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CAPITULO 25: LARA

LARA K

Me levanto con los ánimos por el suelo, no estoy bien, quisiera sólo quedarme en mi cama y hacer lo que mejor me ha estado saliendo últimamente: llorar.

Busco por toda la habitación la vestimenta que Arlenne ha mencionado que me ha escogido, sin observarlo bien voy con la vestimenta al baño. Allí frente al espejo vi a una muchacha sin ánimos de nada, con los ojos hinchados de tanto llorar y con las palmas de sus manos lastimadas por la fuerza que ejercía en esa zona.

Esa chica era yo, dando lástima desde tiempos inmemorables. Hice mi aseo sin poder cerrar los ojos cinco segundos porque visualizaba el rostro de ambos, ambos de mis más grandes amores, de las personas que más amo de mi familia.

El aseo fue un momento para tratar de relajarme, algo que no sirvió ni un poco, sólo logró que volviera a sobre pensar las cosas.

De nuevo frente al espejo me di cuenta de lo que llevaba, una camisa blanca con un pantalón fino y unos zapatos cómodos.

— ¿Lara? ¿Ya terminaste? —mencionó Arlenne desde el otro lado, aunque no me viera asentí, no tenía los ánimos suficientes para dialogar.

Abrí la puerta del baño y le asentí, ella me hizo entrega de unos tulipanes y unas rosas. Ahí comprendí algunas cosas, ella quería que visitara a mi padre de paso.

Abajo ella rascó su nuca, nerviosa, había veces que no la entendía y esta es una de esas veces.

— ¿Puedo tomar tu brazo? —asentí sin pensarlo, sólo viendo cómo enrollaba el suyo con el mío guiándonos afuera donde esperaba mi tía Anastasia con los ojos hinchados haciendo competencia con los míos.

No mencionó una palabra, sólo nos indicó que entráramos al auto, acatando su orden lo hicimos. En el camino sólo se escuchaba nuestras respiraciones o los incontables sorbidos de la nariz.

— ¿Por qué a tu madre, Arlenne? —la recién mencionada se encogió en su asiento, en ese instante intervine.

— Anastasia, no es el momento —las únicas palabras que he dicho en lo que va de la mañana.

Me mantuve callada el resto del camino al cementerio, donde un señor haría unos rezos hacía el cuerpo de mi abuela. ¿Cómo consiguió el cuerpo? Pues Arlenne muy cercana a los Martins pidió que se lo entregaran.

Con los tulipanes y las rosas bajé del auto al llegar al lugar, las dos mujeres tras de mí venían muy separadas, una casi fallándole las piernas y la otra a través de la mirada culpándose.

Encontrándonos a algunas personas ya conocidas por mí, mi familia materna, mientras que el Sacerdote esperaba por nuestra llegada.

Cuando dio inicio unos cantos se escucharon, y mi mente se fue lejos, no quería estar tan presente cuando comenzarán a mencionar el nombre de mi abuela. Así que con mis piernas temblando me mantuve al lado de mi madre.

No sé cuánto tiempo estuve ida, imaginando que lo que estaba pasando era surreal y que todo es una broma mal jugada.

Dios el Padre todopoderoso, resucitó a su Hijo de entre los muertos; llenos de confianza le pedimos que salve a todo su pueblo, vivos y muertos. —el sacerdote empezó a hablar y ahí supe que debía de prestar aunque sea un poco de mi atención, mientras mis lágrimas comenzaban a bajar por mis mejillas.

Por Gloria Amelia, que en el bautismo recibió la promesa de la vida eterna, para que sea recibida ahora en la compañía de los Santos. —un lector mencionó, ya en este punto mis manos temblaban.

— Señor, escúchenos. —los presentes mencionaron, no sabía que debía de decir eso así que sólo esperé el asentimiento de mi madre para cuando tenga que decirlo.

Por nuestra hermana que se sustentó con el cuerpo de Cristo, el pan de la vida, para que resucite en el último día.

