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—Oh Manic lamento mucho que te hayas intoxicado con la cena —hace una breve pausa el zorrito mientras se escucha como ordena algunas bolsas de plástico— digo sé que no es lo más sano, pero nunca nos había afectado de ese modo —al finalizar lanza un suspiro mientras espera por la respuesta de su amigo.

Si algo odiaba Manic en la vida, era mentir.

—Si Tails... —finge querer vomitar y aguantarse—. ¡O-Oh por el caos, me siento tan mal! —dice elevando la voz para hacer más creíble su actuación.

Pero siendo sincero, prefería mentir en esa ocasión y no tener que ver a un lobo destruyendo el lugar de su trabajo y a un Tails posiblemente sacándole fotos a esa bestia. Scourge le había explicado su situación y porque debía permanecer a su lado. Durante cada mes existía un día en donde su lado lobezno tomaba control total de su consciencia por lo que sus instintos más primitivos salían a flote. Justamente el lobo le explicó sobre esa pequeña e inocente fase que atraviesa y que es por eso que debe ayudarlo a no causar más problemas.

—¡Bien, voy a cubrirte con gusto! Por favor mejórate pronto, necesito contarte muchas cosas cuando estés de vuelta —le dice con alegría el de ojos celestes—. Voy a revisar el stock, no te preocupes. Descansa Manic nos vemos después —se despide.

—Gracias Tails, te prometo que voy a compensarte —dice por último y cortando.

Manic se mantiene suspendido en ese ambiente tan triste en el que se ha visto envuelto desde que habló con Amy; deja el celular a un lado mientras pasa la mano sobre su cabeza, desciende hasta sujetar su frente y se recuesta sobre el respaldo de la silla en donde se encontraba sentado. Sabe que aunque intenté que ese tema no le afecte es molesto tener que fingir ante Scourge.

Según su calendario, en esa noche abría luna llena por lo que conocería por primera vez al lobo de Scourge.

—Bien Manic solo trata de sobrevivir esta noche —se da ánimos para luego incorporarse de la silla—; ¿Y Scourge dónde está? —se pregunta.

Su casa parecía estar llena de su misma tristeza, busca al lobo dentro de cada habitación de su casa mientras observa que no se encuentra dentro. Decide salir a la terraza en donde lo encuentra.

Scourge está sentado a la orilla de la terraza, desde la tarde el lobo se ha mantenido alejado de él. Manic eleva una ceja extrañado, desde hace unos días la actitud del lobo ha cambiado drásticamente. Sabe que Scourge suele ofenderse, pero aún no entiende con claridad si los problemas de hace unos días le siguen afectando. Camina en dirección hasta donde se encuentra el chico para informarle lo que tanto le preocupaba.

—Ya arreglé todo para esta noche —menciona deteniéndose a unos pasos por delante de él.

Scourge alza las orejitas mientras voltea levemente el rostro para verlo por el rabillo del ojo.

—Oh Manic, lamento todo esto... —le susurra apagado— me refiero a estos problemas que te causo —con cada palabra Scourge se ve mucho más triste que él.

El erizo denota que el lobo no esta del todo bien, procede a sentarse a su lado mientras retoma la charla.

—¿Te sientes bien Scourge? —le pregunta con un poco más de preocupación—. Desde hace unos días estás actuando muy extraño.

El lobo se ve expuesto, se encoge de hombros con mucha pena.

—S-Si, solo estoy un poco nervioso —le confiesa desviando la mirada— nunca antes he dependido de alguien que me cuide y menos en este estado —le confiesa— quiero decir siempre pasé todas mis transformaciones involuntarias solo en el bosque... y ahora es distinto —termina de hablar para después rascarse la cabeza.

Manic se mantiene tranquilo, era obvio que si el lobo tampoco se siente del todo confiado. Ambos tenían problemas con ello.

