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"En otras noticias, más ataques se han registrado alrededor del pueblo. Los ciudadanos están temerosos hasta han abandonado sus hogares por temor a ser atacados".

—Y aun así nos hacen trabajar y arriesgar nuestras vidas.

Manic veía nuevamente la televisión, apagó el aparato mientras se preparaba para salir de su hogar. La paz duró muy poco, menos de dos semanas para ser exactos, tan pronto como podía decir que todo estaba volviendo a la normalidad los ataques incrementaron. Tomó las llaves y antes de salir, pensó en la noche anterior.

A pesar de esos ataques, cuando se encontraba con Scourge todo desaparecía. Pero lo que lo mantenía pensativo era lo que sintió la noche anterior.

—¿Qué rayos fue eso?

Y se refería a la sensación que había sentido con Scourge, estaba más que convencido que con nadie más sintió algo parecido. Esos ojos zafiros eran tan bellos, tan claros y si se detenía a pensar hasta reflejaban una inocencia escondida. Scourge era tan distinto con él, podría decir que realmente nunca conoció a alguien que con tan sólo una mirada le pudiera poner nervioso y transmitir tanta seguridad al mismo tiempo. Pero a juzgar por su condición, desconocía con certeza que era.

A su edad habían muchos temas que desconocía o a los cuales no les prestó mucha atención pero, tenía tantas dudas y el único al que podría hablarle de eso, era al zorrito que consideraba un fiel amigo. Y era la única opción que tenía entonces para aclarar su mente.

"He ate my heart (I love that girl)
He ate my heart (Wanna talk to her, she's hot as hell)
He ate my heart (I love that girl)
He ate my heart (Wanna talk to her, she's hot as hell)".

Manic volvió a sumergirse en su mundo mientras caminaba por la calle, el viento soplaba nuevamente. Se relajaba escuchando su música, de los pocos placeres que compartía era el amor a la música. Con ella podía alejarse de todo dolor y problema sin importarle nada más.

Por delante observó como algunos agentes caminaban por las calles e investigaban. Scourge tenía razón pues se les estaba yendo de las manos el problema con los lobos. Dejando de lado todo ese ambiente y no queriendo tener ataques de pánico, vio que le faltaba poco para llegar a su trabajo.

—Buenas tardes —saludó al entrar al recinto y se encaminó para ir a cambiarse; cuando iba a entrar al baño, observó dos colas que se movían a la lejanía.

Sintió como un golpe de felicidad.

—¡Tails! —le saludó acercándose a su amigo.

—¡Manic, hola! —le correspondió al saludo—. Justo estaba por salir —le contestó mientras preparaba sus pertenencias para marcharse—. Es bueno verte, ya te extrañaba.

—Lo mismo digo, estos días han sido muy locos con todo lo que ha sucedido —Manic suspira atolondrado.

—Ni que lo digas. Con tanto agente en las calles te sientes más inseguro y con pánico.

Manic se encogió de hombros.

—Si justo vi unos cuando venía...
oye Tails podrías quedarte un rato más, quería hablar unas cosas contigo —le pide un poco avergonzado.

No es que sea fácil para él hablar de esos temas y más cuando se trataba de alguien que era importante para él. Tails era el único que le había comprendido y quizás el único que lo aceptaba tal cual era. Aunque claro, el zorrito también era un poco distinto, y muchas veces le hicieron de menos por su alto IQ pero con Manic, hablaba tan libre de los temas que le gustaban, sin que nadie se burlase de él.

—Seguro, dime en qué te puedo ayudar —le responde con suavidad.

Manic entonces se prepara.

—Verás, no estoy seguro de como empezar... —se detiene mientras muerde levemente su labio ante lo que va a decir—. Conocí a alguien hace unos días, me parece agradable, siento que es alguien que transmite mucha confianza.

El zorrito le escucha con atención, por momentos mueve sus colas.

—Ajá —le contesta.