— Señor, escúchenos.

Oremos por nuestros familiares, amigos, y bienhechores difuntos, para que reciban el premio por su bondad.

— Señor, escúchenos.

Oremos por los que han fallecido con la esperanza de la resurrección, para que el Señor les de la luz de su presencia.

— Señor, escúchenos.

Señor, escucha nuestras oraciones por nuestra hermana que ha fallecido; perdónale sus pecados, y llévala a la totalidad de la salvación. Te lo pedimos por Cristo, nuestro Señor.

— Amén. —cuando mencionamos esa última parte y vi cómo casi entierran a mi abuela quise correr hacia ese lugar, no quería, es una broma, ella no puede estar muerta.

¿Quién me defenderá de las cosas malas? ¿Quién me defenderá?

¡Abuela no me dejes!

Me zafé de los brazos que me detenían y fui hacía donde estaba el ataúd, mientras imploraba que no me dejara.

— ¡Te necesito conmigo! —quería en ese mismo instante acostarme junto a ella y tratar de despertarla, no podía morir.

Ella no podía.

Las personas alrededor veían cómo le imploraba a mi abuela, y la única entre ellas que se acercó para alejarme fue mi tía Anastasia.

Me removía en sus brazos sin detenerme.

— Sácala de ahí, estará mal estando allí sola —decía entre murmullos, ya no sólo estaba negada a ver aquello, sino que ya quería irme con ella.

Pasando el tiempo y que enterrarán el cuerpo, el cielo comenzó a ponerse nublado y las personas a irse. Ninguna se me acercó, ninguna me mostró que me quería, sólo lo hacía la persona que ahora está en aquel ataúd.

— Está por llover, debemos de irnos —mencionó mi madre, limpiando sus ojos una vez más, me negué rotundamente.

— Estaré haciéndole compañía, estará sola —decía sin parar, mi madre y mi tía decidieron darme un tiempo para que dialogara con ella—. Abu, no creo que estés allí dentro, no eres capaz de dejarme sola. Sabes lo mucho que te amo, amo tu forma de cuidarme, de darme alguno que otro consejo, ¿Por qué te vas?

»» Sólo esperaré en mi cama hasta que llegues, esperaré allí hasta que digas que todo esto fue una broma y si lo es no me enojaré, al contrario, me alegraré de verte con vida —restregué mis ojos—. Tú hija me entregó estas rosas que sé que son tus favoritas, te las pondré aquí para que todo esté más colorido para tu regreso.

»» Mientras sales de jugar al escondite iré a hablar con tu yerno, sí, ese yerno que murió en aquel trágico accidente que los Martins tienen que ver con eso. Pero no te preocupes, te seguiré contando de ellos cuando vayas a casa, no olvides de ir, nos falta mucho por hablar.

Dejando las rosas en su lugar comencé a sentirme aún peor, puesto que ahora iré a visitar la lápida de mi padre, esa misma que yo sé que sí es cierto que ha muerto. Caigo de rodillas acariciando las letras en aquel lugar.

— Papá... —me desbordé llorando, aún más de lo que he sentido que he llorado, me negaba rotundamente, era difícil todo esto, el corazón se me encogía y de vez en cuando sentía que se me iba a salir, el nudo en mi garganta era difícil de tragar, sólo respiraba forzado y observaba la lápida— perdón por no venir a visitarte, han pasado muchas cosas desde tu partida.

»» Lamento mucho que me escuches de esta forma, pero me duele tanto que estés ahí —observé el cielo con lágrimas en los ojos, está muy nublado—. Te traje unos tulipanes para que sepas que si recuerdo una de las dos flores que tanto te gustan; no sé ni por dónde empezar para hablarte de lo que ha pasado, simplemente espero que de donde estés me puedas escuchar.

Dos gotas caídas del cielo me hicieron temblar, pronto empezaría a llover.