—Y-Yo no he cuidado a nada parecido, pero supongo que a todos nos llega una primera vez —dice como consuelo más para él que para el otro—. N-No creo que cuidar un lobo sea distinto de cuidar a un perro —menciona con un poco de sarcasmo.

Scourge nota que Manic nada más quiere hacerlo sentir menos tenso.

—B-Bueno... solo te voy a decir que cuando soy el lobito tiendo a tener un comportamiento más infantil de lo habitual, es decir, no soy agresivo. Soy como un pequeño perrito que únicamente busca comida y dormir —se ríe con nervios ante lo último, coloca sus manos a los costados para sostenerse—. Me solían decir que era muy similar a los cachorros, muerden, destruyen y andan allí provocando dolores de cabeza.

Manic llora internamente, apenas puede tener control con Scourge y no imagina cómo va a ser con su lobo.

—Bien considero que podré con eso... —dice Manic sin mayor entusiasmo— solamente espero no terminar de nuevo en un lugar extraño y durmiendo al lado de tu lobo como su osito de felpa.

Scourge se ríe por un momento ante el comentario y luego vuelve a permanecer serio lo que a Manic le sigue causando intriga.

—¿Estás seguro de que te encuentras bien? —le cuestiona Manic acercando su mano hasta la del lobo—. No es normal que andes muy callado.

Scourge suelta un suspiro muy angustiante cuando siente como la mano de Manic roza ligeramente con la suya. Cuando más nervioso se encontraba no era una buena idea que Manic se acercase a él, estaba seguro de que sus sentimientos en algún momento le expondrían. Sin embargo, tampoco es que fuera algo normal, desde hace mucho que ha tenido sentimientos profundos por ese erizo y aunque se abstiene de confesarlos debido a que Manic los tome mal, es imposible negar que ese chico no le ponga más nervioso.

—S-Si hay algo que me tiene pensativo —le confiesa retirando su mano de la de Manic—, es que creo que encontré —se detiene mientras le mira asustado— a mi mate.

Manic eleva una ceja claramente confundido.

—¿Mate? ¿Qué es un mate? —se pregunta.

—Dicho de una manera sencilla... —Scourge le ve fijamente mientras se muestra nervioso—. Mi alma gemela...

Manic siente como todo su corazón duele con esa confesión. Su pulso baja y siente que el aire le hace falta, desvía la mirada mientras una de sus manos se dirige hasta su pecho.

—O-Oh yo no sabía sobre eso... —dice mientras fuerza una sonrisa fingida—. ¿Alma gemela? ¡Pensé que eso solo era ficción! —exclama en busca de liberar un poco su dolor.

Scourge se percata del cambio de ánimo del erizo e inmediatamente trata de cambiar esa conversación que se volvió... incómoda.

—P-Pero no es tiempo de acercarme. Aún debo resolver los asuntos, detener a Infinite y hacer todo eso —excusa tratando de alivianar su situación pero es inútil. Manic no puede evitar querer llorar pero debe contenerse.

¿Qué podría pensar Scourge si lo ve ser débil?

Estaría muy mal que se mostrase débil, de seguro Scourge creería que era un enfermo o cualquier otra cosa mientras lo abandonaría. Era consciente que ambos eran de mundos diferentes y aunque amaba al lobo, no era correcto para ellos tener ese tipo de relación clandestina.

—De seguro estará muy feliz cuando se lo digas... —retoma la charla mientras internamente se destruye—. Al fin encontraste lo que no buscabas pero que necesitas.

Scourge alza una ceja cuando ve como Manic esconde el suyo entre sus manos.

—¿Dije algo que te hizo sentir triste? —le pregunta muy consternado de lo que sus palabras provocaron en Manic.

El erizo niega enseguida.

—No, yo solo necesito tomar algo, estos nervios me están destruyendo. Ya vuelvo... —miente el erizo incorporándose hasta irse lo más rápido que puede de ese lugar.

Scourge siente que sus palabras no fueron las apropiadas, iba a hablar, pero Manic ya se había alejado lo suficiente de él.

