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Capítulo Nueve

Recuerdo que no está editado:)


Estaba mejor cuando había perdido la esperanza.

Si moría, lo iba a hacer sola, sin que nadie estuviera a mi lado o le preocupase lo que me estaba sucediendo en ese momento. Me habían capturado para eso, para a la larga dejarme morir y evitar una posible amenaza, porque para ellos lo era. Estaba mentalizada, quería morir, me había rendido, no quería seguir luchando contra mi propio instinto de supervivencia, solo quería que todo acabase, dejar de sufrir y la muerte era la única solución posible. Pero quería hacerlo sola, sin nadie delante, o al menos nadie que de verdad le importase, sin tener que pensar en nada más que no fuera que había tenido una vida feliz dentro de mis complicaciones y que estaba tomando la decisión correcta.

Ahora al tener a Gael delante de mí todo lo que tenía pensado, parece una estupidez. Soy incapaz de mirarlo de forma directa a los ojos porque sé que reflejado en ellos encontraré todo aquello que he querido evitar durante tanto tiempo, todos esos sentimientos, y más con él. Además, sé que provocará en mí tantas emociones para las que no estoy preparada, ni creo que nunca lo estaré por mucho que pase el tiempo.

El tiempo parece que se ha parado, desde el último terremoto en el suelo no hay ningún otro, tampoco hay ruido, todo se ha quedado en silencio, y yo cada vez siento que todo a mi alrededor sobra. Aunque hago mi mayor esfuerzo por mantener los ojos abiertos para poder controlar la situación, lo pruebo durante lo que supongo que son segundos, pero es un esfuerzo tan grande que prefiero no gastar las pocas fuerzas que me quedan en eso por lo que los cierro, así tampoco tengo que ver la manera en la que Gael sigue pendiente de mí. Verlo así me está rompiendo por dentro, el vacío de sus ojos crea uno en mí que no quiero soportar, no quiero hacerle sufrir.

Todo da vueltas, estoy tan mareada que no soy consciente de nada, incluso con los ojos cerrados sigo teniendo esa sensación o que me estoy moviendo cuando sigo en brazos de Niels, quieta.

Tiemblo por el frío que tengo y el contacto con las heladas manos del vampiro no me ayudan, aunque creo que a él le estoy quemando, porque mi cuerpo sigue ardiendo. Nunca antes había tenido problemas con la temperatura, el fuego en mi interior se encargaba de ello, me mantenía caliente, incluso a una un poco más elevado de lo que se considera habitual. Tampoco antes me había sentido así, tan débil y enferma, ni cuando Jake estuvo a punto de matarme al drenarme tanta sangre, que fue de mis peores momentos, el peor hasta el momento, o mejor dicho, el peor hasta este momento.

No paro de tener escalofríos y gotas de sudor helado recorren mi cara. Ya no me sale sangre por la boca o los ojos, aunque por la nariz sí, justo como cuando usaba demasiado mi poder, que mi cuerpo se resentía.

No sé qué es lo que me está sucediendo, pero tengo miedo. Después de tanto tiempo vuelvo a tener miedo por lo que me pueda ocurrir. Y todo es gracias a Gael. Si él no me hubiera venido a rescatar, si no estuviera a mi lado ahora mismo, me sería igual. Es más, me hubiera burlado de Kier por estar muriéndome antes de lo que él tenía previsto. Ahora ya no quiero morir, vuelvo a tener esperanza. No delante suyo. No teniendo la libertad tan cerca. No volviendo a sentir después de tanto tiempo aquí.

Escucho los pasos de un lado a otro, pasos nerviosos y erráticos. Sé que es Gael, que está intentando pensar en algo y no puede permanecer quieto.

—Gael... —habla Niels— Tenemos que hacer algo.

—¡¿Crees que no lo sé?! —chilla lleno de rabia— No puedo verla así, me está destrozando...

—Está ardiendo, me estoy quemando —admite él—. Al menos ya no sangra con tanta abundancia...

—Lo sé, lo estoy viendo...

—No habléis de mí como si no estuviera delante —murmuro con voz pausada al ver que no me incluyen en la conversación—. Sigo aquí.

