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Histeria

Histeria

Naruto salió de su oficina al escuchar el alboroto, alzando una ceja y sacando su cigarrillo de la boca mientras veía a Hinata enfrentarse a Jūgo. Gaara se detuvo a su lado para, ambos, ver como el detective y Hinata se mataban con la mirada.

Hacia casi tres meses que Hinata estaba intentando llevar el departamento, y aunque la mayoría aceptaba de buen grado sus órdenes, era bien sabido que Jūgo y unos cuantos más no estaban muy contentos con ella. No sólo era el hecho de que fuera joven, también que era mujer. Y aunque Jiraiya cada vez le daba más trabajo, que ella delegaba como se suponía que tenía que hacer, había algunas cosas que Naruto había notado.

El único caso importante que le había dado era Hereje, y este estaba anclado desde que ella había llegado. No era su culpa, Naruto lo sabía, a veces pasaba eso. Pero, Jiraiya le estaba dando los casos importantes a otros jefes y no a Hinata. Eso ponía aburridos a algunos detectives y estos le echaban la culpa a Hinata.

—¡Vete! ¡Ahora mismo!— gritó Hinata, su cara se había puesto roja y hasta escupió sin querer a Jūgo, que estaba demasiado cerca de ella.

Jūgo era un maldito bastardo enorme, alto y ancho por todos lados, pero no en un mal sentido. Era musculoso, no gordo. Naruto notó su espalda tensa, pero asintió y se giró, tomando de manera brusca una carpeta de la mesa cercana.

— Haku— gritó - gruñó a su compañero.

Haku era un hombre joven, pero de aspecto delicado que pegó un salto y corrió tras él. Naruto se llevó el cigarrillo a la boca, dándole una calada mientras miraba al par pasar. Se tensó un poco cuando Jūgo paso a su lado murmurando "maldita perra, chupa pollas...". Gaara dió un paso hacia el camino de Jūgo, pero el rubio lo detuvo y agitó la cabeza con negación. Él también quería darle una lección al hombre, pero los ánimos ya estaban demasiados calados. Esperaría que las aguas se calmaran, si de verdad quería sacar algo del agua... Debía elegir cuándo pescar, y no podía hacerlo en medio de una tormenta.

Giró su mirada a Hinata, ella estaba tensa, mirando también fijamente a la espalda de Jūgo hasta que éste desapareció por el ascensor. Parecía relajarse, sólo un poco, cuando los paneles se cerraron, sacando la furiosa presencia de Jūgo de las oficinas. Ella dió una mirada, en general a todos los espectadores y frunció el ceño cuando su mirada se clavó en él.

—¡El espectáculo termino! ¡A trabajar!— bramo.

Ella no espero respuesta, se giró y se encerró en su pequeña oficina. El silencio, que había estado sumergida las oficinas, se rompió cuando ella desapareció. Los cuchicheos eran tantos que era difícil entender lo que decían, pero Naruto sabía que estaban comentando todo el asunto. Terminó de fumar su cigarrillo, aún mirando la puerta de Hinata, Gaara a su lado.

—¿Irás a hablar con ella?— preguntó suavemente.

Naruto quería, aunque la voz de Hinata no se había roto en ningún momento, sus ojos perlas habían mostrado un poco de vulnerabilidad cuando se conectaron con los de él antes de enmascarar con fiero control.

— No creo que sea buen momento —, murmuró a pesar de sus ganas de ir a ver cómo estaba.

Gaara frunció el ceño, también mirando hacia la oficina de Hinata. Ambos estaban muy cerca uno del otro, el pelirrojo manteniendo las manos en los bolsillos de los pantalones de vestir, para mantener la conversación lo más privado que podían.

— Los chicos se están comportando como mierda..

Naruto asintió.

— Ella sabía que pasaría —, de eso estaba seguro—. Ella es inteligente —, dijo cuando Gaara lo observó con una ceja alzada—. Sabía dónde se metía al ser promovida a jefa.

— Se metió en un maldito mar de testosterona —, resopló Gaara.

Naruto aplastó su colilla en el marco de su puerta, aún manteniendo la mirada en la puerta de la oficina de Hinata.

— Ella no tiene miedo a enfrentarse a los tiburones.. pero podría salir lastimada..