—Manic yo... eres tú mi... —el lobo aprieta la mano con impotencia—. Solo deja que arregle todo este desastre y yo... te haré feliz —promete mientras se regaña a sí mismo.

La noche apareció más pronto de lo que creyó el erizo. Manic se quedó dormido en su cama, después de hablar con Scourge prefirió encerrarse un momento para disipar sus sentimientos, pero sin darse cuenta se quedó profundamente dormido. Unos ligeros quejidos y sonidos poco comunes le hicieron despertar sobresaltado. Rápidamente, buscó su celular para ver la hora y eran justamente las ocho de la noche. Se incorpora cuando escucha que los sonidos aumentan más.

—¿Scourge? —piensa recordando al lobo—. ¡O-Oh no, no, no, no! —se repite tirándose de la cama y saliendo hasta la terraza en donde se quedó ese chico.

El cielo lucía despejado, el viento soplaba tan suave que le acariciaba el rostro y la luna, tan grande, tan blanca y tan llena de luz, irradiaba su luminosidad sobre aquella terraza en donde Manic vivía.

El ericito se sorprendió al verla, tantos años que ha vivido y en su vida nunca se detuvo a apreciar ese bello fenómeno. Pero instintivamente le hizo sentir miedo, miedo porque Scourge no sería el Scourge que conoció y allí, por primera vez conviviría con su forma lobezna. Manic no puede evitar sentirse sumamente nervioso ante la idea que probablemente esos sonidos era emitidos por el lobito que Scourge le dijo.

Con precaución y rogando que nada se le saliera de control, observa detenidamente el lugar y es que no le trae tan gratos recuerdos. No cuando ese mismo lobo fue el que lo secuestro y llevó hasta donde vivía para hacerlo su maestro.

—Scourge... —susurra sin verlo—. ¡Ay no, ojalá no te hayas ido! —dice con temor y pasando sobre su mente miles de pensamientos en donde el lobo corría de la policía.

Camina por delante hasta donde solía sentarse y se topa con la chaqueta y lentes que usa el lobo. Sabe que se ha convertido en esa bestia. Las toma entre sus manos para resguardarlas, de seguro mañana las estará buscando. Pero un escalofrío recorre su cuerpo cuando escucha un crujido en el sitio.

Manic se detiene nervioso, abraza las cosas del lobo como queriendo protegerse de él mismo. Y los mismos sonidos que lo despertaron se vuelven a repetir pero más fuertes. Manic se voltea lentamente hasta la entrada a su casa, y siente que todo su cuerpo se congela. Ante sus ojos puede observar a una criatura de tamaño descomunal que juega en el techo de su casa. De su hocico emana un potente soplido y exhala aire caliente.

Manic se llena de pánico cuando los recuerdos con ese lobo llegan a su mente y más cuando el lobo parece verlo fijamente. La bestia de un salto cae al suelo a pocos pasos del erizo; se incorpora ante Manic, con algunos tronidos en sus huesos y sus dientes chocando entre sí. Se acerca caminando hasta quedar delante del erizo que lo mira más que espantado.

—¡S-Scourge...! —enuncia Manic casi sin voz.

Las orejitas del lobo se alzan cuando escucha la voz débil de Manic, en su hocico aparece una sonrisa. Se coloca sobre sus cuatro extremidades y acerca su hocico hasta el erizo delante de él. Aquellos ojos zafiro brillaban al igual que la luna. Manic ve con sorpresa al lobo, y este acerca su rostro hasta una de sus manos. Por inercia Manic retrocede unos pasos, pero eso solamente provoca que el lobo se acerque un poco más.

—¿Q-Qué pasa? ¿P-Por qué te acercas de repente? —le pregunta con mucho miedo.

El lobo sigue acercándose insistiendo en que Manic haga lo que le pide.

