Capítulo 18: Xavi, Te Quiero
Me dejo caer en la cama, aún con sueño. Ayer fue un día largo y anoche Pablo y yo nos dormimos tarde porque nos quedamos despiertos viendo La Casa del Dragón. Gran serie, por cierto.
Podríais haber hecho otra cosa.
No empieces, que es muy temprano.
- No te acuestes otra vez - se queja Gavi cuando sale del baño, tirándome del brazo. - Mueve el culo, muñeca.
- ¡Es muy pronto!
- ¿Y tú no se supone que vives en una granja? Ahí se madruga mucho.
- Sí, pero siempre me tenían que venir a buscar dos o tres veces - replico levantándome y haciendo un puchero disgustado. - ¿No podéis entrenar por la tarde?
- Algunos días sí, pero hoy pues no se puede - se encoge de hombros y sale de la habitación.
Yo lo sigo arrastrando los pies, amargada. Bueno, ¿quién no está amargado a las seis de la mañana? Lo que no sé es cómo no están llorando los dos futbolistas. Tienen que hacer esfuerzo tan temprano... Lo más parecido que yo he vivido a eso fue aquel año que tenía educación física a primera hora. O cuando mi padre me levantaba para ayudarle a limpiar los establos bien temprano los veranos para evitar el calor. Una pesadilla horrible.
- Alguien tiene más cara de muerta que de viva - se ríe Pedri cuando llegamos al salón.
- Buenos días a ti también, Pedrito - bostezo y me estiro, a lo que el canario se ríe.
- Ayer parecías más emocionada - opina él.
- Madrugar dos días seguidos es demasiado - me quejo sentándome en el sofá.
- No te acoples que ya nos vamos - bufa Pablo tirando de mí de nuevo.
- Joeeeee...
- No seas floja.
- Floja es mi segundo nombre - me pongo en pie pesadamente y suspiro.
- Venga, vamos - insiste el sevillano.
A pesar de mis protestas, media hora más tarde ya estamos en el Camp Nou, ellos entrando a los vestuarios y yo esperando sentada. A pesar de lo temprano que es, me llega un mensaje de una de mis amigas que me hace sentir un poco culpable.
Estos últimos días no sabemos nada de ti
¿Todo va bien?
Suspiro y me paso las manos por el rostro. Toda la semana de exámenes he estado desconectada de casi todo el mundo, y este finde que he pasado con Pablo simplemente he decidido ignorar a todos y dejarme llevar por él. Pero tengo una vida, y gente que forma parte de ella y me quiere. Creo que estoy siendo egoísta al esconderle tantas cosas a mis amigas. Ni siquiera les he contado lo de Pablo, joder. No saben nada. Me ayudaron con mi problema, sí, pero luego no quise responder al "¿qué ha pasado al final?".
Todo bien, no te preocupes
Ya hablaremos
Os quiero mucho <3
Apago el teléfono y cierro los ojos. Mierda. Ahora no dejaré de pensar en eso. Y lo sé porque yo siempre he sido mi propia enemiga número uno.
★★★
Me meto las manos en los bolsillos de la sudadera para calentarlas porque hoy hace frío, pero cuando Xavi se me acerca, enseguida saco una de ellas para quitarme un auricular y poder escuchar lo que sea que vaya a decirme.
- Hola - saluda el hombre mayor sentándose a mi lado en el césped.
- Hola - murmuro algo decaída.
- No te conozco mucho, la verdad - empieza diciendo, - pero pareces triste hoy.
- No te preocupes, no es nada - le aseguro sonriendo de forma algo forzada.
- De todos modos, quería proponerte algo para que, no sé, sonrieras más - sus palabras me sorprenden y le miro bastante interesada. - Esta tarde tenemos un partido, supongo que lo sabes.
- Sí, Gavi me lo ha dicho antes - asiento con tranquilidad.
- Bueno, pues él me pidió si por favor podía conseguirte algún sitio, y... - se saca del bolsillo una entrada y yo contengo la respiración. - Es para un palco. Es uno exclusivo para las familias o parejas de los futbolistas.
- No puedo aceptarlo, Xavi - niego rápidamente.
