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CAPITULO 24: LAIA

LAIA M.

Estoy cansada, no he dormido nada en toda la noche, desde que Ximena tuvo que marchar por la situación de su madre me entristecí porqué tenía mucha esperanza de ver a la criatura en este mundo, aunque el mundo sea cruel.


— Debo irme a otro país —su semblante era triste, demasiado y se podía percibir. Nos observaba a cada uno de nosotros hasta que suspiró—. Mi madre ha tenido un aborto y la casa ni el vecindario les da buena espina, quiere que nos vayamos. De antemano quiero decirles que los quiero muchísimo, que no se olviden de mí y sí en algún momento tienen deseos de hablarme, háganlo sin pena. Estaré lejos, pero la comunicación seguirá.

»» Laia, no te rindas en nada, me alegro bastante de que superaste el Cripolerios y me alegraría muchísimo que siguieras colocando retos en tu vida: tocar piano sin avergonzarte en público.

»» Lara, no dejes que aquella mujer vuelva a pisotearte, ni dejes que las personas en PhennyCity te sigan faltando al respeto, pon un stop en todo eso. Será difícil, pero no imposible.

»» Pablo mi niño, llama las veces que desees, desahógate, sal, diviértete, romantiza tu vida. Busca cosas que te gusten y te llamen la atención, tampoco dejes que te sigan humillando, las personas así no valen la pena prestarle un minuto de tu valioso tiempo.

Cuando la vimos marchar nos observamos, es una buena chica, espero que ella cumpla muchas cosas en la vida, lejos de la toxicidad de PhennyCity.


Doy la vuelta una vez más en la cama y no queda de otra que levantarme e ir a mi balcón, tampoco dejo de pensar en Lara, ¿De verdad le dije que me gusta y el sentimiento es recíproco?

Observé su casa y pude apreciar las luces apagadas, desde aquel momento no hemos vuelto a dormir juntas por aquella razón, algo que produjo dudas en mis padres.

Recibí un mensaje a mi celular que me produjo felicidad, quizás mi alocado corazón soñaba con que fuera ella que había enviado ese mensaje, respiré hondo y observé la pantalla confirmando mi suposición.

Contesté al instante y eso produjo un manojo de nervios por todo mi ser, sin pensarlo fui a abrir mi puerta de la habitación yendo de puntillas para no ser escuchada, pero se desmoronó al ver a mis padres en el living conversando cómo si no fueran las dos de la madrugada, quisieron preguntar acerca de la razón por la que me encontraba caminando de puntillas, pero no los dejé indagar cuando abrí la puerta dejando pasar a Lara.

Ella los saludó y ellos le devolvieron el saludo cómo sí fueran las doce del mediodía, a veces ellos no se miden para hacer las cosas.

Cuando íbamos a subir a mi habitación los giré a observar, percatándome de la mirada traviesa de mi padre y la duda acerca de algo en el rostro de mi madre. Ese rostro huele a conversación. Ya en mi habitación le coloqué seguro a la puerta y observé cómo Lara iba a mi escritorio a dejar su celular.

— ¿Por qué estás tan lejos? —me mencionó y al principio no entendí, hasta que vi nuestra gran distancia. Me acerqué a ella y sorpresivamente sentí aquel abrazo que me brindó.

En la cama tuve pequeños flashbacks acerca de lo que pasó en su baño y me llené de nervios, quizás ella ya sepa de lo que yo esté pensando.

— Laia, duerme —mencionó acariciando mi espalda con sus ojos cerrados. Esas palabras no fueron las que me ayudaron a dormir tranquila, sino las caricias que me brindaba en mi espalda y su pausada respiración.


Sus manos me sostuvieron para llevarme al baño donde la ropa superior nuestra no duró ni siquiera un segundo en nuestros cuerpos, sin observar a nuestro alrededor nos fuimos adentrando a la ducha con cuidado. Donde el agua de esta nos impactaba haciendo que nuestro cuerpo se avivara aún más.

Las manos de Lara me hicieron bajar de su cintura, algo confundida lo hice, pero la confusión no duró mucho cuando su boca comenzó a danzar desde mi boca hasta mis clavículas.

Sus manos se ajustaron en mi cintura para hacer presión en ese lugar, donde luego bajó desde mis clavículas hasta el medio de mis senos donde dejó un pequeño beso.