—¿A-Acaso quieres qué yo...? —pregunta extendiendo su mano. Sus dedos tocan parte de la cabeza del lobo y este se termina de acercar a la mano que le acaricia. Manic lanza un quejido cuando ve como el lobo remueve su cabeza en busca de más cariños, menea su cola tan feliz y cierra los ojos mientras suelta algunos quejidos de satisfacción. Manic se percata de ello, y sin querer sonríe cuando el lobo disfruta de eso—. ¿Te agrada? —le pregunta.

El lobo se remueve en su mano, como un perrito. Manic aprovecha para acariciar encima de su cabeza, su mano palpa su pelaje, es suave y parece estar muy bien cuidado, se siente tibio.

—¡Eres un buen chico! ¡Eres muy tierno! —le dice casi entre risas infantiles. El lobo abre los ojos y lo mira coquetamente e incluso con burla, ante ello Manic se detiene de golpe—. Pero sigues siendo el chico que no toma las cosas en serio —dice con el tono de voz serio. Scourge parece entender su frase mientras baja las orejas, y se muestra herido—. Oh Scourge no quise hacerte sentir mal yo... ¡Ah! —Manic trata de retractarse, pero algo le detiene.

Sin previo aviso y casi como un perro, Manic fue derribado por el lobo quien se posó sobre él mientras comenzaba a olfatearlo y a lamerlo. Algunos quejidos y risas salieron de la boca de Manic que buscaba sacarse de encima al lobo.

—¡No! ¡Scourge lobo malo! ¡Lobo malo! —le gritaba Manic entre risas y tratando de detenerlo hasta que toma su rostro entre sus manos y le mira fijamente—. ¡Quieto! —le exige viéndole serio.

Scourge se queda estático, sus ojos zafiro se dirigen a los del muchacho. Una pequeña sonrisa adorna su rostro.

—No tienes que derribar a la gente y menos lamerlos u olerlos, eso no es muy grato que digamos —le explica el erizo.

El lobo solo agita la cola, se retira mientras se sienta y observa a Manic. El erizo se incorpora, toma las cosas del lobo y suspira. Manic se encuentra muy sorprendido de ese lobo, incluso no puede creer que sea el mismo con el que se topó tiempo atrás.

—La primera impresión no fue la mejor —dice consternado, pero se olvida de sus recuerdos—. Bien Scourge vamos de seguro tienes hambre y tengo que cuidarte hasta que amanezca.

Manic comienza a caminar hasta su casa, pero se detiene al ver que el lobo no le sigue y le ve con confusión.

—Ven Scourge, sígueme —le pide moviendo la mano.

El lobo se incorpora y comienza a caminar detrás de él. Manic puede notar que el tamaño es realmente mucho más grande de lo que recordaba.

—¡S-Solo ten mucho cuidado de no romper nada...! —le pide Manic, pero es demasiado tarde el lobo sin medir su fuerza empujó la puerta de cristal y la quebró. El lobo se puso nervioso y quería tratar de arreglarla—. ¡No Scourge, puedes cortarte! —le dice Manic acercándose y tomándole del fuerte brazo—; yo lo limpio, ahora ven deja eso no quiero que te hagas daño.

El lobo cede y continúa detrás de él. Manic lo deja en la sala mientras va a sacar algunas golosinas y demás cosas que compró especialmente para él. El lobo se muestra emocionado cuando ve que todo eso va a comer, pero un quejido le detiene. Manic se acerca para ver que ocurre y nota que su orejita sangra levemente.

—¿Scourge podrías bajar? —le pide mientras se acerca.

El lobo le mira sin entender, pero desciende hasta quedar en sus cuatro extremidades nuevamente. Manic inspecciona aquella oreja y se da cuenta de que un pequeño pedazo de cristal se encuentra enterrada sobre ella.

—De todos los lugares parece que tus orejas son las más frágiles —dice mientras con su mirada busca algo que le ayude—. Espera un momento —le pide. Rápidamente, busca su botiquín y lo acerca para tratar la herida del lobo—. Por eso no debes tocar el vidrio roto, te causa heridas —le susurra al lobo— déjame ayudarte —le pide tomando su oreja para limpiarla.

