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En esa noche, la lluvia arreciaba tan fuerte que se podía escuchar como chocaba contra cualquier superficie, pero eso no le importaba. Se privó del sueño por tres largos días y no lucía tan bien como de costumbre. La felicidad que aparentemente lo rodeaba se esfumó que era imposible pensar que podría tratarse del alfa exiliado que todo lo tomaba como broma. Aun así sabiendo que debía descansar para renovar sus energías se negaba a hacerlo, no volvería a perder de vista a lo único que lo aceptó aun siendo diferente. Y que por poco iba a perder a manos de su mayor enemigo.
Sus ojos color celeste no apartaban la vista de aquel pequeño erizo que descansaba sobre la cama; durante los días que estuvo allí Manic no presentó señales de querer despertar. Apenas se movía, su respiración era muy débil y que decir de su apariencia, no era la mejor. Scourge solo podía esperarlo sentado sobre un improvisado tronco de madera aguardando por su mejoría.
Scourge suspira mientras con sus manos restriega su rostro soñoliento y desaliñado. En esos días no tuvo piedad de sí mismo y se culpaba por todo lo ocurrido, quizás no lo mostraba, pero era muy cruel consigo mismo. Al menos en esos días estuvieron a salvo de los lycans pues estaban muy bien resguardados por alguien muy allegado a él.
Siente como alguien más le acompaña en esa habitación, pues las luces son los tan conocidos pajarillos mágicos que se mueven al ver a su creador.
—Lobo, deberías dormir, luces peor que cuando Infinite te exilió —le dice el camaleón cerrando la puerta tras de sí, entre sus manos carga algunas hierbas.
Scourge niega enseguida, se incorpora para caminar hasta un costado de la cama en donde descansa Manic.
—No puedo, necesito saber que se encuentra bien —dice en referencia al erizo.
Espio vuelve la vista el chico que dormía, se acerca hasta una mesa improvisada y deja las hierbas. Su mano se dirige hasta la frente del erizo para medir su temperatura, una pequeña sonrisa de alivio se deja apreciar en su rostro.
—Ya no corre peligro, la fiebre se esfumó —le dice un poco más alegre. Destapa el cuerpo de Manic que está cubierto de varios vendajes. Con sus manos los retira para ver las heridas; las limpia con suavidad usando las hierbas medicinales y poniéndole nuevos vendajes.
Scourge voltea la vista hasta otro extremo de la habitación, en parte se siente culpable de lo que le sucedió a Manic y se reprocha por ello.
—Nadie esperaba que todos los lycans atacasen, deja de torturarte —le dice Espio mientras envuelve las heridas de Manic—. No pudimos prever esto.
Scourge aprieta los puños con furia.
—Aun así no debí dejarlo solo —murmura apretando los dientes y volviendo a ver al chico—. No podría perdonarme si Manic hubiera...
—Deja de pensar negativo, el chico está sano y salvo. Enfócate en eso Scourge y olvida el pasado —le restriega el camaleón—. No te sirve de nada lamentar lo ocurrido.
Scourge permanece en silencio.
—Pero no quita el hecho que es mi culpa lo que le ocurrió —susurra entre lamentos.
Espio vuelve a tocar la frente del chico, era tan irónica esa situación. Mientras Infinite buscaba erradicar a los mortales, Scourge buscaba protegerlos.
—¿Él es muy importante para ti no? —le pregunta arropando al erizo.
Scourge baja sus orejitas mientras le da la espalda.
—Es todo para mí —le responde después de unos minutos.
Espio le mira con sorpresa, su rostro anonadado ve al chico que duerme. Qué había ocurrido para que un lycan, precisamente el líder innato, dijera con tanta libertad aquellas palabras y especialmente por un mortal.
—Scourge diciendo eso, cuando se negaba rotundamente a creer en la imprimación —dice terminando de arropar al chico—. Han sucedido muchas cosas que no me has contado —le dice acercándose hasta él.
El lobo ladea la cabeza, siente como la mano de Espio descansa sobre su hombro.
—Es que no pensé encontrarlo tan pronto... —reanuda su conversación— y menos en alguien fuera de...
—No necesitas darme explicaciones que no te he pedido —le detiene—. Aun así, un mortal y un lycan... —susurra Espio con una ternura muy bien disfrazada—. Mi príncipe estaría encantado de esta historia, adora las historias fantásticas —termina de decir mientras se aleja de él.