Estuve ansiosa de su llegada, hasta que besó tan delicadamente uno de mis senos, introdujo uno de ellos a su boca, mientras que con el otro hacía leves movimientos, se sintió excesivamente bien.

Algo que mi cuerpo se acaloró bastante, en el momento de que cambió de seno sentía cómo ambos recibían atención, carajo, claro que me gustó.

Cuando la vi agacharse no supe que iba a hacer, vi cómo su cuerpo se llenaba de alta tensión. Dejó de prestarle atención a mis senos para hacer un recorrido con su lengua por mi piel, sus dedos se afianzaron aún más en mí cuando volvieron a llegar a su nuevo destino, me bajó la parte inferior que aún seguía con una fina ropa interior, hasta que su mano derecha pidió que alzara mi pie hasta su hombro. Y así lo hice.

Besó mi muslo derecho volviendo a hacer otro recorrido, esta vez para llegar a mi zona íntima, algo que produjo que mi organismo se alocara. Su semblante cambió, me observó cómo sí me estuviera pidiendo permiso y frenéticamente acepté.

Aceptando recibí su boca impactar contra aquella parte sensible para mí, carajos, me estaba gustando.

Los movimientos con su lengua hacían que mis piernas fallaran cada vez más, ¿Donde aprendió eso y por qué me está gustando tanto?

Los movimientos que realizaba ocasionaron que mi espalda chocara contra la pared, para tener un lugar donde sentirme segura de no caerme por la debilidad en mis piernas. Mordí mis labios más fuerte cuando aceleró y el agua que nos recorre no es un impedimento para ella.

Cuando estaba por entrar a esa parte de sentirme casi libre se detuvo, ¿Por qué se detiene en este momento?

Sólo la vi levantándose mientras me observa a los ojos, su semblante es tan poético que me causó algo de nervios. Colocó una mano en la pared y la otra tocando mi parte.

Sentía que en un momento de esos me iba a liberar, ella pareció entenderlo que aceleró sus movimientos, mientras me besaba.

Su aliento contra el mío y las no tan esperadas estrellas que las personas dicen ver al sentirse libres. Lara no detuvo su beso al sentir aquello, sólo la sentía ansiosa.

— Vamos a bañarnos para dormir —informó tomando una esponja con la que normalmente se baña.

— No —mencioné al verla girar sobre sus talones, algo que hizo que se detuviera—. Es mi turno.

Ella giró observándome y podía percibir cómo su cuerpo hacía un llamado al mío, me acerqué tan rápido que no la dejó pensar muy bien.

Mis manos esta vez recorrieron su delicado cuerpo, donde ahora la sentía tensa por la razón de sus marcas.

En vez de besar su boca, lo hice con lentitud hacía sus marcas, donde ella se contrajo de vergüenza.

— Laia, —la escuché murmurar con la voz deseosa— ¿Por qué las... marcas?

— Besaré todo de ti —mencioné bajando hacia sus senos, donde les brindé la atención que hace ya unos momentos necesitaban. Acariciaba, lamía y saboreaba su gran busto; ambas estaban llenas de atención, pero sentía que no era suficiente, bajé hacia la zona que estaba más cargada de deseo y retiré la última prenda que estorbaba mi camino.

Me acerqué y lamí, dejándome apreciar ese momento, donde más adelante continué con mis movimientos, unos sonidos salieron de su boca que me inspiraron a continuar. Le estaba gustando, la sentí tensarse luego de unos incontables minutos y sabía que podía hacer una pequeña bromita al final.

Me levanté y la observé, estaba tan ansiosa de que yo terminara, pero negué.

— Es hora de ir a dormir.

— Y una mierda, a mí no me dejarás así —me encogí de hombros y por la forma que mordía su labio sabía que debía de dejar de hacer ese tipo de bromas.

Me volví a acercar y esta vez besando su boca, moviendo mis dedos por toda su parte íntima haciendo que volviera a contraerse, no había nada ahora mismo que nos detenga, en el último movimiento que hice con mis dedos sentí su liberación, algo que ella estaba esperando hace rato.

Luego de tranquilizar nuestras respiraciones tomamos una ducha que tranquilizó nuestras alocadas hormonas.

Volvimos a la habitación y esta vez en vueltas en una toalla, donde ella me prestó algo para ponerme y yo acepté agradecida.

En la cama besó por última vez mis labios, me estaba volviendo adicta a sus delicados besos.

☘️☘️☘️

Desperté sobresaltada, quizás por el calor que entraba por todo mi cuerpo o por la torrencial lluvia que ahora mismo está cayendo. Me fijé en la cama y estaba sola, pasé mis manos por mi rostro una y otra vez pensando por qué se había marchado.

Resignada a sólo escuchar la lluvia caer, decidí levantarme para ir al baño y apagar el calor tan intenso que cruza por todo mi cuerpo. Giré la manilla de la puerta del baño y entré somnolienta sin fijarme bien en las cosas.

Tomé el cepillo y la pasta dental para comenzar a realizar la primera labor.

— ¿Eh, hola? —dijeron a mi lado y casi quise enterrar mi cabeza en un hoyo en la tierra, con el cepillo aún en la boca la observé, estaba saliendo de la ducha. Inmediatamente de ver de dónde salía giré la cabeza de golpe, siguiendo en mi labor y tratando de no prestarle atención. Duré algunos minutos de esa forma en los que pensé que iba a salir del baño, pero no, se quedó cruzada de brazos— ¿Por qué siento que me andas alejando?

— No te estoy alejando —mencioné luego de haber terminado de cepillar, no me creyó—. Es la verdad, no te estoy alejando, ¿Por qué piensas eso?

— Entonces acércate —respiré hondo y mis nervios subieron cada vez más, debía de pensar otras cosas que no sean aquella escena—. O me acerco yo.

Allí, en medio de un baño quise huir, no por temor sino porque no sabía qué hacer en ese mismo instante.

No vi ningún acercamiento de su parte, ni del mío tampoco, sólo salió del baño dejándome sola. Soy estúpida.

Pero esta estúpida se va a bañar.

No duré tanto dentro de la ducha porque sentía que perdía bastante tiempo, así que al terminar salí envuelta en una toalla y abriendo la puerta del baño de golpe.

Estaba sentada encima de la cama, con la misma ya arreglada, su semblante sólo estaba dirigido hacia su celular y por los sonidos que pasaban estaba viendo videos.

Tomé la ropa que iba a utilizar y volví al baño a cambiarme, algo estúpido porque ya ella me había visto. Salí ya arreglada y me puse al frente.

Schmetterling, estoy cerca —dejó su celular en la mesita de noche, donde allí mi ahora repentina llegada hizo que sonriera. Me observó a los ojos y colocó sus manos en mi cintura, haciendo que quedara a horcajadas encima suyo.

— Lo sé —sentí un beso fugaz en mis labios que logró hacerme sonreír bastante, pero nuestra pequeña burbuja se rompió al escuchar unos toques en mi puerta y al poder reconocerlo proviene de mi hermano.

Retiré mi cuerpo de encima del de ella y fui en dirección a abrir, viendo a mi hermano con semblante serio y cruzado de brazos. Entró a la habitación.

— Ya está el desayuno —las dos lo observamos confundidas, no es normal verlo de esa forma.

— ¿Qué te pasa?

— Primero desayunemos y luego hablamos de la razón —tomé mi celular y Lara tomó el suyo verificando si estaba cargado.

En la mesa estaba mi tía y mi hermano Luis, mientras que mis padres habían salido a realizar una labor. Leonardo se sentó de golpe haciendo que Luis se enoje por esa acción.

Todo el desayuno fue tenso, no entendíamos ni papa, acostumbramos a dialogar mientras comemos, pero hoy fue la excepción.

— Ya desayunamos, ¿Qué sucede? —fui la primera en romper el silencio, pero al parecer por las miradas de reojo tenía que ver con Lara, tragué grueso.

Ella me observó pasando sus manos una y otra vez por sus piernas para tranquilizarse, pero no podía. Llevé las mías impactando con las suyas y la observé.

— Primero, vamos al sofá, allí estaremos más cómodos —mencionó tía Piedad, algo sucedía que no querían mencionarlo y duraban bastante para decirlo. Bufé, de verdad que lo hice, hasta que llegamos al sofá y realicé la misma pregunta—. Laia, shhh. Segundo, ¿Lara estás bien? Si no lo estás entenderíamos la razón.

— ¿Por qué estaría mal? —ni yo misma entendía la pregunta, ellos tres se observaron frunciendo el ceño, pero no llegaron a mencionar nada porque el celular de Lara sonó con unas notificaciones en el correo— Disculpen.

Observó su celular para después verla frunciendo el ceño aún más, ya la percibía más nerviosa de lo que antes estaba y suspiré angustiada. Mordió su labio inferior y siguió leyendo.

Creo que verla tan paralizada nos angustió aún más, hasta que el objeto en sus manos cayó.

— Esto no puede ser cierto, es mentira, eso es mentira —Leonardo, Luis y tía Piedad asintieron hacía mí, ahí entendí que lo que querían mencionarnos tenía que ver con Lara. La castaña se levantó de su lugar y caminó de un lado al otro, ¿Qué está pasando?

Tomé el celular de ella en mis manos y leí por encima algunas fotografías, y luego darme cuenta de que su abuela ha muerto.

El semblante de Lara está cada vez más roto, sus lágrimas danzan por su rostro y la primera en reaccionar es mi tía que va en su búsqueda y la abraza, trayéndola consigo de nuevo hacía el sofá donde la sentó y acarició su cabeza.

Sus palabras no se detenían, mencionaba a su abuela una y otra vez, mi tía me hizo señas de agarrarla y así lo hice, atrayéndola a mí y acariciando su espalda.

— Cuando mi mamá se enteré me matará —llora aún más fuerte y sentía cómo había veces que su cuerpo temblaba. No quería verla así, pero tampoco le diría que se calme no es una opción—. ¡Me matará!

Mi tía llegó con un vaso de agua brindándoselo a la chica que negó y siguió llorando, no sabía qué hacer en esta situación.

Sólo la ayudé a subir a mi habitación y sentándola en la cama, pero no duró mucho en ese lugar porque le dio nauseas yendo rápidamente al baño expulsando lo que anteriormente había ingerido.

Agarré su cabello con una mano, con la otra acariciaba su espalda. Y en una gran parte me dolió, porque su abuela hacía que Arlenne estuviera lejos de Lara, sin golpearla.

☘️☘️☘️

Omnisciente

Los padres de Laia no sabían que poder hacer para ayudar a la pobre criatura, no sabían qué palabras de aliento darles porque para eso eran un asco.

Más sin embargo, Laia no se alejaba de la chica, aunque no pudiera expresarle con palabras lo demostraba estando a su lado dándole apoyo. Pero la chica no estaba tan calmada, cerraba sus ojos y veía a su madre atacándola, formando un ciclo que no la ayudaría mucho.

— Quiero ir a casa —mencionó la castaña mordiendo levemente su labio inferior, Laia asintió levantándose de su lugar para llevarla y quedarse con ella, pero su amiga negó—. Quiero estar sola.

Y los nervios de la rubia se intensificaron, sabía que Lara no estaría bien carcomiéndose la cabeza, pero que a su vez no podía retenerla a tenerla en su casa.

Así que Laia la acompañó a la puerta y le entregó un paraguas para que dé camino a su casa no se mojara con la tediosa lluvia que ha estado cayendo desde temprano.

— Gracias por dejarme dormir aquí —les mencionó la castaña a los padres de la chica.

— No hay de qué corazón, siempre eres bienvenida —respondió Lauren, con una sonrisa de lado, la chica asintió y observó a su amiga.

— Te quiero —no esperó que la rubia respondiera cuando con el paraguas fue a su casa, abriendo la puerta y entrando a la misma, dejando que las lágrimas volvieran a salir cómo cascadas, le dolía bastante.

Sus pasos se dirigieron arriba donde sin fijarse en las cosas del alrededor entró a su habitación cerrando sin ponerle el seguro, con rabia por todo su cuerpo fue a la ducha metiéndose con todo y ropa bajo la misma.

Sus lágrimas se podrían confundir con el agua de la regadera y la que está cayendo fuera, sus quejidos eran fuertes y sus palmas de sus manos resultaban heridas por la fuerza que ella aplicaba en la misma.

Otra persona en su vida se había ido por algo tedioso cómo la muerte, no sabía que hacer, se preguntaba una y otra vez por qué las personas son tan crueles para atentar contra la vida de otras personas.

También recordó las conversaciones de su madre con la familia Martins, ardió en tristeza y rabia.

