Capítulo Tres
RECUERDO QUE ESTO ES UN BORRADOR Y NO ESTÁ EDITADO CON LO NUEVO DE LOS OTROS
El vampiro, no sin antes observarme, o eso es lo que supongo que hace, ya que estoy exhausta para tener los ojos abiertos y mirarlo, se va dejándome de nuevo sola. Antes de irse se encarga de apagar todas la iluminación que hay en la estancia, me deja a oscuras, como siempre. La oscuridad ya es mi nueva amiga, incluso mis ojos se han acostumbrado a ver en este tipo de circunstancias, paso más tiempo así que con luz.
Ahora solo queda esperar a que Niels llegue, o eso es lo que he podido entender. Tampoco es que tenga mucho interés en saber quién es, lo más probable es que sea otro vampiro que venga a torturarme, otro más para la lista.
Quizá sus métodos son menos físicos, porque hasta Kier se ha dado cuenta de que mi estado es deplorable, peor de lo que he estado nunca. No sé cuánta sangre ha llegado a beber de mí Jake, o la que he perdido por las heridas que me llevan haciendo desde el primer día, solo sé que estoy a punto de perder la consciencia y no sé por qué no lo hago, pero una parte de mí sigue intentando mantenerse despierta. Aunque no sé para qué, no encuentro motivos para seguir siendo fuerte.
Estoy tan cansada que hasta respirar me cuesta, quiero que todo acabe de una vez, pese a que suponga mi muerte. Es lo más fácil y lo que supondría poner fin a estas semanas llenas de sufrimiento, ¿por qué debería seguir luchando? Sería una ventaja para todos que el hada de fuego ya no viviese más, estarían tranquilos hasta que volviese a nacer otra dentro de más de doscientos años, y ese ya no sería mi problema porque estaría muerta. Solo esperaba que no cometiese los mismos errores que habíamos tenido Carlin y yo, porque son los que me habían traído aquí y los que la habían matado a ella.
Lo único que puede ser bueno que he sacado hoy, es que por fin Kier ha mostrado sus verdaderas intenciones conmigo, quiere despertar mi lado oscuro, el que todas las hadas tenemos. El que yo llevo intentando controlar desde que empecé a dominar un poco mi poder en West Salem. Ese mismo que disfrutaba de matar a cualquier vampiro que se encontraba junto a Gael y se regodeaba en el dolor que les estaba generando, que gozaba de ver cómo la vida se les iba de los ojos.
Gael fue el que me hizo darme cuenta de en qué me estaba convirtiendo: cruel, despiadada y con sed de venganza para aquellos que venían a por mí. Sus palabras me hicieron reflexionar e intenté reprimir esos nuevos impulsos que tenía. Sin embargo, la sed de venganza seguía estando presente, y en mucha mayor medida. Quería hacer sufrir a todos aquellos que me habían hecho daño, y ahora se sumaba Salvatore a esa lista por todo lo que había provocado por su mera ambición.
¿Era necesario todo lo que había hecho por poder? Si algún día salía de aquí, que lo dudaba mucho, me vengaría de él, le devolvería todo el sufrimiento que él había causado a todos los habitantes del reino Lignum, a los que habían sido sus súbditos durante tanto tiempo, le haría pagar el dolor de cada hada, de las que quedaban vivas, de las que no o de las que habían perdido a alguien por su culpa. Solo necesitaba salir de aquí.
La venganza, y este tipo de pensamientos, son los que me ayudan a que no pierda la cordura, esa parte más oscura de mí es la que hace que mi mente no se pierda entre tanto caos, que no se abandone. Me relaja imaginarme todas las maneras en las que haría sufrir a Jake y en cómo me deleitaría matándolo, poco a poco, disfrutando de su dolor, haciendo que suplique para que pare, cada grito suyo sería una sinfonía en mis oídos. Justo como él estaba haciendo conmigo. Se me escapa una carcajada al visualizarlo en mi mente. Sufriría. Lo haría, sé que lo haría.
El ruido de la puerta abriéndose interrumpe mis pensamientos, que de nuevo son de cómo iba a matar a Jake, aunque esta vez en mi mente no está solo, Salvatore le acompaña. Ni siquiera me molesto en abrir los ojos cuando escucho cómo se están encendiendo las antorchas para iluminar la sala y los pasos, firmes y decididos, de alguien que se acerca poco a poco a mí.
—Mírame, Aerith —la persona que habla tiene la voz muy grave, creo que no la he escuchado nunca, aunque tampoco es que recuerde todos los vampiros que han pasado por esta estancia, ya fuese para observarme o para proteger a Kier, porque casi siempre tenía a defensores velando por su seguridad. Ni que pudiese hacerle daño estando como estoy, pero tampoco se arriesgaba. Hacía bien.
