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Capítulo Dos

AVISO: Este capítulo no está editado con lo añadido en las ediciones de las novelas anteriores, es decir, quizá hay información que falta o mencioné. También el tiempo verbal de la novela no es el mismo y lo más probable es que haya errores ortográficos y gramaticales. Este capítulo es tal cual su primera versión de borrador, por lo que well, pero lo subo porque en instagram mucha gente me pregunta por la novela y así leéis.

Eso sí, pese a lo mencionado, la trama NO VA A CAMBIAR cuando edite, espero que se entienda haha. Besitos y nos vemos pronto.

Desde que me aumentaron la dosis, siento que estoy dejando de ser yo. No veo bien, y con el paso de los días eso va a peor. Todo es borroso a mi alrededor, no distingo cuando se acercan a mí y me cuesta reconocer si es Kier o Jake el que me habla, solo lo hago cuando están a escasos centímetros de mi cara. Mi cuerpo cada vez está más débil, casi ni reacciona a mis órdenes, hasta abrir los ojos supone un gran esfuerzo. Es como si el veneno estuviese matando mi cuerpo de forma lenta y dolorosa, no sé si es por el tiempo que llevo con la ponzoña o porque he llegado a mi límite, pero todo me duele, de forma constante.

Y eso le encanta a Kier.

Se divierte de mi estado, se mofa de mí y sobre todo aprovecha la oportunidad para hacer que Jake y esa vampiresa que siempre le acompaña, me torturen todavía más de lo que ya hacían.

Los primeros días en los que estuve aquí, pese a estar prisionera, Kier se encargaba de que no me faltase nada, tenía comida y bebida a diario, me cuidaba en ese sentido, decía que era muy importante que estuviese cómoda dentro de mis posibilidades. Ahora ya no. Aprovechando que estoy conectada a esa máquina que me inyecta el veneno cada cierto tiempo, inyectan suero alimenticio, para que no muera de inanición o deshidratada.

Eso sí, lo hacen cuando saben que mi cuerpo está llegando a su límite y ya no me curo por mucho que pasen los días. Tampoco es que me siga sanando a la misma velocidad de antes, al tener tanto veneno en mi cuerpo, una de las consecuencias ha sido esa, y a Kier ya no le importa cómo esté o cómo me encuentre. No sé por qué no me deja morir. Sería todo más fácil.

La vampiresa sigue con su afán de infringirme el máximo daño, ya no solo con el cuchillo, parece que se ha cansado de eso. Ahora utiliza también otro tipo de objetos, látigos, tanto simples como trenzados, fustas, barras metálicas... lo que a ella le apetezca. Todo sea para quebrarme, que es lo que pretende Kier, quebrar mi espíritu y que me doblegue ante él.

Y aunque me duela admitirlo, lo está consiguiendo.

Pese a que sigo contestando a sus provocaciones, intentando no mostrarme débil, aunque es absurdo porque con un simple vistazo de mi aspecto se ve que estoy hecha un asco, cada vez me cuesta más. Me estoy quedando sin ganas ni energía.

¿Qué sentido tiene que siga hablando?

Ninguno.

¿En qué me beneficia seguir provocándole?

En ninguno.

Nada va a cambiar, soy consciente de ello. Seguiré aquí, siendo torturada por una vampiresa que ni me sé su nombre y que tampoco me interesa saber, que disfruta más haciéndome daño que otra cosa. No tiene compasión, ni tampoco la quiero.

Kier tiene el poder, me ha quedado claro, me lo ha demostrado con sus acciones. Estoy a su merced. Si sigo viva es porque él quiere, si sigo aquí es porque él lo quiere. Todo es porque él lo quiere así.

Nuestra conversación, en la que le recordé que él tampoco estaba teniendo éxito en matar a Gael, le molestó muchísimo, lo noté solo decirlo, la manera en la que le cambió su expresión, la forma en la que me miró después de eso... Esa vez sí le molestaron mis palabras, le recordé sus errores y delante de sus secuaces, dejándole en ridículo.

Supongo que este cambio es su nueva forma de demostrarme que ya no le interesa ser mi amigo. Toda esa falsa amabilidad que tenía al principio conmigo era una fachada, ahora se muestra cómo es. Distante, frío, loco, ni siquiera me habla. Y me da pavor, porque no sé qué es lo que le pasa por la cabeza. Lo único que hace es acercarse mucho a mí, casi rozándome con su nariz, y sigue observándome. Eso no ha dejado de hacerlo.

Y más cuando me torturan, está obsesionado en que tenga los ojos abiertos cuando lo hacen, como si eso supusiera un cambio o fuese algo importante.

—¿Por qué no lo matas? —la voz en un susurro de Kier hace que abra los ojos lo más rápido que puedo— Mátalo.

