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Ajustes

Ajustes

Naruto fumó una seca de su cigarrillo y largó humo lentamente mientras veía a Hinata hablar con Gaara y la madre de Sara Alvear, la segunda víctima. Una muchacha joven.

Él ya conocía la historia, había estado en la escena del crimen y, malditamente, quería fumar un maldito cigarrillo que Hinata no le sacara. Ni siquiera lo dejó en el auto, ya que se los tiró por la ventana. Dos veces...

Él ya empezaba a odiarla.

Naruto apoyó su trasero en el auto y observó el barrio, notando lo tranquilo que parecía. Un ruido le llamó la atención y se volvió a la calle al ver que la madre de Sara explotaba en llanto una vez más. No quería parecer insensible, pero él necesitaba ver a las víctimas como cuerpos sin rostro y sin familia para poder seguir al asesino. Si dejaba que las emociones le controlará, no sería de gran ayuda.

Naruto se movió hacia el lado de la calle, fumando un poco más y su otra mano dentro del bolsillo de su pantalón de vestir.

En las primeras miradas notó que la familia del frente había tenido un bebé hace poco, tal vez de unos cuantos meses. La de al lado necesitaba una buena pintada, la última vez que habían estado allí ya tenía la pintura algo comida. Al parecer la casa de la esquina había sido comprada por una familia con hijos preadolescentes.

Naruto siguió fumando mientras daba unos pasos y se detuvo al sentir una mirada pesada. Él la buscó con disimulo, girando lentamente y captó el movimiento de la cortina de la casa mal pintada. Naruto se quedó mirando allí mientras terminaba de fumar y luego tiraba la colilla al suelo, pisando con pereza y volviéndose hacia sus compañeros. Comenzó a acercarse a la casa de la madre de Sara al verla más tranquila.

—¿Está segura que no ha visto a un auto rondar por el barrio? ¿Tal vez uno que pasa muy seguido o alguna vez se detuvo alguno en su porche?—, estaba preguntado Hinata con su voz ronca, pero suave.

La mujer mayor negó con la cabeza mientras usaba el pañuelo que suponía que le había dado Gaara. Su compañero se mantenía silencioso como siempre, él estaba acostumbrado a eso. Betty lo miró cuando él llegó a ellos.

— Agente Uzumaki—, saludo con un susurro.

—Buenos días, señora Alvear. ¿Podría hacerle una breve pregunta?

Naruto notó como la cabeza de Hinata giraba hacia él con rapidez, pero él no separó su mirada de la señora mayor. Ella asintió.

—Claro, cualquier cosa.

Naruto sonrió levemente, como agradecimiento.

—La casa de el frente, la mal pintada. ¿Quién vive allí?

Los tres se movieron para ver a la casa que Naruto había apuntado con el pulgar. La señora Alvear frunció levemente el ceño.

—La señora Chiyo. Ella es una anciana cascarrabias.

Naruto frunció el ceño, sintiéndose levemente curioso por eso. La señora Alvear era la mujer más dulce que había conocido, religiosa y devota a su familia. Le parecía raro que describiera a una anciana de esa forma.

—¿Cascarrabias? ¿En qué sentido?— preguntó Hinata antes que él, sacándole las palabras de la boca.

Naruto observó a su jefa, ella ya tenía una pequeña libreta pero no pudo evitar fruncir el ceño cuando vió que su lapicera era rosa con brillitos. Estaba casi seguro que si acercaba sentiría el olor a alguna fruta también.

La señora Betty suspiró.

—A ella le molesta todo, todo el tiempo. Una nueva familia se mudó a su lado, todos los días tienen una discusión.

—Tienen hijos preadolescentes, ¿verdad?— preguntó Naruto cada vez más interesado.

La señora asintió.

—Tres muchachos amorosos. También tiene una pequeña de ocho años. Y una hija más grande, es de la edad de mí Sara. Se habrían llevado muy bien..—. el rostro de la señora Alvear se arrugó y se llevó el pañuelo al rostro, ocultando sus lágrimas y dolor.