—¿Para qué? —articulo con esfuerzo.
—Para que pueda ver tus preciosos ojos de color verde, que me mires y así tener una bonita conversación contigo.
—¿Y si no me interesa? —se me escapa una sonrisa y no sé por qué. La persona que tengo delante no ha tratado nunca conmigo, se nota por la forma en la que me ha hablado.
—Maldición, tienes carácter, ya lo sabía, pero, Aerith, abre los ojos —pide y no sé por qué, pero acabo haciéndole caso, aunque los mantengo entrecerrados, la luz me molesta, ha encendido más antorchas de lo que es habitual—. Bien, me has hecho caso. Yo soy Niels, encantado.
—Muy bien, ¿y? —gruño.
—Soy Niels —repite convencido y me sonríe.
—¿Quieres que te felicite o algo? —murmuro. Al no haber estado con él antes intento mostrarme lo más fuerte que puedo, aunque con mi aspecto actual no debo ser muy intimidante ni debo imponer respeto. Pero es lo que dice Kier, lo único que me queda es mi carácter y actitud, aunque cada vez quede menos de ello.
—Sí, estaría bien que lo hicieras. Nunca está de más que me feliciten por existir y sobre todo por seguir vivo, ese es un dato a tener en cuenta —sonríe de lado y me hace un gesto para que me quede callada. No estoy entendiendo nada, cuando han querido que me mantenga en silencio me han obligado a golpes, no con gestos de forma sutil, es raro—. Estás muy débil, voy a curarte.
—¿Curarme? —repito totalmente escéptica.
—Te he pedido una cosa —pero con su tono de voz no me está reprochando nada, es calmado. Casi como si fuera una petición. Empieza a acercarse poco a poco a mí para que pueda mirarlo bien y saca una pequeña botella de uno de los bolsillos de su pantalón llena de un líquido verde intenso. Antes de que pueda decir nada vuelve a hacer un gesto para que me mantenga callada y sin previo aviso lo lanza directo a la puerta, en la que sale un pequeño humo del mismo color que el contenido. Se espera unos segundos hasta que empieza a reírse sin previo aviso—. Maldición, por fin puedo hablar con libertad. Esos vampiros defensores están vigilando tu puerta todo el tiempo, es agobiante, pero no sé si eso lo sabes, es decir, no has salido nunca de aquí —aprovechando que está tan cerca de mí saca con cuidado los tubos que me están inyectando veneno y siento un alivio casi inmediato, sin embargo, hay algo extraño, lo noto. Es distinto a como ha sido antes de la pequeña sacudida—. ¿Por qué tienes esa cara? Es decir, sé que estás débil pero me miras sin entender nada.
—¿Por qué me quitas el veneno? —rebato y pese a que sigo estando muy débil, me siento mejor sin ese producto— ¿Es un truco? ¿Otra ilusión? ¿Kier está detrás de todo esto? Seguro que lo está.
—Eres divertida —se sigue riendo y empieza a desatarme las cadenas—. Sujétate a mí, no quiero que te caigas. Estás muy débil y aunque no lo creas, estoy aquí para curarte. Lo he dicho.
—¿Qué es lo que quieres de mí? —pregunto en un susurro —¿Es otra prueba de Kier? ¿Quiere saber si voy a escaparme si tengo la oportunidad? ¿O solo quiere testar mi lado oscuro?
—Aerith, ¿no te dice nada mi nombre? ¿Niels?
Pienso, ¿debería sonarme ese nombre o despertar en mí algún tipo de recuerdo? Porque no es así, solo puedo mirar a la persona que tengo delante y estar en silencio, no sé qué esperar. No sé qué es lo que quiere. Así que me limito a esperar a que el veneno deje de tener efecto sobre mi cuerpo, para poder atacar, si es necesario, con fuego. Solo deben quedar unos minutos para ello, mi poder ya debe estar combatiéndolo.
—¿Qué es lo que quieres? —repito.
—Escúchame, creía que sería todo más fácil. Es decir, sé que te han hablado de mí. No sé por qué no me reconoces —saca otra botella de otro de los bolsillos, un poco más grande que la anterior que tiene un color blanco brillante—. Tómatela.
—¿Para qué? ¿Qué es?
—Deja de ser desconfiada. Te curará, más que nada hará que tu cuerpo regenere la sangre que has perdido casi de forma inmediata y hará que te sientas mejor de lo que ya haces, que no debe ser complicado —me ofrece la botella y examino mis posibilidades, si es algún tipo de truco, pero por la forma en la que mantiene su mirada en mí espera que tome una decisión rápida. Tampoco es que pueda estar más débil de lo que ya estoy, aunque por mis dudas no cojo la botella—. Le diré a Gael que eres más obstinada de lo que él cree. No me haces caso, es como pelear con una hermana pequeña o una hija adolescente.