— Cuando te fuiste Trina murió el mismo día, el Cripolerios azotó su cuerpo dejándolo pálido y sin nada que se pudiera hacer. Mi madre me culpó de tu muerte, bastantes veces, me golpeaba —pasé mis manos por mis brazos y recordé todo lo que había pasado anteriormente— y ya no sabía que hacer, quería que estuvieras ahí para defenderme; con el tiempo llegó una chica nueva a PhennyCity, aunque no lo creas, me hizo feliz su compañía y pues, me gusta, no sabría cómo explicártelo.

Recordé a Laia y en lo mal que la había tratado en la noche anterior.

— Es una buena chica, si estuvieras aquí te la presentaría. Volviendo al tema, mamá siguió consumiendo drogas y hasta el punto de tener deudas con Los Martins, ellos pagando con la vida de mi apreciada abuela —sentí otra gota de agua aún más fuerte, caramba, debo darme prisa, pero a la vez no quiero irme—. No estoy bien, no sé qué hacer, quiero que mi madre termine sus deudas con Los Martins o que ellos dejen de molestar, pero que ya basta —otra gota de agua cayó a mi lado, suspiré y limpié más mis mejillas—. Pronto volveré a traerte noticias y hablarte más a fondo de esa chica, que lastimosamente anoche le hablé pésimo. Te amo mucho, papá.

Dejando los tulipanes en su lugar me levanté caminando cabizbaja hacía donde Anastasia me esperaba, pregunté por mi madre donde me respondió que se despedía del cuerpo de Gloria.

No hubo palabras de aliento, ambas estábamos mal, y recordar todo hizo que entrara al auto y me encogiera en mi asiento.

Cuando mi madre llegó se veía aún peor, sus lágrimas seguían bajando y las de su hermana aún más.

— Abrácense carajo —mencioné temblando mientras seguía apretando las palmas de mis manos.

Las dos hermanas se abrazaron mientras lloraban y sé que ellas necesitaban desahogarse, porque de su familia sólo se tenían ellas dos.

☘️☘️☘️

Con la mirada desanimada trataba de ingerir la comida que hizo Anastasia, no porque estuviera mal, sino porque no tenía deseos de comer.

— Lo siento, no puedo —mi madre dejó la cuchara en el plato y asintió, me levanté de donde estaba y fui arriba, a encerrarme nuevamente en mi habitación.

Ya habían pasado nueve días y yo estaba en las mismas, me veía incluso más flaca porque sólo ingería líquidos y no los suficientes nutrientes para estar con fuerza.

Estaba en un ciclo donde no sabía qué hacer con mi vida, ya en este punto me preguntaba por qué mi abuela. Ya no estaba en el plan negación, sólo me carcomía la cabeza con preguntas.

Decidí por tomar un baño donde en ese lugar tomé entre mis dedos la pastilla que había conseguido en una farmacia, para poder tranquilizarme.

Pero negué, esa pastilla en algún momento me hará colapsar si la sigo tomando sin tener nada en el estómago, así que sólo me desnudé y entré a la ducha, durando varios minutos para tranquilizar mis tediosos pensamientos.

Salí envuelta en una toalla para poder cambiarme por una ropa no tan miserable, al terminar de alistarme con unos leggins y un top con una chaqueta me fijé que había alguien más en mi habitación.

— No sabes cuánto anhelaba tenerte sola, para mí y poder disfrutar de tu hermoso cuerpo, amor —indicó caminando hacia mi lugar, lo único que hice fue gritar tan fuerte que me podrían escuchar en la cocina—. Gritar no te servirá, nadie vendrá a ayudarte.

Fiorella, contoneando su cadera se acercó a mi rostro, grité aún más pero lo único que logré fue que golpeara mi estómago y me hiciera doblarme del dolor.

— Eres... —tosí incontables veces por la falta de aire— una estúpida.