—Sé que estás aquí —noto cómo paso de unos brazos a otro, supongo que Gael ha vuelto a cogerme en brazos—. Eres inolvidable, ¿recuerdas?

—Hacía mucho tiempo que no me lo decías...

—Ahora incluso tiene más significado para mí que antes —admite y me aparta el pelo de la frente con un gesto cariñoso—. No lo olvides.

—Tampoco olvidé cuando me lo dijiste en West Salem —toso y por inercia me pongo la mano en la boca, que acaba llena de un fluido que supongo que es sangre, es decir, no he mejorado—. Tú también lo eres.

—Para nada, Aerith. Para nada. No me compares contigo que salgo perdiendo... —creo que ha hecho un intento de broma, pero no tengo energía para reír, por lo que él se queda callado— Niels, ¿alguna idea?

—Nunca había visto algo así...

—Ya lo sé. ¿Hay alguna bruja o hechicero por aquí? Eso sí que lo debes conocer, vivías aquí. Ellos podrían ralentizar de algún modo lo que le está pasando y así ganaríamos tiempo...

—Se los llevó todos Kier, parecía que iba a algún sitio importante y necesitaba tener a sus mejores soldados cerca, ya fueran ofensivos o de curación. Nunca deja nada al azar.

—¿Nadie que sepa curar o hacer algún hechizo? Lo que necesitamos es tiempo.

—No... Yo soy lo único que tienes ahora mismo.

—Y tú no me sirves —gruñe—. Ve en busca de Carlin, debe estar escondida o no muy lejos de aquí. Te conoces este sitio mucho mejor que yo o cualquier otro de los que hemos venido.

—Gael...

—¡Ve! —chilla— Eres más anciano que ella, puedes atraparla si no está muy lejos. Si la encuentras puede darnos una solución a esto, solo hará falta presionarla en los sitios correctos... Tráemela viva, y rápido. Necesitamos tiempo... y es lo que nos falta.

—Deberías... —intenta decir Niels.

—Ni se te ocurra —lo corta Gael—. No quiero oírlo. Ahora, por favor, ve en busca de Carlin.

Niels desaparece, o eso es lo que creo ya que hay un movimiento a mi lado, dejándonos a Gael y a mí solos.

—¿Cómo has estado? —murmuro intentando llenar los silencios, aunque me cuesta mucho. No sé por qué pero quiero calmarlo de algún modo. Hacerle ver que no hay para tanto, aunque creo que me estoy quedando sin tiempo. Y él también lo sabe. Por eso está así.

—No voy a responder a esa pregunta —dice—. Abre los ojos, por favor.

—¿Para qué? —pregunto aunque le hago caso, sigue resultando complicado para mí mantenerlos así, por lo que los entrecierro.

—Necesito ver tus ojos... me es igual que ahora estén rojos porque estás transformada en hada, o que sean verdes cuando estás en tu faceta humana. Lo que me gusta de verlos es lo que hay detrás, lo que quieres ocultar y soy capaz de ver porque por mucho que lo quieras, reflejan los sentimientos que quieres ocultar.

—Gael...

—Lo sé, no hace falta que lo digas, yo lo sé.

—Déjame en el suelo —pido al ver que sus manos ya no están frías, deben de estar llenas de ampollas por quemaduras. Sigo ardiendo, así que es lo más probable.

—No lo voy a hacer —niega y me sujeta más fuerte, haciendo que uno de mis brazos pase por detrás de su cuello y quede abrazada a él—. No te voy a dejar.

—Te estoy quemando...

—Poco me importa eso ahora —empieza a moverse y no sé a dónde estamos yendo—. En el plan que hemos trazado para rescatarte tenemos un sitio al que ir cuando ya estuviera contigo. Vamos ya tarde de tiempo, deben estar preocupados.

—Lo dudo...

—¿Por qué? Todos hemos estado muy preocupados por ti, aunque no lo creas.

—Habéis tardado tanto en venir... —susurro— Perdí la esperanza —reconozco—. Quería...

