🅒🅤🅐🅡🅔🅝🅣🅐 🅨 🅓🅞🅢
Algunos días habían pasado desde su última charla íntima. Para Manic el convivir con Scourge se volvió en algo totalmente nuevo. Debido a sus términos, de nuevo se encontraban viajando por aquel bosque mágico en el que se metió.
Habían dejado la antigua casa de Scourge y volvían a dirigirse a la parte principal del bosque. Scourge caminaba unos pasos por delante del erizo mientras Manic caminaba detrás y se aseguraba que no dejarán huellas. Habían llegado a una parte nueva de ese lugar, un bosque que parecía albergar el otoño mismo.
Poco a poco las hojas de color naranjas, rojas y amarillas tomaban presencia entre sus pasos y el viento era más fresco y frío. Manic se abrazó a sí mismo mientras sentía un pequeño resfrío por su cuerpo.
—¿Falta mucho? —le pregunta al lobo.
Scourge se voltea para verlo, de alguna manera el chico se muestra avergonzado nuevamente.
—No, de hecho ya estamos muy cerca —le dice un poco cohibido.
Manic se emociona cuando escucha eso, rápidamente se acerca hasta el chico y se posa a su lado.
—¡Entonces vayamos! —le pide—. Este frío me está torturando.
Scourge desvía la mirada, sonríe levemente y vuelve a retomar el rumbo. Después de unos minutos ambos llegan hasta un gran árbol en el centro de aquel lugar. Manic mira sin entender lo que ocurre, camina alrededor de este y luego se posa frente al lobo.
—¿Y en dónde está? —le pregunta un poco molesto.
El lycans sonríe al ver la confusión del menor, luego señala hacia arriba. Manic sigue la dirección imaginaria de ese dedo y se topa con...
—¡Una casa en el árbol! —dice mientras le aparece una sonrisa en su rostro.
Scourge se limita asentir.
—Si, y para acceder a ella, es necesario escalar —le dice mientras se acerca para tomarlo entre sus brazos y cargarlo—. ¡Sujétate!
Manic suelta un quejido muy nervioso y luego mira al lycan. Scourge le sonríe coqueto y preparándose da un salto el cual lo ayuda a llegar hasta una rama, rápidamente va ascendiendo hasta que termina frente a la entrada de aquella casa. Un espacio idéntico a un balcón, Scourge le baja y con mucho cuidado se acerca a la puerta, la mueve hasta que escucha un sonido y voltea a ver a Manic.
El verdoso se acerca, pero de alguna manera siente que Scourge se muestra más apenado de lo normal, ya que al estar cerca se aleja levemente de él.
—¿Scourge? —le dice mientras se detiene—. ¿Sucede algo?
El lycan suelta un suspiro y se para a su lado.
—Lo siento mucho, creo que no me siento muy bien —le confiesa— y venir a este sitio me hace ponerme nostálgico —le menciona con tristeza.
Manic ladea la cabeza sin comprender.
—Scourge... —lo llama tratando de tocarlo, pero antes de siquiera rozar sus dedos Scourge le contesta.
—Un tiempo atrás, este fue mi escondite favorito. Con ayuda de Espio lo construimos pensando en un escondite para nuestros mates, éramos niños —le dice dando una leve risa nerviosa—. Ahora no es más que un tonto recuerdo.
Manic se muestra muy avergonzado.
—N-No quiero profanar algo que has construido para alguien más —le dice mientras se abraza a sí mismo.
Scourge se muestra también nervioso.
—N-No es eso, solo me hubiera encantado que no estuviéramos en esta situación para que lo conocieras —le confiesa— pero me alegra que estemos aquí. Ahora entremos —le dice ayudándolo.
Scourge termina de abrir la puerta y se mete con Manic siguiéndolo. El menor se muestra asombrado al ver su interior, esa casa era tan modesta y cálida, hecha de madera y parecía estar creada con una idea más moderna a diferencia de las otras. Aunque la naturaleza entraba por todos los rincones, como enredaderas con flores y frutos. Ligeros aromas dulces inundaban su nariz y le hacían sentirse tranquilo.
—Es bella... —exclama con asombro.
Scourge se muestra feliz.
—Creo que aquí podremos escondernos por mucho más tiempo, después de todo este sitio es el único que Infinite no conoce —le cuenta—, ya que además funciona con magia —le explica.
