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Impulsiva

Impulsiva

Hinata estaba concentrada, hojeando las anotaciones que había escrito en ambas entrevistas. Sabía que era tarde, que la mayoría de los hombre habían salido y que era lunes. Pero ella estaba tan emocionada por el caso, nunca habían confiado en ella con un caso tan siniestro y estaba ansiosa por ayudar.

Además de hablar con la madre de Sara Alvear, también habían hablado con la hermana de Samantha Quiroz. La mujer había explicado que no iba mucho al departamento donde había vivido su hermana, y que estaba intentando venderlo ya que la policía le había dado el permiso. Samantha había sido la mujer soltera, cerca de los treinta y la que tenían menos información. En su departamento habían encontrado las notas, ella jamás había denunciado las extrañas citas.

Hinata se levantó y tomó la carpeta de Samantha y la abrió para buscarlas. Ella sintió un escalofrío cuando leyó las que los policías habían encontrado.

" No es bueno estar en bares, Samantha"

"No deberías dormir con distintos hombres, Samantha"

"¿Estás embarazada Samantha?"

Hinata apretó la bolsa y se levantó de su silla con el estómago revuelto. Dejó las notas allí y se movió por la oficina, necesitaba una cerveza.

Las notas que había dejado para Sara eran parecidas, en todo caso para Susan, la madre de niños pequeños...

Hinata se detuvo de golpe y se movió casi corriendo a dónde estaban las carpetas. Ella abrió la última, la de la mujer mayor con hijos grandes y sus ojos se abrieron enormes. Hinata apretó las tres carpetas en su pecho y tomó la que había estado leyendo en su escritorio. Salió de su oficina, pisando con rapidez hacia la de la pareja de sus principales detectives.

Ella entró sin pedir permiso, y se detuvo de golpe.

Gaara bajó las piernas que mantenía sobre su escritorio y se sentó en su silla, mientras Naruto separaba un cigarrillo de su boca, él había estado leyendo unos papeles.

—Señorita Hinata—, murmuró Gaara asombrado

Hinata agitó una de sus manos para intentar despejar un poco el humo de cigarrillo y miró con el ceño fruncido a Naruto. Ella dió unos pasos a su escritorio, pero Naruto se paró cuando estuvo cercar y separó el cilindro, lejos de su alcance.

—Ni se te ocurra Hinata. Esta es mí maldita oficina —, gruñó.

Hinata sonrió mientras dejaba las cuatro carpetas con fuerza sobre el escritorio del rubio. Naruto se llevó el filtro a la boca y fumó mientras la miraba con curiosidad. Hinata golpeó la uña de su dedo índice sobre las carpetas.

—¿Notaron que todos los nombres de las víctimas empiezan con S?—, preguntó con curiosidad también.

Naruto subió una ceja mientras se sacaba el cigarrillo.

—Si, pero ..

—¡Es una conexión!— le interrumpió ella mientras Gaara también se acercaba al escritorio de Naruto—. No sólo buscó mujeres con una infancia religiosa, ni que estuvieran viviendo "en pecado"—,ella hizo las comillas con sus dedos y puso los ojos en blanco—. ¿No le parece que sería mucha casualidad que sólo asesinara a mujeres que empiecen con S?

Naruto frunció el ceño mientras apagaba su cigarro en un cenicero repleto y Gaara se movió para abrir la primera carpeta.

—Lo habíamos notado—, dijo el pelirrojo llamando su atención—. Pero hay muchas mujeres con sus iniciales con S.

— Además que en Konoha, ni en la Niebla tenían está ... Anomalía—, agregó Naruto.

—Obvio que no—, contestó ella—. Ya sabemos que cada distrito tiene su propio asesino, puede que sea una manía que sólo él tiene. En todo caso ¿creen que Danzō les decía a quién matar? A mí parecer—, dijo con rapidez cuando Naruto abrió la boca—. Lo que él obispo quería era que mataran mujeres, no le importa como mierda se llamen. Es obvio que esto es algo de ¡él!

Naruto se sentó en su silla y Gaara cerró la carpeta para girarse hacia el rubio. Ambos se miraron por un segundo. Hinata se sintió algo envidiosa por esta conexión que parecían tener para comunicarse sin decir palabras. Y tal vez se sintió algo excluida.

—Tiene sentido—, le concedió Gaara.

— Pero no ayuda en nada—, agregó Naruto sin separar la mirada de su compañero—. Esto sólo nos dice que es obsesivo..

—¡O!— agregó Hinata sintiéndose algo molesta de que la dejarán afuera de la conversación—. El nombre de la mujer que odia empieza con S. Puede ser su madre.

Ambos hombres la miraron con ojos asombrados por unos segundos y ella se sintió orgullosa, no pudo evitar sonreír.

— Obviamente es una hipótesis—, siguió—. Pero una probable.