—Es nuevo en este lugar, no es como los otros chicos, es muy distinto. Es amable a pesar de parecer rudo, es expresivo y tiene una extraña rutina. La cosa es que durante salgo de mis turnos, me acompaña a casa y hemos hablado pero, ayer pasó algo que me hizo sentir raro... cuando vi sus ojos, hubo algo que me atrajo y no pude quitarle la mirada.

Tails se ríe ante lo último que le dijo el erizo.

—Vamos a resolver esto con una pregunta fundamental —lo interrumpe mientras lo ve directo a los ojos—. ¿Te gusta?

Manic sintió que ocurriría un terremoto, sus piernas se volvieron tan débiles que casi se cae al suelo.

—¡Oye no seas tan directo! —se quejó tapándose el rostro, sintió tanta pena—. Osea no sé, él es misterioso y todo pero yo... —se cayó en sus palabras pues era obvio que no había pensado en ello.

Tails solo negó con una sonrisa.

—Te parece atractivo, tanto que mira como te pones —se acerco hasta él—, entiendo que te cueste identificar eso pero quizás esta naciendo algo en ti.

—¿Eso es posible? —se pregunta como un pequeño niño perdido.

—Solo me dejo guiar por lo obvio pero es algo que solo tú podrás descubrir —finaliza agarrando sus cosas—. Si necesitas más ayuda, dejaré encendido mi celular y me llamas —le dice despidiéndose—. ¡Te veo pronto!

Manic se queda viendo como su amigo se aleja, no puede evitarlo, las palabras de Tails le dejaron aun más consternado.

[…]

—¿Scourge me gusta?

Manic se encontraba recostado en el piso cerca de las cámaras refrigerantes, allí la superficie se mantenía fría y era un poco más tranquilo. Otra noche en la que no habían clientes, el pequeño erizo pasaba el tiempo recostado mientras escuchaba su música y su mente le cuestionaba.

En su pensamiento se repetía la interrogante que el zorrito le había hecho.

—Nunca he sentido atracción por alguien... —se responde.

Veía las luces en busca de una respuesta. Esa noche sintió que algo había nacido en su pecho pero no estaba seguro, se movió a un costado para poder ver su celular. Quería olvidar ese momento súper incómodo que Tails le hizo pasar, prosiguió buscando información sobre los seres que cuando era pequeño conoció por medio de libros.

"Hombres lobos, los ancestros de los hombres lobos les maldijeron con una bella pasión. Solo podrían tener una pareja para toda su vida".

Manic abrió los ojos sorprendido, realmente el tema de los lobos comenzaba a tomar un poco más de importancia en su vida.

—Hay muchas cosas que los cuentos no dicen —susurró dejándose llevar por cada párrafo que leía.

Y así siguió leyendo hasta que llego su horario de salida.

—¿Manic? —le llamó Scourge.

El pequeño erizo volvió a llegar al lugar acordado, saludó a Scourge y comenzaron a caminar pero durante el trayecto parecía estar más callado de lo habitual.

—¿Si? —le contestó.

—¿Te pasa algo? Es que estas muy callado —el de ojos celestes comía una golosina mientras caminaba con Manic—. ¿Te sientes enfermo? ¿Quieres ir al doctor?

—No te preocupes. Solo estoy un poco cansado... y asustado por las noticias —le contesta tratando de no preocuparlo.

—Hey pero estas conmigo. No tienes que temer ya que yo alejaré a esos malhechores —se señaló a si mismo—. Tienen que pensar en atacarte dos veces, sino quieren salir corriendo como gallinas.

Manic sonríe con burla.

—Claro, es que justamente un lobo camina conmigo ¿no? —bromea.

Scourge se atraganta con su golosina mientras ambos se detienen abruptamente.

—¡¿Estás bien?!

—S-Si no te preocupes —calmó a Manic—. Joder, no debo comer mientras hablo —se sintió avergonzado.