—¿A qué te refieres? —murmuro, cansada.

—Míralo por ti misma, querida —me señala con el dedo una dirección y como puedo, intento enfocar para poder distinguir lo que hay.

—No veo nada...

—Fíjate mejor —insiste—. Sé que puedes.

Es cuando lo veo, en la dirección en la que me está señalando, a Jake, de rodillas, lleno de golpes y heridas. ¿Cómo ha pasado esto? ¿Tanto tiempo llevo inconsciente?

—¿Por qué?

—¿Cuál es tu pregunta, querida? No lo entiendo.

—¿Por qué quieres que lo mate?

—¿No es lo que quieres tú? Lo dijiste el otro día, querida. Quieres hacerlo.

No entiendo nada. ¿Por qué quiere que lo mate? ¿Qué ha hecho Jake para que Kier lo tenga así? ¿Ha intentado salvarme y por eso lo quiere castigar? Lo dudo. No tendría sentido, Jake no tiene ningún tipo de cariño o aprecio por mí, solo buscaba su propio beneficio, así que sigo sin entender nada.

—¿Por qué? —vuelvo a preguntar.

—Querida, creía que eras más decidida. Más acción, eres fuego, ¿recuerdas? —Alza mi cabeza para que lo pueda mirar bien a los ojos. Intento apartar la mirada pero no me deja, me sujeta con fuerza— Te estoy dando la oportunidad de vengarte, la que tanto tiempo has esperado. Dime que quieres matarlo y lo harás. —Me enseña un cuchillo—. Lo harás con esto. Así seguro que te gusta este arma que ahora tanto odias.

—¿Que gano yo matándolo?

—Venganza —sonríe Kier y me desata de las cadenas que me sujetan, al hacerlo, me cuesta mantenerme de pie, llevo demasiado tiempo atada, por lo que Kier me agarra para que no caiga—. Querida, qué débil estás —estoy esperando que me saque también el dial que me suministra veneno pero no lo hace—. No soy estúpido, vas a tener el veneno de momento.

—¿De momento?

—Si demuestras tu valía, quizá me lo pienso.

—Sigo sin entender el motivo por el que quieres que lo mate...

—Quiero ser tu amigo, ¿qué mejor muestra de ello que tengas tu venganza, la que tanto anhelas?

—Pero no así...

—¿Que importa el cómo? Tendrás tu venganza, mátalo.

Me guía delante de Jake, que me mira suplicante, pidiéndome que no lo haga, pidiéndome que tenga clemencia. De cerca está aún peor, lleno de sangre seca, y todo amoratado. ¿Los vampiros pueden estar así? ¿No se supone que se curan de inmediato?

Kier pone el cuchillo en la palma de mi mano y me sonríe, está esperando que lo haga. Pero ¿de qué va a servir? Quiero matar a Jake, sí, sin embargo, si lo hago no va a cambiar nada. Seguiré estando encerrada y habré perdido la oportunidad de regodearme con su muerte.

Además, si quiero escapar de aquí no me va a servir la muerte de Jake, al menos de momento. Estoy teniendo una oportunidad, una real para poder escapar o para poner fin a esta guerra absurda. Así que en lugar de intentar matar a Jake, acerco el cuchillo al corazón de Kier lo más rápido que puedo. Pero desaparece cuando el cuchillo impacta en él. Se ha esfumado y no entiendo nada.

Hasta que su risa me devuelve a la realidad. Es una ilusión.

—Así que pese a que te diese la oportunidad de matar a Jake, intentarías matarme a mí —susurra—. No me sorprende, querida. Yo haría lo mismo.

—Deja de jugar con mi cabeza —gruño sin abrir los ojos. No quiero verle su expresión de superioridad.

—¿Por? Es divertido, mucho.

Esta es otra de las nuevas torturas, me hacen ver cosas en mi mente que no pueden ser reales. Recrean situaciones, como la que acaba de pasar, o me ponen en situaciones límite. Kier me tienta una y otra vez diciendo que puedo matar a Jake, pero esta vez ha sido tan real... Tanto. Que quería creer que era verdad.

Aunque eso no es lo peor, de eso se encarga Jake. Con sus nuevos poderes recién obtenidos también juega con mi mente. Pero él no me tienta con matar a Kier, ojalá lo hiciera. Me rememora una y otra vez mi peor recuerdo. Mata a Hebe delante de mí, y aunque sepa que no es real, porque con el paso de los días he aprendido la lección, sigue torturándome del mismo modo. Y lo disfruta.

Tal y como dijo Kier, la presencia de mi progenitor me desestabiliza, el odio que le tengo hace que me sea igual todo lo demás a excepción de él. Mi venganza me nubla.

