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🅓🅞🅒🅔

Y los días pasaron rápido, tanto que la noticia de aquellos maleantes se esfumó entre la multitud. Y las actividades volvían a retomarse, llevándonos hasta la vida de cierto erizo que, nunca imagino vivir en un cuento de fantasía.

Un ericito caminaba alrededor de su cocina mientras ordenaba la despensa. Se aseguraba de tener lo suficiente para los días en que trabajaría.

—Tienes suficiente comida, bebidas y golosinas —menciona apuntando las compras pendientes—; esto debería bastar por el momento.

Manic arrancó la hoja y se dirigió a su habitación mientras le hablaba a Scourge. Se terminó de arreglar y se colocó su uniforme, había vuelto a los turnos nocturnos en su trabajo y pronto se iría.

Scourge estaba sentado en la sala, sus ojos no se apartaban del erizo; se veía un poco triste porque pronto se quedaría solo en ese lugar. Y algo que Scourge odiaba era sentirse solo.

—¿Oye Manic, qué te parece si te espero afuera de la tienda mientras trabajas? —le propone esperanzado en poder ir con el erizo.

Manic saca una pequeña mochila en donde coloca varias cosas. Cuando escucha al lobo, se detiene para verlo fijamente.

—No —le asegura de inmediato y alzando una ceja—. Debes permanecer con el perfil bajo para no llamar la atención; es más que seguro que aun están buscando a los lobos que hicieron los desastres en las demás tiendas... —sentencia cerrando su mochila—. Además no quiero que malinterpreten algo que no es.

Scourge mueve levemente sus orejas.

—¿Cómo que? —le pregunta.

Manic se cuelga la mochila mientras busca las llaves y le contesta a Scourge.

—¿Un chico esperando por mi? De seguro es alguien con un rol importante en mi vida —se limita a contestar.

—Pues no veo nada malo. El amor no tiene género —dice Scourge rodando los ojos y cruzándose de brazos—. Además, soy alguien muy importante en tu vida~

Manic se voltea y trata de no caerse mientras ve impactado al lobo.

—¡¿Q-Qué dijiste?!

Scourge tuerce una sonrisa traviesa.

—Que no veo problema en que te espere —cambia su diálogo, luego se encoge de hombros—. Me voy a aburrir aquí solo, además necesito estar cerca para protegerte de cualquier peligro —le recuerda.

Manic disipa su mente, Scourge realmente necesita dejar de hacer esas bromas en doble sentido, sino siempre le verá como un payaso.

—Quedamos en seguir las reglas. Si permito que me acompañes es muy probable que los demás piensen otra cosa. Incluso, la policía a estado cerca de mi trabajo, es mejor no darles más motivos que investigar —finaliza.

Scourge no puede responder ante Manic, tiene toda la razón pero, aun así se siente impotente.

—Esta bien, tú ganas... solo por hoy —se rinde—. ¡Pero si los lobos atacan debes saber que voy a ir directo a rescatarte!

—Esta bien Scourge, aunque dudo que ataquen esa tienda... —menciona rezando que así sea—. Te veré después, no hagas tanto desastre.

—No prometo nada~ —pronuncia Scourge entre bromas.

Manic roda los ojos, camina a la salida y voltea a ver al lobo por última vez. Scourge le ve irse, automáticamente se recuesta sobre el sillón con la mirada hacía el techo.

—¿Se supone qué es así como se siente esto? —susurra el lobo mientras pasa una de sus manos sobre su frente.

Scourge analiza el techo con el rostro discernido entre la angustia y el miedo a la reacción de Manic. Hay un tema que no ha podido hablar con el erizo, por ser algo complejo y un tanto perturbador —viéndolo desde el punto de vista de Manic—. Y no es que no quiera enseñarlo pero hace muy poco se percató de un ligero detalle.

Aun así, no ha encontrado el momento y la forma para explicarle al erizo sobre su situación. Y con esa soledad que tocaba su corazón, no le quedaba más duda de lo que era su misión en esa vida.

—Tengo que encontrar una forma para que sepa sobre ello y pueda preguntar, al menos... sería más fácil de explicar —se incorpora mientras ve a la mesa en donde, los discos de Manic siguen intactos— me pregunto si esto podría ayudar —se cuestiona tomando algunos para verlos—. Manic ya no ha escuchado sus canciones... —rememora mientras busca el reproductor y lo encuentra— de seguro con todo el tema de los lobos le hizo alejarse.

