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Dentro de un pequeño apartamento se escuchaban unos gritos, pisadas y algunos objetos que caían al suelo. Menos mal, no había nadie más viviendo allí y es que, quién podría vivir en un apartado abandonado y a punto de ser demolido.

En fin, siguiendo con la pequeña aventura de nuestro valiente erizo verde esto fue lo que sucedió después de su más impactante revelación:

—¡Déjame ir Scourge! —Manic gritaba con pánico mientras luchaba por quitarse en encima al lobo.

Después de estar jugando, Scourge lo derribó y se sentó sobre él evitando que siguiera tirando las pocas cosas que tenía.

—No puedo Manic —le responde acicalándose las púas y quejándose del erizo llorón.

—¡¿Por qué?! —espeta dándose por vencido.

El lobo termina de arreglarse las púas. Se truena el cuello y le sonríe al erizo bajo suyo.

—Hay muchas cosas que no sabes de los licántropos. Por pasar algunas noches conmigo accidentalmente mi aroma se ha impregnado en ti y si esos idiotas lo detectan, podrían matarte —le dice de lo más natural posible.

—¡¿Q-Qué?! —grita—. ¡Entonces quítalo, no quiero morir! —le exige.

De nuevo Manic forcejea contra el lobo y solo consigue moverlo un poco de su lugar.

—¡No puedo! ¡Es decir no es que sea algo tan fácil de quitar! —le responde avergonzado.

Manic trataba de soltarse de los fuertes brazos del erizo verde.

—¡Entonces usaré perfume o algo!

Scourge se ríe de su inocencia.

—Esas cosas no sirven. Nuestro sentido del olfato es súper sensible —menciona más como burla.

Manic usa toda su fuerza y tira al lobo, a continuación se sienta sobre el suelo mientras respira agitado. Luego se lanza contra Scourge y ahora es él quién tiene "acorralado" al erizo puesto que se sienta a la altura de su estómago.

—¡Ya estuvo bueno! —se expresa con cansancio e irritación por su actitud infantil—. ¡¿Si sabías que eso iba a pasar por qué me seguiste?!

Scourge cruza los brazos detrás de su cabeza, resulta que Manic es más divertido de lo que pensó.

—Yo que iba a saber de tu aroma, además como dije... a mi lobo interior le parece agradable, nada había logrado hacer que permaneciera por tanto en un lugar, ahora no puedo simplemente alejarme —dice dando algunos bostezos y viéndole seductoramente.

Manic permaneció estático al escuchar esa confesión. Su rostro se sonroja al ver como ese lobo le gusta jugar con su pena y vergüenza.

—Además de perro, también me sales payaso —dice ofendido.

Esto solo provoca que Scourge siga disfrutando.

—Ya te lo dije~ —Scourge sonrió— además no es que siempre me ande convirtiendo en lobo. Solo ocurre cuando hay luna llena, tengo hambre o detecto peligro cerca —le explica para calmar al erizo.

Manic le vio escéptico, calmarlo no fue exactamente lo que logró con eso. Abre sus ojos con pavor y sus labios tiemblan ligeramente.

—¡¿Eso significa que me perseguirás durante esos días?!

Scourge se encogió de hombros.

—Con lo que me gusta cuidar mascotas... —se lamenta Manic tapándose el rostro.

—Es divertido verte de este modo, aunque por mi condición no me gusta estar abajo~ —se burla Scourge mientras ve como Manic se descubre el rostro; hace un mohín y cuando esta por dedicarle miles de palabras de cortesía el celular del otro verdoso comenzó a sonar.

Scourge alzó sus orejitas al escuchar el sonido, se iba a incorporar pero Manic le gana poniéndole una camisa de extraño color y dudosa procedencia. Se incorpora y corre en busca de donde proviene ese sonido, justo en donde están todas sus cosas. Cuando Manic iba a contestar fue tirado bruscamente del hombro haciendo que se voltease. Scourge le toma del mentón y le hace que le vea directamente.

—Si dices algo sobre mí, te voy a llevar a rastras al bosque conmigo —lo amenazó serio y gruñendo—. Te lo advierto —lo señala soltándolo.