Manic se muestra relajado, pero eso cambia cuando ve que aquella casa tiene unas ventanas cubiertas de plantas, quizás si las plantas estuvieran bien, su rostro no hubiera mostrado aquello. Manic se acerca mientras sus manos toman unas hojas.
—¿Scourge? —lo llama volteando a verlo.
El lycan se acerca y queda asombrado cuando ve en la mano de Manic flores quemadas.
—La misma magia de la que me habló Espio —dice furioso— están asesinando el bosque con magia —menciona acercándose más y viendo las otras flores quemadas.
Un extenso tramo se mostraba totalmente quemado. Scourge baja por las enredaderas hasta quedar colgado y ver el camino de naturaleza quemado.
—¿P-Pero quién podría hacer eso? —pregunta Manic.
—Esta magia no es como la de los magos —Scourge olfatea las hojas, es un aroma muy parecido al petróleo, le recuerda a alguien que no debería—. ¿Infinite? —se muestra furioso—. Ese lobo...
Manic lo ve desde la ventana.
—Scourge...
—De alguna manera ya aprendió a usar la magia —dice sintiendo lástima por las flores— posiblemente a este paso... —susurra serio—. Debo detenerlo —se promete mientras se incorpora y vuelve con Manic.
El erizo guarda silencio y sus ojos se enfocan en las diversas plantas que recubren la casa, la mayoría muestra signos de muerte y tristeza.
—Infinite logro utilizar la magia para dañar el bosque, empezará a destruirlo para obligar a las estirpes a hacer lo que quiere —le dice el lycan sentándose en el suelo.
Manic se acerca mientras decide no poner más presión en el lycan.
—Debo ir detrás de él —dice de repente el lobo mientras se incorpora, pero sin pensarlo se tambalea por delante y sus piernas se entumecieron haciéndolo tropezar.
Manic reacciona y lo sujeta entre sus brazos.
—¡No vas a ir a ningún lado! —le ordena—. Entiendo tu preocupación y sé que no es el mejor panorama, pero necesitas descansar —le pide— hemos viajado por muchos días y has cuidado de mí, déjame ayudarte —menciona con vergüenza.
Scourge mira a Manic y un sonrojo se apodera de su rostro.
—Lo siento —se disculpa— tienes razón, no debemos olvidar el descanso.
Manic asiente mientras se aleja unos pasos.
—Solo necesitamos madera para la chimenea —le dice acercándose al lugar— y quizás algo que ilumine mejor este sitio.
Scourge se ríe y Manic lo mira ofendido.
—Perdón, pero esta es una casa que funciona a base de magia, Espio la diseño con ese mecanismo, solo necesitas flores para que despierte y ella pueda funcionar sola —le cuenta muy divertido.
Manic lo mira sorprendido.
—¿Flores? ¿Lo dices en serio? —después Manic logra entender por qué la casa está cubierta de flores—. ¡¿Es por eso qué...?!
Scourge asiente.
—¿Puedes creer que Espio ama las flores? —le pregunta con burla—. Ese mago tiene gustos muy extraños y uno de ellos son las flores —una sonrisa se pasea por su rostro— le recuerdan una vieja historia por eso hizo esta casa del árbol funcional con las flores, pero me temo que el daño a las mismas la hizo verse de este modo —completa el lycan.
Manic deja sus cosas en un rincón mientras camina a la salida.
—¿Iremos a conseguirlas? —menciona volteando a ver a Scourge, pero el lycan se adelanta.
—Iré solo yo, es mejor que descanses. Después de todo, no está tan lejos —le pide.
Manic se ve extrañado.
—Oh, supongo que no hay problema —menciona.
—Volveré pronto —se despide momentáneamente el lycan.
Manic asiente mientras ve que Scourge se marcha. ¿Es él o siente que el lobo está actuando de nuevo extraño?
—Supongo que es el cansancio —se excusa tratando de creer en ello.
Mientras...
Scourge se aleja unos metros, por un momento suelta un fuerte suspiro mientras se limpia la nariz.
—No puede ser —se queja mientras siente como su cuerpo comienza a resentirse y a mostrar de nuevo aquellos signos que le llevan a pensar que— entraré en celo —susurra mientras se sienta en el suelo.