— Esta estúpida disfrutará de ti antes de matarte, y no pienses que bromeo, me hiciste enojar estando con aquella chica —no entendía sus palabras, sentí cómo tomó mis cabellos y los enrolló en su mano provocándome dolor, un dolor por todo mi cuero cabelludo. Su respiración se sintió tan cerca cuando besó fugazmente mis labios y entre quejidos trataba de alejarme—. ¿Qué tiene ella que yo no te pueda dar? Verás, si estás conmigo te puedo perdonar tu patética existencia y ella no sale herida, nos podemos divertir mucho, pero de lo contrario que no quieras estar conmigo tú y ella morirán. Así de sencillo, amor.

Su mano libre fue en dirección a mis leggins, tratando de adentrar su asquerosa mano en ese lugar, me negaba y aunque odiaba admitirlo, pero me vi reflejada en una basura que todo mundo primero usa y luego desecha. Porque ahora cómo dijo me usará y luego me matará, y prefiero que me mate a estar en un amorío con ella.

No tenía fuerzas, no tengo las suficientes para librarme y correr, sólo me removía en mi lugar quejándome.

— Fiorella no —su sonrisa se extendió antes de acercarse a besarme, movía mi cabeza para que no lo hiciera—. ¡Déjame, te lo suplico maldita sea!

Grité en su cara, pero nada, sólo me tomó aún más fuerte de mi cabello e hizo que mi cuerpo se acercara más al suyo, y ahí sentí el miedo recorrerme cuando su mano estuvo cerca de mi parte íntima.

— ¿Por qué te dejas tocar de Laia y de mí no? —las lágrimas descendían en cascadas por mi rostro, al ver que no contesté comenzó a palmear mi parte, y sentí asco. Asco de ella y asco de mi—. ¿Acaso esto no es lo que te gusta, amor? Mejor disfrútalo, conmigo será mucho mejor.

Siguió palmeando aquel lugar y en vez de sentirme bien, sólo hizo que quisiera morir, quise morir en ese mismo instante.

— Fiorella...

— ¿Sí, amor? —me sonrió de lado pensando que aquello me gustaba cuando no era así.

— Déjame, por favor.

— No, apenas empezamos el show y sé muy bien que la pasaremos exquisito —por un instante sentí cómo soltó su agarré en mi cuero cabelludo, y vi esa cómo una oportunidad, ella se acercó a besarme recibiendo un golpe en la nariz que la hizo retroceder agarrando ese lugar—. ¡Ahora sí te mato, yo tratando de ser dulce contigo!

Y no tuve oportunidad de correr hacía las escaleras cuando sentí cómo agarró nuevamente mi cuerpo, sólo gritaba para que abajo me escucharan. Pataleaba y me removía para que me soltara, pero sólo logré que ella me entrara a la fuerza y cerrara de un portazo. Su semblante era de alguien con deseos de asesinar, pasó su mano por debajo de su nariz y me observó antes de sacar una pequeña navaja.

Aún más grité, se acercó sonriendo y casi siento mi vida pasar, pero la llamada que recibió hizo que se alejara furiosa yendo al balcón.

Imbécil.

Esta es mi oportunidad por segunda vez, corrí nuevamente y aunque en las escaleras las piernas me fallaban estaba escapando, no vi a mi madre ni a mi tía sólo me digné en salir despavorida de mi casa yendo lejos corriendo mientras aquella chica iba tras de mí.

En la lejanía vi un auto conocido para mí, el auto de Lauren que al verme corriendo frenó de golpe e hizo que entrara, dando la vuelta en U.

— ¿Qué te sucedió? —preguntó la chica rubia al lado de mí, mientras fruncía el ceño con su celular en la mano, al verme tan asustada dejó el celular en sus piernas y me extendió el brazo para que sintiera su calor. Carajos, debo disculparme por lo de las otras noches.

— Fiorella Martins entró a mi casa —fue lo único que mencione sintiéndola tensar bajo mi cuerpo.

☘️☘️☘️

Omnisciente

Lara, ¿Cómo podemos explicar la forma en la que ahora mismo se siente la muchacha? La verdad es que ni estando cerca de su tía se siente segura.

Nadie le da tranquilidad y seguridad.