Manic tembló al verlo de ese modo, sus ojos se dirigieron a la pantalla de su celular. Trago saliva rezando que no se escuchara agitado debido a la reciente actividad y que su amigo malinterpretara eso porque Tails era un malpensado de primera.

Scourge se aleja viéndole serio, se cruza de brazos mientras espera que el erizo no rompa su trato temporal.

—¡H-Hey Tails! —le contesta Manic tratando de sonar como el chico de siempre.

—¡¿Lo has visto?! ¡Los lobos han atacado y esta vez hay fotos! ¡Manic ahora más que nunca debemos tener cuidado! —el erizo separó un poco el celular debido a los gritos del zorro.

Manic solo veía con miedo a Scourge.

—Eh si... —le responde inseguro, ni siquiera había visto las noticias.

—¡Ahora si estamos jodidos! Menos mal se dio la orden de que nadie pueda salir en la noche. Podremos descansar algunos días —se escucha la risa infantil del zorrito.

Manic pasó pesadamente sobre su garganta, pidió que Scourge no escuchase eso pero, el lobo a la distancia sonrió ante la inesperada noticia.

—¿Estás seguro? —le pregunta Manic deseando que no fuese así.

—¡Claro! De lo contrario no creo que nuestro jefe quiera pasar unos días en la cárcel. La orden viene directamente del gobierno —le explica.

Manic se limita a cerrar los ojos y suspirar.

—¡O-Oh dios van a dar una conferencia en la noche, te llamó más tarde! —se despide cortando bruscamente.

Manic alejó el aparato para volver a guardarlo. Mientras escuchó el silbido proveniente del lobo y como su sonrisa relucía sobre su rostro.

—Así que estarás de descanso unos días. Parece que la suerte esta de mi lado~ —dijo mientras se acomodaba— y tengo que disfrutarla tanto como sea posible —continua burlándose descaradamente.

—Ni creas que me voy a quedar. Me iré a mi casa, comeré, dormiré y quizás esto sea sólo una mala pesadilla —le aseguró tomando sus cosas, se hincó para agarrar todas sus pertenecías y escapar de allí pero, se percató que lo más importante no estaba en ellas. Se dirigió al lobo extendiendo la mano—. ¡Dámelas! —espetó.

Scourge jugaba con las llaves sobre su mano, de todo lo que podía quitarle a Manic las llaves eran lo más importante. El chico se lanzó sobre el lobo olvidando momentáneamente que estaba con una bestia mitológica; éste apresó a Manic en un abrazo y lo atrapó nuevamente contra el piso mientras subió las manos del chico por encima de su cabeza. Sonrió con perversión mientras bajaba hasta el rostro del chico.

—No puedes dejarme, si te vas iré contigo —le habló cerca de su orejita que se estremeció al sentir el cálido aliento del lobo.

—¡¿Cómo vas a venir conmigo, no quiero problemas y menos porque un lobo esté conmigo?! —grito con euforia y removiéndose.

—Pues sería más problema que ande solo por allí y que en la noche entre a tu apartamento —le dijo soltándolo. Se incorporó el lobo mientras se dirigió a buscar algunas cosas en aquel apartamento.

Manic se sentó sintiendo su corazón latir muy fuerte, iba a seguir gritándole a Scourge cuando sintió como el lobo le tiraba las llaves en la cara.

—¿Nos vamos? —le pidió.

Manic le observó tan ofendido.

—¡¿Cómo que vamos?!

—Eres mi maestro y debo seguirte todo el tiempo que sea posible, y ahora no puedes negarte —le dice tomando una bolsa y poniendo sus cosas dentro.

Manic permanece en silencio. Por un momento olvidó lo que Scourge le dijo.

Manic caminaba cabizbajo mientras el otro erizo le seguía por detrás con una amplia sonrisa. Maldecía su poca suerte, aun estaba sumido en la idea de que aquello era una pesadilla. Con el rabillo del ojo vio momentáneamente al lobo. Quién podría imaginar que ese erizo era una criatura mitológica y más, una que en algún momento deseó conocer.