- No es mío, es de Gavi - replica casi dándome obligada la entrada. - Aunque me he encargado personalmente de que te encuentres una sorpresa allí - sonríe de forma que me genera bastante curiosidad y sonrío también.
- ¿Qué has hecho?
- ¿Yo? Nada - se levanta, manteniendo una sonrisa de no haber roto un plato, y el entrenador que de pequeña fue mi ídolo (y quizá lo siga siendo) regresa a darle órdenes a sus jugadores.
Miro la entrada en mi mano, decidiendo cómo me hace sentir. La verdad es que tengo un lío de emociones impresionante ahora mismo. Por momentos, todo parece tan bonito y perfecto aquí, que se me olvida el infierno que se esconde tras esto.
Y quiero seguir engañándome a mí misma, porque la realidad, MI realidad, es una puta mierda.
★★★
Cuando le he agradecido a Pablo lo de la entrada, su sonrisa me ha hecho querer achucharlo hasta la asfixia de lo tierno que es. Le he besado, por supuesto, y el canario se ha quejado, obviamente. Era de esperar que me invitara al partido teniendo en cuenta nuestra... Situación. Pero aún así me hace mucha ilusión. Y mi curiosidad de saber qué es lo que trama el míster también influyen en mis nervios.
Me siento en mi sitio, viendo que soy la primera en llegar. Aún es muy pronto, y el estadio ni siquiera está la mitad de lleno. Pero aún falta mucho para el comienzo del partido. Estoy distraída mirando Instagram hasta que tres niños pequeños entran al palco correteando. Parecen más o menos de la misma edad, entre cinco y nueve años o algo así. Dos niños, y una niña. Se sientan en unos asientos que apenas están a un par de metros del mío, y los tres me miran con curiosidad. Cuchichean entre ellos y yo sonrío. ¡Son monísimos! Supongo que serán hijos de alguien del equipo. Su madre habrá ido al baño o algo por el estilo. Al ver que no dejan de mirarme, les sonrío y les saludo con la mano. Vuelven a cuchichear entre ellos y al fin, la niña, que parece ser la más pequeña, se levanta y viene hasta a mí.
- Hola - saluda diligentemente.
- Hola - respondo sonriendo. Es que una niña adorable, Dios.
- Mis hermanos y yo pensamos que eres muy guapa - espeta sin vergüenza alguna.
Yo suelto una carcajada y la miro bastante impresionada. Esta niña me recuerda a mí en cierto modo. Miro a sus hermanos, que están rojos como tomates.
- Gracias, vosotros también sois muy guapos - digo mirando a la pequeña.
- Pero yo más que ellos, ¿a que sí? - Susurra ella haciéndome reír de nuevo.
- Claro - asiento en el mismo tono.
Ella sonríe triunfalmente y mira con chulería a sus hermanos. Se sienta a mi lado y empieza a parlotear. Es pequeña y me cuesta entender del todo lo que dice, pero me río sin parar al escucharla. Por ahora sé que se llama Alejandra y que su padre y ella son del Madrid pero sus hermanos y su madre del Barça, por eso están aquí. Eso me descoloca un poco. Si su padre es del Madrid, ¿de quién son familia para estar aquí?
Una mujer de unos treinta y muchos, calculo yo, entra y chasquea la lengua al ver el panorama.
- Ale, cariño, ¿qué te tengo dicho de incordiar a los extraños? - Se queja la mujer caminando hasta la niña para tomarla en brazos. - Lo siento, de verdad.
Su cara me resulta muy familiar. Ese pelo rubio y esos ojos verdes... Los he visto en algún lado.
- No se preocupe, es muy graciosa y muy mona - respondo sonriendo. - No es una molestia - le aseguro.
- Menos mal - resopla y se deja caer a mi lado, con la niña aún en brazos. - No para quieta - se queja, a lo que yo río.
Los niños, que parecen más tímidos, se sientan casi con sigilo al lado de su madre.
- Se ve que tiene carácter - comento divertida.
- Lo tiene - asiente riendo. - Ay, ¡no nos hemos presentado!
- Yo soy Miriam.
- Es guapa y tiene un nombre bonito, ¡has visto, mami! - Chilla la niña muy alegre.
