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🅞🅝🅒🅔

...Unos días después...

Las mañanas se habían vuelto un tanto peculiares desde la llegada de su nuevo inquilino. Antes despertaba sin muchos ánimos y menos con ganas de comer algo pero eso cambió cuando, Scourge apareció en su vida. Debido a su constante apetito, Manic se encargaba de preparar el desayuno para ambos y de este modo, detener a la bestia estomacal del otro.

—Entonces veamos... déjame repasar esto —Manic escribía sobre un cuaderno todo lo que el lobo le contó acerca de los licántropos—. Cada que hay luna llena, tu lobo interior toma el control de tu cuerpo; necesitas comer suficiente para no volverte agresivo; eres sensible a sonidos agudos y luces blancas... —volvía a repetirle.

El lobo se encontraba recostado sobre sus brazos en la mesa de la cocina. Bebían café mientras rectificaban los datos de los que hablaron amenamente. Scourge mantenía una gratificante sonrisa sobre el semblante; estaba tan maravillado con su alumno, Manic. El erizo era tan curioso con respeto a su vida y sus hábitos, durante ese tiempo estuvieron hablando más de ello y aunque se reservo de algunos detalles, le contó la mayoría.

—¡Así es! —su rostro se torna coqueto—. ¡Oh Manic has aprendido tanto de mí, me siento halagado! —pronuncia soltando un leve suspiro terminada la frase.

—No es que quiera... pero no tengo otra opción —le responde Manic un tanto decepcionado y es que, no tenía otro camino el cual seguir o una alternativa distinta.

El lobo se incorporó, volvió la vista ofendido debido al comentario de su compañero.

—Vamos, no soy tan malo. Puedo ser un chico bueno para ti —le menciona con el tono de voz coqueto y suavizando su sonrisa—. Solo necesitas decirme lo que quieres y yo con mucho gusto lo haré~ —menciona dejando notar sin descaro su picardía innata.

Manic no puede evitar sonrojarse, desvía la mirada mientras evade esa declaración. Scourge muchas veces era tan suelto y sin pelos en la lengua, no podía evitar ponerse nervioso ante sus insinuaciones.

—¿H-Hay algo más que tenga que saber? —pregunta cerrando los ojos y calmándose.

El licántropo le ve pensativo; existe un tema que debe hablarlo con Manic pero, no esta del todo seguro si es buen momento para charlar sobre ello. Reconoce que ese tema podría traer problemas a su convivencia y es que, habían avanzado tanto en unos días que temía arruinar todo.

—De hecho si, nuestra época de celo y... —el verdoso guarda silencio al recordar el tema del cual no había querido hablar. El tema de por si es complicado quizás muy complejo de enseñar ya que ellos son la única estirpe que puede sentirlo y aún así declina la idea— ... y su duración —hace un cambio brusco en su respuesta.

Manic pasa desapercibido ese último cambio en la charla, se prepara para escribir.

—Adelante.

—Dos veces al año los lycans, tenemos la temporada de celo o de apareamiento. Para los alfas no es un problema tan evidente pero para los omegas si. Dura alrededor de dos semanas, dependiendo si el deseo se aplaca es menos, de lo contrario ese es el tiempo —lleva una mano hasta su nuca en donde se acaricia sobre la piel, luego sus ojos ven a Manic y rápidamente nota que el chico le ve incómodo debido a su confesión—. E-En mi caso, soy un alfa lo sé controlar pero puede que algunas cosas se descontrolen —se apresura a aclarar para que Manic se sienta un poco más tranquilo.

—¿Cómo que? —asevera Manic alzando una ceja.

—Mi apetito incrementa, mi estado de ánimo sube y baja, me vuelvo un poco más molesto... —le responde— podría decirse que soy mucho más compulsivo...

—Entiendo —menciona Manic vacilante— deberás decirme cuando sea tu celo. Para preparar cualquier cosa que necesites.

—Oh, falta mucho para eso. Pero no temas, me alejaré para no ser molesto —se apresura a mencionar—. Llevo mucho lidiando con ello.

Manic termina de escribir entre sus notas la información que Scourge le ha brindado. Le será útil conocer cada detalle de él para poder saber como actuar en determinado momento.

—¿Solo eso? —le cuestiona.

—Si... —le responde entre murmuros.

—Bien, entonces vuelvo a repasar todo —Manic se incorpora mientras lee—. Tu nombre es Scourge, aparentemente tienes veinticinco años, eres un alfa renegado o un Rogue, viajas de lugar en lugar y encontraste a tu... ¿Domador de aromas? ¿Adiestrador? —dice eso con vacilación— y algunos lobos te quieren liquidar debido a que eres un... ¿Híbrido?

Un silbido acompaña los labios de Scourge, seguido de una sonrisa lasciva.

—Tienes la idea, me gusta que me entiendas —le dice viéndole— no apuntes eso de la liquidación no quiero que te sientas acorralado —sus ojos no se separan del rostro de Manic— no es necesario pensar en ello. Yo te protegeré —le afirma con los ojos fijos.

Manic no logra explicarse que cada vez que Scourge lo mira de ese modo, su corazón late mucho más fuerte, comienza a sudar de las manos y se siente acorralado entre sus hermosos ojos como los zafiros.

—¡Oh deja de verme así! —se queja dándole la espalda. No es su intensión ser abusivo pero Scourge tiene algo que lo obliga a responder de ese modo.

—No puedo evitarlo... —le contesta rascándose la nariz.

Manic camina hasta una pared en donde pega las notas que ha hecho, lleva el contenido de todo. Esta seguro que si Tails viera eso le llamaría loco debido a su informes detallados en hojas.

—Bien, entonces según mi calendario la próxima luna llena será en algunas semanas. Pediré permiso para estar contigo y evitar que tu lobo salga a hacer barbaridades —se voltea para hablarle.

—Me gusta esa idea, no espera... —le dice acercándose— me agrada saber que pedirás tiempo para estar conmigo. Es muy considerado de tu persona, Manic eres como un dulce susurro mañanero, tan cautivador y emotivo~.

Manic simplemente ignora las insinuaciones del otro. No es que sea alguien que reciba elogios seguido pero Scourge era un auténtico payaso, no debería ponerle tanta atención a sus palabras.

—Bien... entonces ya esta. ¡Tengo todas las fechas definidas, solo debo comprar alimentos! —festeja dejando de lado su cuaderno.

Scourge se siente herido, ni siquiera logró poner nervioso a Manic con sus palabras tan directas pero no culpa a Manic. No es su naturaleza ser tan demostrativo a diferencia de él. Y más cuando en muchas ocasiones sus palabras suenan más como bromas de mal gusto. Rendido pasa esa situación y se enfoca en algo distinto.

—Es cierto... —el verdoso abre su chaqueta mientras saca unas bolsas; de éstas saca dinero y lo deja caer frente a Manic—. Ayudaré dándote el dinero para la comida.

Manic le ve pasmado, sus ojos viajan del dinero al erizo y viceversa. Talla sus ojos esperando que aquello sea una ilusión.

—¡¿De dónde sacaste todo ese dinero?! —espeta tomando un fajo y cerciorándose que sea real.

Scourge baja levemente sus orejitas, como si le hubiesen regañado.

—Oh, tranquilo proviene de un lugar confiable —afirma nervioso.

—¡¿Un banco?! —se apresura a responder.

Scourge alza las orejas en señal dd alerta.

—Oh no, yo vendo... empeño joyas —vuelve a decirle.

—¡Más te vale que no las robes! —lo amenaza.

—No, de hecho son del bosque mágico. A veces me escabullo para obtener algunas y cambiarlas por dinero en efectivo —le cuenta— no robamos, o bueno, al menos no tengo esa costumbre. Cuando me metía sin permiso en las tiendas, me aseguraba de dejar una pequeña compensación por el daño... —dice tímido y apenado.

Manic se mantiene estático ante sus palabras, después de unos minutos relaja sus músculos, suelta un amplio suspiro y aleja la idea de regañar al lobo por el dinero.

—¿E-Estás seguro? —retoma la charla con más calma.

Scourge le sonríe con suavidad.

—Tienes mi palabra de lycan, Manic. No puedo mentirte —eleva la mano a la altura de su hombro en señal de jurar sus palabras.

—De acuerdo, pero si necesitas mucha comida yo... —las palabras de Manic cesan cuando recuerda la cantidad exuberante de comida que ingiere el lobo—. ¿Cómo la voy a traer? —se pregunta a si mismo.

Scourge se incorpora rápidamente, se dirige hasta detrás de Manic y sujetar sus hombros.

—Vayamos de compras —le sugiere—, como una pareja de recién casados, así como en esas historias que pasan en la caja de colores —le propone sonriente— tú serás mi esposa y yo el fuerte esposo que carga las compras.

Manic se mantiene inexpresivo, toma las manos de Scourge y las retira de sus hombros. Camina unos pasos por delante y se voltea para verlo.

—¡Una broma más de esas, y duermes afuera! —le replica alzándole un dedo y frunciendo el ceño.

Cuando Manic salía a hacer sus compras, siempre andaba solo. Su única compañía eran su par de audífonos y su música; podía escapar de la triste realidad que afrontaba por medio de ésta.

En esa ocasión, no tenía ni sus audífonos ni se sentía solo.

—¡Mira eso, se ve tan jugoso!

Torció una mueca de asombro al verse caminando al lado de un energético chico... o mejor dicho, un licántropo. Scourge admiraba todo el lugar, se removía cuando niño pequeño en su parque de diversiones favorito.

—¡Los mortales hacen cosas tan maravillosas!

Manic sonrió levemente al ver al lobo actuar como un infante. Era raro pero ya no se sentía solo; al contrario una ligera calidez era evidente en su cuerpo. Tantos años que vivió en la soledad y de repente, de manera casi fortuita llegó a su vida un chico y un lobo. Cerró los ojos pensando que quizás no tenía la mejor de las suertes aun así, no podía negar que Scourge le transmitía un mar de sensaciones que le brindaban paz.

Por primera vez, sus ojos veían de reojo al erizo. Nunca se detuvo a admirar el color tan dramático de su pelaje, ese verde encendido; sus púas además estaban desaliñadas y le agregaban ese toque rudo y punk. Que decir de su físico Scourge era claramente más alto que él, más fornido, sus manos era fuertes. Sus ojos eran tan expresivos y su rostro tan demostrativo, Scourge era un auténtico chico soñado.

—"Creo que estar con él me esta afectando más de la cuenta" —piensa desviando su atención a otro lado.

Cualquiera que viera a Scourge diría que era el Badboy soñado por cualquier chica y que darían lo que fuera por estar entre sus brazos. Manic se sintió apenado, cuántas veces él ha estado en los brazos del lobo. Un sutil sonrojo reviste su rostro, Scourge lograba hacerle cosas que estaba seguro cualquier otra chica envidiaría. A lo mucho habían pasado algunos días, en donde él y el lobo se conocieron tan solo un poco más; y es que se sentía sumamente intrigado por su repentino cambio de vida. Scourge basaba su convivencia en demostraciones excesivas de afecto mientras, él era más de palabras mal hechas pero de acciones concisas.

¿Cómo era posible que dos seres tan distintos pudieran encajar tanto en esa especie de relación?

Pensado más en claro, se dio cuenta que Scourge era todo lo que él nunca será; atrevido, desvergonzado, lleno de energía y a pesar de que la muerte lo busca, lucha por sobrevivir.

Pero, quizás eso necesitaba para equilibrar su vida...

—¿Manic? —le vuelve a llamar el lobo extrañado.

El mencionado sale de sus pensamientos y le ve directamente.

—¿Qué sucede? —le pregunta.

El lobo baja la mirada, se ve levemente sonrojado.

—Tú me has detenido —le contesta rascándose la cabeza.

Manic baja la mirada, se percata que su mano se aferra a la manga de la chaqueta del lobo. Rápidamente retira su mano y se disculpa. Scourge se límita a sonreír y olvida lo sucedido.

—"Oh vamos de nuevo tengo esos ataques" —se regaña Manic—. P-Podemos comprar aquí, hacen descuentos al por mayor —le cuenta tratando de pasar desapercibida su vergüenza.

—Me parece una buena idea —le contesta el verdoso.

Sin más, Manic entra primero a la tienda. Scourge se queda por detrás, por un momento parece estar pensativo, en su rostro se dibuja una sonrisa y decide seguir a su "compañero".

Porque Scourge aun no le ha hablado de ese tema pero sabe con certeza que Manic era eso.

[…]


Manic siempre fue un muchacho distanciado de la sociedad, nunca le preocupó la idea de encajar en ella y mucho menos sobresalir de algún modo. Siempre pasó desapercibido de todos, aunque claramente Scourge fue la excepción a toda su regla.

No pudo evitar imaginar el mal comentario del lobo sobre ir de compras como esposos y es que, era irónico, él llevaba unas cuántas bolsas mientras Scourge llevaba las más pesadas.

Aun así, se preguntaba por qué el lobo sonreía tan cándidamente al estar a su lado.

—No entiendo por qué un alfa puede ser tan sonriente y estar tan a gusto conmigo —dice con timidez.

Scourge le ve tiernamente.

—Pues es porque precisamente se trata de ti —le contesta caminando a su lado—. No lo puedo evitar.

—¿O es por mi aroma? —le pregunta con decepción.

Scourge se detiene de golpe mientras en su rostro se muestra una expresión desconocida. Baja las bolsas mientras se cruza de brazos. A lo que Manic se asusta y se coloca delante de él.

—Más que tu aroma, me gusta estar a tu lado. Puede que seas un poco tímido o no te guste mi sentido del humor pero, me haces sentir cómodo —menciona con confianza y el semblante relajado.

Manic muestra una expresión nueva. Sus ojos brillan de una manera única, y reflejan una emoción casi como si esas palabras fueran mágicas. Lleva sus manos hasta su pecho en donde su corazón late con fuerza.

—Ni en mi manada podía sentirme libre, siempre debía seguir un protocolo y todas esas estupideces —menciona con burla— pero contigo; puedo ser tan libre, no me juzgas, no me obligas a comportarme. Estoy seguro que si mi padre me viera... —hace una pausa, sus labios tiemblan al tratar de hablar— estaría muy decepcionado —lanza una risa falsa y lastimera.

Manic nota como el tema del padre del lobo le causa malestar. ¿Tan mala relación tuvieron para que se pusiera de ese modo? Lleva una de sus manos hasta la mano de Scourge, y éste le devuelve la vista confundido.

—Dices cosas muy... dulces —Manic desvía la mirada mientras habla—. No entiendo que sucedió antes o qué te hicieron pero... siempre he creído nadie merece ser reprimido de su verdadera naturaleza. No soy el mejor para hablar de esto pero... Tails tenía el mismo problema y cuando lo conocí pensé que era el chico más genial y en serio lo es —dice emocionado—. Creo que también eres genial y no deberías de suprimir eso. Tu padre de seguro hubiera querido que fueras feliz —le asegura viéndole con una sonrisa.

Scourge por primera vez tiene un rostro de asombro. Estaba seguro que en muchas ocasiones él vio ese rostro reflejado en Manic pero ahora, era Manic quien le aplico un poco de su propia medicina.

—Hey... —dice volviendo a su actitud insinuante y coqueta—. ¿Eso quiere decir que te gustan mis bromas y mi forma de ser tan... desvergonzada?

Manic se sonroja.

—N-No quise decirlo de ese modo —le contesta negando con sus brazos.

Scourge suelta una risa.

—Es parte de mi naturaleza ser así pero, gracias por hacerme sentir... ¿Incluido en algo? Creo que podría funcionar como una especie de manada —bromea tomando las bolsas—. Ahora volvamos a casa, que muero de hambre —se queja.

Manic asiente colocándose a su lado. Mientras vuelve a retomar su caminata. En su rostro se podía distinguir una pequeña sonrisa, quizás le empezaba a agradar la compañía de alguien. Y Scourge por momentos lo veía; en sus ojos se reflejaba una paz y tranquilidad sin igual.

—"Oh Manic me he rendido ante ti..." —piensa con una sonrisa.

Mientras los dos caminan alguien por detrás los observaba, esos ojos verdes esmeraldas se fijaron en el erizo más pequeño.

—Al fin te encontré, Scourge —dice torciendo una sonrisa y devora una paleta.

Se da media vuelta mientras que por su mente se forma un plan para llamar la atención del lobo verde.


















Un poco tarde pero me atrase en editar esto ;-;

Espero que les haya gustado ^-^

Y me gustaría leer sus teorías acerca de la historia xD

Ya tenemos un Podcast de este libro por si desean escucharlo, esta anclado en la info de mi perfil y si quieren participa ya saben que deben hacer~

Sin nada más nos leemos el siguiente sábado~

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