Llegaron a su apartamento, un bonito edificio de color rojo. Dentro Manic se dirigió a subir por un tramo de gradas que le llevaban a su destino. Vivía en el último piso. Scourge olfateaba todo a su alrededor, le parecía curioso ese lugar, tantas veces dejo a Manic allí y nunca entró para ver tan solo un poco.

Manic insertó la llave en el cerrojo de la puerta de su apartado. El lobo se le adelantó en entrar, dejó tiradas sus cosas y comenzó a olfatear de una manera frenética mientras Manic le veía atemorizado.

—¡Hay mucho aroma dulce aquí! —expresó con felicidad—. ¡Mucho aroma a Manic!

Manic cerró de golpe la puerta y se le acercó para taparle la boca.

—¡Baja la voz, van a pensar mal mis vecinos! —le susurró el erizo.

Scourge soltó una leve risa mientras alejaba aquellas manos de su boca.

—Mi nariz esta feliz, no lo puedo evitar. Me hace sentir como si estuviera en casa —Scourge con toda confianza se sienta en un sillón.

Manic aun sigue incrédulo de lo que le ocurre. Hace tan solo unas horas vivía solo y ahora, tenía a un lobo a su lado. Aunque no estaba seguro si podía ser una mascota o alguien. Mientras se debatía en lo que se le había unido un gruñido proveniente del estómago del lobo hace que Manic lo vea asustado.

—¿E-Eso fue tu estómago? —le pregunta con temor.

—Si... creo que por desviarme olvidé por completo comer... ¿Tienes algo? —le pregunta con pena.

Manic de rasca la cabeza.

—¿Qué se supone que come un lobo? —pregunta sin tener idea de la respuesta.

—Pues no es cosa del otro mundo, nuestra dieta se basa principalmente en todo tipo de carne, licor y bueno, lo que comen los seres comunes —le responde.

Manic entonces se encamina hasta la pequeña cocina que tiene. No poder muchas cosas para comer porque no pasa mucho tiempo en casa y su despensa casi siempre esta vacía. Abre aquel lugar, y solo encuentra un par de golosinas, galletas y una gaseosa.

—T-Toma, no he tenido tiempo para comprar —se justifica apenado, lentamente se acerca hasta el lobo y le entrega las cosas.

—Esto solo me suplirá unas horas —menciona Scourge abriendo las bolsas de golosinas y comiendo rápidamente.

Manic le ve un poco asqueado, se aparta un poco más. El lobo se acaba la comida mientras gruñe.

—¿Cuánto comes? —pregunta Manic asombrado.

—Te asustaría saberlo... —le contesta incorporándose— pero así estaré bien, al menos eso espero.

—Me voy a quedar pobre... tendré que comprar más cosas para estos días —dice Manic suspirando.

Scourge ve a su alrededor con curiosidad.

—Es muy bonito este lugar —menciona encantado— mucho mejor de donde vivía.

Manic se siente estresado, cansado y solo quiere relajarse. Ve su ropaje y se encuentra cubierto de polvo y algunas hojas que de seguro eran de Scourge cuando era lobo.

—Me voy a dar una ducha. ¡No se te ocurra tocar nada! —lo amenaza retirándose a su habitación.

—Lo prometo —le jura cruzando los dedos— o creo que no.

Solo vio como Manic desaparecía de ese lugar para dejarse atrapar en el aroma que tanto le gustaba. Scourge no mentía aquel aroma era tan adictivo, embriagador y al mismo tiempo le hacía sentir acogido. No estaba seguro si antes había olfateado algo parecido y mucho menos en el bosque.

Comenzó a caminar alrededor veía un poco más analítico aquel apartamento. Manic vivía en un sitio tan pequeño pero reconfortante; caminó alrededor mientras tocaba algunas de sus cosas. Manic era minimalista, apenas y poseía adornos o cualquier otro atractivo en ese lugar. Solo tenía unas fotos puestas en la pared, de una mujer.

Scourge se detuvo, mientras la veía. La mujer se veía bastante mayor, le causaba curiosidad el hecho de que ella estuviera enmarcada. ¿Era importante para Manic y por qué lo era? Dejó la foto de lado, luego se percató de que a las afueras había un amplio balcón. Solo una puerta deslizable de cristal lo separaba; la abrió mientras seguía observando.