Con cuidado la observa y desde un principio el tamaño lo supera. Con unas pinzas retira el vidrio y ve como sangra un poco el lobo. Toma algodón con alcohol y limpia el lugar, luego procede a colocarle una bandita con adornos de perritos.

—Con esto estarás mejor, aunque debes tener más cuidado —le recalca dejándolo.

Scourge vuelve a sentarse, su rostro le mira con mucha ternura mientras su cola no deja de menearse. Manic entonces guarda todo y lo vuelve a poner en donde estaba. Se acerca a Scourge para darle las golosinas y este las devora como si no hubiera mañana, hasta que se acaban. Manic en el proceso terminó sucio.

—Scourge necesito que te quedes aquí, sin moverte, sin hacer nada —le pide el erizo— me voy a cambiar mientras tú me esperas sin hacer absolutamente nada, entendiste lobito —le dice acariciándole la cabeza—. Quieto.

Scourge sonríe mientras se echa en el suelo. Manic aprovecha para irse y quitarse todos los residuos.

Pero Scourge le advirtió que su lobo era incluso más infantil que él mismo. El lobo se incorporó cuando no vio más a Manic. Sentía tanta curiosidad al estar en esa casa, era la primera vez que siendo un lobo estaba dentro de una. Su nariz se deleitaba con los olores que emanaban de todos lados, en especial con el dulce aroma de Manic.

Camina hasta la cocina en donde sin querer pasó tirando algunos condimentos y demás cosas mientras olfateaba; dejo de lado la cocina y se dirigió hasta la sala en donde con sus manos palpaba los sillones y otras cosas suaves. Los cojines sufrieron, ya que a Scourge le parecieron muy divertidos para destruir, con su boca los removió hasta que le encanto ver todas las plumas volar por el lugar.

Manic mientras se limpiaba escucho como algunas cosas caían al suelo, se apresuró a ponerse la ropa y regresar con su mascota.

—¡Scourge! —Manic vuelve al sitio, sus ojos se expanden cuando ve como muchas plumas vuelan sobre su sala—, por mi santa...

El lobo se encontraba sentado y agitando la cola muy feliz al verlo llegar, como un cachorro inocente, se incorpora y de un salto derriba al erizo. Manic lanza un quejido ante el asombro más no por el golpe. Siente como los dos brazos del lobo rodean su cuerpo y le acunan con amor.

Abre los ojos y se topa con la hermosa imagen de Scourge sonriendo con los ojos cerrados y acariciando su rostro contra su pecho. Manic se muestra pasmado ante ello, el lobo de Scourge no poseía mucha diferencia con su versión mortal. Una agradable sensación recorre su pecho cuando siente como el lobo suspira y se recuesta quedándose quieto. Sus manos se dirigen con cautela hasta la cabeza del mismo, las mueve con tanta suavidad que hace que el lobo se mueva al mismo son de ellas.

—Eres tan suave... —susurra acariciándolo— podría pasar todo el día haciendo esto y no cansarme —se ríe, pero al mismo tiempo se muestra triste con la idea.

El lobo siente el cambio del chico, abre los ojos viéndole con curiosidad, como si le preguntase qué le ocurre o por qué el cambio brusco. Manic lo observa, sus manos se dirigen hasta las mejillas de la bestia en donde le detiene.

—No es bueno que nos llevemos tan bien —menciona lanzando suspiros cargados de soledad— algún día te vas a ir y tendremos que olvidar todo esto. Vas a volver a donde perteneces y yo... yo estaré aquí, solo. Como siempre lo he estado —no puede aguantar más, algunas lágrimas salen de sus ojos ante la idea, hasta se siente tonto porque parece que está ensayando su despedida.

