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CAPITULO 11: LARA KAYSER

Lara Kayser

— Esas botas me encantan, se te verían genial —le indico a la chica frente a mí.

— ¿Segura?

— Sí —me levanto de su cama, alzando mi mano y retirándole un mechón de cabello—. ¿A dónde me llevarás?

— A donde no debería ir por mis medicamentos —frunzo mi entrecejo, ella ríe, colocándose las botas—. Iremos de fiesta, Schmetterling.

Mi estómago se remueve sin control, retrocedo despacio, chocando con la pared. No, escuché mal. No iremos a una fiesta, ¿Verdad?

— ¿Es broma?

— No —se levanta luego de colocarse las botas y me sonríe, tendiéndome la palma de su mano—. Te cuidaré en nuestras salidas, Schmetterling. Lo prometo.

🦖🦖🦖

El diablo podría estar aquí entre nosotros, maldición, ¡Qué calor!

La mano de Laia está entrelazada con la mía, mientras me guía hacía la fila para entrar a la discoteca, no somos mayores, no nos dejarán entrar, pero no la desilusionaré.

La fila parece una puta jungla, todos con deseos de entrar y creo que he recibido dos codazos en mis costillas. Mi acompañante ha silbado un sinfín de veces para que no la pisen, y de mi parte me voy haciendo pequeñita. Laia me hala contra ella, donde en un momento estamos frente al guardia de seguridad.

— Identificación —pide el grandote, extendiendo la mano hacía mi acompañante. Se acerca hacía él, tuvo que bajarse para poder escucharla porque le habló al oído, luego se recompone y asiente—. Bienvenidas.

— Gracias, muy amable.

Y me lleva con ella, la música retumba por todo el lugar, mis oídos piden auxilio y el diablo debe estar riéndose en una esquina. La temperatura ha subido, parece que la muchedumbre que habita en este lugar sólo prefiere disfrutar y no estar asustada como lo estoy yo.

Mi mano ha empezado a temblar, bastante diría yo, y Laia se ha percatado de aquello. Ha llevado mi mano a sus labios y los ha besado, me ha guiado hacía un rincón un poco lejos de esa zona. Está más fresco y me doy cuenta de que es por la ventana tras de mí.

— Buenas noches, ¿Se les ofrece algo de tomar? —observo a Laia buscando alguna señal de aceptar o negarme, sin embargo, decidí tener decisión propia.

Si esto sale mal no vuelvo a pisar una discoteca.

Pedí el trago más fuerte qué hay, esperé bastante tiempo hasta que llegó lo esperado, Laia simplemente me guiñó su ojo derecho y palmeó mi mano.

— Por nosotras —alcé el trago y lo choqué contra su botella de agua.

— Te invito a bailar, Schmetterling —sonrió de lado y asentí luego de haberme tomado ese trago como si de agua se tratase, para que al final termine tosiendo como una demente, recibiendo palmadas en la espalda y la botella de agua.

Preferí no tomar del agua y levantarme como si de un salto violento se tratara, halo a Laia y bailamos al sonido de la música. Es bastante movediza, pero a la vez sensual.

Hubo varias veces que fui a la barra por trago y tomé como una loca, no obstante, Laia retiraba el vaso y hacía que siguiéramos bailando.

Una canción empezó a sonar, el público se alocó y mi sistema un poco alcoholizado también lo hizo. La rubia se quedó paralizada al ver mis intenciones de bailar dicha canción.

— Schmetterling, vamos a sentarnos.

— ¿Sentarse? No —su rostro muestra un pánico enorme, quizás porque no está borracha como yo, o porque no se imaginó esta escena.

La música es cambiada por una aún más sensual, muevo mis cabellos hacía atrás y con mi mano derecha tomo su cintura entre mis manos. Empiezo lentamente antes de comenzar a bailar, esto es divertido.

— ¿Por qué tan tensa?

— Estás borracha, Lara.

— ¿Eso es malo?

Me observa de arriba abajo, antes de situar su mirada en mi rostro.

— Es malo.

— Pero borracha no recuerdo tantas torturas —y me volteo, deslizándome lentamente hacia abajo, contoneando mis caderas. Sentí sus manos en mi cintura.

— Debemos ir a casa, Lara.

Me giré, deteniendo mi baile, observándola a los ojos, esas botas la hacen ver muchísimo más alta.

— Diversión, recuérdalo belleza —me alejo, caminando hacía la barra, pero no llego a hablar porque siento como me lleva lejos de ahí, el camino es diferente parece el camino hacía los baños, y efectivamente.

— ¿Qué hacemos aquí? —pregunté, caminé al lavado y me observé al espejo. Ella, tras de mí se mantuvo, de brazos cruzados— ¿Qué sucede?

— Debemos ir a casa.

Giro y me acerco hacía su anatomía, en ningún momento nuestras miradas se separaron, era como una guerra, a la cual yo no quería perder. Nuestras respiraciones se unen, están bastantes agitadas, alzo mi dedo y lo paso por su mejilla.

La voz de mi madre resuena en mi cabeza, es una mujer, no la besaré, no lo haré. Debo estar con un chico, casarme, tener hijos y ser feliz en familia.

A la mierda plan de cuarta.

🦖🦖🦖

Maldigo la hora en que tengo dolor de cabeza, estoy en pijama en la habitación de Laia y no recuerdo una mierda de cómo llegamos hacía acá.

A mi lado está ella, boca abajo y abrazando mi cintura. A mi otro lado se encuentra Ximena, con pijama y abrazando también mi cintura.

Qué-mierda-pasó-anoche.

Toco suavemente las cabezas de ambas, pero ninguna despierta, el dolor de cabeza que siento por tratar de recordar es como si un presidente quitara órdenes de restricción a algo y que los ciudadanos no hagan caso.

¡¿Qué hice anoche?!

Me remuevo un poco más en busca de despertarlas, logrando que una abrace el piso y la otra mencionando sandeces.

— ¿Quién carajos se atreve a irrumpir mi dulce sueño donde me casaba con Eren? —exclamó la voz adormilada de Laia, Ximena indicó desde el suelo un "Same, compañera".

Mi desesperación es tan palpable que la voz de ambas se llega a escuchar al unísono, maldición, no hice nada malo, nada. Pero antes de...

— ¿Cómo mierda llegué aquí? —pregunté finalmente, Laia se sentó en la cama y Ximena se levantó del suelo, acariciando su rostro.

— Era una noche fría, todos bailaban y disfrutaban...

— Ximena.

— Bien, fui a la discoteca al recibir tu llamada de: ¡Una enana me está cayendo atrás, ayúdame!

Mi rostro se convierte en un tomate inmediatamente, Laia asiente lentamente. Mi cara de vergüenza está en un alto nivel, quisiera entrar mi cabeza en un hoyo ahora mismo.

— Al llegar, las pude encontrar en el baño, tú vomitando hasta el alma y Laia sosteniendo tu cabello.

Y ahí empiezo a recordar pequeños fragmentos, de yo bailándole a Laia de forma sensual y nosotras dos en el baño.

Esperen.

¿Hubo beso?

¡¿Hubo beso?!

Ximena ha mencionado que iría al baño a lo que hemos asentido, cuando sé que no nos puede escuchar giro mi rostro a Laia que se ha puesto a organizar unas cuantas cosas de la habitación.

Me levanto ignorando la pijama que oculta mis marcas.

Tomo entre mis dos manos la cintura de Laia, ella se paraliza, me agacho a su oído y comienzo a susurrar.

— No recuerdo bien qué pasó cuando me llevaste al baño, ¿Me haces recordar?

Su semblante está pálido, ¿Algo grave hice?

— Andabas vuelta un horno —eso lo recuerdo— y casi nos besamos. Casi porque luego empezaste a mencionar: mi mamá. Y ahí corriste con celular en mano llamando a Ximena.

O sea, ¿no hubo beso?

Pendeja yo.

🦖🦖🦖

¿Alguna vez has recibido en tu hogar a unos agentes de Inglaterra en busca de tu madre para hacerle unas preguntas y unas pruebas?

¿No?

Pues yo sí.

— ¿Quién mierda son ustedes?

Una mujer, con porte de que nadie puede contra ella, cabello rojo quizás tintado, ojos de color verde pasto y su forma de caminar impresionante.

— Somos agentes de la APR en Inglaterra-Londres —¿cuál puñetera agencia es esa? — Venimos en busca de Arlenne D' Kayser.