Ambos siguieron caminando mientras el cielo se encontraba despejado. Scourge aprovechaba por momentos a observar de reojo al erizo que caminaba a su lado y sonreía. Esto provocó que Manic se sintiese raro e incómodo.

—¿Qué es gracioso? —preguntó Manic un poco apenado.

—Oh, no es nada solo... pensaba en lo reconfortante que es estar a tu lado. Q-Quiero decir, desde que llegue a aquí has sido de los pocos con los que he tratado —expreso viendo al cielo.

—Oh, pues yo digo lo mismo. No suelo tener muchos amigos o cosas así pero me agradas y eres curioso.

Ambos pasaron cerca de una casa en donde había un perro que ladraba.

—¿En qué sentido lo soy? —esos ojos zafiro lo vieron con curiosidad.

—En que se nota que no eres de un lugar en específico, lo que trato de decir es que portas un misterio... —le responde Manic sosteniendo la mirada.

El perro comenzó a ladrar a los dos erizos que pasaron frente a él, pero más era su quejido con el de mirada celeste. Scourge torció una mueca de desagrado, volteó a verlo mientras se detenía y gruñía. El perro se asustó y se alejo llorando.

—¿Cómo hiciste eso? —pregunta Manic sorprendido.

—E-Este es un truco que aprendí hace tiempo. Odio el ruido y quería que se callara —se excusa Scourge claramente nervioso.

Manic le vio titubeante.

—Okey... eso fue demasiado raro.

—Si bueno, ¡Hey Manic! ¿Qué piensas de los hombres lobos? —le pregunta desviando ese tema.

Manic le ve incrédulo.

—No lo sé, he leído algo sobre ellos pero aun no tengo una opinión sobre ese tema —afirma con sinceridad.

—¿Así que los has leído? ¿Qué has leído?

—Un poco de todo, solo quería saber cómo podría detener a alguno pero es obvio que primero moriría. Menos mal estas a mi lado para no irme solo a casa.

Scourge sonrió ante esas palabras.

—Si, parece que eres de las pocas cosas buenas que me han pasado —susurró con un tono ligeramente enternecido y encantador.

—¿Dijiste algo? —pregunta Manic sin comprender sus palabras.

—Te considero un buen amigo.

—G-Gracias... —Manic sintió una ligera punzada sobre su pecho al escuchar la palabra amigo—. "¿Qué pasa conmigo?" —se preguntó sintiendo un mal sabor de boca.

Estar cerca de ese chico era una experiencia confusa. Scourge le otorgaba aires de confianza y seguridad algo que pocas veces sintió en los demás; se mantenía a raya con sus demás relaciones pues no se consideraba alguien socialmente interesante. Desde que quedó huérfano Manic se preocupó más por él que por otros y allí era donde dudaba porque con Scourge sentía una especie de conexión indescriptible.

Con los pocos que consideraba cercanos nunca se sintió del mismo modo y eso le comenzaba a levantar sospechas en otros temas. Tails le dijo que era posible que ese chico le pareciera atractivo y se preguntaba a si mismo si Scourge cabía en ese sentido.

Era desaliñado, rebelde, parecía actuar bajo impulso pero al mismo tiempo generaba confianza, seguridad, como la de un viejo mejor amigo. A su lado sentía que nada podría atacarlo, que podía caminar sin tener que preocuparse de otras cosas.

Por eso Manic se debatía si quizás no estaba confundiendo sus sentimientos con tan solo los de un buen amigo pero, la palabra amigo le agrio la boca y más cuando la escuchó de Scourge.

Nunca pensó en tener pareja, al menos era un tema irrelevante en ese momento de su vida y menos sintió atracción por alguien de hecho, desconocía de su propia atracción. Era cierto que consideraba a Scourge un chico apuesto más quizás solo era admiración.

"Aun así me molesta la palabra amigo" —pensó mientras trataba de desviar esa sensación de malestar.

—¿Oye? —Scourge llamó a Manic.