—¿Gael? —pregunto en un susurro. ¿Por qué me lo nombra? Además, no lo ha hecho al igual que lo hace Kier, con ese desprecio y locura que le caracterizan. Ha sido con respeto y admiración.
—Sí, Gael. Sé que él no tiene secretos contigo, o eso es lo que me ha dicho a mí, sé que te ha contado quién soy, o al menos te ha mencionado mi nombre, o es lo que espero—me asombra la libertad con la que está hablando, ni siquiera vigila o mide sus palabras—. ¿Vas a seguir desconfiando de mí?
—¿Por qué debería creerte?
—¡Te he nombrado a Gael! Mi Gael, tu Gael, el nuestro. Solo de nosotros, de nadie más. Ya me duele tener que compartirlo contigo cuando es mío.
—No es mi Gael —gruño.
—Ya, como sea, tú eres su Aerith. Volviendo a lo importante, ¿eso no te da un poco de confianza en mí? Nombrar aquí a Gael es como pedir una sentencia de muerte.
—¿Quieres morir? —noto cómo mi cuerpo se va recuperando poco a poco al no tener el veneno en el cuerpo, pero sigo estando débil y sigue habiendo algo extraño, así que cuando intento moverme al no estar atada casi me caigo, si no fuera por el agarre de Niels estaría en el suelo— No voy a agradecértelo.
—Tampoco quería que lo hicieras. Y no, no quiero morir. Pero sé que puedo hablar ahora con total tranquilidad.
—¿Tienes algún tipo de inmunidad? ¿Eres de los protegidos de Kier? —eso hace que empiece a reírse a carcajada limpia— ¿Eso es un sí?
—Eso es que no te fijas en lo que hago, ¿has visto que he lanzado una cosa en la puerta? —asiento con debilidad, la curiosidad me está pudiendo— Es una poción hecha por una gran amiga mía, que es una elfa, no sé si sabes pero la magia élfica es de las más extrañas y poderosas que hay. Esa poción es para que durante un tiempo, que tengo perfectamente controlado, no se pueda escuchar nada de lo que se habla en una estancia si no estás en ella.
—Ahora dirás que esa amiga tuya elfa es Mia, ¿no?
—¿La conoces? —abre los ojos algo sorprendido— No sabía que Gael te había hablado de ella, no con vuestra historia y su pasado... Es reservado en ese aspecto. ¿Ves como es tu Gael? No tanto como el mío pero también tuyo. Lo comparto si quieres.
—Sigo sin entender qué haces aquí o a qué has venido...
—A curarte. Lo he dicho.
—¿Un vampiro puede curarme? —como me siento un poco más recuperada me alejo y alzo la mano izquierda para intentar hacer fuego y atacarlo, no me fío de él. Pero por mucho que lo intente, no aparece nada. Ha pasado el tiempo suficiente para que el veneno empiece a perder el efecto por lo que debería estar ya mi mano llena de llamas, como ha pasado otras veces. No obstante, solo noto un vacío, uno muy grande en mi interior.
—¿Estás intentando atacarme? —pregunta con una ceja alzada— ¿Por qué no lo haces? —al ver mi incredulidad él mismo se sorprende— Te he sacado el veneno hace unos minutos, ¿no puedes hacer fuego? Aerith, responde.
—No, si fuera así ya estarías calcinado.
—Bueno, no creo que lo estuviera. Pero ¿por qué no puedes hacer fuego?
—¿Crees que lo sé? —gruño frustrada— Es cosa de Kier, seguro que lo es. Debe de estar observándome desde algún sitio y riéndose de que no soy capaz de usar mis poderes. Me ha inutilizado y tú estás para comprobarlo. Os estáis riendo de mí —sin que me lo espere, Niels me agarra de la mano y espera. Intento zafarme pero con su fuerza no puedo—. ¿Qué estás haciendo?
—Gael me ha contado que cuando te sientes en peligro tu cuerpo genera un mecanismo de defensa que hace que quemes. Por eso te estoy tocando... Y no lo haces. Maldición, esto es preocupante —suspira y su actitud hace que me preocupe más de lo que ya estoy—. ¿Te has tomado lo que te he dado? —baja la mirada y ve que no— Bébetelo, debe ser por eso que no puedes hacer fuego. Tu cuerpo está demasiado débil y prioriza otras cosas como sobrevivir antes que el uso de tu poder.
