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Las nubes se habían ido, el cielo volvía a tomar esos colores hermosos y el sol iluminaba la vida en todo el lugar. Varios días habían pasado desde su última aventura y por fin recobraron fuerzas para seguir adelante. Tres chicos se encontraban a las afueras de aquel escondite en el que se refugiaron después de los sucesos con los lycans.

—Al fin la luz se ha esclarecido —menciona el camaleón mientras varias luces de colores revolotean a sus costados, con su dedo toca una y se convierte en un pajarillo— y ustedes también están felices de sentirla —menciona cuando las demás se convierten en la misma ave.

Scourge lanza un bostezo mientras se estira, deja de lado una bolsa que carga y algunos tronidos de sus huesos se escuchan mientras una sonrisa aparece en su rostro.

—Es muy curioso que necesites de la luz solar para recargar tu poder, eres como una planta —dice como burla.

Espio entonces voltea a verlo y le sonríe.

—Debo volver, mi príncipe me espera con las noticias —dice mientras mete todas sus cosas en una bolsa—. No le agradará saber que Infinite se atrevió a atacar a los mortales.

Scourge se ve mucho mejor, logro descansar y se ve repuesto después de esos días de angustia.

—Te voy a extrañar mucho~ —comenta burlón.

—Seguramente —le contesta el otro sin darle importancia a sus burlas. Su rostro se torna serio cuando a lo lejos ve al otro erizo que se ve entumecido por todo el lugar en el que se encuentra—. ¿Podrás con esto lobito? —le pregunta el camaleón mientras se acerca para despedirse.

Scourge desvía la mirada hasta Manic y sonríe engreído.

—Claro que si, esto no es ningún reto para mí —menciona sin rastros de preocupación.

Espio sabe que ese lycan es muy descuidado, pero cuando se propone algo siempre lo logra, sin importar qué.

—No te olvides que ya no estás solo —le recuerda al ver que Manic se encuentra a unos cuantos metros viendo un estanque con flores de varios colores—. Scourge piensa en lo que te dije, solo puedes protegerlo de un modo —le recuerda— y más ahora que Infinite está cerca de tus pasos.

Scourge se pone tenso cuando escucha eso último, si existía un modo para proteger a Manic, pero llegar hasta ese extremo era sin duda una experiencia dolorosa y un tanto traumante para el otro.

—Lo haré, solo quiero que esté más tranquilo para explicarle —miente tratando de sonar convincente.

—Bien, necesito que tomes esto —le entrega una flor roja— mi príncipe me pidió que la entregara el último día que te viera, pronto saldrá de su sueño profundo y estará con nosotros —le comenta— él sabrá donde encontrarte.

Scourge reconoce esa pequeña ofrenda y la resguarda entre su chaqueta.

—Gracias y dile que lo he necesitado todo este tiempo —menciona por último.

El camaleón asiente mientras se acerca a Manic. El susodicho se encontraba observando aquellas flores que desprendían destellos y que jugaban entre ellas. Su mundo era un desastre en ese momento, desde cuando la ficción se volvió real. Solo en las historias fantásticas que su madre le contó pudo imaginar tales cosas.

—Manic —le llama sutilmente.

El nombrado sale de su trance y observa al mago.

—Señor Espio —le dice dejando de lado el estanque y poniéndose de pie.

—Me tengo que marchar. Debes hacerle caso a Scourge, solo él conoce este mundo y es muy probable que te cueste adaptarte —se despide mientras le toca la cabeza.

—Oh es una pena que ya se vaya —dice Manic con pena—. Espero que llegue sin noticia hasta su casa.

Espio sin que Manic se percate deja una marca que lanza un diminuto brillo y desaparece de inmediato. Luego remueve las púas delanteras del chico.

—Pronto volveré, asegurate de hacer lo que te dije —le pide por último y alejando su mano.

—C-Claro... hasta luego —se despide un poco confundido por la acción del mago.

El camaleón se despidió dándole una reverencia y comenzó a caminar alejándose de ambos.

—¡Adiós lucecitas! —le grita el lobo al ver que el mago desaparece de su vista.