—Es improbable, Hinata—, negó Naruto con la cabeza—. Hasta que no sepamos quién es, no podremos saber si su madre o una mujer que lo rechazó empieza con S. No podemos simplemente interrogar a todos los hombre religiosos que tienen a su madre que tiene un nombre que empieza con S.

Hinata no pudo evitar sentirse un poco regañada, y tal vez lo expreso en su rostro porque Gaara hizo una mueca y volvió la mirada a Naruto.

— Puedo averiguar.

Naruto suspiró y apoyó su espalda en su silla, él se encogió de hombros y alzó ambas manos.

—Puedes intentarlo—, dijo simplemente.

—Es mejor que nada—, le alentó Gaara cuando pasó a su lado, con una leve sonrisa.

Hinata le sonrió y lo vió tomar unos papeles de la oficina. Ella dió unos pasos y tomó las carpetas.

—Espera un segundo—, le pidió Naruto en un susurró, pero con la mirada sobre el pelirrojo.

Hinata frunció el ceño y se volvió para notar que Gaara parecía poner todo en una bolso cruzado y luego se lo puso. Él levantó sus ojos verdes y le sonrió a ambos.

— Averiguaré eso, señorita Hinata. Para mañana tendré algunos nombres que seguro tendrá que revisar.

Hinata abrió la boca para decirle que no era necesario que le dijera señorita todo el tiempo, pero Gaara saludó a Naruto y salió, cerrando la puerta con suavidad.

Ella se quedó mirando la puerta cerrada y parpadeó, y luego se volvió cuando escuchó un ruido. Una de sus cejas se alzaron al ver que Naruto se estaba prendiendo otro cigarrillo. Hizo una mueca, pero se movió para sentarse en una silla que estaba del otro lado.

Hinata subió sus gafas y miró a Naruto mientras él parecía apoyarse más en la silla, queriendo aparentar estar relajado, pero ella notó sus ojos analíticos sobre su persona. Naruto parecía estar todo el tiempo intentando saber cuál sería su próximo movimiento, pero por la mirada que le estaba dando en ese momento, parecía que no podía comprenderla aún. Ella lo vió a través del humo cuando él lo soltó, recordando el leve sabor que había tenido esa noche de sábado. Aún recordaba todo muy bien.

Hinata no había tenido muchas parejas, tan sólo dos y cuando ya era grande. Pero a ninguno le había gustado su trabajo y ella no estaba dispuesta a dejar atrás todo su sacrificio por un hombre. Sí, había disfrutado la atención de ellos, su cariño y todo, pero odiaba cuando habían querido manejarla por su trabajo. Los horarios no eran los mejores, la seguridad era casi nula. Los entendía, pero ellos no se habían preocupado en entenderla a ella.

Había llegado ese fin de semana, estaba ansiosa y nerviosa por su nuevo trabajo en una ciudad tan grande como Suna, con un caso tan serio como ese asesino serial. Había querido relajarse tomando una cerveza y tal vez viendo a sus futuros compañeros desde lejos, sin que ellos supieran qué ella sería la jefe. Pero cuando lo miró por primera vez...

Naruto era atractivo, era el hombre más hermoso que había visto. Y tenía una mirada penetrante. Ella prácticamente se había sentido casi embarazada con la primera mirada que conectaron. Era algo estúpido, y hasta gracioso.

No pudo evitar reír en voz alta.

Cosa que hizo que Naruto la mirara con una ceja alzada.

—¿Qué es tan gracioso?— preguntó con curiosidad para después llevar su cigarro a la boca de nuevo.

Hinata rió con más ganas sin poder evitarlo.

— Sólo... Yo...— carcajeo y apretó las manos en su estómago.

Naruto fumó y la siguió observando, él tenía la mirada que le decía que pensaba que estaba media loca. A ella no le importaba.

Hinata se limpió el líquido que le salió por los ojos, pasando su dedo índice por abajo de las gafas y calmó su risa. Terminó negando con la cabeza.

—Es algo sin importancia—, ella se terminó levantando y agarró las carpetas.

Naruto estiró una mano y la sostuvo desde la muñeca, deteniéndola. Hinata lo vió pararse y apagar el cigarrillo en el cenicero que ya no entraba nada más.

—¿Quieres tomar algo?— preguntó Naruto de repente.

Ella alzó una ceja y Naruto carraspeo.

—No está contra las normas salir con compañeros.

Hinata miró su boca, la recordaba suave y arrolladora, tan mágica que le hizo sentir las tan famosas mariposas. Pero ella sabía que no tenía mariposas en el estómago, sólo había sido el deseo sexual más fuerte que había tenido alguna vez. Se mojó los labios al sentirlos algo secos.

—Es demasiado lunes para tomar algo.

—¿Y qué dices de un café?— preguntó Naruto sin soltar su mano ni su mirada.

Hinata sonrió, no estaba cansada y le habría gustado repetir lo que había pasado el sábado pasado, pero tampoco quería meter la pata en el primer día de trabajo.

