Capítulo 8
Al séptimo día, Amore finalmente había regresado. Sin embargo, lo hizo sin Paul, quien, como el segundo al mando y "Alfa" en ausencia de la propia Amore, debía quedarse a proteger y guiar a la manada. Aunque había llegado con mi hermana Leah y su impronta Nylion, la ausencia de Embry y Lynxin era notoria. La razón quedó clara cuando Amore habló telepáticamente con Jacob, y a través de la conexión de la manada, pude escuchar sus pensamientos.
«Mi cachorra Lyn está preñada, y el ambiente caótico que me han descrito no beneficia su estado gestacional», explicó Amore.
Amore, siendo una loba legendaria, solo podía comunicarse a través de la telepatía con su manada, sus improntas, o con los Alfas. Yo no era nada de eso, así que no podía entender sus pensamientos de manera directa. Lo único que podía hacer era observar sus gestos, que eran sorprendentemente humanos para una loba salvaje. Su pelaje rojizo pardo y blanco de ojos bicolores dorado y azul celeste, la hacía ver imponente, como si cargara con siglos de sabiduría. Nylion, al ser otro lobo salvaje, tampoco podía comunicarse conmigo directamente. Leah siempre me traducía lo que él decía, algo que parecía frustrante para mí, pero era parte de la naturaleza de esos seres.
Lo que sí fue inesperado y bastante conmovedor fue el reencuentro entre mi impronta, Naribetzha, y Amore. Al principio no entendía lo que estaba sucediendo. Estábamos allí, junto con Alistair, cuando de repente, la presencia de Amore pareció desencadenar algo en Naribetzha. Pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas al reconocer a la loba legendaria. Sin decir una palabra, Naribetzha se transformó en su forma de hurón y corrió hacia Amore, abrazándola con todas sus fuerzas.
En ese momento, todo comenzó a encajar. Mi impronta ya había conocido a Amore en el pasado, cuando tenía 21 años. Este no era un simple encuentro entre dos desconocidas. Se trataba de un reencuentro, uno que parecía traer consigo una oleada de emociones tan intensas que me era difícil comprenderlas del todo. Ver a Naribetzha abrazar a la gran loba salvaje me hizo darme cuenta de lo poco que sabíamos, incluso los nativos Quileute, sobre Amore. Era mucho más que una protectora de los lobos o de la manada. Amore era una guardiana de la vida salvaje y sobrenatural en su totalidad. Podía comunicarse y entender a cualquier criatura cuya esencia estuviera conectada profundamente con la naturaleza salvaje.
Sin embargo, Amore tenía una limitación importante. Aunque podía entenderme cuando hablaba, no podía comunicarse verbalmente como lo haría un humano. Su telepatía estaba reservada para sus improntas y para aquellos conectados a la jerarquía Alfa, lo que significaba que, aunque pudiera percibir mis palabras, nunca podría responderme directamente como lo haría un ser humano.
Lo más impactante fue el vínculo entre Naribetzha y Amore. La forma en que mi impronta lloraba, con el rostro hundido en el pelaje de la loba, mostraba una conexión profunda que me dejó sin palabras. Era como si al abrazar a Amore, Naribetzha estuviera liberando años de dolor y sufrimiento. Quizás, Amore representaba para ella un ancla, algo que la conectaba con su pasado, pero también algo que podía ofrecerle una nueva esperanza.
Pasaron seis horas desde ese momento, y ni Naribetzha ni Amore se habían separado. Era como si ambas estuvieran sanando, en silencio, compartiendo un lazo que iba más allá de lo que cualquiera de nosotros pudiera entender. Me senté a un lado, observando en silencio. A mi lado, Alistair parecía tan conmovido como yo, aunque su manera de expresar las emociones siempre era más reservada.
Ese reencuentro con Amore no solo revelaba un vínculo del pasado entre Naribetzha y la loba, sino que también marcaba el inicio de una nueva etapa para todos nosotros. No sabía exactamente cómo Amore podría ayudarnos con los problemas de Naribetzha, pero una cosa estaba clara: su presencia aquí era crucial. Y de alguna manera, sentía que lo que estaba por venir sería tanto una prueba como una revelación para todos nosotros.
Con el tiempo, sabríamos más. Pero por ahora, lo único que importaba era que Naribetzha, por primera vez en mucho tiempo, no estaba sola. Y quizás, eso era lo que más necesitaba.
[...]
Era casi medianoche cuando finalmente todos nos reunimos alrededor de la fogata improvisada en el patio de los Cullen. El aire de la noche era frío, pero la cálida luz de las llamas que ardían frente a nosotros brindaba cierto consuelo. La reunión era algo que habíamos estado esperando desde que Amore regresó, y aunque la tensión era palpable, había una sensación de expectativa en el aire.