El chico demostró un cambio brusco en su semblante después de su última frase y no pudo pasar desapercibido por él. El otro volvió en si y le vio.

—¿Q-Qué pasa?

Scourge suavizó su sonrisa.

—Sonríe... luces bien cuando lo haces.

Manic sintió un pesado calor sobre su pecho. Definitivamente descubrir lo que sentía iba a ser un obstáculo para él.

Desde que vino al mundo, cargaba sobre sus hombros un gran peso. Y cuando creyó que tendría unos días de descanso, de nuevo fue convocado para estar en una reunión de emergencia.


—Las muestran determinan que es una manada de perros salvajes los que están atacando.

Shadow se mantenía cruzado de brazos mientras escuchaba hablar a uno de los jefes. Tenía una reunión en donde por fin aclararían quien era el responsable de esa situación. Shadow trabajaba para un cuartel que se dedicaba a la investigación de fenómenos relacionados con la mitología o magia pero ante la sociedad eran un equipo elite de agentes policiales.

—¿Una manada de perros? ¡Imposible! —renegó el sub comandante—. ¡¿Cómo unos perros pueden destruir varios negocios y atacar a civiles?!

Rouge su compañera estaba del otro lado de la habitación y del mismo modo, solo escuchaba lo que hablaban. La reunión se volvió en un centro de discusión mientras todos negaban que las pruebas arrojaran esos resultados. Estaban ansiosos por saber que cosa atacó. Puesto que en ese punto, no habían descubierto que era lo que los atacaba con tanto esmero.

El general se incorporó mientras carraspeaba, sentía un ambiente tenso y tormentoso con todos sus aliados.

—Me temo que las pruebas son contundentes; pero eso tampoco es suficiente. No puedo permitir que la seguridad ciudadana corra peligro, al igual que muchos de ustedes dudo que algo como eso sea la razón de la destrucción de los negocios y ataques a civiles; aun así no dejaremos la investigación.

—¿Pero señor cómo vamos a saber que atacaran? —le pregunta uno de los jefes de armamento.

—Debemos pensar como ellos, si son lobos su actividad se incrementara más durante la noche de luna llena, allí podremos saber qué es lo que atacan —dice otro mientras fuma.

—Un plan un poco estúpido en mi opinión pero si de este modo salen las ideas les daré a mis mejores escuadrones —vuelve a hablar el sub comandante.

—No es necesario, tengo a mis dos mejores agentes especializados en esto. Rouge y Shadow, ellos liderarán la investigación y captura de los responsables de esta situación —el general se dirigió hasta ellos—. En especial Shadow, que posee la sangre de los auténticos cazadores de criaturas que corre por sus venas.

—Mi señor, debemos detenerlos. ¡Los estragos continúan! —le dice otro—. Los ciudadanos comienzan a cuestionar nuestros esfuerzos y a sacar conclusiones que podrían ser perjudiciales para la coexistencia de las especies.

—Por eso, nuestros agentes se encargaran de ello. La próxima semana tendremos resultados, por el momento la reunión acaba aquí —dice finalizando su discurso para posteriormente incorporarse e irse del lugar.

[…]

Shadow permanecía sentado en una mesa, entre sus manos cargaba una humeante y caliente taza de café negro. Con cuidado sorbía de poco en poco la bebida que le ayudaba a relajarse y que le recordaba a alguien en especial, que figuraba como su paz y su calma. Pero, su soledad siempre era irrumpida por otros seres que quizás, sólo deseaban un poco de su atención.

—Cariño~ —Rouge se acercó para sentarse con él.

El erizo ébano se limitó a gruñirle.

—¡No seas tan gruñón corazón! —remetió ella— solo me aseguraba que estuvieras bien.

Shadow rodó los ojos, conocía de hace unos años a la chica y es que, la asignaron como compañera para ayudarlo en las misiones. Al principio él no le dirigía la palabra pues cuestionaba la orden de su general pero, con el tiempo se percató que ella no era tan mala compañía como creyó. Se volvió en alguien de confianza aunque a veces lo desesperaba con sus palabras sin vergüenza.