Scourge se incorpora para acercarse hasta Manic. Se sienta a su lado y con su mano acaricia levemente la mejilla tibia de este.
—No deberías perder el tiempo con juegos Scourge... —vuelve a hablar el mago— sabes lo que le puede ocurrir, su Infinite lo encuentra. Solo tienes una manera de protegerlo.
—No sé cómo decírselo... ¿Qué va a pasar si se asusta? O sí... me pide que me aleje —le cuenta Scourge muy preocupado.
—Le has explicado antes el tema, no creo que confesarse sea el problema. ¿Quieres mi opinión? No creo que alguien que no tenga ningún sentimiento por ti aguantase tal abuso de Infinite y protegiera tu paradero a tal punto de casi morir —le contesta serio.
Scourge le mira con sorpresa.
—Ahora lobo, te propongo algo¿Qué te parece si sales a darte una ducha, duermes unas horas y comes algo mientras yo lo cuido? Después de todo estamos en una zona segura, nada nos encontrará.
Scourge no responde, lo que menos quiere es dejarlo solo.
—Si despierta no considero que sea una buena impresión el verte de ese modo, lo vas a preocupar mucho más y digamos... —Espio toma a uno de sus pajarillos y le acaricia— eso no le hará muy bien, no después de vivir un evento traumático como el enfrentarse a Infinite.
Scourge no puede negarlo, no sabe cómo va a reaccionar Manic y no sabe cómo lo va a consolar. Debe mostrarse fuerte para él, como el lycan que juró protegerlo.
—Está bien, nada más cuida de que no le pase nada y si algo aparece tráeme de vuelta sin importar qué —le pide al camaleón. Luego se vuelve al rostro de Manic y le sonríe—. Regresaré pronto.
—Llévate uno, te traerá de vuelta si estás en problemas —le dice soltando al pajarillo que tenía entre sus manos. Este se dirige al hombro de Scourge y se posa en él.
El lycan asiente y sale de la habitación mientras deja a Manic en las únicas manos en las que siempre podrá confiar. Espio lo ve marcharse, de nuevo su mirada se fija en el erizo.
—El alfa más importante de la historia se rompe ante un mortal —dice el camaleón viendo a Manic con ternura.
Scourge corría por las laderas de una colina, después de escapar con ayuda del hechicero, se escondieron en ese lugar alejado de todas las estirpes. Espio solía permanecer en ese sitio durante lo visitaba.
Divisa un pequeño río cuesta abajo y decide ir, salta sobre las copas de los árboles hasta caer en el suelo. Con cuidado se despoja de todo su ropaje y detrás de su espalda se logran divisar varios arañazos y golpes recientes, no había pensado en tratarse debido a la preocupación de Manic y tampoco es que fuera necesario debido a sus genes.
Se lanza al río hasta hundirse y permanecer bajo del agua, se relaja y sostiene la respiración. Su mente está en blanco, mientras se relaja, pero inconscientemente la imagen de Manic herido aparece entre sus recuerdos y le hacen casi ahogarse. Sale a la superficie mientras tose erráticamente y regula su respiración.
Con sus manos limpia sus brazos y rostro para quitarse los restos de tierra y demás suciedad, pero al verse reflejado no puede evitar reflexionar en su triste pasado. Poco a poco se veía opacado por la tristeza y soledad, justo como se sintió antes de conocer a Manic.
—Pasé de ser el heredero a ser el que siempre corre sin salida —menciona pegándole al agua.
Aunque lo negaba, estaba herido y enojado. Infinite le arrebató todo, su vida, su manada, sus amigos y casi le quita a Manic. Gruñe con odio al recordarlo y el reflejo de sus cicatrices le hace rememorar ese día en donde casi no escapa del bosque.
Ese día, cuando su padre murió, fue nombrado como el nuevo alfa de la manada. Tenía apenas quince años cuando eso sucedió y Scourge no tenía idea de lo que ese título ameritaba. Aunque hizo el juramento de proteger a su estirpe y nunca conducirlos por caminos equivocados Scourge no tenía cabeza para pensar en nada, el dolor le caía muy mal y buscaba estar siempre solo.