—¿Es tan importante que lo beba? —pregunto derrotada. ¿Para qué me va a servir que me cure si luego volveré a acabar así o peor? Lo mejor para mí es estar así y esperar lo inevitable.
—¿Estás bien así? ¿Tan débil? No digas tonterías, Aerith. Bebe la poción.
—No puedes obligarme a hacerlo...
—De hecho, sí puedo obligarte. No tienes el veneno pero tu cuerpo sigue estando muy débil... no serías rival para mí. Soy un vampiro con bastante edad para aguantar este tipo de tonterías, siendo sincero. Además, si estoy aquí es porque Kier quiere que te cure, bueno, esa es mi excusa perfecta. Hacía tiempo que quería hablar contigo.
—¿Para qué curarme? ¿Para volver a hacerme daño? No, gracias.
—Escúchame —vuelve a repetir—. He captado que no confías en mí, y que me quieres atacar. Lo acepto. Pero aunque no lo creas, soy tu único pasaporte para salir de aquí.
—¿Ah, sí? —rebato— Si es así, ¿por qué no nos vamos ya? Has dicho que eres un vampiro de una edad considerable, por tanto, más fuerte que otros. Sácame de aquí.
—No quiero morir, gracias —sonríe y me observa. Tiene los ojos verdes, pero solo de un color, así que no sé qué clase de vampiro es. Entonces intento descubrir si hay algo distinto en él, porque no tenía el color de ojos de un vampiro normal, o eso es lo que me había enseñado Gael—. Lo has notado, ¿cierto? Sé que sí, hace muchísimos años, ya casi ni me acuerdo de esa vida, pero sí, fui humano. Ahora soy un vampiro rastreador.
—Y siempre quedan pequeños indicios de ello... —murmuro en voz baja recordando las palabras que en su día me aprendí tan bien.
—Veo que Gael sigue usando las mismas palabras —se ríe—. Tómate la poción, mejorarás. No estoy mintiendo.
—Es que no quiero mejorar, ¿no te das cuenta? —suspiro derrotada— Me he acostumbrado a estar así, al dolor, al cansancio... A esto —admito—. Si mejoro, será volver a vivir todo de nuevo, sentir cómo mi cuerpo lucha hasta que se acostumbra a la realidad, a que por mucho que haga seguiré aquí, siendo torturada... Solo me darás una esperanza que no quiero.
—Aerith, se acaba el tiempo y no quiero seguir discutiendo contigo. Estoy aquí porque Gael quiere que esté aquí, ¿de acuerdo? Solo aguanta un poco más. No pierdas la esperanza, no lo hagas.
—Entonces dile a Gael que no quiero ser rescatada...
—Pides un imposible, hada de fuego —me saca de forma rápida la poción y me la pone delante de la cara—. Esto te va a dar tiempo.
—¿Tiempo? No quiero más tiempo. Solo quiero... que esto acabe.
—Quizá no ha sido una buena idea por mi parte liberarte del veneno y de los grilletes, hubiera sido más fácil para mí obligarte a que tomases la poción si no podías oponerte, pero... no sería mi estilo. Y Gael me hubiera matado. Necesitas tiempo para no morir antes de que vengan a por ti.
—Niels, sigo sin entender qué es lo que quieres o qué haces aquí. Te estoy diciendo que no quiero tiempo y mucho menos recuperar la esperanza.
—Entonces solo te voy a pedir una cosa, que tengas paciencia, y sobre todo, que no te rindas. No lo hagas, Aerith. Porque entonces Kier habrá ganado.
—No necesito este tipo de charlas, ya no me sirven de nada... —cuando quiero darme cuenta vuelvo a estar con la espalda en la pared y escucho el ruido de las cadenas volviéndose a poner, y el veneno de nuevo en mi sistema— Siento mucho estar haciendo esto, aunque no lo creas. No obstante, el tiempo se acaba —y a la fuerza me abre la boca para que el líquido entre, una vez hecho esto me la cierra a la fuerza e inclina mi cuello para que pase por mi garganta—. De verdad que lo siento. Confía en mí, en breve te sacaremos de aquí. Y no te preocupes por lo del fuego, es por el veneno y por tu debilidad, hazme caso.
Pero sus palabras no me consuelan, ¿para qué quiero que me saquen de aquí? Para nada. Porque cuando no he podido usar el fuego me he sentido tan vacía que no me vale la pena vivir. Esa sensación ha sido tan extraña que me ha hecho no tener ningún tipo de esperanza.
He subido este capítulo porque una chica me lo ha pedido en instagram, así que, para ti haha. Si quereis que vaya subiendo, decídmelo o apoyad la historia, porque si no, hasta que tenga tiempo de editar no lo haré :( Muchos besos xx
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro