. Usando el encanto logramos ubicarlo fuera del agua, pero luego, la magia desapareció y no tenemos idea de quién podría tenerlo.
Scourge tiene sentimientos encontrados, la esperanza de saber que Manic está vivo lo hace querer lanzarse en su búsqueda.
—¡Entonces debemos ir en su búsqueda! —dice alistándose.
—Cálmate —le pide el mago.
—Solo sabemos que algo es seguro, Infinite no tiene a Manic —menciona el rojizo.
—¿Si Infinite no tiene a Manic? ¿Quién podría tenerlo? —se une el cazador.
El príncipe niega sin saber quién podría tenerlo.
—Me temo que alguien que sabe lo que Manic realmente es, porque Scourge —el rojizo lo mira—. Manic no es un mortal como te dijo.
El rostro de Scourge se ve lleno de pánico.
—¿A qué te refieres?
El príncipe muestra el dardo que han usado en las criaturas mágicas.
—Esto solo afecta a los seres mágicos, más no a mortales —le dice sin titubear— y sé que Infinite le lanzó uno de estos a Manic y le hizo parecer débil.
El alfa queda en silencio mientras se escucha un grito, Rouge sostiene a Sonic mientras lo recuesta sobre su pecho.
—¡Sonic! —lo llama, al instante el cazador se acerca para ver qué me ocurre.
—¿Sonic? Reacciona Sonic —le pide moviéndole el rostro.
—¿Qué sucede? —Espio se acerca hasta ellos para ver que le pasa al erizo azul.
Sus ojos se abren en par, pero no está del todo despierto. Sus manos tocan algo suave debajo de él, se siente tan cansado que apenas puede mantener los ojos abiertos. Su garganta le duele y apenas puede respirar. No recuerda lo que sucedió y menos en donde está.
—S-Scourge... —llama inconscientemente al lobo, ya que es lo primero que llega a su mente.
Manic trata de incorporarse, pero cae de la cama. Su cuerpo está débil y muy difícilmente logra ponerse en pie por si solo. No logra reconocer el lugar en donde está, se mantiene quieto mientras analiza su alrededor. No se parecía a ninguna de las casas en las que estuvo con el lobo y no recuerda estar en alguna como esa. Sujetándose a la pared comienza a caminar.
—S-Scourge... —susurra con la garganta adolorida.
Sus pasos lo llevan hasta la puerta de esa habitación, la cual abre. Un escalofrío subió por todo su cuerpo al ver unos ojos dorados enfocados en él. Fácilmente podía ver su reflejo en ellos, eran tan claros y hermosos. Un chico albino le vio impresionado mientras sostenía una taza en su mano y la otra estaba enfocada en abrir la puerta.
—Estas despierto —con una sonrisa que demostraba tranquila se dirige a Manic.
El verdoso no reconoce al chico frente a él y menos sobre quién se trata, sus ojos reflejan pánico. Retrocede unos pasos mientras niega. El chico albino camina por delante mientras se acerca a Manic.
—Fue una caída estrepitosa, espero que el dolor haya pasado con la medicina —le cuenta de manera amigable—. ¿Podrías decirme cómo te sientes? ¿Te duele alguna parte del cuerpo?
Manic choca contra la cama mientras tiembla.
—¡Aléjate! ¡¿Quién eres y por qué me tienes en este lugar?! —le reprocha al chico—. ¡¿Acaso estás trabajando con Infinite?!
—¡No, no te exaltes! ¡Aún estás muy débil para eso! —le pide el albino.
El verde busca cualquier cosa que le pueda ayudar a defenderse, si Scourge le dijo algo es que no puede confiar en el bosque mágico y menos en las criaturas de este.
—¡Aléjate! —le ordena mientras ve unos pedazos de vidrio en el suelo, rápidamente baja para tomar el que puede y señala al chico. Manic lo amenaza con un pedazo de vidrio, pero sin darse cuenta corta parte de su palma, lanza un quejido al sentir como algo tibio baja de su mano.
El chico albino lo mira con terror.
—No... —dice mientras se cubre el rostro y se aleja en busca de salir de esa habitación, pero el aroma a sangre lo hace detenerse, se da media vuelta para ver a Manic, esos ojos dorados se inyectan en sangre mientras sus colmillos crecen, uñas largas como garras aparecen en sus manos.
Manic queda estupefacto cuando mira a la criatura delante de él.
—Tú... —Manic queda en shock mientras suelta el vidrio.
—¡Vete! —le grita el chico mientras se lanza a atacarlo.
Manic logra esquivarlo de una manera casi increíble, por un momento se pregunta cómo hizo eso, pero viendo que el otro se estrelló y quedó tumbado, busca la salida. Lo poco que vio fue una casa, muy vieja y oscura, bajó por unas gradas de madera que rechinaban con cada paso que daba hasta que por fin ve una salida. Corre hasta la puerta y abre, pero alguien más se interpone en su camino.