Tristeza porque ella la culparía de la muerte de su padre y de su abuela. Rabia porque ella es la verdadera culpable de estos sucesos, ella empezó con la desgracia de la familia.

En la ducha retiró su ropa mojada y la lanzó a una parte de esta, para bañarse y tratar de que su cabeza no ardiera más en un dolor intenso que le estaba atravesando.

Al salir del baño, con una ligera pijama que tenía guardada en un cajón, se encontró con una mujer parada en el medio de la habitación y en vez de sentir miedo quiso que ella misma fuera la que la matara y salir de la tediosa existencia que la estaba haciendo pasar.

— Lara —su voz sonó rota, el olor que desprendía de su ropa era repugnante, era como si hubiera estado bajo la lluvia mucho tiempo y su vestimenta tomó un olor rancio—. Mi mamá, Lara.

Y Lara hizo lo que quería que su padre hubiera dicho, se dejó llevar por la ira que sentía.

— ¡Es tú puta culpa, Arlenne! ¡Por tu culpa mi abuela y mi padre están muertos! —se acercó con las lágrimas bajando por sus mejillas tan rápido que podría hacer añicos cualquier corazón, incluso el mismo de su madre—. ¡Hiciste tratos con esas personas y ahora mi padre está muerto y tu propia madre pagó una cuenta que no le incumbía!

Sorpresa para Lara y para todos, Arlenne derramó unas cuantas lágrimas, cayó de rodillas mencionando que detestaba hacerle eso a su familia.

— Sí es mi culpa, Lara, si lo es —lloraba sin cesar, y gritaba de dolor, algo que en una parte del corazón de la castaña le dolía—. Hice que mi familia esté envuelta en esta mierda, lo siento tanto.

Lara giraba su cabeza pasando sus manos por el lugar, no quería sentirse tan mal por la situación, pero eran dos vidas.

— Arlenne.

— Perdóname, perdóname —imploraba su madre de rodillas en el suelo, con las lágrimas deslizándose por sus mejillas sin parar—. Mi familia yo la dañé, Lara perdóname.

Quizás Lara se equivoque o quizás no, pero hizo que su madre se levantara del suelo y la abrazó. Quería al menos pasar el dolor que sentía con la persona que lo entendía.

Ambas mujeres fundidas en un abrazo lleno de dolor. Una castaña joven hecha añicos, una mujer adulta vuelta un desastre queriendo que los Martins no molesten a su hija, porque dentro de lo que cabe, ella había cambiado un poco su percepción de que Lara es la culpable de la muerte de su difunto esposo, y aceptó que la culpable de eso es ella, ella que hizo que ellos lo matarán por deudas.

☘️☘️☘️

Laia angustiada de que Lara no le respondiera los mensajes fue a su casa, tocando la puerta sin parar. Los nervios carcomían cada extremidad de su cuerpo haciendo que estuviera titiritando.

La lluvia tampoco es que hacía una buena combinación, pues ella no llevaba paraguas.

Cuando abrieron la puerta se aclaró sus ojos una y otra vez, detestaba haber dejado sus lentes, pero a la vez se angustiaba por la persona que la estaba recibiendo.

— Lara está en la cocina —mencionó aquella mujer, Laia tuvo miedo, bastante de que fuera una tediosa trampa. Arlenne vio su estado y se encogió de hombros, dejando la puerta abierta.

Laia se resignó y entró, cerrando la puerta y llamando a Lara desde su lugar, ella no quería mojar el piso.

— Laia, ¿Por qué te saliste a mojar? —tomó una toalla que había en un cajón en el recibidor y la enrolló en la misma. Sus ojos estaban muy hinchados, pareciera que en algún momento volverá a fallar sus piernas.

Pues, Lara no estaba bien, ella sólo quería encerrarse en su habitación y desahogarse a través de lágrimas.

Laia se dio cuenta de la manera en la que estaba la castaña, y la abrazó, sin importarle si la madre de esta llegaba. Lara la abrazó descargando aún más las lágrimas que deseaba sacar.

— Vamos arriba —mencionó la castaña, ya había terminado de haber cenado con un poco de agua, eso fue lo único qué pasó por su garganta.

Arriba se encontraron a Arlenne que iba saliendo de su habitación, quiso acercarse a su hija, pero a la vez la dejó con su amiga.