Tal vez si podría encontrar un método para hacerle entender a Manic como se siente y por qué se siente de ese modo. Y es que Manic adoraba la música; sonrió para si mismo mientras tomaba el reproductor del erizo y comenzaba a tratar de averiguar como funcionaba.

—Buenas noches —saluda Manic entrando a su lugar de trabajo. Escucha como alguien corre hasta que visualiza al pequeño zorro amarillo.

—¡Manic! —Tails se lanza a abrazar al erizo mientras se muestra feliz al verlo—. ¡Pensé que algún lobo te había comido! —menciona dramáticamente.

Manic se límita a sonreír con ironía mientras palmea la espalda de su amigo. Si tan solo Tails supiera de todo lo que se enteró en esos días que estuvo de descanso.

—"No me comió, al contrario me tiene técnicamente secuestrado" —se responde entre sus pensamientos—. Oh vamos Tails, ¿Sigues creyendo en esas historias? —pregunta haciéndose el desentendido.

Tails se suelta de Manic y se planta frente a él.

—¡Viejo! ¿Qué no has visto las noticias?  —le pregunta ofendido—. ¡Esos perros están acabando con todo!

Manic le escucha mientras sus manos se cierran en forma de puño. Como quisiera poder decirle que esta en lo cierto y que sería muy conveniente que se alejará de esos temas.

—La verdad no estoy al tanto... —se detiene bajando el tono de voz—. He tenido muchos líos y apenas me ha dado tiempo de ponerme al corriente.

Tails saca su celular y le muestra.

—¡Han aumentando los ataques y nos hacen trabajar! —grita exasperado—. ¡No es justo! ¡No quiero que uno de ellos me coma!

Manic observa los encabezados de las noticias, realmente ese tema se esta saliendo de control. Se encoge de hombros, no sabe que responder.

—Aun sin saber que ataca, debemos andar con cuidado —dice viendo a Tails con ojos de preocupación.

—¡Claro! Aunque no sabemos como defendernos correctamente.

Manic sonríe y palmea el hombro del zorro.

—Mejor lee algo sobre ello —le sugiere.

Mientras hablan, su jefe se acerca para darle las nuevas instrucciones de los horarios.

—Parece que nos tocará trabajar juntos —le habla Tails—, al menos no estaremos solos.

Manic ve decepcionado su horario, parece que su jefe le quiere servir en bandeja de plata a los lobos. Los turnos nocturnos no lo quieren soltar y comienza a cuestionar si Scourge le obedecerá en sus instrucciones.

—Menos mal... —contesta seco—. Iré a contar el stock mientras tanto.

El zorro ve extrañado al erizo que se dirige a la bodega pero no le toma mucha importancia. En el camino Manic mete la mano en su bolsillo en busca de sus audífonos y recuerda que no los metió entre sus cosas por ende olvidó su reproductor con sus discos.

—Genial lo que me faltaba —se dice negando— menos mal, Tails es de los pocos a los que me gusta escuchar hablar...

Sin más saca una hoja y lápiz para sacar el inventario. La noche apenas comenzaba.

[…]

—¿Y cómo te ha ido? —le pregunta el zorro mientras ordena algunas latas de comida entre las repisas.

Manic se encuentra a su costado ordenando y colocándole precios a las bandejas de carne mientras platican para pasar las horas.

—Bien, no me puedo quejar. He logrado descansar bien.

Tails deja de lado su trabajo y se sienta a su lado.

—¿Y qué hay del chico que me dijiste la otra vez? ¿Lograste confesarte? —le cuestiona pegándole codazos.

Manic casi tira algunas bandejas. Logra detenerlas mientras voltea a ver de manera vergonzosa al zorro.

—¡¿Yo no dije que me confesaría?! —espeta nervioso.

Tails se ríe al verlo avergonzado.

—Oh vamos, es claro que te gusta. Sólo mírate, te pone nervioso hablar de ello —se burla descaradamente.

Manic se sonroja hasta más no poder. Con una de sus manos tapa su boca mientras cierra los ojos.

—Bueno me parece atractivo, es todo —dice volviendo a retomar la actividad.

—¿Solo eso? —Tails insiste en sacarle información.

Manic se incorpora para meter las bandejas en la nevera y cierra bruscamente.