Scourge alza las orejas, eleva el rostro. Una de sus manos se dirige hasta el rostro de Manic y con un dedo quita las lágrimas del erizo. Luego comienza a lamerlo y a tirar suavemente de sus flequillos, causando cosquillas en el menor.

—Sí, sé que odias verme triste —le dice alejando su mano y limpiándose— solo que a pesar de ser un lobo tan molesto... me has hecho feliz, en estos meses y en estos días...

Scourge mueve la cola, suelta a Manic y se incorpora. Parece que olfatea algo mientras camina hasta la habitación del erizo mientras Manic se incorpora detrás de él. Pero no tarda mucho cuando el lobo vuelve, con una mano le sujeta y carga para regresarlo a la sala.

—¿Qué traes allí? —le cuestiona nervioso.

Scourge le lanza una sábana. Manic se la quita de la cara y mira con mucha incertidumbre al lobo.

—¿Quieres que te arrope?

El lobo niega. Da tres vueltas sobre su eje y se echa; Scourge toma la sábana y la coloca a un costado de sí mismo. Luego Manic lo observa sin entender que hace.

—¿No comprendo qué quieres hacer?

Scourge alza una de sus manos y atrapa la de Manic, lo hala hasta él y lo recuesta a su lado.

—¿Quieres que duerma contigo? Oh espera... ¿Acaso recuerdas que yo...? —Manic cae en cuenta sobre sus pesadillas.

El lobo asiente en respuesta.

—Scourge... ¿Cómo puedes recordar eso? —le dice acomodándose—. Aunque la primera vez que me hiciste dormir contigo casi me dio un ataque cardíaco cuando desperté —se ríe con pena—. ¿Quién diría que conocería a un lobo? Mamá siempre supuso que eran tiernos. Y no se equivocó —menciona recostándose Sobre el lomo del animal.

Scourge aspira fuertemente mientras sus ojos comienza a cerrarse.

—¿Tienes sueño? —Manic comienza a sentir como sus párpados pesan—. Creo que yo también, después de tanto estrés creo que eres más tranquilo de lo que dijiste —bosteza mientras se acomoda—. Duerme bien Scourge —le susurra cerrando los ojos.

Scourge abre los ojos mientras baja sus orejas, una pequeña vergüenza adorna sus mejillas. Después de unos minutos siente como Manic se ha quedado dormido debido a su respiración, ha logrado hacerlo dormir.

[…]

Las agujas del reloj marcaban el paso del tiempo, pero no era problema. No cuando podía observar con detalle a aquel que yacía dormido entre sus brazos. Desde hace un buen rato despertó y no fue porque su transformación doliera o algo parecido, sino que fue porque algo se aferraba a su pecho.

Scourge despertó de golpe cuando un pequeño bulto se removió debajo de su mandíbula. Sus ojos observaron lo que su nariz delataba. Manic dormía entre sus brazos y se aferraba a él. Nunca antes le comentó al erizo, pero es que cada que permanecía dormido, salía a relucir su subconsciente.

Manic parecía ser por naturaleza un ser dotado de amor, de sinceridad, de inocencia aunque cuando era consciente demostrase todo lo contrario. Scourge coloca su cabeza sobre la del erizo y aspira el aroma del mismo. En algunas ocasiones, tiende a comprender a Manic y hasta se pregunta quién le hizo tanto daño para que actúe de ese modo.

Con suavidad se logra soltar del erizo mientras baja hasta la altura de él, junta su frente con la de Manic. No es que todas sus acciones sean sin sentido o solo por salir del paso, muchas veces analizaba qué pasó dará anticipadamente.

Scourge admira a Manic y no porque simplemente este enamorado de él; un lobo es capaz de detectar la mayor parte de la vida del individuo al que conoce y Manic captó toda su atención. Podría sentir que el erizo era solitario, retraído y poco comunicativo por eso se acercó hasta él.

Porque sin darse cuenta eran muy parecidos.