Más de lo que ya había hecho al acostarse con su detective de homicidios antes de saber quién era.

—¿Tal vez otro día?— preguntó, denegando el ofrecimiento pero no cerrando la puerta.

Naruto acarició lentamente con sus dedos su muñeca y sonrió de lado.

—Lo entiendo. Otro día será entonces—. Naruto soltó su muñeca después de darle una última caricia y luego metió las manos en sus bolsillos de su pantalón de vestir negro—. ¿Tiene forma de moverte? ¿Te gustaría que te llevará a algún lado?

—Oh. No te preocupes— dijo Hinata negando con la cabeza y llevando las carpetas a su pecho.

La mirada de Naruto se afiló.

—No estamos en Remolino, Hinata. Esta es una ciudad grande y peligrosa de noche. No deberías andar sola por la noche—, le regañó suavemente mientras él también cerraba un maletín y lo sacaba de arriba del escritorio.

—Lo sé, Naruto. Gracias. Pero tengo un auto y no me tardaré mucho.

Naruto se movió hasta colocarse al lado de ella, Hinata sintió el olor a cigarrillo mezclado con su colonia y, aunque odiaba el vicio, en él se olía muy delicioso. Sus brazos reventaron en piel de gallina cuando él puso una mano en su espalda y con la mano del maletín le señaló la puerta. Su columna sufrió una leve corriente eléctrica y las mariposas volvieron a golpear en la boca de su estómago. Un ruido ahogado se escapó de su boca, y Naruto se la quedó mirando fijamente.

Hinata se lanzó sin pensar en las consecuencias.

Las carpetas cayeron al suelo, esparciendo los papeles hacia cualquier lado, mientras el maletín de Naruto hacia un ruido sordo cuando lo dejó caer también. Los dedos de Hinata se cerraron en su cabello rubio y empujó su cara a la de ella, para juntar sus bocas en un beso desenfrenado. Fue tan violento que sus dientes chocaron, cosa que hizo reír a Hinata un poco. Su risa se sofocó cuando Naruto cerró sus manos en su trasero y lo apretó, haciendo que las malditas de su estómago se multiplicarán.

Hinata mordió y chupo su labio inferior para luego dejar a su lengua danzar con la de Naruto. Ella sintió que era levantada por sus brazos y su trasero golpeó contra una superficie dura. No prestó mucha atención mientras lo rodeaba con sus piernas. Ella quería sentir su piel, pero él tenía tanta ropa que era casi imposible. Naruto la apretó contra él, mientras también acercaba su cadera a la de ella. Hinata gimió al sentirlo duro, recordó lo que había sentido cuando él había metido su enorme polla en ella y sintió que mojaba mucho sus bragas, sus pechos se pusieron pesados y su clítoris palpitó. Todo su cuerpo temblaba de necesidad, pero Naruto de repente se detuvo y separó sus bocas.

Ambos jadeando con fuerza.

—¿Qué..?— empezó ella, pero él le puso un dedo sobre los labios mientras su mirada iba a la puerta.

Hinata se concentró, lucho un poco para salir de su neblina sexual, pero escuchó el ruido de una aspiradora. Ella retuvo la respiración cuando se dió cuenta que alguien de limpieza estaba aspirando en el pasillo y estaban a punto de entrar a la oficina de Naruto y Gaara. La puerta se abrió levemente, pero se detuvo. Hinata apretó sus uñas en los hombros de Naruto, aún con las piernas rodeando sus caderas, y las manos de él en su cintura. Ambos quietos, hasta conteniendo la respiración.

Pero se escucharon voces algo amortiguadas y finalmente volvieron a cerrar la puerta.

Hinata quiso patearse el trasero por dejarse llevar por sus impulsos y empujó a Naruto. Se dió cuenta que él la había sentado en su escritorio y ella se bajó de un salto. Maldijo de manera poco femenina cuando se agachó para recoger los papeles. Naruto también lo hizo, ayudándola. Pero ninguno dijo ni una palabra.

Una vez que tuvo las cuatro carpetas se levantó y miró a Naruto también hacerlo con su maletín. Él iba a decir algo, pero ella no lo dejó.

—Esto no se volverá a repetir—. Naruto alzó una ceja como respuesta—. ¿Está claro?— preguntó ella.

—De acuerdo— dijo él con la voz ronca.

Hinata asintió y salió de la oficina, caminando rápidamente hacia la suya. Se cruzó con el hombre de mantenimiento que le saludo con una sonrisa, que ella le devolvió. No pudo evitar mirar sobre su hombro, notando a Naruto afuera de la puerta de su oficina, con el maletín sobre su hombro sostenido con una mano, la otra en su bolsillo y un cigarrillo prendido en la boca.

Debía aprender a controlarse, se dijo. Pero notó en la mirada de Naruto que eso no terminaría allí.

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