— ¿Le coloco seguro? —preguntó Laia con todavía nervios por Arlenne en casa.

— No. Ve cámbiate qué hay ropa tuya aquí.

Laia no muy convencida aceptó, más sin embargo, Lara al verla entrando al baño se giró nuevamente a llorar, imaginaba el rostro de sus dos seres queridos abrazándola, demostrándole el amor que les tienen, pero no, sólo es una simple imaginación que la hace temblar de la tristeza.

— Lara... entiendo tu dolor —mencionó lentamente su amiga, llegando para abrazarla y dejar que se desahogara en sus brazos, pero todo derrumbó sus planes cuando la mencionada negó y se levantó señalándola.

— Tú no entiendes mi dolor, tú tienes a tu familia completa que está siempre ahí contigo. —en ese mismo instante entró a la habitación Arlenne, pero la castaña siguió hablando—. Tú tienes a tu madre cuerda, a tu padre que te protege, a tus hermanos que te hacen reír si estás mal, a tu tía que aunque no se dé a notar mucho te aprecia y estará ahí para ti. ¿Yo que tengo? Mi padre muerto, mi abuela por igual, mi madre no muy cuerda —la observó con las lágrimas queriendo salir—, mi familia paterna ni me presta atención y mi familia materna ni se diga —la señaló nuevamente mientras se acercó, Laia se encogió en su lugar—. Así que no digas que entiendes mi dolor cuando no es así.

La rubia la observó a los ojos, ya en su cabeza rodaba aquellas palabras una y otra vez.

— Lara, no me conoces muy bien al parecer —dijo Laia, tragando el nudo en su garganta. La castaña pasó sus manos por debajo de sus ojos mientras no dejaba de observar sus movimientos— Pasen buenas noches.

Laia salió de esa habitación cómo si el diablo estuviera allí, bajó a gran velocidad y vio el paraguas que le había prestado. Escuchó pasos tras de ella y volteó.

— Mañana iremos a enterrar el cuerpo de mi madre, no sé si quieras ir para estar con...

— No quiero estar con nadie —la chica abrió su paraguas y antes de irse mencionó algunas cosas—. No le hagas daño, te lo suplico.

Y marchó bajo la intensa lluvia, sin dejar que su cabeza hiciera un cortocircuito con las mismas palabras. Llegó a su casa y su hermano Leo le abrió.

— ¿Qué haces aquí?

— Aquí vivo —respondió encogida de hombros, mordió su labio inferior—. ¿Podemos ir arriba?

Leo quería saber, pero se percató de que su hermana no hablaría de eso, así que sólo la mantuvo a su lado colocándole otro tema para dialogar.

Charlaron un rato, pero por la cabeza de la chica seguía rondando las mismas palabras que no la dejaban tranquila, quería parar las voces, quería dejar de imaginarse cosas que no son, pero para ella resultó difícil.

— Duerme bien, hermanita —Leo besó su frente y se levantó de la cama, pero ella negó.

— Duerme conmigo, no quiero dormir sola —él asintió y volvió a situarse a su lado, recibiendo el abrazo que su hermana le brindó y que al rato sintió unas lágrimas mojando su playera. No preguntó, simplemente le acariciaba su cabello y buscaba las palabras correctas para hablarle.

Pero su hermana no estaba en planes de escuchar o de siquiera hablar, simplemente lo abrazaba cada vez más fuerte mientras su mente jugaba en su contra.

Su mente haciendo estragos en ella.

•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•—•

Holi, Holi.

Espero que se encuentren muy bien.

¿La escena de Laia y Lara en el baño?

¿Arlenne pidiendo perdón?

¿Lara diciéndole esas cosas a Laia?

¿La mente de Laia torturándola?

Pero a todo esto, ¿Y los Martins? Están algo callados, sospechoso.

Bien mis amores, ¿Alguna teoría?

No me extenderé tanto, que buena rola la de multimedia —se esconde—.

Así quedaré después de la paliza que me darán por cómo estará Lara en los próximos capítulos:

Ustedes leyendo a Arlenne pidiendo perdón:

Nuevo banner que me encanta mucho, muchas gracias me encanta mucho❤️. Realizado por mi queridísima WalmirisC

Con amor: Lis☘️🖤☘️

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