— Las mujeres son más sensibles —, estuvo de acuerdo Gaara.

— No lo ha demostrado, pero eso no quiere decir que no le dolerían las cosas que se dicen en la oficina últimamente —, asintió Naruto.

Gaara se cruzó de brazos y frunció el ceño, pero se mantuvo callado. Ambos se quedaron allí por unos minutos más, hasta que el celular del pelirrojo sonó y él se movió para tomarlo desde su escritorio. Naruto se apoyó en el marco de la puerta, sin mirar hacia adentro, pero no pudo evitar escuchar.

— Gaara aquí.. Oh. Hola, ¿cómo estás?.. Si, hoy saldré temprano. ¿No trabajas?.. si, eso está bien para mí. Si, te veré luego entonces.

Él sonrió y se quedó con la mirada hacia el piso cuando a los pocos minutos su amigo apareció poniéndose su bolso cruzado.

— Debo irme, ¿puedes terminar esos papeles por mí?

Naruto asintió y lo saludo con un gesto con la mano mientras Gaara salía apresuradamente. Su sonrisa se borró cuando volvió a mirar hacia el escritorio de Hinata y finalmente suspiró mientras se separaba del marco. Se rascó la sombra de barba que comenzaba a crecer en su barbilla y terminó entrando a la oficina.

Las horas pasaron demasiado rápido para Naruto, estando sumergido en papeles y suspiró con cansancio mientras apagaba un cigarrillo en su cenicero y se estiraba al cerrar la última carpeta. Miró su reloj de pulsera y se asombró de ver qué eran casi las 21 horas, se había perdido la cena, pero eso siempre le pasaba.

Comenzó a juntar sus cosas y ponerlas en su portafolio, se colocó el saco negro y mientras acomodaba las solapas se dijo que iría a ver si Hinata aún seguía en su oficina. Dejó el portafolios y se acercó a la oficina de Hinata, la luz aún estaba encendida, pero la ayudante ya no estaba. Él tocó la puerta y espero a que ella hablara, pero la puerta fue abierta, dejándolo un poco asombrado.

—Oh, eres tú —, dijo en forma de saludo Hinata y se giró —. Entra—, le pidió mientras juntaba unos papeles en su mesa.

—¿Aún trabajando?— preguntó mientras cerraba suavemente la puerta.

Hinata acomodó sus lentes con un dedo, sin dejar de leer.

— Nunca se detiene.

Naruto asintió, aunque ella no lo miraba. Metió sus manos en sus bolsillos, sintiendo la cajetilla de sus cigarrillos. Las ganas de sacar uno y fumar lo asaltaron, pero miró a Hinata y supo que ella no lo permitiría, así que sacó las manos y las puso atrás de él, sin saber qué hacer exactamente con sus extremidades.

Desde el almuerzo que habían compartido, no sabía mucho más de ella, más que le gustaba mucho la comida picante. Naruto no era muy bueno con las comidas de ese tipo, pero Hinata había puesto tanto picante a su comida que hasta a él le había querido llorar los ojos. También supo que ella de verdad quería ser una buena jefa de detectives. No habían podido hablar mucho, ella se mantuvo muy ocupada con su teléfono y él decidió no intervenir.

Hinata había pedido disculpas cuando el almuerzo había terminado, pero Naruto no tenía nada para disculpar. Él sabía cómo era el trabajo y él mismo tenía tiempos donde le pasaba lo mismo.

Ella finalmente se movió, dejando la carpeta en la mesa y comenzando a buscar algo en el desorden que era su escritorio.

—¿Dónde diablos lo dejé?— murmuró nerviosa.

Él sacó del bolsillo de su camisa y le extendió el bolígrafo.

— Toma.

Hinata lo miró y le mostró una sonrisa cómplice.

— Gracias.

Ella firmo algunos papeles, cerrando la carpeta y suspirando con alivio. A esta la dejó en un montón bastante ordenado, a comparación con su escritorio. Naruto no pudo evitar mirar su trasero cuando ella se agachó para recoger la lapicera que había caído. Hinata se volvió y se la extendió. Él la tomo con una sonrisa, no pudo evitar rozar sus dedos antes de agarrarlo.