Pero es que nada sirve, por mucho que quiera asesinarlo no lo lograré, seguiré aquí, encerrada.

¿Esto es lo que tuvo que vivir Carlin? ¿Esta clase de tortura? En su diario no había narrado este tipo de cosas, era todo más emocional, la mayoría de hojas hablaban de sentimientos, de cómo se sentía después de la traición de la persona a la que quería. Si podía escribir es que no estaba tan mal como lo estoy yo. Además, Gael no le veía capaz de hacerle algo así... O es lo que quería creer.

Aunque quizá me equivocaba.

Ya lo había hecho en demasiadas ocasiones.

—¿Por qué la sigues tentando con mi muerte? —pregunta Jake—. Hay muchas otras maneras de torturarla.

—Es que con eso no intento torturarla —rebate Kier—. Solo la pruebo.

—¿Me pruebas? —bisbiseo—. ¿Qué sentido tiene eso? ¿No te sirve tenerme así?

—En el momento en el que decidas matar a Jake en lugar de a mí, sé que habré quebrado tu espíritu, que dejarás de ser tú, que habrá nacido una nueva parte de ti, más oscura —sus carcajadas inundan la estancia—. Ahora mismo tu instinto de autopreservación decide que me mates a mí, al enemigo real. Al que consideras tu igual, al único que supone un verdadero peligro para ti. Cuando decidas matar a tu padre, ya te será igual tu propia vida, solo querrás venganza, te dejarás llevar por tus peores emociones. Y ahí, es cuando habré ganado, querida. Y yo siempre gano, siempre.

—¿Y crees que en ese momento estaré de tu lado? Porque siento decir que eso nunca pasará.

—No he dicho eso. Las hadas, aunque tú no lo sepas, tenéis un lado oscuro, más las de fuego por la gran carga que tenéis. Y es el que quiero destapar en ti. Cuando lo consiga, habré ganado.

—Dudo que estando tú en las visiones que me hagas, no te mate. Me es igual si está Jake o no. Siempre te mataré a ti si puedo.

—¿Tan segura estás? —habla el aludido mofándose—. Te afecto, hijita. No puedes negarlo.

—Sí. Quiero matarte, pero tendré tiempo para hacerlo. Kier es mucho más importante que tú. Puedes ser un vampiro, lo que siempre has soñado. Pero ¿sabes una cosa? Me he dado cuenta de que muchos de los secuaces de Kier no te hacen caso, empezando por la vampiresa que me tortura, ni siquiera te tiene en cuenta o tus opiniones. No eres importante, Jake. Aunque lo creas. Para mí y para muchos seguirás siendo el humano que se ha convertido en vampiro, nada más. Uno que ha obtenido su puesto vendiendo a su hija y que no se merece estar donde está.

Sé que lo estoy provocando, y no me extraña cuando el primer golpe impacta en mi estómago. Lo que no me espero es que me clave los colmillos y empiece a beber mi sangre directamente del cuello. Duele, es todo lo contrario a lo que sentí cuando Gael bebió de mí, es incómodo, doloroso y nada agradable. Cada vez me debilito más y en un último intento miro a Kier como puedo, ¿no va a hacer nada? ¿Va a dejarme morir? Aunque eso sería lo mejor para mí. La muerte sería el final del sufrimiento que llevo arrastrando las últimas semanas.

—Suficiente —ordena Kier, pero Jake no para, así que tiene que empujarlo con violencia—. He dicho que suficiente.

—¡Me ha provocado! —grita fuera de sí Jake, con los ojos tan llenos de locura que parece que se le van a salir— ¡Se ha atrevido a cuestionar mi poder!

—Y tiene razón —admite Kier sonriendo, él no se intimida—. Muchos no te consideran un gobernante, tampoco tienes los ojos de uno.

—Tú me dijiste...

—Sé lo que dije —lo interrumpe Kier—. Y cumplo mi palabra. Eres un gobernante, para mí al menos. Y yo soy el que manda entre todos ellos. Mientras estés de mi lado puedes estar tranquilo. Harán lo que yo digo, como siempre.

—Gracias, señor.

—No me des las gracias —Kier se ríe con esa carcajada estridente y llena de locura que tiene y creo que se acerca de nuevo a Jake, pero en lugar de ayudarlo a levantarse le da otro golpe, o es lo que suena, no puedo ver bien qué es lo que está pasando. Así está durante largos minutos, pegándole a Jake, haciéndole chillar de dolor. Durante un tiempo solo se escuchan las suplicas de Jake—. Nunca, vuelvas a hacer algo así, ¿de acuerdo? Nunca —habla con voz fría.

—Me ha provocado... —habla como puede Jake.