Había perdido la cuenta de los días en los que estuvo viajando y se le olvidó por completo su ciclo. Rápidamente pasa sus manos sobre la cabeza en busca de alejar sus ideas sobre Manic. Un segundo ciclo no era una buena idea en esos momentos y menos en el bosque.
—¡Esto es simplemente genial!—se queja incorporándose, frente a él logra observar algunas flores, las cuales corta y forma algunos ramos— lo que me falta en este momento, estar en...
Se muerde los labios al pensar en su problema. Ojalá pudiera controlarse o no se perdonaría el lastimar a Manic.
Las fuertes olas del mar se azotaban contra las rocas de un extenso risco. En la cima, un lycan se encontraba admirando la rudeza de ese lugar, y cuan resistente era, era como él, un alma difícil de corromper.
Por un momento le recordó a él mismo.
El viento remeció su larga cabellera pero ni siquiera la podía sentir. Estaba tan concentrado pensando en el pasado, en la dura batalla que libró en ese lugar. Habían pasado varios años en los que su dirección ayudó a los nuevos lycans a conseguir mejores objetivos y gracias a él, los vampiros no volvieron a ser una amenaza.
Tuvo que perder mucho para llegar hasta donde estaba, pero los medios justificaron sus logros y aunque tuvo que derrocar a quien le tendió la mano cuando estaba solo, no mostraba arrepentimiento alguno en haberlo vuelto el enemigo principal de su propia estirpe.
Aunque había un dolor latente, que torturaba su corazón. Un dolor que le provocaba a alguien que era demasiado para él. Si tan solo las cosas no fueran de ese modo, él podría entenderlo.
—Infinite —lo llama uno de sus lacayos— hemos destruido todos los libros de los vampiros.
El alfa se voltea lentamente hasta verlo con ojos amenazantes, no era momento de lamentos debía mostrarse como lo que era, un lycan revolucionario.
—Debemos desvanecer cualquier estudio de esas cosas, los mortales se han robado unos papiros muy importantes que revelan detalles de su plan y secretos que perjudicarían a nuestra estirpe —dice volviendo a retomar la compostura.
—Se ha hecho lo que pediste, no queda nada —le asegura.
El alfa camina mientras deja por detrás sus pensamientos, no eran tiempo de lamentos ni de mostrarse débil. Se encamina hasta la entrada del castillo de los vampiros hasta quedar parado en la puerta principal destruida. El lugar no podía lucir aún más deplorable y miserable. Y es que sus lacayos lo habían hecho añicos.
—¿Y ahora jefe? —le pregunta otro mientras destruye una pintura.
Infinite permanece en silencio, lentamente eleva la mano y se puede apreciar un anillo. Truena los dedos y de estos caen algunas chispas que al entrar en contacto con los papeles se incendian.
Todos los lycans salen del lugar cuando el fuego mágico se expande alrededor de todo el lugar, pero Infinite permanece en el mismo sitio, ya que las llamas no lo tocan, más bien muestran respeto por él. Por un momento eleva su mirada y se enfoca a la distancia. Allí puede ver como un espejismo a lo que desató el plan de los vampiros, una cabellera dorada como el sol y una piel tan blanca como las nubes. Claro que sabe de quién se trata, es la única responsable del desastre provocado contra todas las estirpes y en ese momento destruía también su memoria. Sonríe mientras se da la vuelta y deja por detrás al fantasma que aún vagaba en el castillo.
Los lycans se muestran agresivos, más de lo normal.
—Tenemos noticias, el cazador entró al bosque mágico y viene acompañado de dos mortales —le explica otro— los seguimos de cerca sin que se den cuenta.
Infinite mantiene la sonrisa.
—¿Así que Shadow se atreve a regresar al lugar de donde fue exiliado? —pregunta con ironía— seguramente ya describieron su pequeña mentira y está escapando de GUN.
El castillo arde en llamas, pero esas llamas son diferentes. Son más rojas, fuertes y potentes, consumen el lugar a los pocos minutos de haberse incendiado.
—¿Qué hacemos con ellos?
Infinite cierra los ojos sin quitar la sonrisa de su rostro.