Notó cómo los ojos de Hinata se oscurecieron, sus mejillas se volvieron de un bonito color rosa y sus labios se abrieron mientras lo miraba fijamente. Naruto se mojó los labios, de repente secos. Pudo sentir esa electricidad que parecía brotar de ambos mientras se miraban, haciendo que en sus brazos brotará la piel de gallina, los bellos de su nuca se alzaron.

Hasta que Hinata se aclaró la garganta y desvío la mirada.

—¿Necesitabas algo?— preguntó aunque su voz salió un poco más profunda —. ¿Hay algo que pueda hacer por ti?

Ella se volvió y se terminó apoyando en una esquina de su escritorio, cruzando sus brazos en su pecho. Naruto no pudo evitarlo, se acercó hasta que casi podían tocarse. Ella levantó la barbilla para seguir mirando su rostro, él bajó la suya para hacer lo mismo. Sus manos picaban por tocarla, pero se mantuvo quieto.

— Iba a hacerte la misma pregunta —, murmuró con voz ronca.

Su estómago se apretó cuando vió la pequeña lengua de Hinata asomarse entre sus labios.

—¿Qué pregunta?— murmuró ella, un poco sin aire.

Naruto ya no pudo contenerse, alargó una mano y rozó los dedos en su codo, sintiendo la piel caliente y suave. Sus ojos notaron como los poros de la piel de los brazos de Hinata se abrían como flores en primavera.

—¿Hay algo que pueda hacer por ti?— repitió mientras las yemas de sus dedos se deslizaban por su bíceps, para luego bajar hasta el codo de nuevo.

Hinata jadeó suavemente, pero no se movió. Él estaba tan tentado a terminar de acercarse y besarla hasta que la pasión se hiciera cargo. Aún soñaba con la única vez que habían estado juntos. Recordando sus gemidos y la forma tan febril en que ella había respondido a todo.

Ella abrió la boca, pero nada salió de allí. Agitó suavemente la cabeza, pero él no sabía qué quería decir exactamente con ese gesto.

De repente él sonrió.

—¿Sabes? Antiguamente a las mujeres que actuaban como tu, se les diagnosticaban con una enfermedad.

Hinata alzó una ceja, en un parpadeó, todo el deseo que parecía exhalar desapareció de su rostro.

—¿De verdad?— él asintió. Ella parecía algo enojada—. ¿Y cuál era?

— Histería.

Ella jadeó, pero era un jadeo muy ofendido.

—¿Me estás diciendo histérica?— su voz se volvió profunda, provocando cosas en el interior de Naruto que le encantaron.

Él mostró una sonrisa ladeada.

— Las mujeres recibían un tratamiento médico muy especial—, dijo sin contestar la pregunta de Hinata—. ¿Sabés cuál era?

La mirada de Hinata se redujo a finas rendijas.

— Me estoy muriendo de curiosidad —, sus palabras goteando de sarcasmo.

— Su tratamiento se basaba en un masaje pélvico con la finalidad de lograr el paroxismo histérico—, respondió con la voz cada vez más cruda por el deseo—, conocido en la actualidad como...— Hinata alzó una ceja, pero no respondió. Naruto mostró su sonrisa depredadora—. Orgasmo.

La expresión de Hinata volvió a ser sonrojada, su respiración un poco trabajosa mientras él ahora cerraba los diez dedos en sus brazos, aprendo y acariciando la piel súper suave.

— Era tanta la cantidad de mujeres que empezaron a asistir a las consultas para recibir su “tratamiento para la histeria” —, contó con una sonrisa —, que los médicos al final de la jornada de trabajo quedaban agotados y con sus manos acalambradas.

Él uso sus pulgares para acariciar suavemente sus montículos apretados entre sus brazos. Hinata jadeó y Naruto no se sorprendió cuando ella estiró una mano, atrapando su corbata floja y tirando su rostro hacia ella.

Naruto gimió mientras respondía al beso furioso de Hinata. En ese momento no eran más la jefa y el detective, eran dos humanos hambrientos el uno del otro. Su miembro se irgio casi dolorosamente, pero él se concentró en ella. La deseaba, la quería en ese mismo momento..