Antes de comenzar, Jacob y Edward tomaron la decisión de que la mejor manera de comunicarnos sería a través de Edward, quien traduciría las palabras de Amore para los vampiros presentes. Para los lobos y cambiaformas como Leah, Jacob, Naribetzha y yo, la comunicación sería más eficiente en nuestras formas salvajes, conectándonos telepáticamente como manada. Yo tenía la ventaja de escuchar a través de Jacob como mi Alfa, lo que me permitiría captar todo lo que Amore tenía que decir, aunque no pudiera hacerlo directamente. Edward traduciría para los vampiros, lo que aseguraría que todos estuviéramos en la misma página.
Amore, majestuosa y serena, estaba sentada cerca de la fogata, su pelaje rojizo pardo brillando bajo el resplandor de las llamas. Su presencia dominaba el lugar, y aunque su expresión era calmada, había un peso evidente en su postura, como si estuviera a punto de revelar algo que cambiaría el curso de las cosas para todos nosotros. Mi hermana Leah estaba a mi lado, junto con Nylion, su impronta. Ambos en sus formas lobunas, compartiendo una conexión silenciosa que solo podía apreciarse en ese estado.
Decidimos cenar antes de adentrarnos en la conversación, un acto que ayudaba a calmar nuestros nervios y prepararnos para lo que vendría. No era una comida elaborada, pero era suficiente para saciar el hambre y brindarnos algo de comodidad en medio de la incertidumbre que nos envolvía. Amore no comía, claro, pero se mantenía en su forma salvaje, observando con esa calma ancestral que parecía envolverla por completo. Mi impronta, Naribetzha, estaba a mi lado, mirando a Amore con una mezcla de respeto y ansiedad. Sabía que lo que estaba por revelarse sería crucial para ella.
Jacob se había transformado primero, su imponente forma de lobo negro destacando en la penumbra. Leah y yo lo seguimos poco después, dejando que nuestras formas cambiaformas se fusionaran con la noche. Sentí la liberación de la transformación, como si cada fibra de mi ser se expandiera, volviéndome más consciente del entorno y de la conexión con mi manada. A través de Jacob, escuchaba sus pensamientos, los míos y los de Leah, fluyendo como un río de conciencia compartida. Naribetzha no tardó en cambiar también, su forma de hurón moviéndose ágilmente cerca de mí. Alistair, el vampiro de ojos rojos, se mantenía en silencio, observando desde su lado del círculo, con la mirada siempre alerta.
Era un grupo inusual, sin duda: vampiros vegetarianos, un vampiro de ojos rojos, lobos y cambiaformas, todos reunidos alrededor de una fogata esperando respuestas que solo Amore, la loba legendaria, podría ofrecernos. Edward se encontraba al frente, junto a Bella y el resto de los Cullen, preparado para traducir lo que Amore transmitiera. No había duda de que esta situación era única y extraña para todos los presentes.
La noche estaba en su apogeo, el cielo completamente oscuro, y las estrellas titilaban apenas visibles más allá de las copas de los árboles que rodeaban la casa. Podía sentir la tensión en el aire, la expectativa que pesaba sobre cada uno de nosotros. Naribetzha estaba inquieta, moviéndose cerca de mis patas en su forma de hurón, como si la espera la estuviera consumiendo. La entendía. Todos estábamos ansiosos por lo que Amore tenía que decirnos, especialmente porque sentíamos que las respuestas a los problemas de Naribetzha estaban a punto de revelarse.
Finalmente, Amore levantó la cabeza, sus ojos observando a cada uno de nosotros, como si evaluara nuestras reacciones antes de comenzar. Aunque no podía hablar en palabras que comprendiera, sus gestos eran claros, y la sensación de respeto y autoridad que emanaba era innegable. Ella no era solo una loba, era algo más, algo antiguo y sabio. La forma en que Leah, Jacob y yo la mirábamos desde nuestras formas cambiaformas lo decía todo: ella era alguien a quien todos nosotros, incluso sin entender completamente, respetábamos profundamente.
Amore se movió ligeramente, como si estuviera preparándose para hablar. Todos guardamos silencio, expectantes. Edward estaba listo, sus ojos concentrados en la loba, esperando recibir sus pensamientos para traducirlos. Pero antes de empezar, Amore se inclinó hacia el pequeño cuenco de agua que habíamos colocado frente a ella. Sus movimientos eran lentos y deliberados, y mientras bebía, podía ver la sed que la consumía. Era como si no hubiera bebido en días, o tal vez como si la tarea de comunicarse con nosotros fuera más agotadora de lo que habíamos imaginado.
El tiempo parecía detenerse mientras la observábamos beber. Nadie se atrevió a hablar o interrumpir. Todos esperábamos pacientemente, sabiendo que las respuestas que necesitábamos estaban a punto de llegar, pero también conscientes de que Amore necesitaba su tiempo. Esta loba legendaria, que había visto y vivido más de lo que cualquiera de nosotros podía imaginar, estaba a punto de compartir su sabiduría con nosotros. Y aunque la espera era difícil, sabía que pronto tendríamos la claridad que tanto buscábamos.
Me quedé observando a Naribetzha, quien seguía a mi lado, todavía en su forma de hurón, pero con la mirada fija en Amore. Sabía que este momento era crucial para ella, que lo que Amore iba a decir cambiaría su vida, y tal vez, nuestras vidas también.
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