Capítulo 3: Socialicemos
Aquella mañana, Peter le había despertado mucho antes que al resto de sus compañeros, y le arrastró hacia el despacho de la directora de Hogwarts. Aún así, fue el último en llegar. Brigitte, la chica de Beauxbatons, estaba tan radiante como la noche anterior. Llevaba el uniforme de su escuela perfectamente planchado, amoldándose con naturalidad a su esbelta figura. Su rostro de facciones proporcionadas permanecía sereno, con los grandes ojos castaños expectantes, y enmarcado por las ondas cobrizas que caían ordenadamente sobre sus hombros. El campeón de los anfitriones, por otra parte, parecía estar a punto de dormirse de pie. Derek le echó un vistazo por primera vez. Danny era un gryffindor, o eso creía por la corbata amarilla y roja que caía floja entre sus esternones. Llevaba la camisa arremangada hasta los codos y cruzaba los brazos sobre el pecho, flexionando los marcados músculos de las extremidades. Parecía no haber tenido tiempo para peinarse, porque el pelo azabache caía descuidado sobre su morena frente.
La reunión no fue demasiado interesante, Minerva McGonagall se limitó a explicarles las normas del torneo y darles algunos consejos. Tenían una semana para resolver la pista antes de la primera prueba, de lo contrario, se enfrentarían a lo desconocido. Esa idea le había hecho fruncir el ceño. Sabía que, en el último torneo, los campeones habían luchado contra dragones. No quería imaginarse lo peligroso que sería meterse en la competición sin tener ni idea de qué podía esperar. Estaba terminantemente prohibido pedir ayuda a sus directores o a algún profesor de Hogwarts, y tampoco podían ayudarse entre ellos. Por eso, cuando se encontró de nuevo en el barco, a solas, y abrió por fin el pequeño cofre plateado que le había dado la directora, se encontró perdido. Era un pequeño frasco transparente, lleno de líquido ámbar y con una etiqueta que rezaba "poción de vigor". ¿Qué sentido tenía aquello? Las pociones revitalizantes eran algo cotidiano, de uso común entre los magos, ¿qué podía tener de especial aquella pócima en concreto? Derek pasó horas mirando fijamente el recipiente, intentando desentrañar los secretos que escondía el vidrio, hasta que se dio por vencido y decidió ir a buscar a Isaac y los gemelos.
Los encontró en el patio exterior del castillo, sentados en el césped, disfrutando del escaso sol de Escocia.
- Mirad quién decide aparecer por fin. - Dijo Aiden en cuanto le vio asomarse por la puerta principal.
- ¿Qué tal la primera reunión? - Preguntó Isaac.
- Inútil. - Resopló, sentándose junto a ellos en la húmeda hierba.
- ¿Ya tienes la primera pista?
Derek asintió.
- ¿Y bien?
- Un frasco de poción revigorizante.
- ¿Y qué se supone que tienes que hacer con eso? ¿Beberlo?
- No lo sé, Aiden. Se supone que esa es la gracia del juego. - Respondió secamente.
- Bueno, mira el lado bueno. - Comenzó Isaac. Derek arqueó una ceja interrogativa, y el rubio continuó. - En caso de que no consigas averiguar qué significa, siempre puedes beberla y hacer que te crezca otro par de huevos para la competición.
Los tres chicos se rieron mientras Derek los fulminaba con la mirada. A veces, odiaba que sus amigos no se amedrentaran ante su presencia como hacían todos los demás. Estaba tan acostumbrado al respeto, que ellos conseguían siempre sacarlo de sus casillas. Aún así, los apreciaba.
- ¿Y vosotros qué habéis estado haciendo, a parte de perder el tiempo?
- Ha sido el primer sábado en nuestra vida como estudiantes en el que no teníamos que despertarnos a las seis de la mañana para correr cuatro kilómetros, comer un asqueroso desayuno de avena y luego encerrarnos en nuestros cuartos para una sesión de estudios. Así que, efectivamente, no hemos hecho otra cosa a parte de perder el tiempo. - Ethan colocó los brazos tras su cabeza y se dejó caer sobre la hierba.
- ¡Habían gofres para desayunar! ¡Gofres! ¡Y tortitas! Con sirope de caramelo y nata. ¡Y chocolate! ¡Mucho chocolate! Una lástima que te lo hayas perdido, porque ha sido el mejor desayuno de nuestras vidas.
- No deberíais dejar que Isaac tomara tanto azúcar. - Dijo haciendo una mueca a su amigo, que parecía un chiquillo emocionado la mañana de Navidad. Todo ojos brillantes y aspavientos.
- Luego hemos ido a dar una vuelta. Este sitio es un caos, las escaleras no paran de cambiar de posición, y es imposible saber dónde estás. Todo el mundo va corriendo de aquí para allá.
Ethan asintió, corroborado las palabras de su hermano.
- Esto es muy diferente a casa.