Se encontraba sentado en una zona rocosa, después de la celebración únicamente pidió estar solo para pensar. Abrazaba sus piernas mientras veía al horizonte.
Algo que nadie sabía y que nunca había comentado con alguien es que Infinite y él fueron grandes amigos. El lobo llegó a la manada cuando él apenas tenía unos cuatro años. Su padre les presentó al lobo y lo incorporó a la manada. Scourge desde que conoció a Infinite sintió una gran admiración por él.
Era tan rudo, fuerte e inteligente justo como algún día quería llegar a ser. Con el paso del tiempo se comenzaron a conocer hasta que se volvieron en amigos. Scourge no iba a ningún lado si no era con Infinite y siempre le preguntaba como le hacía para ser como era.
Su admiración era tan grande que no podía pensar en que el lobo le iba a quitar todo.
Ellos dos eran grandes amigos hasta que la desgracia llegó a su vida. El padre de Scourge murió de una forma violenta y desconocida. El erizo apenas y pudo contenerse de llorar al recordar que su padre se encontraba estrellado sobre varias piedras. Nadie supo nunca que sucedió o quién le hizo eso, pero algo si era seguro, Scourge era el más afectado.
Inmediatamente, los otros dos alfas decidieron ascenderlo para que llevase el liderazgo de una manada pese a su corta edad y experiencia. Pero Scourge no pensaba en ello, como un reflejo en el agua, rememoró una de las conversaciones más importantes que tuvo con el lobo.
—Scourge —le llama Infinite mientras se acerca por detrás.
Scourge voltea a verlo con sorpresa.
—¿I-Infinite? Menos mal eres tú... —dice nervioso— creí que eran esos dos...
—Los alfas me han enviado a buscarte. Necesitan tu presencia para decidir el transcurso de la manada —le informa colocándose a su lado.
Scourge se muestra apático.
—No tengo ánimos para celebrar y menos para decidir —dice escondiendo el rostro entre sus manos.
Infinite se sienta a su lado mientras suspira.
—Fuiste nombrado como un alfa Scourge, tienes en tu poder a los lycans más poderosos y valientes, no debes olvidar eso —le recuerda—. Provienes del linaje central, de los auténticos lycans, eres el más importante para la estirpe.
Scourge levanta el rostro y aprieta los puños.
—Lo sé... —le corta la charla—. Pero no sé cómo hacer esto, papá era perfecto y yo... —dice muy asustado.
Infinite le mira mientras le sonríe levemente.
—Escucha, no debes mostrarte débil y menos derrotado. Aunque no tengas idea de lo que eres, tienes que ser fuerte —dice incorporándose—. Ahora eres el jefe, tú decides sobre la manada, lo que es mejor. No seas débil Scourge. Tu padre siempre dijo que serías el líder más crucial y recordado por la manada.
Scourge levanta el rostro, cómo pudo olvidar esas palabras. Eran justas las que su padre siempre le recordaba.
—Tienes razón, eso sería lo que menos querría papá. Él siempre dijo eso —contesta levantándose—. No voy a olvidarlo... gracias por animarme, Infinite —le dice al lobo.
El erizo se incorpora de su lugar mientras corre de regreso a su manada mientras deja detrás al lobo. Infinite sonríe con amargura, aprieta los puños mientras su rostro gruñe.
[…]
Después de algunos años y con mucho esfuerzo Scourge logró llevar el control de la manada. Muchas de las cosas que hizo su padre fueron cambiadas por él y permitió que otras estirpes fueran bienvenidas. Allí fue en donde conoció a Espio y al príncipe del que hablaba, se volvieron en grandes aliados.
Dos de los regentes habían convivido por primera vez entre los lycans.
Claramente, muchos de los lycans reprochaban al nuevo alfa y hasta lo trataban de incompetente por su actuar. Pero Scourge tenía una visión distinta; nadie debería temerle a los lycans, ellos podían ser amigos de las otras estirpes y vivir en armonía. Al poco tiempo Amy también ascendió como alfa y se volvió en su mano derecha, apoyaba sus ideales y liderazgo. En especial porque no permitirá que los lycans atacasen a los mortales nunca más.
Pero alguien no se quedaría con los brazos cruzados y su plan era lento pero muy bien estructurado.