—No es tan fácil de decir, oye Scourge me gustas ¿Te gustaría estar conmigo? —pregunta dejándose llevar de sus sentimientos pero al instante reacciona y se da cuenta de su error—. ¡Y-Yo no quise decir...!

Pero es demasiado tarde, Tails se incorpora mientras agita sus colas y con una sonrisa triunfal sobre el rostro.

—¡Oh! ¡Se llama Scourge! —pronuncia muy contento.

—¡No, digo! ¡Rayos!

—¡Mi muchacho ya creció! —Tails se arrodilla a llorar en el piso mientras festeja por la felicidad—. ¡Manic se ha enamorado y eso me hace feliz!

Manic niega rotundamente, maldice su suerte.

—Eso no es cierto —reniega dándose por vencido.

Tails se calma, se coloca frente a él y le da unas palmadas en la espalda.

—Manic mereces conocer el amor, no puedes cerrarte para siempre en ese tema —le consuela— además es justo, has pasado tantos años en soledad y mereces a alguien que este dispuesto a amarte —le habla con tanta confianza y suavidad.

Manic le observa con el rostro aun confundido y sonrojado.

—Nunca he sentido algo en especifico por alguien —menciona con aires de tristeza— y la verdad, no sé qué siento.

—El amor es algo tan confuso Manic pero tan claro al mismo tiempo, es cuando no puedes dejar de pensar en esa persona, buscas pasar el mayor tiempo posible con ella o él, te hace feliz tenerlo, te preocupa que algo le vaya a ocurrir o simplemente, te sientes solo cuando se va de tu lado...

Manic entonces logra comprender algunos conceptos de los que su amigo expone. Tails se da cuenta que su amigo se queda en silencio, se aleja y le sonríe.

—Aunque claro, depende de ti y el chico que te guste así que no te presiones —dice finalizando su charla con ese tema.

Pero Manic se siente aun más perdido.

—Es que no es tan fácil, somos demasiado distintos —sin darle muchos detalles Manic quiere hablarle a Tails sobre ello.

El zorrito le invita a sentarse, toma unas bebidas y las destapa, al menos esa noche va a ser un poco distinta a las otras.

—¿En qué? —le cuestiona bebiendo lentamente.

Manic ignora el hecho que deberá pagar la bebida, ni le importa.

—Edad, gustos, apariencia... —dice recordando al licántropo— incluso en creencias, es como si viniéramos de mundos distintos.

—¿Y es así como te darás por vencido? —le irrumpe su amigo.

Manic le ve consternado.

—No estoy seguro aun, creo que necesito más tiempo... estar seguro de lo que quiero y siento.

—¡Aww Manic! —chilla Tails con ternura, toma las manos del erizo y le ve fijamente—. ¿Te han dicho que eres muy tierno cuando tratas de expresar tus sentimientos?

Manic recuerda las palabras del lobo, en algún momento Scourge también le mencionó algo parecido.

—Si... —responde desviando la mirada.

—¡Solo quiero que seas feliz y claro que cuentas con un amigo para lo que sea! —le afirma muy emotivo—. ¡Y recuerda que con gusto te puedo ayudar a practicar tu confesión! —bromea soltándolo.

Manic sonríe con gracia. Claro que él jamás podría ser capaz de confesarse, no es como Scourge, libre y extrovertido. Aunque si lo pensaba, quizás eso le agradaba tan solo un poco del lobo.

—Supongo que la noche será tranquila —susurra viendo a través del cristal como todos los transeúntes se dirigen a sus casas.

—Si, no habrán tantos clientes. Podremos descansar —Tails se incorpora para estirarse— me alegra que seamos amigos, nadie me comprende mejor que tú.

Manic le sonríe, y luego recuerda algo que siempre a querido preguntarle.

—¿Oye Tails, podrías contarme más sobre los lobos?

El zorro se muestra impresionado.

—¿Te gustaría conocer sobre ellos? Te advierto que es un tema muy excitante y adictivo.

—Eso creo... pero me gustaría conocerlos un poco más —y más porque aun no conocía todo de Scourge y basado en su "secuestro" necesitaba conocer de algunas cuestiones.

—Bien, entonces te contaré basado en uno de mis científicos favoritos, Ivo Robotnik —dice emocionado— hace poco abandonó sus libros pero es el que más retrató a los licántropos y el que explicó a detalle sus características.

Manic le ve consternado.