Manic se acercó a Scourge y no pudo evitar sentirse nervioso. El lobo suelta un suspiro seguido de otro sonoro bostezo. La tensión entre ambos es evidente, no solo por el hecho de que Scourge se siente fatal por lo que sucedió con Manic.

—¿A-A qué príncipe se refería el señor Espio? —escucha la voz cohibida de Manic.

Scourge sonríe con amargura y nostalgia, ese tono de voz no le gusta en el chico. Devuelve la vista hasta el menor.

—Vayamos a sentarnos, es una larga historia que tengo que contarte —le pide tomándolo un poco fuerte de la mano.

Pero Manic se estremece y le suelta inmediatamente luego se da cuenta de su acción y se retracta.

—L-Lo siento, aún tengo recuerdos de... —se disculpa puesto que tomar la mano de Scourge le recordó lo que sufrió en esos días.

Scourge lo mira con tristeza, pero trata de aparentar que eso no le provocó nada. Toma su bolsa y la carga mientras ignora sus sentimientos.

—Lamento lo que tuviste que pasar Manic —se disculpa volviendo a tomarle de la mano con mucho cuidado—. ¿Así está mejor? —le cuestiona con media sonrisa.

Manic asiente con pena y ambos caminan unos cuantos metros hasta donde hay unas enredaderas y la copa de los árboles hace sombra para proceder a sentarse.

—No creí que llegaría hasta este punto o al menos no tan pronto —comienza Scourge mientras observa el suelo bajo sus pies.

El viento menea sus plumas mientras se relaja. Manic solo puede escucharlo y enfocarse en tratar de entender lo que ocurre.

—En este mundo las cosas son distintas. Mientras en su mundo eligen a sus gobernantes, en este nacen y la ley mágica decreta que solo los elegidos por Madre Luna puedes ostentar un alto rango y mandato en el mundo mágico —suelta poco a poco hasta guardar silencio.

—¿Eso qué quiere decir? —insiste Manic.

—En este mundo hay tres regentes: está la Sabiduría, la Fuerza y la Magia. Madre Luna separó esos dotes en tres estirpes: Vampiros, Lobos y Magos —Scourge sonríe al cielo—. Los tres regentes son los que deciden el curso de este mundo, los que toman las decisiones importantes que nadie más quiere tomar, los que pueden inferir en las demás estirpes. Pero cuando los vampiros doblegaron a los lobos, todo se volvió un caos. La sabiduría peleó contra la fuerza y es obvio quien ganaría. La magia intentó frenar a los otros dos regentes, pero el costo fue alto, crear una barrera que poco a poco iba consumiendo la vida de los magos...

Manic se muestra sorprendido y anonadado.

—Espio es un mago, conoce todo truco de magia. El príncipe del que habla es el otro regente que se encuentra dormido debido a que de ese modo elevan su poder mágico a otro nivel —dice enmarcado sus palabras—. Son cosas muy raras de los magos, de hecho, me dan pavor —le confiesa riéndose nervioso.

—P-Pero...¿Ese príncipe está en contra de Infinite? —le cuestiona nuevamente.

—No puede estar ni a favor ni en contra. Pero algo es seguro, él no quiere que la barrera caiga y si eso implica jugar un punto neutral en esta guerra pues... es obvio porque no se han involucrado.

Manic se incorpora de golpe y se coloca frente al lobo.

—¡Esto va más allá de lo que me dijiste! ¡Se suponía que no era grave! —lo señala acusadoramente—. ¡Dijiste que no era nada de que preocuparse y estamos peleando contra un sistema mágico que los mismos lobos corrompieron! —le recrimina.

Scourge se levanta mientras lo calma.

—Manic sé que mentí, pero... no quise hacerlo, es solo que... —no sabe que decir— no planeaba involucrarme más en estos temas.

Manic se niega a calmarse.

—¡El alfa que te sigue sabe que estamos metidos en esto y no se va a detener hasta acabar conmigo! —grita dejándose caer de rodillas—. Estoy perdido... —se rinde.

Scourge se coloca a su nivel.

—E-Es por eso que debemos buscar otro lugar para vivir, ya no podemos quedarnos allí —le menciona como solución.