— ¿Para qué o qué? —los chismosos del barrio han salido al escuchar como ellos se han tirado aquí y sólo me fijo en como los hermanos de Laia van llegando a su hogar con ropa deportiva.

— Tú madre ha estado comprándole drogas a una mafia, aunque ya se les ha dado fin a esos vándalos, pero, ella era una clienta fija —maldita sea.

— Mi madre no está...

— ¿Qué te pasó en los brazos? —preguntó de repente la mujer, alzando una ceja.

— Arlenne no está en casa, está en un lugar para poder sanar como persona y no seguir consumiendo esas drogas —mi abuela dijo, para que no preguntaran por eso.

— Bien, muchas gracias —se marchan de la zona y puedo respirar tranquila, esto es un desastre.

En la tarde he quedado con Laia para ir al parque a disfrutar un rato.

Junto con Laia corro por todo el parque, aunque hay momentos que me debo detener por los dolores musculares. La rubia se lanza hacia mí y reímos, porque en vez de hacernos caer, logró que terminara ella en mis brazos.

Observé su rostro que estaba muy cerca del mío, mordisqueé mi labio inferior y seguí observándola. Sus piernas están enrolladas en mi cintura y sus manos han tomado el rumbo de retirar cada cabello que interpone nuestras miradas.

Pero, recuerdo que no puedo hacer esto y la bajo lentamente.

— Te toca —y corrí hasta que me detuve al observar a la mujer de antes con vestido holgado caminando con un pelirrojo al lado. Me detuve casi frente a ellos, casi porque Laia me hizo caer.

— Maldición —ellos me ayudaron a levantar al igual que Laia lo hizo, me observaron con dudas—. Perdón, no era mi intención estropear su camino, sigan.

La mujer retira una rama de mi cabello y niega.

— No hay problema, cuidado con caerte, linda —sonríen y marchan. Rarooooo.

🦖🦖🦖

— Abuela llegué —ella sonríe y saluda alegre, dándome unas galletas que preparó.

— ¿Cómo te fue?

— Muy bien —creo que lo que le voy a decir debería ser bueno—. Si antes mi madre le hubiera gustado las mujeres, ¿Te hubieras opuesto a eso?

— El hubiera no existe, sin embargo, son sus gustos, sí a ella le habrían atraído no tendría problemas con eso.

— Bien. Y sí tú estás por besar a una chica, ¿Lo harías sin importar que este lugar no soporta ver eso?

— Yo digo mucho la frase: el que tenga miedo a morir que no nazca. Así que, yo sí lo haría, total, vida sólo una, aprovéchala.

Mi madre no opinaría lo mismo, voy a mi habitación luego de una larga charla con mi abuela y haber cenado. Respiro hondo y retiro cada prenda de mi cuerpo.

Hasta quedarme semidesnuda, tomo el camino al baño para tomar una ducha relajante que me deja tranquila. Al salir decido escribirle a Laia.

«Hoy en mi casa».

Pero los mensajes no le llegaron, me cambié y observé por mi ventana, su habitación se veía a oscuras al igual que toda su casa. Recibo una llamada de parte de un número desconocido y temblorosa contesto.

— ¿Lara? —preguntó aquella persona conocida para mí.

— ¿Qué sucede, Leo?

— Laia está en el hospital, no se había tomado unos medicamentos desde el jueves y eso le ha producido una reacción.

Mi boca se seca, mi respiración se acelera y lo único que hice bien fue preguntar el hospital para luego salir corriendo, colocándome otra ropa más acorde de donde estaré y un abrigo.

Salí disparada de la casa, pidiendo un taxi que no estaba lejos de mi casa y mi abuela no preguntó nada, más bien, no tuvo tiempo a preguntar.

— ¡Lara! —gritó, sin embargo, le di la dirección al taxista y él aceleró como le pedí.

Cuando llegamos, le pagué y corrí nuevamente en busca de los padres de Laia, que al encontrarlos la persona que se colocó de pie fue Leonardo, con la cara empapada de lágrimas antes de ponerse a llorar en mi hombro.

— Lara —su llanto al igual que el de los demás incrementa, maldición, ¿Qué sucede?

— Laia está bien, ¿Verdad?

Su llanto prosiguió y mi única fuerza que tuve fue alejarlo e ir a la habitación donde ellos decían que Laia estaba.