Por un momento su rostro se llena de tranquilidad al ver la silueta, pero justo segundos después se borra. Él recordaba las vetas de color rojo y no de un aquamarina, un chico idéntico a Shadow lo mira con incredulidad y hasta... alegría.
Esa mirada de color verde lo observa con un entrañable aire de familiaridad, pero al mismo tiempo ve como el chico albino se acerca hasta el verdoso. Cómo si el tiempo fuera lento, con suavidad ese nuevo chico empuja a Manic mientras sujeta al otro y lo obliga a morder su cuello. Manic queda horrorizado cuando ve como el chico albino se aferra al cuello del otro. Sus sentidos no puede más y vuelve a caer desmayado.
... Unas horas después...
—Manic... —escucha unos leves susurros.
Suelta algunos quejidos mientras poco a poco recobra los sentidos.
—No puedo creer lo que iba a hacer —dice una voz mientras algunos pasos también se escuchan—. Yo casi, casi encasillo mis dientes en él.
Manic no reconoce esa voz. Luego siente como una mano le acaricia la frente.
—La temperatura es normal y su respiración también. Solo sufrió un desmayo —lo tranquiliza otra voz.
Se escucha un leve suspiro.
—Me siento tan mal, ahora pensará que somos sus enemigos —sigue quejándose la letra voz.
—Tranquilo, solo debemos esperar a que se despierte...
Manic se obliga a fingir que sigue dormido, no entiende quiénes son esos sujetos y por qué lo tienen en ese lugar. Quizás eran lacayos de Infinite y querían acabar con él. Se fuerza a seguir con los ojos cerrados aunque su corazón late más rápido debido al miedo.
—Ya no es necesario que sigas fingiendo, sé que estás despierto —le menciona.
Manic abre los ojos aterrorizados y ve a dos chicos que lo miran fijamente. Allí está el chico albino que se muestra avergonzado y el veteado que por un momento creyó era Shadow.
—Yo lo siento mucho, no quería asustarte —escucha las disculpas del albino.
Manic iba a correr, pero el veteado lo detiene. Forcejea en busca de liberarse, pero es imposible, el chico es demasiado fuerte.
—¿Q-Quiénes son ustedes? —les pregunta con nervios Manic mientras tartamudea.
Ambos chicos se ven a los ojos. Lentamente el veteado suelta a Manic.
—Mi nombre es Silver y en serio lamento mucho lo que sucedió —se presenta con una leve reverencia.
—Mephiles... o cómo seguramente me habrás conocido en los cuentos de hadas... Van Hellsing —le dice con una sonrisa el veteado.
Manic se muestra impactado, ese chico era el de sus sueños, esa voz era la que escuchaba.
¿Pero cómo es posible?
—¿Qué? ¿Espera... tú eres? —le pregunta con impresión.
El veteado se encoge de hombros.
—El primer cazador de criaturas mágicas, el fundador de las leyes mágicas y el responsable de nombrar a los regentes —se presenta—. Mephiles.
Manic lo recordó tan claro.
—P-Pero como es posible, eso sucedió hace miles de años... nadie vive tanto... Nadie excepto...
El veteado sonríe mientras lo mira, al fin había entendido.
—¿Los vampiros? Estás en lo correcto.
Manic casi grita del terror.
—¡¿Qué?! ¡Pero se supone que los vampiros!
—¿Ya no existen? Me temo desilusionarte pequeño, pero aún existen, bueno solo dos de hecho —agrega el albino.
Manic traga con pesadez saliva. Se siente ligeramente mareado.
—¿Estoy soñando? ¿O qué es esto? —dice con paranoia.
Mephiles lo toca ligeramente, el frío de sus dedos hace que Manic lo vea con temor.
—No Manic no estás soñando —el veteado se muestra tan paciente con él—. No puedo creer en el chico que te has convertido, realmente eras un pequeño niño cuando te conocí —menciona con cierto cariño y nostalgia.
Manic lo mira sin entender. ¿Acaso ya se conocían?
—¿Ya nos habíamos visto? —le pregunta muy confundido—. Porque no lo recuerdo de ningún lugar.
—Te conozco desde que tu madre te trajo a este mundo —le cuenta— tan pequeño y frágil, como una pequeña flor.
Manic sigue entumecido y renuente.
—No sé lo que dice, nunca lo había visto excepto en mis sueños, pero son tan confusos —menciona.
El albino sujeta del hombro al otro.
—Mephiles... —le dice con voz suave.
El veteado se incorpora.