Hinata parecía pensar lo mismo cuando terminó de subir su trasero a su escritorio y abrió las piernas, metiéndolo a él entre ella. Naruto cerró sus manos en sus pechos por sobre la ropa, gruñendo en su lengua cuando sintió los pezones duros y alzados. Su pulgar pasó por allí, una y otra vez, mientras la espalda de Hinata se arqueaba y ella genia en su boca.

— Te voy a dar tu tratamiento —, murmuró sobre sus labios.

Una de las manos de Hinata se sumergió en su cabeza, alterando sus cabellos rubios, mientras la otra se apretaba en su nuca para que él no dejará de besarla. Pero Naruto no quería hacerlo, aunque sentía que su cuerpo reventaría por el calor que estaba surgiendo entre ellos.  

Bajó una de sus manos, pasándola por su costado, apreciando las curvas del cuerpo de Hinata, hasta que llegó a su muslo desnudo gracias a su falda. Él no se hizo rogar mucho cuando metió la mano abajo de la tela.

— Naruto...—, gimió Hinata en su boca cuando sintió los dedos en la parte interna de sus muslos, acercándose peligrosamente a su unión.

— Shhh — murmuró para morder suavemente su labio inferior.

Un ruido ahogado salió de su boca cuando tocó las bragas de algodón mojadas. Ella estaba empapada, y pareció romper algo en él. Abrió más las piernas de Hinata, muy por atrás de sus jadeos y ruidos húmedos de besos, escuchó tela rajarse, pero no le dió un segundo pensamiento. Agarró la molesta tela y la corrió a un lado, pasando la yema de su dedo índice por su vagina mojada, aspirando por la nariz, su polla se agitó cuando llegó a él el olor almizclado de Hinata.

Metió su dedo hasta el nudillo y Hinata soltó un gritó ahogado, apretado sus dedos en su hombro para sostenerse mientras tiraba la cabeza hacia atrás. Soltó su pecho y la rodeo con su brazo libre, para sostenerla donde la quería. Él no podía dejar de besarla, así que atacó su cuello. Chupo la piel mientras metía y sacaba suavemente el dedo de su interior. Mordió la piel cuando movió su pulgar para tocar por arriba, hasta que sintió su clítoris pequeño y duro como perla.

— Naruto..— jadeo más fuerte, Hinata.

Él movió su pulgar, mientras la follaba con su dedo, su polla agitándose en protesta.

—¿Te gusta?— le preguntó con voz profunda mientras ella volvía a gemir.

Naruto sintió el calor, lo apretada que estaba, con su dedo en lo profundo de ella. Él levantó la cabeza, para verla a la cara. Hinata se mordía el labio, su rostro arrugado con disfrute sexual.

— Si—, la alentó con un jadeo—. Déjate llevar, cariño.

Él se volvió un poco más brusco, pero ella parecía disfrutarlo más así. Su respiración se volvió caótica, su rostro se sonrojó furiosamente cuando abrió los ojos y lo miró. En algún momento sus lentes se habían caído y Naruto retuvo la respiración al ver lo hermosa que era. Él siguió trabajando en ella, cada vez más al borde de su control, mientras ella parecía cada vez más cerca de caer en su orgasmo.

Naruto sintió los apretones, como la columna de ella se tensó, y se puso salvaje. Follándola duro y fuerte con su dedo, su pulgar sin dejar de acariciar ese punto mágico de ella.

— Yo..— murmuró Hinata con la boca abierta.

Naruto se mordió el labio al verla acabar en sus brazos. Su columna parecía querer romperse cuando ella casi cae sobre el escritorio al tirarse hacia atrás. Pegó un pequeño y desigual chillido mientras se deshacía en sus brazos. Él se calmó, aunque podría romper sus pantalones en ese momento y aún se sentía un poco salvaje, fue tierno cuando dejó de mover sus dedos. Hinata quedó extendida en su escritorio mientras él sacaba suavemente su mano debajo de su falda.

Naruto la miró fijamente a los ojos mientras llevaba los dedos a la boca y lo chupa, los ojos vidriosos de pasión de Hinata se oscurecieron de nuevo. La boca de ella estaba hinchada por todos los besos que habían compartido, él vió una pequeña marca rosada en su cuello, allí donde él había estado jugando con su carne. Juntó con su lengua los jugos que aún sentía en sus labios.

—¿Te sientes mejor?— le preguntó con la voz ronca.

🥴🥵🤭

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