Al entrar todo tenía una sensación melancólica, el doctor se encontraba monitoreando todo y al percatarse de mi llegada me prestó atención.

— Cinco minutos —fue lo único que dijo y marchó de la habitación, me acerqué a la pequeña y pude notarla bastante pálida, eso me recuerda que esta mañana lo estaba. De idiota no me di cuenta por estar pensando en mi borrachera.

La máquina que monitorea los latidos de su corazón ha comenzado a ir rápido, sin embargo, hubo un momento que redujo bastante y comenzó ese horrible sonido.

— Maldición, Laia, no, no —grité con todas mis fuerzas, recibiendo la llegada de los médicos que me echaron de la habitación, pero que no lograron sacarme a tiempo ni ayudar a Laia porque la máquina dejó un sonido horrible junto con la línea fina presentada en pantalla— ¡No!

Mi grito es desgarrador, ignorando a los doctores presentes me acerco a ella llorando como si no hubiera un puto mañana. No, no, ella no, ella no se puede morir. ¡Esto otra vez no!

Los doctores me han dejado en la habitación para informar lo sucedido a los familiares, que desde aquí escucho como explotan en llanto. Mi respiración por momentos se entrecorta y abrazo el cuerpo de la pequeña.

— No puedes morirte, no, no puedes —lloré nuevamente, observé sus facciones, su cabello rubio atado a una coleta y como tiene sus ojitos cerrados, no volveré a ver esos ojos ni escuchar su risa mientras trataba de hacerme reír a mí. Nos fijamos tanto en mi problema, que nos olvidamos de su salud.

Salgo de la habitación con los pies temblorosos y Leo es quien me socorre, no lo dejo de abrazar, los padres de Laia no están ahí, sólo estaba él.

🦖🦖🦖

El lunes en la escuela me cae como un balde de agua fría percatarme de que Laia no estará aquí, incluso mi cara de mapache no se va de mi rostro en todo el transcurso escolar. Ximena tampoco vino a la escuela, su madre nuevamente enfermó.

Ted faltó a clases, su novia está embarazada.

Y yo me quedé desamparada, porque Magda fue la única en venir y estaba peor que yo. No por Laia, porque no lo sabe, sino por el chico popular que en ese fin de semana le hizo una maldad.

Al final del transcurso del día, salí casi arrastrando mis pies, un silbido me hizo girar mi cabeza lentamente, quizás imaginé que era Magda, pero no pensé que era esa persona.

Mi corazón se ha acelerado, bastante, mi respiración se ha entrecortado y las lágrimas han descendido.

— Pequeña... —corrí y pensé que era un puto sueño, quizás lo sea, nadie muere y resucita así de la nada. La alcé en mis brazos y la abracé.

Sus piernas enrollaron mi cintura, y no quise alejarme de su anatomía.

— Cuanto amor he recibido —su voz está ronca, ¡Está viva!

— Estás viva...

— Lo estoy, ese hospital de mierda tenía máquinas de monitoreo vueltos nada, no sirven para un culo. Se dieron cuenta de que estaba viva cuando me giré en la cama para seguir durmiendo.

Sonrío al escucharla hablar, ella también sonríe y pide que la baje, cuando lo hago entrelaza nuestros brazos y hace que camine, mi emoción es inmensa, esto es... tomo su rostro y hago que me observe.

— Vi a Ximena en el hospital, su madre está embarazada.

— ¿Qué?

Fue lo único que se me salió y solté su rostro, ella asintió e hizo que camináramos hasta el coche que estaba aparcado cerca. Estaba Leo de conductor.

Ufff, lo bueno que está viva, ya iba de camino a casa a encerrarme y llorar.

————————————

Holi, Holi.

¿Cómo les va?

Y no, no crean que se iban a salvar de Laia, a mi nena todavía le falta cosas por vivir.

¿Qué opinan?

Esa enfermedad de Laia me pone triste.

Este capitulo va dedicado a una persona que cumpleaños en el día de hoy... AlizSmith0228 espero te guste, Prinzessin.

En fin, ¿teorías?

Los leo.

Lara al principio de llegar a la discoteca:

Lara llorándole a Laia:

Laia apareciendo en el colegio luego de que Lara pensara que se había muerto:

Con amor: Lis🦖🖤🦖

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