—¿Por qué estaría mal? —le cuestiona sin verla y lamentando que no disfrutaría más de su soledad.

Ella frunce el ceño al escucharlo ser tan frío.

—Querido, un matrimonio es un desgaste. Rompiste muchos corazones cuando nos diste la noticia que te habías casado. Es más me sorprende que tu frío corazón se enamorará de alguien y ese alguien se fijase en ti —la chica fingió que su corazón dolía debido a que su amigo no la tomó en cuenta—. ¿Cómo lo pudiste ocultar por dos años? —le reprocha.

—¿Ya acabaste con tus quejas? —espetó un poco disgustado.

—Aun no. Solo quiero saber los detalles, soy tu amiga, la única de hecho y me duele saber que no me contaste eso... —se límita a decirle con tristeza.

—Todo se dio rápido Rouge. Ni siquiera hubieron festejos, sabes que somos agentes y corremos peligro de perder a los que amamos. Me case en secreto para proteger a mi pareja —le cuenta.

Ella parece olvidar su enojo y sonríe levemente.

—Al menos puedo saber su nombre.

Shadow la ve fijamente. Claro que la consideraba su amiga pero debido a las circunstancias, "habían temas que no debían salir a la luz".

—Se llama Sonic y ni se te ocurra hacer tus bromas de mal gusto —la amenaza sabiendo que ella no se va a detener en lo absoluto.

Ella lanza un pequeño grito al escuchar a su compañero revelarle el nombre de su amado.

—¡Querido! Me puedes hablar de él.

—Rouge... —le reprocha.

—¡Vamos, quiero saber sobre él!

El erizo de mirada roja, niega.

—Lo conocí en uno de mis viajes a la universidad, luego salimos un par de veces y me convencí que mi destino era estar con él. Su voz, su personalidad, todo de él me hizo sentir de ese modo. Por eso tan pronto como pude le pedí fuera mi esposo.

—¡Shadow que tierno te escuchas hablando así! ¡Me alegra tanto saber que tienes a alguien y que te ama; es lo que una amiga quiere para su mejor amigo!

—Si... como sea, ahora debemos enfocarnos en la misión —dice desviando el tema.

Ella nota eso y bufa.

—Solo tu sabes matar el ambiente de ese modo. ¿Algún día me llevaras a conocerlo?

—Quizás... Iré a traer unas cosas a casa, no me esperes —le dice incorporándose para irse.

—¡Saluda a tu esposo por mi y dile que se sacó la lotería! —se despide ella con euforia.

El erizo solo suspiro mientras renegaba. Se alejó del lugar con la mente ocupada en su amado.

Tan pronto como Shadow se fue; Rouge se limitó a bajar la mirada. Muchas cosas habían ocurrido en esos dos años que estuvo lejos de él y es que, fue asignada para ir de apoyo para otras investigaciones que la alejaron del cuartel. Durante ese tiempo se enteró que Shadow estuvo ocupado haciendo otro tipo de misiones menores, y no se preocupó.

Pero un día, corrió el rumor que el cazador se había casado con alguien fuera del cuartel. Para Rouge fue una noticia sumamente extraña ya que muchas veces compartió con su amigo y nunca le vio enamorado o delirando por alguien. Enseguida le hizo preguntarse qué había ocurrido durante el tiempo que estuvo lejos de Shadow y por qué nunca el cazador le habló de ese alguien, si se suponía sabían absolutamente todos sus secretos.

Y es que para los demás Shadow actuaba normal pero para ella... hubieron ligeros cambios en su patrón de comportamiento, casi imperceptibles, como si no quisiera que nadie se diera cuenta de ello.

—Shadow... —susurra ella con la pequeña pizca de duda sobre el nuevo comportamiento del cazador.
























Ahora si ya esta en orden esto
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