—No hace falta que lo digas en voz alta, lo sé —admite y me acaricia la mejilla con suavidad. Echaba de menos esos gestos por su parte, tan simples pero a la vez con tanto significado—. Siento haberte fallado en ese sentido.

—No me has fallado, ni tú ni nadie. Solo soy... un hada más. No sé por qué tanto revuelo por mí. No lo merezco.

Gael me mira, y veo tanta intensidad en su mirada que me estremezco. No solo veo miedo en sus ojos, hay mucho más. Expresan todo lo que él me quiere decir sin que lo haga. Y suspiro. ¿Por qué se ha vuelto todo tan complicado?

—No puedo perderte; no así, no de este modo. Y no podría hacerte lo que Kier le ha hecho a Carlin. Sería demasiado egoísta por mi parte. No puedo condenarte a una eternidad odiando lo que eres, por mucho que quiera que vivas y te quedes a mi lado. No me lo perdonaría.

No sé qué contestar, nada de lo que pueda decir va a ser comparable, por lo que permanezco en silencio mientras él sigue andando un poco más hasta que se para en una especie de claro en la zona en la que estamos. Ahí hay tres personas de pie, quietas, esperando, aunque su actitud corporal es muy distinta. Uno está quieto, otro expectante y el último muy molesto.

—¿Se puede saber qué le has hecho? —el que habla es Blake, lleno de rabia, que se acerca a toda prisa hacia nosotros y me observa con sus ojos azules— ¿Aerith?

—Hola, Blake —sonrío, o al menos lo intento. Mi aspecto no debe ser el mejor, debo tener rastros de la sangre que me salía por los orificios por toda la cara.

—Sabía que no podía confiar en ti —gruñe mirando a Gael—. Tendría que haber ido yo a por ella... Es que lo sabía.

—Claro, porque puedes correr a la misma velocidad que yo —responde Gael sin inmutarse.

—¡Pero no estaría herida! O lo que sea que le suceda...

—Lobito, no quieras colmar mi paciencia, y menos ahora. Solo aviso.

—¿Te sientes culpable? —rebate Blake.

—¿Y tú no ves que estás haciendo el ridículo con esa actitud?

—Parad, los dos —hablo—. No tengo ganas de escucharos discutir ahora mismo...

Ambos se callan mientras me miran, pero no siguen con su absurda discusión, lo que agradezco. ¿Habría sido así durante el tiempo que había estado encerrada? Blake soltando todo lo que pensaba sin filtro, culpando de todo a Gael, y este, respondiendo sin perder la calma.

—Estando así, y después de tanto tiempo, sigue siendo capaz de controlaros, veo que las cosas no cambian —ríe Alex y me guiña un ojo—. Por eso eres mi hada de fuego preferida.

—Y veo que tú sigues igual... —sonrío mirándolo— Tu carácter no ha cambiado, lo que me alegra.

—¿Por qué cambiar lo que ya de por sí es perfecto? Te he echado de menos, Aerith.

—Yo también a ti, Alex.

—Puedes dejarla en el suelo —habla mirando a Gael—. Entre Matt y yo podemos mantenerla cómoda con hechizos de magia féerica y te curas esas quemaduras, ¿cómo te las has hecho?

—He sido yo —suspiro—. Estoy ardiendo sin control.

—No me importa quemarme, Aerith. Te lo he dicho.

—Aerith estará mejor si usamos un poco de nuestros poderes en ella, aunque sea solo para que esté más cómoda —habla Matthew.

—¿Es seguro? —rebate Blake.

—Todo lo que hacemos es seguro —asegura y empieza a pronunciar palabras extrañas, haciendo que acabe suspendida en el aire, aunque estoy bastante cómoda, es como si volase—. Primita, ¿a mí no me has echado de menos?

—¿Y tú a mí?

—Sabes que sí —sonríe—. ¿Qué es lo que le pasa? —le pregunta a Gael.

—No lo sé, estaba bien y de repente... —suspira— He enviado a Niels a buscar respuestas, aunque no creo que...

—¿Cómo están mi madre y Febe? —como cada vez me siento peor, y no parecen tener una respuesta a lo que me pasa, necesito obtener respuestas a las preguntas que he tenido durante el tiempo que he estado aquí. Y esta era una de ellas. Quería saber cómo estaban ellas dos —Lo último que recuerdo es a mi madre a punto de ser atacada y...