- A mí me gusta. - Declaró Isaac, echando un vistazo a los estudiantes que caminaban a su alrededor. Ante ellos pasaban decenas de adolescentes dispuestos a disfrutar del sábado, algunos incluso los miraban con curiosidad. Todo era un revoltijo de corbatas azules, amarillas, rojas y verdes. También se podía ver algún que otro uniforme azul. Las francesas parecían estar integrándose, y no era raro ver a alguna de ellas sentada en un círculo de túnicas negras. Sin embargo, ellos eran las únicas casacas rojas visibles. Todo era extraño para ellos; las risas, la felicidad, la despreocupación. El ver a adolescentes comportándose como tal, caminando distraídos, algunos saltando o corriendo apresurados, sin pasos calculados ni brazos firmes cruzados tras la espalda. Derek no estaba seguro de cómo sentirse al respecto.
Dio un hondo suspiro antes de recostar su peso sobre los brazos estirados a la espalda. Incluso se permitió cerrar los ojos un momento para disfrutar de la suave brisa.
- ¡Ey, hola Derek!
Cuando los abrió de nuevo, se encontró a Danny Mahealani mirándole desde arriba, con una enorme sonrisa en los labios.
- ¿Sí? - Contestó simplemente.
- ¿Cómo llevas la primera pista?
- No podemos hablar de eso.
- ¿Cómo que no? Se supone que no podemos ayudarnos, yo solo soy curioso.
El chico se encogió de hombros, sin perder la sonrisa, y Derek frunció el ceño. ¿Estaba intentando sonsacarle información? Pues él no le diría nada, además de que no tenía nada para decirle.
- ¿Estos son tus amigos? Encantado, soy Danny.
Derek odiaba a la gente que se tomaba demasiadas confianzas, y ese chico estaba demostrando ser de ese tipo de personas. A sus amigos, sin embargo, no parecía importarles cuando se presentaron.
- ¿Os está gustando Hogwarts?
- Bueno, es bastante diferente a Durmstrang. - Respondió Aiden.
- Supongo que allí hará incluso más frío, esto para vosotros tiene que ser como una isla tropical. Yo soy de Hawaii y, la primera vez que puse un pie en Escocia, sentí como si me estuvieran metiendo en un congelador. Supongo que a todo se acostumbra uno.
Danny era muy simpático, del tipo de simpatía que irritaba a Derek. Aunque Isaac y los gemelos parecían dispuestos a entablar conversación con él, porque lo invitaron a sentarse.
- Me encantaría, pero no puedo. He quedado con unos amigos, no deben estar lejos de aquí. - Y, entonces, como si se le hubiera iluminado una bombilla sobre la cabeza, dijo. - Ey, ¿os apetecería venir conmigo?
Derek estuvo a punto de contestar, alguna bordería, seguro. Pero Isaac se adelantó.
- Nos encantaría.
- ¡Genial! Os van a encantar mis amigos, son de un curso inferior, pero son geniales.
Y antes de que pudiera darse cuenta, estaba siendo arrastrado hacia un grupo de gente a la que no conocía de nada. Quería salir corriendo de allí, sobretodo cuando tres pares de ojos curiosos se enfocaron en él. Sin embargo, sus amigos parecían realmente emocionados. "Socialicemos", le había dicho Aiden mientras tiraba de uno de sus brazos.
- Chicos, este es Derek Hale, y ellos son Isaac, Ethan y Aiden.
Derek desconectó en cuanto le hicieron sentarse en la hierba junto a los desconocidos, mientras los chicos charlaban animadamente con ellos. Vagamente escuchó sus nombres cuando se presentaron. Scott era un chico moreno con cara de cachorro perdido, Lydia una pelirroja con aires de grandeza y Jackson un rubio que parecía encantado de conocerse.
- ¿Y cómo funciona aquí la copa de las casas?
- ¿Copa de las casas? - Preguntó sorprendida la única chica del grupo, mirando a Aiden como si le acabara de salir otra cabeza. - Hace años que no hacemos eso.
- ¿¡En serio?!
- Claro, las casas son una mera formalidad. Todo eso del elitismo y las competiciones absurdas terminó después de...bueno, ya sabéis. - Explicó encogiéndose de hombros.
- Ahora todo es mucho mejor. - Continuó el chico de la mandíbula torcida. - Podemos hacer amigos en todas las casas, sentarnos con quien queramos en el comedor... Miradnos a nosotros. Danny y yo somos gryffindors, Jackson es slytherin, y Lydia y Stiles son ravenclaws.
- Hablando de Stiles, ¿dónde se ha metido ese bicho raro? - Preguntó Jackson, mirando de un lado a otro en busca de alguien.
- No lo he visto en la sala común.
- Tampoco estaba en el desayuno.
- ¿Lo habrán vuelto a castigar?
Lydia rodó los ojos.
- Seguramente.
- ¿Quién es Stiles? - Preguntó Isaac con curiosidad.
- Nuestra mascota.
Scott le dio a Jackson una colleja.
- Nuestro amigo. - Corrigió.