—Nada, por el momento solo debemos borrar las evidencias... después veré cómo atraparlos —el lycan truena los dedos y el fuego que consumía el castillo se apaga lentamente hasta quedar solamente las cenizas. Se voltea mientras observa su atrocidad, claro que era él quien provocaba esos incendios extraños y luego dejaba las evidencias—. Todos buscan lo mismo, Scourge también. Los dejaremos pensar que ganaron, que no sabemos de sus ubicaciones y cuando menos crean, los tendremos para acabarlos.
Los lycans se emocionan mientras festejan.
—¡Debemos volver y celebrar esto! —menciona uno de sus lacayos.
El alfa abre los ojos y los mira serios.
—Tengo cosas que hacer, no me esperen, no volveré. No me molesten —ordena dándoles la espalda.
El alfa se transforma en el lobo y se echa a correr. Atraviesa la mitad del bosque y se desvía por un pasadizo, luego puede sentir el aroma de su hogar. Da un salto y al caer en la entrada, nuevamente es el ser zoomorfo. Abre la puerta y entra mientras pone seguro.
Habían pasado tres años desde que recupero una pieza importante para sus planes, aquello que lo hacía invencible, lo que le otorgaba su poder y dominio. Baja hasta el sótano y observa la jaula delante de él. Una jaula hecha a partir de magia antigua incluso más antigua que la de los magos.
—Estoy en casa... —susurra acercándose a los barrotes.
Unos ojos verdes se muestran contentos y a la vez tristes de verlo, se camuflan entre la oscuridad de su encierro.
—Infinite... —escucha el débil susurro de ese ser.
El lycan se sienta dándole la espalda.
—¿Quieres salir a dar una vuelta? —le ofrece con el tono de voz suave.
Unas manos se aferra a los barrotes y un lobo rojo se muestra ante él. Sus ojos se ven llenos de ira y dolor.
—¿Por qué me sacarías? Nunca haces cosas como esas a menos que estés de muy buen humor —le reprocha.
El alfa cierra los ojos sin inmutarse.
—No es nada de eso, sé que odias estar encerrado y pensé que podríamos... hoy es un día importante, estoy seguro de que lo recuerdas —se voltea a verlo levemente.
El lobo rojo sostiene el enojo en su rostro.
—¿Hasta cuando te vas a detener? —lo ignora.
El alfa guarda silencio.
—Usas mi don con fines nefastos... me usas a mi Infinite —le sigue reprochando.
—Sabes que no se trata de ti... —le responde.
—¡Claro que si! ¡Soy yo quien te dio ese anillo, tú controlas mi fuego! ¡Y estás destruyendo el bosque! ¡Eso es algo que mi madre nunca hubiese querido! —le grita cansado—. Ella no me envió para darte ese poder —le recuerda.
Infinite se incorpora mientras se acerca para abrir la jaula. Con una de sus manos toma al lobo y lo hala hasta él.
—¡Basta Infinite, no quiero salir! —se niega el otro mientras retrocede—. ¡Déjame en paz!
—No me hagas esto más difícil Rookie —le pide mientras lo arrastra hasta la salida de la casa.
El lobo rojo se queja y hala de él en busca de liberarse. Pronto siente como el alfa ejerce más fuerza en su agarre.
—Me haces daño —se queja al sentir que las garras del lobo se insertan en su piel—. ¡Infinite suéltame! —le exige.
El lycan reacciona y lo deja caer al suelo mientras lo mira con recelo. Sus impulsos se estaban descontrolados en ese momento. El otro abraza sus rodillas mientras esconde su rostro en ellas y solloza debido al dolor de su mano, se da cuenta de que ha sido herido.
Al alfa puede escuchar como el otro solloza. Rápidamente se maldice por su descuido.
—Lo siento Rookie —Infinite se coloca a su nivel, con cuidado sujeta del brazo en donde le lastimó— déjame ayudarte. No fue mi intención hacerte esto...
El otro lobo eleva el rostro, sus ojos están cristalinos y le mira con mucha decepción. Aún sin importarle, Infinite lo ayuda a incorporarse mientras caminan fuera de la casa, lo lleva por un sendero luminoso en donde el silencio y algunos sollozos se pueden apreciar.
Llegan hasta una colina llena de flores blancas, suelta al chico y se adelanta unos pasos, allí Infinite toma asiento mientras el otro lobo se queda parado.