Manic logró salir por su cuenta y Scourge trataba de hacerlo aunque no tenía idea de como hacerlo. Admiraba a Manic por ser alguien tan capaz de sobrevivir ante la adversidad. Se enamoró de todos sus defectos y cualidades; aunque eran escasas estaba seguro de que en algún momento saldrían a flote aquellas que era bellas.

Por el momento, podría conformarse con observar su subconsciente. Aunque dormía, era sincero, reconocía que Manic se sentía seguro con él, y que lo quería aunque gritase a los cuatro vientos todo lo contrario.

Cómo deseaba decirle que era de él quién estaba enamorado y que renunciaría a su vida mágica solo para quedarse a su lado. Aunque Manic no pudiera engendrar, viviría feliz solamente teniéndolo a él. En su mente habían tantos escenarios al lado del erizo, tanto amor para dar, quería tenerlo solamente con él, deseaba a Manic...

De repente, los ojos del lobo se abren pasmados. En su mente se vuelve a repetir la última frase.

—"Deseaba a Manic..." —una amarga sonrisa deslumbra su rostro—. Oh viejo no me digas... —murmura contra sus labios cerrados. Se aleja de Manic buscando no despertarlo.

¿Cuánto tiempo había pasado desde la última vez que le ocurrió eso?

—Estas de broma con... —masculla casi seguro que la idea que tiene en mente no le va a gustar para nada.

Scourge reconoce el dolor de atravesar una de las fases más difíciles de su lobo interno, aunque claramente no tiene problemas en ello, le es fastidioso tener que lidiar con algunos problemas más que físicos o mentales, sino hormonales.

Se incorpora con brusquedad cuando a su mente llega la respuesta que no quiere escuchar.

El celo llegaría muy pronto.

Scourge comienza a alejarse mientras piensa en lo que debe hacer. Tiene que estar lejos de Manic en ese período.

—No quiero que crea que soy un acosador o algo así, me va a sacar —dice aturdido.

Manic resiente la ausencia del lobo, se despierta mientras observa a su alrededor y lo ve cerca de la puerta muy preocupado.

—¿Scourge? —le llama.

—¡M-Manic! ¡B-Buenos días! —le saluda fingiendo ser el mismo de antes.

—Buenos días... Oh veo que has vuelto a la normalidad, menos mal —menciona aliviado.

Scourge se encuentra molesto por lo que acaba de descubrir.

—S-Si y debo agradecerte por los cuidados a mi lobo —le agradece.

Manic se incorpora hasta ponerse de pie.

—No hice mucho realmente... pero después de todo no fue tan malo como creí.

Scourge no tiene cabeza para hablar, otra preocupación se une a sus líos mentales.

—Manic me temo que debo ir a hacer algunas cosas, pasaré fuera la mayor parte del tiempo, pero te llevaré y traeré a casa —le dice cambiando bruscamente de tema.

—O-Oh claro... no hay problema —le contesta Manic un poco triste.

—Me daré una ducha —le dice Scourge mientras rápidamente desaparece de ese lugar.

Manic ve como el lobo se aleja hasta perderse en el baño.

—¿Hice algo mal? —se pregunta estando solo.

[…]

... Mientras en otro sitio...

Un erizo se encontraba nadando en una piscina privada, necesitaba calmarse antes de pensar lo peor. Salió del agua mientras sus púas escurrían el exceso del líquido y se dirigío hasta una silla para sentarse.

Sonic cogió una toalla para secarse. Después de la noche, le gustaba nadar, ya que su lobo interno también le relajaba el agua y justamente en la noche tuvo problemas con ello.

—Menos mal llegó Shadow para calmarme —susurra mientras se incorpora para ir por unos bocadillos. Comienza a caminar, pero de repente, siente un ligero mareo, se sujeta de la silla deteniéndose—.¿Oh qué pasa? —se pregunta sin comprender.

De repente unas náuseas le invaden y no le queda más que salir corriendo hasta perderse en el baño.



















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