Naruto se sintió incómodo, era malditamente malo consolando. Eso siempre lo dejaba para Gaara, aunque su compañero era callado, era el más sentimental de ambos.

—Sentimos mucho haberla molestado, señora Alvear. Sólo quería presentarme personalmente y decirle que estamos trabajando incansablemente para detener a este monstruo.

Betty asintió mientras hacia un ruido de sorber sus líquidos por la nariz.

—Se lo agradezco, señora Hyūga— dijo apretando las manos de Hinata, sus ojos llenos de lágrimas.

— Estamos trabajando para que no haya ninguna víctima más, señora. Gracias por su confianza.

La mujer asintió hacia los tres y ellos se movieron al auto. Gaara se sentó para conducir y Naruto abrió la puerta de copiloto para Hinata, pero ella se movió a la puerta trasera y la abrió y se metió sin más. Naruto frunció el ceño mientras se quedaba allí parado, como un tonto.

—¿Va a entrar Naruto?— preguntó Hinata desde el asiento de atrás.

Naruto estaba muy tentando a sacarse otro cigarrillo, pero se resistió mientras se metía en al asiento de adelante y cerraba la puerta. No iba a desperdiciar más malditos cigarrillos con Hinata cerca, prefería aguantarse las ganas a qué ella estuviera sacándole cada uno que prendía.

Gaara comenzó a manejar hacia la estación. Habían decidido hacer solo dos visitas y al próximo día hacer las otras. Pero había algo que le había quedó zumbando en la cabeza.

—¿Desconfías de la vieja cascarrabias?— preguntó Hinata tomándolo desprevenido.

Naruto se giró un poco en su asiento para mirarla. Él no pudo evitar, que por unos segundos, sus ojos cayeran a sus pechos apretados por esa camisa azul clara que llevaba. Hinata acomodó las gafas sobre el puente de su nariz y siguió mirándolo con curiosidad. Naruto terminó asintiendo.

—Vi un movimiento mientras ustedes hablaban con la señora Alvear.

Hinata se colocó pensativa.

— Podría estar simplemente husmeando.

Naruto asintió.

—Es probable.

—¿Crees que puede llegar a tener una conexión?

Naruto lo pensó un poco, no quería hablar sin pruebas, y para tenerla necesitaba hablar con la anciana.

—No lo creo, pero debemos estar atentos.

—No debes decírmelo a mí—, murmuró Hinata mientras abría su libreta. Naruto notó que se llevaba su bolígrafo rosa a la boca y lo mordía—. Podría dar algún clase de supervisión. En la iglesia las viejas chismosas son de primera. ¿Por qué no averiguamos si ella está en la iglesia que visita el obispo?

Naruto sonrió mientras ella parecía concentrada en sus anotaciones. Hinata era inteligente y perspicaz de una manera que no había visto en muchas.

Ella seguía siendo un misterios. Sí, se había follado a su jefa, pero lo había hecho antes de que ella lo fuera de manera oficial. Hinata tampoco mostró indicios de saber que él era un detective de homicidios esa vez. Esa noche habían sido simplemente dos desconocidos que estaban calientes y dispuestos.

Naruto se volvió y sacó la cajetilla, prendiendo un cigarrillo y llevando su mano hacia el hueco que dejaba el vidrio levemente bajo para que el humo no quedará dentro del auto. Gaara ni siquiera lo miró mientras estaba concentrado en la calle, pero notó su sonrisa.

Puede que se llevarán más que bien con su nueva jefa.

—Oye..

Naruto miró asombrado como Hinata había sacado la mano por la ventana de la parte de atrás y le saco el cigarrillo de los dedos. Él le frunció el ceño mientras veía que lo dejaba caer en la calle mientras el auto no se detenía.

— Es por tu bien— lo alentó Hinata mientras le daba unas palmaditas en el hombro.

—¿Sabes lo caros que son los malditos cigarrillos?— preguntó un poco molesto ya.

—No seas llorón— se quejó Hinata volviendo a sus anotaciones.

Naruto suspiró.

Tal vez no se llevarían tan bien como pensaba.

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