—Es hora de conocer la verdad —le menciona—. Necesito que nos acompañes a un lugar en donde todo tendrá sentido para ti.
Manic se ve lleno de dudas, no se mueve de su lugar.
—Puedes confiar en mí, no te haremos daño —le pide el veteado.
Pero Manic se niega a ir y más cuando el albino se une.
—No... no quiero ir —dice muy nervioso.
Mephiles se acerca hasta él.
—Si te dijera, qué lo que eres es algo que puede beneficiar mucho a ese lobo que amas, me acompañarías —le cuestiona.
Manic lo ve intrigado.
—¿Lo que soy? —repite con suavidad.
Mephiles asiente mientras le extiende la mano, pero nota que el rostro de Manic se ve aterrado cuando Silver se acerca.
—Silver... —le dice mientras voltea a verlo con delicadeza.
El albino capta lo que ocurre.
—Iré a dar una vuelta por ahí —dice Silver saliéndose y dejándolos solos.
Manic se pone de pie al ver que el vampiro se ha ido. Mephiles le pide que lo siga. Ambos salen de aquella casa abandonada, Manic observa a su alrededor mientras se siente ligeramente familiarizado con el lugar, es tan extraño, pero se siente como si ya hubiera estado allí y hubiera hablado con ese veteado.
—¿Eres tú el chico de mis sueños? El que me rescataba cada vez que algo salía mal —le cuestiona con un ligero dolor en la cabeza.
Mephiles no le responde. En cambio, le lleva por unos metros más adelante, allí Manic observa una especie de cueva. Ambos ingresan mientras en sus paredes se pueden ver varios dibujos y altares.
—Nueve son las lunas, una es la madre. Sus hijos más queridos juegan con ella, Madre Luna es tan maravillosa —menciona el veteado.
Mientras el chico hablaba Manic puede notar como los dibujos se iluminan.
—El fuego fue el primero, pero su mate es el corrupto. La naturaleza es el segundo —el veteado voltea a verlo—. Ella es tan bondadosa con los lycans, sus criaturas favoritas, tanto que aquellos destinados a la soledad, gozarán de un compañero único y tan poderoso como ella. Zorros, zorros místicos.
Manic le mira sin comprender.
—¿Zorros místicos? ¿De qué hablas? —le dice viendo que las figuras de unos zorros se mueven ligeramente.
El veteado lo mira de reojo.
—Tus sueños, tus visiones, tus sentidos se están acoplando a su verdadera naturaleza, a tu verdadero tú. No eres lo que te han hecho creer, eres más que eso.
Manic le mira sin entender.
—¿Mi verdadero yo? —se pregunta nuevamente—. ¿Qué es mi verdadero yo?
—El segundo... —dice Mephiles.
Ambos se ven fijamente mientras los dibujos vuelven a quedarse quietos.
—Hay una leyenda muy antigua, de una hermosa dama con espíritu de zorro. Ella se enamoró de los mortales y tuvo muchos amoríos, de cada amorío nació un hijo, pero en el último fue asesinada a manos de un rey...
Manic de alguna manera siente algo extraño a su alrededor, puede sentir la suavidad de la brisa, el delicado aroma de la hierba y los pequeños botones de flores que aún no nacen. Es como si su piel fuera esa tierra que crea la vida.
—El pasado no puede ser borrado, ni mucho menos alterado. Siempre regresa a nosotros cuando menos lo esperamos. Pero tú, no eres lo que siempre has creído, ni eres lo que tus recuerdos muestran, el verdadero tú está escondido en tu interior y está reflejando su deseo de salir. ¿Puedes sentirlo? Puede sentir el pesar de la vida, el desbalance que ha provocado el fuego, eres tú quién debe enmendar el desastre que se ha provocado, eres la vida, eres la naturaleza.
Manic siente como su cabeza comienza a doler.
—¡No sé qué juego estás jugando, pero no es divertido! —se queja—. ¡Me duele mucho! —se queja agarrándose la cabeza.
—Hace años, te salvé de las garras de Infinite. Naciste en el bosque mágico, Manic —el vampiro lo observa con detenimiento— eres una criatura mágica y no cualquiera. Eres la estirpe de más alto rango que madre Luna ha creado, eres el espíritu del zorro de la naturaleza.
Manic lo mira con los ojos abiertos, su voz se esfuma y su cuerpo tiembla.
—No... yo no puedo ser una criatura mágica... no recuerdo nada de ello... yo —Manic se niega rotundamente mientras se da media vuelta para correr—. ¡Scourge! —grita mientras de sus ojos salen lágrimas, sin fijarse se tropieza y cae al suelo, el impacto lo hace sentirse muy cansado, lentamente cierra sus ojos hasta perder el conocimiento.