- Ya veo, sí - le da la razón ella. - Bueno, Miriam, estos son Adrián y Aarón, mis dos hijos, y a la enana de Alejandra ya la has tenido que aguantar.
- Los tres son niños preciosos - opino sin poder dejar de sonreír.
Es que me encantan los niños pequeños. Para mí son como los cachorritos; adorables, caóticos y prácticamente masitas de felicidad.
- Y yo soy Luna - añade la mujer.
Me suena muchísimo esta tía.
Lo sé. ¿Pero quién es? Juraría que es famosa.
Mis dudas se resuelven al ver quién entra al palco ahora. Alto, atractivo pese a su edad, pelo castaño, ojos miel... El mejor portero del mundo y de la historia y mi crush desde que España ganó la Eurocopa en 2008. Y eso que yo sólo tenía cuatro años. Mis padres siempre se burlan con la obsesión que tenía de niña con él.
¿Nos morimos ya o esperamos?
Aguantemos un poco.
- Hola - me saluda él como si tal cosa.
Di algo.
Me voy a morir, no me presiones.
- Hola - musito mirándolo con absoluta adoración.
Estoy frente a... Ay mi madre. Mi padre estaría en el suelo, muerto de un infarto, y yo puede que lo vaya a hacer. Conocer a Xavi fue un shock para mí, sí, pero esto... Esto es otro nivel.
- Eres Iker Casillas - susurro flipando en colores.
Él suelta una risa y me mira sonriendo.
Gavi, nos perdiste.
- Sí, ese mismo. Un placer - me tiende la mano y yo respiro hondo.
- El... El placer es mío - tartamudeo mientras le estrecho la mano y me quedo mirándolo embobada.
No vamos a lavarnos esa mano jamás.
- Verás... Ehm... Soy muy fan tuya, creo que se me nota - explico nerviosamente. - Es que no me esperaba esto para nada - reconozco sonrojándome y mirando al suelo.
- No pasa nada, mujer - le quita importancia él. - Eres nueva en todo esto, ¿verdad?
- Sí...
- Te irás acostumbrando - interviene Luna.
Claro que la conocía. De las fotos y los videos con Iker. A pesar de lo tímido que era él, ella siempre se las apañaba para estar en cada celebración. Lo besaba ante las cámaras sin importarle lo que dijera la prensa rosa. Eran la pareja más envidiada de España. Y puede que mi yo de diez años odiara a Luna por estar con él.
- ¿Tú con quién estás o de quién eres familia? - Me pregunta el portero.
Me pongo nerviosa y pienso algo rápido. No quiero decir que Gavi es mi novio porque aún no lo es, y tampoco voy a contarle toda mi vida al mismísimo Iker Casillas, así que... Me apellido González, ¿y quién más se apellida González? Exacto, Pedri. Podría decir que soy su prima.
Pero no le mientas, dile que estás con Pablo y ya está.
¡Estoy nerviosa, déjame!
- Salgo con Gavi - respondo al final.
- ¡Te dije que tenía novia! - Vitorea uno de los niños, que mira a Alejandra con una sonrisa burlona.
Cuando veo la mueca de decepción en el rostro de la niña, no puedo evitar reírme.
- Ya no me caes bien, Miriam - acusa ella fulminándome con la mirada.
Sus padres se ríen y yo hago lo mismo.
- Me temo que está un poco bastante enamorada de Gavi - me informa su madre.
Y nosotras lo estamos de su padre, así es la vida.
- Vaya... ¿Y no es muy mayor para ella? - Pregunto divirtiéndome con la situación.
Habló la que le babea al de cuarenta años.
Shh, calla.
- Eso le digo yo - se queja su padre, que parece sumamente indignado.
Me río y, sin aún creérmelo, me paso un buen rato hablando con Iker Casillas y su mujer. Dicen que no hay que conocer a tus héroes, pero... Se nota que son personas maravillosas y se ve a la legua que se quieren muchísimo, cosa que me hace preguntarme: ¿algún día Pablo y yo seremos así?
¿Seremos algún día lo que todos los periódicos anuncien como la mejor pareja?
Aunque eso es lo que menos me importa. la verdadera cuestión, es:
¿Seré algún día yo la que esté en cada celebración para darle un beso?
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