—Ven... —le pide sin voltear a verlo.
Rookie se abstiene de su pedido y en cambio le da la espalda, con todo el dolor de su corazón no puede atender el llamado de su alfa. De repente, dos brazos lo rodean hasta que siente el suave respirar del lycan sobre su cabeza, no puede evitar sentirse triste.
—Rookie... —susurra el alfa abrazando un poco más al mejor— no me rechaces de este modo —le pide separándose por un momento, le mira directo a los ojos y con una de sus manos limpia las lágrimas del chico.
Si Rookie no conociera a Infinite desde hace muchos años, diría que el lycan estaba loco, pero no... solo él podía sentir ese dolor que cargaba en su pecho, solo él podía sentirse temeroso de volver a perder lo que tanto le importaba y solo él podía sentir que Infinite estaba muy apenado de tener que usarlo para lograr su cometido.
Solo él conocía las razones de porque el lycan se volvió cruel y despiadado.
—¿Para qué me trajiste aquí? —le pregunta Rookie mientras ignora sus sentimientos y desvía la mirada.
Así, de ese modo recordaba al Infinite que conoció, un lobo tan lleno de dolor. Con cuidado lo tomó de la mano mientras el mayor lo guío hasta ese lugar para sentarse con él. Infinite lo atrajo hasta su pecho en donde lo abrazo como si fuera lo que más añoraba.
—Cuando la luna se marcha, estás flores nacen —susurra— quería mostrarte este fenómeno.
Rookie lo escucha atentamente mientras observa. Poco a poco los pétalos de las flores se desprenden de sus bases, el viento se los lleva por el cielo hasta perderse en el horizonte. El lobo rojo se mantiene atónito y maravillado al verlos volar.
—Todo es parte de un ciclo, así como nosotros. Esto es un ciclo —menciona con un juego de palabras que Rookie logra entender—. Una noche como hoy, me salvaste de mi triste final... no podría olvidar algo como eso.
El lobo se suelta de él para verlo, allí estaba el lycan que conoció, el chico que alguna vez amó sin tenerle miedo.
—Devuélvemelo —le pide con el corazón roto— dame al Infinite que conocí —le pide— por lo que más amas, déjame tenerlo de nuevo entre mis brazos.
El lycan le sostiene la mirada.
—Quiero tener de nuevo al lycan que me prometió que viajaríamos juntos por todo el mundo, al lycan que me juró que siempre sería bueno y... —Rookie se muestra destruido— el que me dijo que nunca permitía que mis lágrimas se desbordaran injustamente.
Infinite baja la mirada, claro lo había olvidado, esas promesas llenas de amor.
—Ese lobo, era débil y sin astucia. Sabes perfectamente que no va a volver, no cuando tenemos amenazas tan fuertes y enemigos tan ágiles —le contesta sin remordimiento.
El lobo rojo lo mira sin poder creer en lo que se había convertido.
—Entonces acaba conmigo —le pide el lobo mientras pone la mano del lycan sobre su cuello— no puedo verte sufrir, no puedo soportar tu dolor, no puedo proteger el corazón de mi mate... no puedo vivir de este modo.
Infinite desvía la mano del lobo y la posa sobre su mejilla.
—Eres lo único que jamás podré destruir —le dice, sus ojos brillan de una manera diferente—. Esto es lo único más cercano que tendrás de ese "chico" —le menciona mientras se acerca hasta topar sus frentes—. La luna es hermosa... Rookie.
Rookie no puede evitar llorar de la impotencia que siente y antes de hablar Infinite se adelanta.
—Pronto... la manada sabrá de tu existencia y podremos vivir junto con ellos, tal y como me lo pediste tiempo atrás —le promete— esa es mi sorpresa.
El lobo rojo se abstiene de contestar en cambio, cierra los ojos y traga saliva.
—Ojalá pudiera sentir tu amor sin sentir tu dolor —le susurra sin decir nada más.
—Canaliza mi dolor y sácalo de tu corazón, allí estoy tratando de amarte como quieres que lo haga —le menciona por último y atrayéndolo a su pecho— solo déjame sentirme en casa, a tu lado.
Algo que nadie sabe, es que para que los mates lleguen a un punto de equilibrio, ambos deben cargar con el dolor del otro, sino uno de ellos se volverá loco y morirá.
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