Manic le mira enardecido.

—¡¿Cómo me pides que abandone mi apartamento?! —espeta ofendido Manic—. ¡¿Sabes cuántos años pasé pagándolo?! —le recrimina.

—Pues me temo decirte que ahora solo es cenizas... —susurra Scourge con mayor pena.

Manic queda en silencio con el rostro incrédulo, permanece estático sobre el lugar y se le forma una interrogante.

—¿Qué...? —le cuestiona, pero antes de siquiera formar la pregunta Scourge se le adelanta.

—Y-Yo solo logré rescatar unas cuantas cosas —le dice abriendo la bolsa y sacando lo poco que sus manos salvaron— no podía hacer mucho, Infinite prendió en fuego el lugar y casi... casi te pierdo a ti también.

Manic me quita la bolsa y saca todo de golpe. Se sorprende de ver el retrato de su madre, algunos CDs y su reproductor intacto. Se agacha para tomarlos entre sus manos e inevitablemente siente una tristeza al ver que todo por lo que luchó se volvió nada y solo poseía unas pocas cosas. Toma la bolsa y vuelve a meter todo.

—Sé que la foto era importante y fue lo primero que tomé. Lamento que hayas perdido todo, yo te prometo que voy a pagarte cada cosa en su momento —le promete el lobo ayudándolo a guardar las cosas.

—Esa foto es todo lo que tengo de mamá... gracias por salvarla Scourge —le agradece, algunas lágrimas escapan de sus ojos mientras las limpia rápidamente.

—Manic me siento muy mal por todo lo que has pasado. Pero ahora lo importante será buscar una nueva casa para ti. Ya no podemos arriesgarnos a ser atrapados.

Manic suspira mientras abraza la bolsa.

—¿Y a dónde se supone que iremos? Ni siquiera tengo mi celular, no sé cómo está Tails —con cada palabra sus ojos derramaban más lágrimas—. Me siento tan perdido, no sé qué hacer —susurra entre sollozos.

Esa situación le recuerda cuando era un pequeño niño y tuvo que enfrentar cosas que a su edad eran una tortura. El mismo sentimiento se aferró a su pecho, como un pequeño cachorro abandonado a su suerte en medio de la nada y sin tener absolutamente algo. Scourge lo abraza mientras coloca su mentón sobre la cabeza de Manic a lo que el chico se aferra sin pensar.

—Ahora soy yo el que te guiará, así como tú lo hiciste conmigo —le dice con calma — no llores Manic, no estás solo.

Manic no responde, solo hunde su cabeza en el pecho del chico, solo desea que todo eso sea una pesadilla.

Después de unas horas y transformaciones un tanto abruptas, Scourge corría por los amplios campos llenos de flores con Manic sobre su lomo. Sus ojos no podían dejar de ver todo ese lugar tan bello y radiante, paisajes de ensueño, praderas dignas de ser retratadas por algún pintor y hermosas fuentes de agua natural.

Para Manic aquello era una maravilla, el bosque albergaba muchos secretos que comenzaba a conocer. Pudo ver algunos duendes que se escondían entre los arbustos al ver como Scourge pasaba cerca de ellos, hadas que dejaban su polvillo mágico y se metían en agujeros dentro de los troncos de los árboles y algunos animales que desaparecían al ver a Scourge.

—Esto parece sacado de los libros que mamá me contaba. ¿Alguien más sabrá de esto? —susurra sin percatarse que Scourge le escucha, suelta un grito cuando siente que Scourge frena en seco para retomar su forma erizo y le carga aún en su espalda. Manic se aferra al cuello del lobo para evitar caerse.

—Bueno, que haya una barrera mágica tampoco ha impedido que algunos curiosos atraviesen este mundo... —Scourge guarda silencio y carraspea— de hecho algunos mortales han pasado a ser parte de este mundo. En ocasiones, Madre Luna es caprichosa con los temas amorosos.

—¿Q-Qué quieres decir? —le cuestiona sin entender.

Scourge sonríe ante una pequeña idea.

—Algunas estirpes han aceptado mortales, se casan y los vuelven parte de ellas. Claro que no como seres mágicos en su totalidad, pero al menos así pueden estar al lado de quien aman —le cuenta caminando lentamente.