—Y eso es lo que más me gusta de ella —admite Kier—. Su carácter. Es mi prisionera, yo decidiré cuándo matarla o no. Y sobre todo, yo soy el único que puede beber de su sangre, de su deliciosa sangre de hada. Solo yo. Escucha sus latidos, casi no hay. La has dejado demasiado débil. Puede morir por tu inutilidad y por no saber controlarte.

—Lo siento, señor... —se me hace tan raro escuchar a Jake hablar de ese modo, siendo sumiso delante de otra persona, siempre ha intentado mostrar que era él quien tenía el poder, y está claro que no es así.

—Largo de mi vista. Luego vamos a hablar de forma más seria —gruñe—. Querida, ayúdale, le he dejado un poco malherido —sé que se dirige a la vampiresa y poco después el ruido de la puerta se oye—. Aerith, eres tan sorprendente...

—¿Se supone que tengo que agradecer lo que has hecho? —murmuro con mucho esfuerzo, ni siquiera abro los ojos. Tampoco creo que pudiese.

—Sé que has disfrutado de ver cómo lo castigaba, no lo niegues. Yo en tu lugar también lo hubiese hecho. Pero estás bajo mi responsabilidad, ¿qué clase de amigo sería si dejo que mueras? Uno muy malo. Y no lo soy.

—No quiero ser tu amiga...

—Querrás serlo, con el tiempo lo querrás. No serías la primera criatura de tu especie que se alíe con uno de los nuestros.

—¿Como Carlin? —articulo y a él le cambia la expresión, sorprendido— Murió por hacerlo. No es que sea un buen ejemplo.

—Veo que Gael te ha informado de todo su pasado... —se ríe con esas carcajadas insanas— Pero no me refería a esa hada de fuego. ¿Quieres saber de quién hablo? —está intentando jugar conmigo, tentarme, quiere que le suplique. Y no lo haré— Estando tan débil como estás y tu corazón se acelera un poco al tentarte de este modo, quieres saberlo. Pídemelo, querida. Y lo sabrás.

—No me interesa... —con mucho esfuerzo abro los ojos para saber si me está mintiendo, o solo se está riendo de mí.

—Sí lo hace. Te lo diré, para que luego digas que no pongo de mi parte para ser tu amigo. Cierta hada me ayudó a preparar el ataque del reino de hadas en el que estabas. Al principio no me creí que viniera a pedir mi ayuda, a mí. A un vampiro, el que atacó hace tantos años ese mismo reino. Pero como decía mi padre, el poder es poder. Y es demasiado tentador. ¿Quieres saber el nombre de esa hada? ¿Quieres saber quién es uno de los causantes de tu encierro? —se queda callado unos minutos en los que me examina con los ojos tan abiertos que no sé qué pensar— Salvatore Ignis. Tu abuelo. Al que le sacaste el poder. Él te vendió a ti y a las demás hadas del reino. Y todo por poder.

Siento tanta rabia, tanta que noto cómo el veneno está intentando contrarrestar el fuego que quiere salir de mí, si no tuviera esa dichosa máquina conectada a mí estaría ardiendo todo a mi paso como ya me había pasado otras veces.

Salvatore nos vendió, mucha gente ha muerto por su culpa.

¿Y todo para qué? ¿Para gobernar?

Si quería hacerlo podría habérmelo dicho y le hubiese dado el poder si tanto lo quería, todo con tal de que no muriese nadie por la causa, por una lucha en la que él tenía la culpa de todo. No sabía cómo había acabado esa batalla, pero mucha gente murió, y quizá gente que me importaba. Y todo por su culpa.

Quiero matar a Salvatore.

Quiero hacerlo, quiero hacerle sufrir de todas las maneras posibles.

Y cuando abro los ojos hay un gran temblor en la sala. Tanto que Kier tiene que sujetarse a mis cadenas para no caerse. Así está durante unos segundos, todo se mueve, y el tubo por el que me inyectan el veneno se desconecta. Pero cuando la sacudida para, no ha pasado el tiempo suficiente para que pueda recuperarme, así que cierro los ojos de nuevo del cansancio.

—Kier, ¿estás bien? —el ruido de la puerta abriéndose a toda velocidad hace que vuelva a abrir los ojos para saber qué está pasando. Es la vampiresa de siempre.

—Lo estoy —sonríe y me mira—. Eres tan interesante, querida. Tanto... —y se da cuenta de que no tengo el veneno conectado— Es una lástima que hayas elegido el bando contrario —vuelve a conectarlo y después de ese breve momento en el que me he sentido aliviada, se acaba—. Llama a Niels. Necesitará de sus cuidados, Jake la ha dejado demasiado débil. No quiero que muera. No aún al menos.






Muchos besos xx

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