Después de un tiempo muchos rumores crecieron alrededor del alfa, Scourge fue señalado como una abominación. Pues nadie entendía su empatía por las demás especies y menos por los mortales y no fue hasta que, por obra del destino fue acusado de ser un híbrido por quien menos esperaba.
Sus ojos veían con decepción al lobo al que siempre admiró, al que creyó era como su amigo.
—¿Infinite?
El lobo cargaba el talismán que los representaba.
—Tienes que hacer la prueba —le exige alzando el amuleto.
Scourge se muestra consternado.
—Pero soy un lycan puro. No necesito hacerme una prueba —le reprocha sin entender.
—Entonces demuestra tu pureza —le propone—. ¿O acaso tienes miedo de los resultados?
El erizo cogió una piedra filosa y corto su palma, dejó caer su sangre sobre la piedra y...
Allí supo que perdió todo por lo que luchó. Cayó de rodillas mientras se negaba a creer lo que veía.
—Un híbrido —dice el lobo gruñendo y con decepción en el rostro.
Scourge se encuentra en shock. Pero si siempre se sintió como un auténtico lycan. ¿Cómo era posible que hasta en ese momento su vida fuera una total mentira?
Lo que siguió después fue luchar contra Infinite y escapar de ese lugar. Herido, cortado y muy cansado cruzo la frontera y se escondió entre los mortales hasta que pasaron largos años y llegó hasta Manic.
Hasta que en ese punto despertó de su trance, volvió a ver su reflejo en el agua. Sabía esconder muy bien su dolor y, en cambio, ocultaba sus preocupaciones en las bromas que hacía.
Quizás solo era un reflejo de su tristeza.
[…]
Un delicado aroma a frambuesas le hizo volver en sí cuando despertó. Sus párpados estaban tan cansados y pesados que penas y podía abrirlos sin que se volvieran a cerrar. Su cuerpo dolía, y algunos quejidos salían de su boca al tratar de moverse. Manic despertó hace tan solo hacía unos minutos, sus ojos trataban de enfocarse en el sitio donde se encontraba. Movió sus manos y sintió que algo sujetaba lo sujetaba. Era tibio y suave al tacto, movió ligeramente la cabeza y sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas.
—Scourge... —musita al ver que el lobo se encuentra dormido sobre la cama y tomándole de la mano, justo como siempre descansaba.
Apenas está recuperando los recuerdos y cuando iba a despertar a Scourge siente la presencia de alguien más.
—No creo que despierte, no ha dormido por tres largos días y con el té que se bebió se relajó —dice alguien con voz suave.
Manic iba a moverse bruscamente debido a la impresión, pero su cuerpo dolía horrible, sentía como si hubiera sido triturado. Se asusta al ver como un camaleón se acerca con algo entre las manos y Manic solo cierra sus ojos pidiendo que no le haga daño, pero solo siente como la mano del chico le retira algunas hojas de su frente. El camaleón retira todas y sonríe al ver que han sido efectivas.
—Sabía que estas hierbas eran muy buenas —dice sonando tranquilo— voy a colocarte otras para asegurarme que sanes por completo —le dice alejándose a buscar otras.
Manic abre los ojos pasmados, lo mira y se siente intrigado.
—¿Q-Quién eres? ¿P-Por qué me pusiste eso? ¿Q-Qué sucedió? —le cuestiona con nervios.
Espio hace una leve reverencia mientras termina de acercarse con las nuevas hojas.
—Se puede decir que soy un como lo llaman los mortales... ¿Amigo, aliado? De Scourge. Te trajo hasta aquí casi muerto y me he encargado de sanarte. Mi nombre es Espio y soy un hechicero o mago, como sea que me llamen los mortales —se presenta.
Manic abre los ojos con sorpresa.
—¿M-Mago?
—Así es, y no de ese tipo de mago que se esconde en una caja —le dice mientras los pajarillos sobrevuelan por encima de ellos.
Manic ve aquellas aves brillantes en colores rojos, cuando pasan dejan unos destellos muy hermosos.
—Scourge... —dice Manic volviendo a hablarle al lobo.
—Le di algo para qué descansará, no te preocupes dentro de poco despertará —lo calma.
—¿Qué sucedió? No puedo recordar todo con claridad —dice Manic llevando una de sus manos hasta la cabeza.
—Hace días Scourge vino a visitarme, de seguro te dijo que iría a ver a su informante o algo parecido —le contesta.