Manic se sonroja, sus preocupaciones habían sido desechadas en ese momento. Si había entendido bien era que un mortal podía estar al lado del ser mágico que amara. Acaso eso podría significar...

—"¿... estar al lado de Scourge?" —se dijo mentalmente.

Sus manos sudaron cuando pensó en esa posibilidad y su pulso se volvió pesado. Ejerció un poco más de presión en el cuello del lobo.

—¿Manic qué ocurre? —le cuestiona Scourge cuando siente ese cambio brusco.

El lobo se detiene de golpe y ayuda a bajar al erizo que permanece callado.

—Creo que es momento de un descanso —menciona Scourge sentándose sobre la hierba.

Manic lo mira con vergüenza, acaso todos sus sueños lo estaban conduciendo a poder hacer realidad uno de sus deseos con el lobo.

—¿U-Un lycan puede estar con un mortal? —pregunta de golpe.

Scourge se sorprende ante la pregunta. El silencio se presenta entre esos dos que lo único que hace es verse mutuamente.

—En los demás mandatos no se permitió, pero... en el mío esa era una de las ideas que deseaba llevar a cabo —le confiesa desviando la mirada.

Manic baja la mirada, no puede creer lo que acaba de escuchar.

—E-Entiendo... —le contesta tomando asiento a un costado del chico.

—¿Por qué me preguntas eso? —le cuestiona Scourge recostándose.

—Y-Yo solo quería saber más... —se excusa el chico.

—Lo comprendo, era algo que deseaba hacer... en honor a... —se detiene mientras siente un aroma en el ambiente—. Un momento... —Scourge se sentó y cerro los ojos mientras su nariz aspiraba el aire a su alrededor—. ¡Hay un pueblo cerca, a unos quince kilómetros! —dice sonriendo—. ¡Podremos descansar! —festeja Scourge poniéndose de pie.

Manic agradece que ese aroma se haya infiltrado en su conversación. Aunque aun así no puede evitar ponerse nervioso.

—Entonces vayamos, ya quiero darme una ducha y comer algo —le pide el de ojos café.

Scourge asiente y entonces le da la espalda dándole a entender a Manic que lo llevará así. Manic se sonroja y sin poner objeción se sube en la espalda del lobo.

Scourge se levanta y sujeta mejor a Manic para después comenzar a correr en dirección al aroma. Después de unos minutos, el aroma les guío hasta una de las fronteras del bosque.

—Estamos en la frontera —le susura Scourge bajando a Manic. Se aleja unos pasos y con su mano toca aquella fina capa de polvillo dorado y esta se desvanece—. Toma mi mano, algunos mortales se marean al volver —le sonríe.

Manic le sujeta y camina junto con él.

[…]

Llegan a los extremos de un poblado pequeño, no muy concurrido y poco transitado. Scourge y Manic se esconden entre los árboles y miran a la distancia.

—Bien, debemos buscar un lugar para que puedas descansar —le dice el lobo saliendo a la carretera.

Manic se encoge de hombros y le sigue al lado. Ambos caminan hasta llegar a la entrada. Muchos curiosos los miran y susurran entre sí, Manic lo nota y no puede evitar sentirse mayormente nervioso, pero entonces Scourge pasa su brazo sobre sus hombros y lo abraza. Solo de ese modo los demás ignoran a la "pareja" y siguen con sus cosas.

Manic mira a Scourge y no puede evitar sonreír por haber logrado alejar a esos fisgones. Se acercan a un pequeño hotel de paso y cuando piden una habitación con dos camas, la recepcionista les dice que solo posee una habitación con una cama disponible, a lo que Manic la mira ofendido, pero luego no le da importancia, decide tomar la habitación.

De todas maneras Scourge siempre se metía en su cama así que no había mucho que hacer. Lo que le parece raro es que muchos le ven de una manera recriminatoria y hasta acusadora, desde que entro al pueblo sintió eso, pero no le quiso tomar mayor importancia.

Llegan a la habitación y por fin el erizo se recuesta en la cama.

—¡Al fin una cama! —festeja Manic mientras se hace un ovillo.