[…]
Dos orejas rojas se alzan ante la luna, el manto de la noche acariciaba su rostro como el delicado toque de su madre. Rookie admiraba las estrellas mientras se mantenía en silencio.
Infinite se había ido desde hace muchos días y en esa noche le prometió que volvería. Esperaba tranquilamente o eso aparentaba, ya que algo lo tenía muy ansioso, su cola no dejaba de moverse debido a ello.
Escucha como una puerta se abre y sabe de quién se trata. Sus ojos voltean a ver hacia la entrada y allí lo ve.
—Infinite —dice mientras su rostro permanece serio.
El alfa lo mira con el rostro discernido entre el cansancio y la molestia.
—He vuelto...
El lobo rojo se incorpora mientras se acerca para verlo, desde su último momento a solas, las cosas se habían puesto tensas nuevamente entre ellos.
—Bienvenido a casa —le contesta Rookie mientras sonríe tristemente.
El alfa se siente frustrado por la actitud de su mate.
—¿Te gustaría salir a dar una vuelta conmigo? —le ofrece tratando de enmendar su error.
Rookie se tarda unos segundos en contestar, pero asiente mientras pasa de largo de él. Ambos salen de su casa mientras caminan en silencio y escuchan el sonido de los insectos y algunos aleteos de las hadas. Llegan a un lago en donde Infinite toma asiento, pero el otro simplemente se aleja de él.
—Hasta cuando tendremos este dilema... —le cuestiona el lycan.
Rookie se mantiene firme y serio.
—Sabes mi respuesta —sentencia.
Infinite lo voltea a ver, alza su mano en señal de pedirle que le dé su mano. Rookie logra ver una sortija en el dedo del lobo y dudando un poco acepta la invitación a sentarse a su lado.
—Rookie... —lo llama Infinite mientras se acerca y toma su mentón para obligarlo a ver su rostro.
El pequeño lobo rojo mantiene su mirada gélida y distante.
—Puedo cargar con el odio de los demás, excepto el tuyo... —el lobo dirige su mano a un costado del rostro del menor.
Rookie vuelve a ver la sortija, algo en su interior le pide que debe hacer una visita a alguien que ha vuelto; idea un plan en su mente, aquella noche algo lo tenía muy ansioso y sabía de qué se trataba. Solo necesitaba, su amuleto para ser libre y lo tenía a pocos centímetros de él, en el dedo de Infinite. Con él, podría ser libre, pero el lobo es astuto y sabe que no puede engañarlo tan fácil como parece. Odia tener que usar sus encantos de ese modo, pero no tiene más opciones.
—Infinite... —le susurra ablandando su voz y su rostro, se acaricia levemente contra la mano del lobo.
El lobo se acerca más a sus labios.
—¿Me odias? —le pregunta.
Rookie se siente tan mal de mentir, pero solo tiene una oportunidad para escapar.
—No podría —le dice sosteniendo su actitud sumisa, sus labios son callados cuando siente como el lobo lo besa.
Infinite lo recuesta sobre el suelo mientras lo acaricia y besa suavemente. Rookie abre los ojos mientras busca tocar el anillo en su dedo.
—Rookie... —susurra el alfa mientras lo mira con mucho cariño— no sabes cuánto daría porque todo fuera más sencillo... y qué ambos pudiéramos ser libres de nuestras cadenas...
El lobo rojo se sonroja y desvía la mirada, pero es en ese momento que sus dedos tocan el anillo. Tiene dos opciones y debe tomar solo una. Vuelve a besar a su alfa mientras se incorpora, pero es entonces que...
—¿Rookie? —susurra Infinite al sentir que el anillo en su dedo se desliza. El lobo se aleja rápidamente mientras vuelve a colocar el anillo en su dedo. Infinite gruñe cuando se da cuenta de su engaño—. ¡¿Rookie qué es lo que estás haciendo?!
El lobito retrocede al ver al lobo furioso.
—Algo que debí haber hecho hace mucho tiempo —le contesta mientras sigue retrocediendo.
Infinite se acerca con pasos lentos.
—Dame ese anillo y olvidaré esto —le gruñe.
Pero es demasiado tarde Rookie ya había localizado el lugar al que iría.
—Rookie... —lo amenaza el lobo—. ¿Me piensas traicionar por segunda vez?
El lobo rojo se encoge de hombros.
—Nunca te traicionaré y nunca lo haré, pero en este momento, alguien más aguarda por mí. Escúchame bien, volveré —le dice por último mientras se da vuelta y una luz lo cubre.
Infinite se lanza a atraparlo, pero al hacerlo unas chispas se esparcen alrededor. El lobo no puede creerlo, no podía estar viviendo aquello por segunda vez.
—¡Rookie! —grita furioso cuando se da cuenta de que su amuleto se ha escapado.
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