—¿Eres tú?
—Así es y pues... las cosas se salieron de control con los lycans.
Manic poco a poco empieza a recordar lo que sucedió, Infinite persiguiéndolo, Tails herido y él encerrado en su propio apartamento.
—¡Tails! ¡Necesito ver a Tails! —dice tratando de levantarse pero es detenido.
—Él está bien, todos están bien Manic. Fuiste afortunado de que Scourge llegará a tiempo para rescatarte de Infinite —le dice serio— aunque te dejo muy maltrecho y tuvimos que curar tus heridas, llevas dormido un poco más de tres días —le cuenta sin muchos detalles.
Manic se calma y de nuevo siente el calor de Scourge, por eso el lobo no había dormido, de seguro estuvo pendiente a su cuidado.
—Scourge... —susurra avergonzado.
Espio lo mira fijamente.
—Escucha mortal —le llama—. No sé por qué Scourge te considera tan importante, pero algo es seguro, no lo traicionaste con Infinite. La fidelidad de los lycans no se iguala a ninguna otra, pero me sorprende que un mortal la demuestre del mismo modo. No sabes la suerte que tienes al tenerlo a tu lado —le dice alejando la vista de él—. Traerte al bosque mágico realmente es algo inimaginable para una criatura mágica, más en estos tiempos.
Manic no pronuncia nada, en cambio, observa su cuerpo y puede notar los vendajes, ahora entiende el dolor.
—Aunque también esa misma fidelidad se debe a sentimientos profundos asociados al amor y el cariño. ¿Mortal qué es lo que sientes por este alfa? —le pregunta Espio mientras sigue con la conversación.
Manic baja la mirada y se muestra apenado.
—Y-Yo... no puedo definirlo con claridad.
Espio suelta un suspiro mientras juega con uno de sus pajarillos.
—¿Te enamoraste de él? —le pregunta de golpe.
Manic eleva la mirada y se sonroja ferozmente.
—¡N-No lo sé! —miente desviando la mirada.
Espio entonces sonríe, a dado justo en el clavo.
—Esto me recuerda a una antigua historia de amor... —susurra para sí mismo—. Te voy a decir algo, el amor de los lycans es único, no vas a encontrar nada igual. Cuando te sientas preparado habla con él, estoy seguro que algo bueno podría salir de esto.
—¿Cómo estás tan seguro?
—Los magos no revelamos nuestros secretos —le dice por último—. Ahora sigue descansando —le ordena.
Manic se acomoda nuevamente en la cama.
—Estaré afuera, llámame si necesitas algo —le dice el camaleón saliendo de ese lugar.
Manic se queda en soledad al lado de Scourge, sus ojos se dirigen hasta el lobo que duerme profundamente y sus labios tiemblan al querer pronunciar las palabras; no puede evitar llorar mientras sus manos acarician la cabeza del lobo, tuvo tanto miedo de morir a manos del alfa que lo persigue. Trata de aguantar las lágrimas de no verse débil, pero no lo puede evitar, llora amargamente y siente como Scourge se remueve. Los ojos celestes que la primera vez le dieron miedo en ese momento lo observaban con preocupación.
—¡¿M-Manic?! —dice el lobo despertando consternado y soñoliento; su rostro refleja la incredulidad y desconcierto que le provoca el ver a Manic llorar por una segunda vez—. ¡D-Despertaste! —le dice abrazándolo.
El erizo solo desvía la mirada con pena, ni siquiera puede verlo a los ojos. Scourge se incorpora rápidamente y lo abraza estrujándolo sobre su pecho, acto seguido Manic se rompe en un llanto tan desgarrador que provoca un dolor en el lobo.
—¡T-Tuve tanto miedo Scourge! —solloza entre su pecho—. ¡Infinite es realmente cruel y despiadado!
—Todo es mi culpa Manic, no debí irme —se culpa a sí mismo—. Lamento tanto lo que te sucedió.
Scourge se aleja de Manic mientras le mira con vergüenza, se sentía tan culpable de verlo herido y llorando.
—Perdón Manic... —se disculpa mientras sigue abrazándolo—. Nunca más nadie te va a herir, es una promesa —le jura.
Manic solamente necesita sentirse seguro nuevamente en esos brazos que le brindan confort.
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