Scourge se dirige a una ventana que da justo a la entrada del hotel y cierra la cortina.

—¿Qué te parece si descansas en lo que yo salgo a dar una vuelta y busco comida? —le propone.

Manic asiente inmediatamente.

—De acuerdo, supongo que estará bien —le contesta.

—Bien, volveré pronto —se despide el lobo.

Manic ve como el otro se marcha.

—Ahora a darme una ducha y después a dormir —dice Manic dirigiéndose al sanitario.

[…]

Scourge caminaba por la calle mientras nota una vibra extraña. Manic no era ningún supersticioso, también se dio cuenta de que algo no andaba bien. Los habitantes lo miraban raro y hasta parecían querer lanzarle cosas. Fue a una tienda y pidió varias cosas para comer, de seguro Manic tendría hambre. Lo más extraño fue que quien lo atendió se notaba tenso y hasta que le tenía miedo.

Scourge siguió ignorando aquello y salió lo más pronto de esa zona. Mientras caminaba escuchaba los susurros, pero eran especialmente del otro chico, de Manic. Paso al costado de una pareja y se detuvo de golpe cuando visualizo algo. Un cartel de búsqueda de criminales, su rostro muestra pánico y sin pensarlo sale corriendo de vuelta a la habitación de Manic.

... Unos minutos más tarde...

Manic había logrado quedarse dormido, pero un sonido abrupto casi hace que se caiga de la cama.

—¡Scourge! —grita al ver que el lobo se encuentra agitado y asustado.

—¡Debemos irnos! —le responde Scourge mientras toma todas las cosas del erizo.

—¿Qué? ¡Pero si acabamos de llegar! —le contesta Manic sin entender—. ¡¿Por qué debemos irnos?!

Scourge toma de los hombros a Manic. Ahora entendía por qué les veían raro.

—Manic no sé que demonios ocurre, pero —le muestra un cartel que arranco mientras corría— no creo que ser declarado un fugitivo peligroso sea algo muy bueno para ti.

Manic le mira impactado, toma ese cartel y siente que todo a su desaparece.

—¡¿Qué demonios?! ¿Qué hace esa foto mía en un cartel? —pregunta consternado.

Scourge mueve sus orejas, escucha pasos acercarse, el sonido de seguros siendo quitados y algunos murmuros.

Los habían localizado.

—Bien Manic, tenemos dos opciones: la primera es dejar que nos atrapen y la segunda es, que inevitablemente debemos huir al bosque mágico y no salir por mucho tiempo si es que de años hablamos —le dice al erizo mientras le mira suplicante.

Manic se muestra anonadado por esas opciones.

—P-Pero yo no soy una criatura...

—Manic, prometí protegerte. Haré todo para cumplir mi promesa, pero por favor, necesitamos tomar una decisión en este momento —le pide alejándose.

El lobo alza su mano extendida esperando que Manic la estreche.

—¡Policía! ¡Abran la puerta o lamentarán las consecuencias! —escucha como gritan fuera de la habitación.

No había otra opción para el de púas rebeldes.

—Me voy a arrepentir de esto... —susurra Manic tomando la mano del lobo.

Un fuerte conglomerado de agentes esperaban a las afueras del hotel preparados para disparar. Cuando ven como de la habitación sale un enorme lycan que corre con algo entre sus brazos, inmediatamente comienzan a dispararle.

Scourge esquiva todos los disparos y trata de que ninguna le dé a Manic. Busca salir de ese pueblo haciendo el menor daño posible y con los agentes pisándole los talones. Logra visualizar la frontera y corre hasta donde sus fuerzas le permiten poner a salvo a Manic.

Un agente especial prepara un rifle y lo carga con unas balas brillantes, se posiciona para disparar mientras por el cerrojo apunta al lobo verde. Cuando está listo acciona el arma. Antes de atravesar la barrera Scourge es herido con una bala que atraviesa su brazo, lanza un quejido doloroso cuando aquel proyectil quema su piel, pero no se detiene y cruza la frontera perdiéndose de la vista de los agentes.


































Chan Chan chan~
¿XD se puso loca la historia no?

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