—Están bien —asegura. Aunque no sé si creérmelo, quizá me está mintiendo para no preocuparme en un momento tan crítico—. Febe está aprendiendo a usar sus poderes, está muy motivada, mucho más que cuando llegó. Tía Camille y mi padre son los que ahora gobiernan el reino Lignum en tu ausencia.

—Seguro que mucho mejor que yo lo hacen...

—Tú nos salvaste, a todos —murmura Alex—. Tu actitud, tus ganas de querer defendernos...

—¿Andrea? —pregunto.

—Pateando culos, como siempre —ríe él—. Hubo bajas, no te voy a mentir, pero fueron muy pocas, y como ya he dicho, fue por ti.

—¿Y tu familia? —le pregunto a Blake— Ellos estaban luchando ese día también, junto a tu manada....

—Están aquí, también mi manada —admite—. Sigo siendo el alfa y hacen lo que les digo, teníamos que rescatarte y... —deja de hablar al ver que vuelvo a toser sangre— ¡Maldición! ¿No tenéis algún hechizo de los vuestros para curarla?

—No tenemos tanto conocimiento... —niega Matthew— Esta clase de hechizos de los que hablas...

—¡Tiene que haber una manera de salvarla! No puede estar pasando esto, no tiene sentido. No nos lo han puesto fácil, si hubiera sido una trampa lo entendería, pero es que hemos matado a muchos vampiros para rescatarla... No tiene sentido. Tiene que haber una solución.

Silencio, permanecen callados y lo único que lo interrumpe es mi constante tos, que ha vuelto, y mi respiración forzada.

—De hecho la hay —susurra Gael—. Pero no sé si a mí me hará caso o estará pendiente de lo que hago. Aunque a Aerith, sí.

—¿De qué hablas? —pregunta Blake incrédulo.

—¡Godrik! Cumple con lo que prometiste.

—¿Godrik? ¿El Tark? —pregunta Alex— No va a venir aquí, es demasiado peligroso. Los Tark siempre se han caracterizado por velar más por su propia seguridad y supervivencia que la de las demás hadas del mundo.

—En eso tiene razón, Alex. Por mucho que me duela —sigue Matthew—. Si la vida de Aerith tiene que depender de los Tark... No hay nada que podamos hacer.

—Godrik y yo hicimos una promesa, y sé que va a cumplirla —asegura Gael aunque en sus ojos veo duda, se quiere convencer a sí mismo de lo que dice, no tiene claro que Godrik vaya a venir. Ni yo tampoco —. Es un hombre de palabra, no tengo ningún tipo de duda. ¡Godrik, salva a Aerith!

Sin embargo, van pasando los minutos y no sucede nada, seguimos los cinco ahí, esperando un milagro que no va a suceder, por mucho que Gael grite el nombre del Tark no sucede nada.

Yo misma me resigno a mi destino. Voy a morir.

Hasta que al alzar la mano para pedir que se acerquen a mí para despedirme para siempre, veo que estoy desapareciendo.

—¿Qué demonios? —pregunta Blake— ¿Qué es lo que está pasando?

—Los Tark... —dice Alex— Esto es cosa de los Tark.

—¿Seguro? —gruñe Blake.

—Sí, Godrik ha cumplido con su palabra...

Quiero quejarme, decir que no me quiero ir de aquí, no quiero ir con los Tark, sé lo que significa, y no estoy dispuesta a ello. No obstante, no me sale la voz, así que no puedo decir nada. Me muevo, o lo intento, pero la mayor parte de mi cuerpo ya ha desaparecido.

Lo único que puedo hacer es pedirles con la mirada que no me dejen ir, que me quiero quedar, aunque sea mi muerte. Miro a Blake, que no dice nada, y después a Gael, que sonríe y no lo entiendo.

¿Por qué está sonriendo?

Y justo antes de desaparecer del todo, lo escucho.

—Te quiero.




Intentaré, reitero, intentaré, subir otro esta semana, pero no prometo nada...

Muchos besosss xx

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