—Tiene una gran ventaja al vivir en este lugar —sonrió pues había mucho espacio para su lobo interior.

Se volvió a adentrar para recostarse en el sillón. Al hacerlo, se dio cuenta que en la mesa, habían unas cuantas revistas y discos de música. Le dio curiosidad y empezó a ver todo eso.

Punk rock, rock, pop, techno y demás géneros contenían esos discos. También encontró un reproductor, por un momento quiso encenderlo y conocer lo que le gustaba a Manic.

Sonrió cuando la palabra Manic y gustar se cruzaron en su oración.

—Manic —susurró dejando aquello de lado.

El aroma se volvía cada más fuerte y a su parecer más dulce, se encaminó hasta llegar a una puerta. Con sus manos la abrió y se topó con una recámara. Inmediatamente supo que allí era donde Manic dormía. Se adentró para seguir inspeccionando el sitio.

Scourge aun no lo comprendía, por más vueltas que le daba al asunto no encontraba una respuesta válida. En su jerarquía el aroma era utilizado para definir un estatus en la sociedad que poseían pero al mismo tiempo funcionaba como un atractivo para conseguir pareja.

Al igual que en las habitaciones anteriores, Manic no poseía mayor adorno en ellas y eso, le agradó. Se sentó a un costado de la cama mientras continuaba pensando.

Cuando era el alfa, dentro de su manada emanaban varios aromas que para su mala suerte no le agradaban. Se mantuvo solitario durante todo su mandato hasta que llegó ese otro lobo a destituirlo debido a una verdad que le envió directo a la soledad.

Sin darse cuenta abrazo la cobija de Manic mientras se sumía en la tristeza; se recostó en la cama. Scourge fue expulsado y repudiado por toda su manada. Puesto en el olvido, humillado... tuvo que encontrar una nueva manera de sobrevivir. A lo mucho habían pasado unos años con ese tipo de vida.

Mientras escapaba encontró ese pequeño pueblo y logró ocultarse pero eso le trajo otro problema.

Su problema era Manic.

No mentía en la leyenda de que existían mortales capaces de controlarlos con el aroma y tuvo que comprobarlo. Ahora solo quería estar al lado de Manic, quería tener ese aroma en todo su cuerpo, en su nariz, quería a Manic solo para él.

Pero por un momento una idea fugaz acaricio su mente.

—Se parece tanto a la...

Abrió los ojos mientras recordó su bella maldición. Se enderezó mientras restregaba su rostro. Sus orejitas se alzaron al escuchar al pequeño erizo salir del baño.

Manic le vio estupefacto.

—¡¿Qué haces en mi cama?! —le interrogó señalándolo.

—Estaba cansado, no me grites —le pide levantándose.

Manic se encamina hasta quedar parado frente a él.

—Debemos poner reglas en esta casa —asevero Manic—. ¡Primero, los lobos no duermen en mi cama; segundo tienes que respetar la intimidad personal; y tercero, si te vas a quedar a vivir; va a ser bajo mis reglas y condiciones!

—Oye no soy un animal, tengo sentimientos —le dijo un poco ofendido.

—¡Pero te paseas como si lo fueras! —le recrimina.

Scourge se siente levemente irritado, tampoco es que tenga mucho conocimiento en la convivencia grupal o menos en pareja. Suspira mientras pasa de Manic y se detiene en la entrada de la habitación.

—De acuerdo, haré caso de esas estúpidas reglas y ya —se rindió, su estómago continuaba lanzando gruñidos mientras se resignaba—. Si esto sigue así me voy a convertir en el lobito y las cosas se pondrán feas —dice saliendo de allí.

Manic le sigue por detrás.

—¿A dónde vas? —le cuestiona al ver que el lobo se dirige a la salida de su apartamento.

—Voy a conseguir algo para comer —responde abriendo la puerta.

Pero también quería salir a despejar su mente de los recientes acontecimientos que le han ocurrido.

—¿No vas a destruir las tiendas verdad? —dice Manic preocupado.

—Oye, sé cómo conseguir dinero. No me extrañes —dijo saliendo del apartamento.

Manic se quedó completamente solo mientras suspiraba. En el lapso de esos días no sabía los problemas en que se vería envueltos.







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