Derek quería escapar de allí. Por una vez en su vida, se vio buscando a su tío entre la gente, esperando que fuera a rescatarle con alguna de sus tareas absurdas. Las relaciones sociales y Derek no eran compatibles. En su vida, solo se había relacionado con sus padres, Peter y los tres chicos que se habían autoproclamado amigos suyos hacía ya cinco años, y con todos ellos solo necesitaba un movimiento de sus espesas cejas o algún gruñido para hacerse entender. Pero, en ese momento, rodeado de esos chicos que no paraban de reír y charlar con Isaac y los gemelos, se sentía completamente fuera de lugar. ¿Desde cuándo esos tres eran tan simpáticos?
Y, mientras intentaba vislumbrar la peluda capa de su tío, sus ojos se toparon con un agitado muchacho que corría hacia ellos. Llevaba la arrugada camisa sacada de los pantalones y arremangada, los dos primeros botones desabrochados. La corbata azul y plateada estaba torcida y floja alrededor de su cuello y, en lugar de los reglamentarios zapatos negros del uniforme, vestía unas viejas zapatillas con forma de botín, de alguna marca muggle. Para cuando llegó junto a ellos, su respiración estaba agitada por la carrera y tuvo que apoyar las manos sobre los muslos, agachándose para intentar recuperar el aliento.
- Ya estoy aquí. - Anunció entre bocanadas de aire.
- Ya era hora, Stilinski.
- ¿Me echabas de menos, Jackson?
El chico por fin se incorporó, pasando una mano por su desordenado pelo castaño, apartándolo de la frente.
- En tus sueños. - Gruñó el rubio.
El chico se rió y se sentó con ellos, entre Scott y Danny.
- ¿Qué te ha pasado, Stiles? - Preguntó el mayor.
- Lo de siempre, me he encontrado a McGonagall y me ha soltado el mismo rollo de todos los días sobre el uniforme. "Señor Stilinski, esa camisa debería ir dentro de sus pantalones. Y, ¿cuántas veces tengo que decirle que ese calzado está totalmente prohibido?" - Dijo, haciendo una mala imitación de la directora.
- Deberías hacerle caso.
El chico bufó.
- Me niego a ponerme esos zapatos de integrante de banda municipal.
- Te vas a meter en un lío...
- Ey, ¿hemos adoptado a unos suecos? - Preguntó, cambiando de tema completamente.
- Eso parece. - Respondió Lydia.
- Ellos son Isaac, Aiden, Ethan y Derek. - Presentó Danny.
- ¿Eres el campeón de Durmstrang, no?
Y, por primera vez desde que se habían sentado con esos chicos, alguien le habló directamente. Derek miró al castaño, y se dio cuenta de la multitud de lunares que salpicaban su cara. Estaba esperando una respuesta, con los brillantes ojos ambarinos mirándole expectante. Se limitó a asentir.
- Así que, eres igual de estúpido que Danny.
- ¡Stiles! - Le reprendió la pelirroja.
- ¿Qué?
El chico no parecía preocupado por acabar de llamar estúpido a un desconocido que tenía pinta de poder arrancarle el cuello, con los dientes. Derek apretó la mandíbula, mirando al chico fijamente, con las espesas cejas a punto de juntarse.
- ¿Cómo dices? - Preguntó lentamente, con una amenaza implícita en sus palabras.
- Quiero decir, ¡vamos! Todo esto de El Torneo de los tres Magos es una soberana gilipollez.
El chico hablaba gesticulando demasiado y sin borrar la petulante sonrisa de los labios.
- ¿Por qué crees eso?
Derek estaba demasiado centrado en aquel extraño llamándole estúpido y gilipollas de manera indirecta, como para admitir que en el fondo estaba de acuerdo.
- He leído todo sobre los anteriores torneos, vais a poner vuestra vida en peligro por un estúpido trofeo.
- No es solo el trofeo, también se gana prestigio para la escuela. - Añadió Aiden.
- ¡Que le jodan al prestigio! Yo puedo daros palmaditas en la espalda, si queréis, y nos ahorramos toda esta estupidez.
Derek también quería darle palmaditas, en la cara.
- No le hagáis caso a esta rata de biblioteca, yo creo que es genial. Mataría por ser uno de los campeones.
- ¡Oh, vamos, Jackson! Tú no durarías ni un segundo en una de las pruebas, deberías dar gracias de que un año te separe de poner tu precioso culo en peligro.
Ese chico parecía no tener ningún tipo de filtro cerebro-boca, y Derek lo comprobó en las siguientes horas que pasaron juntos, antes de que fuera la hora de comer. Él no participó demasiado en la conversación, limitándose a asentir brevemente cuando alguien le dirigía la palabra, pero no podía apartar los ojos de Stiles. El chico hablaba a una velocidad inhumana, moviendo los brazos de un lado para otro. Parecía no poder estarse quieto ni un segundo, desde que lo había estado observando, había cambiado de postura unas veinte veces. Con las piernas estiradas, cruzadas, una doblada y la otra estirada, recostado, recostado con la cabeza en el regazo de Scott, recostado con la cabeza en el costado de Danny. Alguien podría marearse solo mirándolo, así que, Derek dejó de hacerlo.
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