— ¿Cómo que Fiorella entró a la casa y te manoseó? —enojada mencionó su madre, fue rápidamente a su habitación sacando de un cajón una pistola, ella había hecho un trato hace nueve días, el día anterior cuando fue a buscar el cuerpo inerte de su madre y era que sus hijas y ellos estarían lejos de Lara y Anastasia. Pero al parecer Los Martins le vieron la cara.

Arlenne enojada bajó con la pistola y a Lara casi se le salen los ojos, comenzó a temblar y lentamente se iba moviendo del campo de visión de su madre.

— Lara, no salgas de casa, cierra puertas y ventanas, iré a resolver unas cuantas cosas con unas ratas —la chica le tomó la mano negando, pero ella simplemente se zafó tomando las llaves del auto de Anastasia y cerrando la puerta de su casa de un portazo.

A todas estas no le importaba la lluvia que ha empezado a caer, subió al auto y arrancó a toda prisa, la velocidad en la que iba y la de la lluvia no eran buenos amigos.

Hubo veces que el auto se deslizaba demasiado rápido por el concreto, haciendo las llantas sonar.

Llegó a la casa de los Martins y entró cómo si viviera en ese lugar, fue a la oficina de Manuel Martins y abrió de un portazo, observando cómo su familia estaba reunida.

— ¡¿Qué maldita parte de que dejarás a Lara no entendiste?! —gritó tan furiosa, que Fiorella comenzó a temblar.

— ¿Por qué tan enojada, mi querida Arlenne? —intentó tranquilizar el ambiente la señora de la casa, pero al ver la pistola que cargaba la mujer se paralizó.

— Manuel, ¿Cuántas veces te repetí que dejarás a Lara y que no la metieras en mis asuntos contigo? —el hombre serio la observó, aunque no lo mostraba estaba cagado de miedo porque sabía que esa mujer no estaba muy cuerda de la cabeza, pero a la vez se confundió, él les había mencionado a sus hijas que abortaran la misión por el momento.

— ¿De qué hablas, Arlenne?

— Ella —señaló con el arma a Fiorella que no ha dejado de temblar—, fue a mi casa irrumpiendo la tranquilidad qué hay allí, para mi hija y mi hermana —no deja de apuntarle a la cabeza, los presentes ya tenían miedo de que a la chica le volaran los sesos—. Donde estamos de luto por la muerte de mi madre, la misma que ustedes mataron para saldar cuentas...

— Ve al grano, Arlenne.

— Tú hijita bella entró a mi casa y mientras Lara estaba en un momento crítico de su vida la amenazó y la manoseó —los presentes enojados observaron a Fiorella, ella no tenía permitido hacer aquello, Fadhila simplemente apretó su mano y se levantó encajándole el puño en la mandíbula de su hermana.

Manuel y Arlenne salieron de la oficina que aquel hombre tenía en su hogar, mientras él le mencionaba que dejaría a su hija fuera de sus planes, aunque Arlenne al marchar no escuchó que él dijo: por ahora.

El señor volvió a la oficina y tomó a Fiorella que le ardía la mandíbula del golpe reciente.

— Tú mínimo eres idiota o masticas agua —su hija tragaba saliva una y otra vez, ganando que su padre se enojara más—. A veces creo que la inteligencia que se te debía de proporcionar la vendieron en el mercado.

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Holi, Holi.

Espero que estén sumamente bien.

Algo que debo aclarar, cuando iban a enterrar a Gloria Amelia y estaban rezando, yo encontré eso de esas palabras de los rezos en Google. Yo tengo bastante que no voy a un funeral, al último que fui estaba pequeña y sólo me la pasaba llorando implorando que todo fuera mentira.

¿Alguna teoría de lo que va a pasar a continuación?

Cómo iba a quedar Lara si Fiorella seguía apretando su cabello con fuerza:

Bueno, para no extenderme más, me quedo hasta aquí.

Con amor: Lis☘️🖤☘️

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