—¿Espera pero acaso no fue él a quien abuchearon en un programa? Bueno, por llamar loco a otro científico...

—En parte, aunque él defiende que sus teorías son solo para entretener y pasatiempo, nada real lastimosamente —dice resignado el zorro—. Pero sean ciertas o no, son muy buenas y hasta te podría jurar que son ciertas.

Entonces Manic toma una bolsa de papalinas para romperla y le ofrece al zorro.

—Me gustaría escucharte —le dice afirmando.

Tails se ríe de su amigo y comienza a hablarle de lo que sabe.

[…]

Pasaba de la media noche, los chicos debían cerrar la tienda.

—¿Seguro que no quieres que te acompañe? —le pregunta Manic poniendo seguro y dándose vuelta.

—No, estaré bien. No vivo tan lejos —le contesta confiado el zorro—. Cualquier cosa que pase no dudes en llamarme —le pide alejándose.

Manic se despide, sin más comienza a caminar de regreso a su casa. Por el camino pasa cerca del parque en donde esperaba a Scourge, una cálida sensación invade su pecho al recordar al lobo.

Su reciente tema con el amor y el lobo le ha dejado un poco dudoso con lo que realmente siente.

—Insisto que me afecta demasiado pensar en ello —menciona dejando ese lugar.

Manic se cubre con su suéter debido al frío de la madrugada mientras caminaba por esas calles desoladas. Se detiene para esperar el cambio en el semáforo. Creyendo que estaba solo siente como una chica se acerca justo a su lado. Sus ojos café la observan; una chica de complexión delgada, usa falda de cuadros rojos y lineas negras con blanco, con una chaqueta de cuero negro a juego con sus botas; sus púas rosa están desaliñadas y sus ojos, son de color verde esmeralda. Ella parecía estar viendo su teléfono.

El semáforo cambió a rojo, Manic dejo de ver a la chica que curiosamente se parecía mucho a Scourge. Decidió ignorar esa idea y seguir con su camino. Cruzo la calle rápido mientras se alejaba de la chica rosa. Y siguió por delante pero, volteo a ver y noto como la chica caminaba detrás de él.

Eran ideas suyas o la muchacha lo estaba siguiendo. Comenzaba a sentir pánico cuando vio como la chica se dobló un callejón por detrás.

—Oh Manic, deja de pensar cosas que no... —se regaño con alivio.

Vuelve a caminar un poco más tranquilo. La noche era húmeda, caían algunas gotas de agua pero no lo suficiente como para empaparlo. Iba pasando por un callejón cuando algo le atrapó y detuvo su caminata.

—Disculpa... —escucha un susurro, algo le sujeta del cuello arrastrándolo hasta dentro del mismo callejón y hace estrellarlo contra una pared.

Manic lanza un quejido, su cuerpo es aturdido, cae sentado al suelo mientras ve como una chica coloca su pierna por delante intimidándolo.

—¡¿Q-Qué te pasa...?! —dice casi gritando pero se detiene cuando observa a la misma chica de antes. Sus ojos café tintinean en pánico al verla sonreír y nota que tiene colmillos. Ella baja levemente hasta quedar cerca de su rostro, con una de sus manos le sujeta de la mandíbula.

—Te recomiendo que llames al lobo que tienes a tu lado —le dice alejándose.

Manic la ve incrédulo.

¡¿Cómo sabe qué tiene a un lobo a su lado?!

...Mientras...

—¡Oh diablos, Manic me va a matar! —mascullaba el lobo.

Entre sus manos se encontraba el reproductor destruido de cierto erizo. Escuchó todas las canciones y álbumes que poseía y entre todas las canciones encontró una muy bonita que le hizo querer enseñarle a Manic. Pero al momento de rebobinar, apretó un poco duro y quebró el aparato.

Trataba de repararlo pero era claro que los lobos y la tecnología no se llevaban del todo bien.

—¡Es inútil, tendré que decirle a Manic...! —se lamentaba, bajó sus orejas rendido.

De repente sus orejas se alzaron, sus ojos se abrieron en toda su extensión y su nariz olfateo mucho más profundo.

—¡Te lo dije! —renego incorporándose de golpe, dejó de lado ese aparato y se dirigió a la terraza—. ¡Manic! —se lanzó al vacío.

Entre el viento podía sentir el aroma de Manic que le pedía llegase a ayudarlo. Que algo lo había atacado.






















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