Impostor
-¡Yo soy el impostor!
Fue lo primero que dijo Quackity mientras se abrían las puertas de la nave, todos a su alrededor rieron, algunos divertidos, otros cautelosos.
Y es que era una leyenda entre los tripulantes de la estación espacial: Siempre hay un impostor entre nosotros.
Roier giró los ojos mientras ajustaba nuevamente su casco, su padre le contaba esa historia las noches que no se quería dormir "el impostor va a venir por tí", pero claro ya no tenía 6 años, ahora era un adulto. Un adulto orgulloso en su primera misión fuera de la estación espacial.
Estuvo a punto de salir cuando recordó la primera misión que les encomendaron: todos deben dejar su llave colocada en el panel de control, se giró rápidamente para volver y su hombro chocó con el de otro de los tripulantes.
-Perdón capo -sonrió de lado-. Siempre me olvido de esta misión.
Spreen DMC.
Roier aun se preguntaba que había hecho para ser asignado al mismo escuadrón que él.
Y es que Spreen era el tripulante modelo. Algo callado, pero eficiente, incluso tras los desafortunados accidentes de sus misiones pasadas donde algunos perdieron la vida, Spreen siempre lograba completar todas las tareas con éxito y volver a la estación con poco menos que un rasguño.
Quizas algún día Roier sería tan buen tripulante como él.
Ambos giraron su llave y salieron de la nave, el resto de su escuadrón ya comenzaba a dispersarse para completar sus tareas individuales.
-¿Roier, no? -le dijo con una media sonrisa-. Creo que el pelotudo de armadura rosa se fue sin hacer la primera tarea.
Roier necesitó un par de segundos para darse cuenta que Spreen le estaba dirigiendo la palabra.
-E-eh... (genial tartamudeando frente a tu ídolo, bien ahí Roier...)
El pelinegro rio por lo bajo -Igual no me des bola, capaz solo no lo ví y ya... soy Spreen, por cierto.
-¡OBVIO! -le gritó a la cara ganandose una mirada sorprendida (por favor, que venga un agujero negro y me absorba o algo...)-. D-digo, ¡si te conozco--LO conozco! -corrigió rápidamente-. Es un honor estar en esta misión con usted.
-Pero hablame de tu, si debemos tener la misma edad -se giró a ver el panorama-. Bueno, pues nos veremos al rato, suerte.
Se alejó alzando la mano en el aire, Roier se quedó en shock un rato más hasta espabiló.
(La misión, Roier...)
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Roier apenas había logrado llegar a su segundo puesto asignado cuando la sirena de alarma sonó en toda la zona, y solo veinte minutos después de haber aterrizado ahora estaban todos reunidos en la improvisada sala de reuniones.
Estaban compartiendo reportes de la zona en completo silencio, hasta que la cabeza de Quackity, quien estaba quedandose dormido, se estampó contra la mesa
-¡Quackity tenía razón en ser el impostor! -gritó Juan-. ¡Acaba de matarse a sí mismo!
Y la sala estalló en risas un rato, hasta que Mariana se levantó dispuesto a irse.
-Si tienen tiempo de andar haciendo el pendejo del "impostor" mejor acabemos las tareas ¿no? Vamonos
Ari arqueó una ceja.
-¿Ah si, Mariana? Eso es justo lo que diría un impostor... cuentame, ¿de qué era tu tarea en el ala este?
Mariana puso los ojos en blanco -La de navegación, Ari, ¿quieres la del ala oeste también? Niveles de oxigeno, ¿podemos irnos?
-La del ala este no estaba... -habló Juan de nuevo, esta vez con más seriedad en su voz-. No nos pidieron nada sobre navegación.
-P-pues -tartamudeó un poco-. Yo tenía las dos tareas--
-No se puede. -De pronto en la sala se sintió un aire tenso-. Son críticas, cuando las asignan o las tienen todos o no las tiene nadie...
Era cierto. Y Roier sintió un escalofrío en la espalda:
"Siempre hay un impostor entre nosotros"
Miró a su alrededor, Rivers, Carre y Quackity observaban a Mariana como si de repente no lo conocieran, Juan y Ari discutían algo en secreto. Mariana comenzó a sudar.
Mariana era el impostor.
.....
....
...
Y sacudió su cabeza, era completamente ridi--
-Es ridículo.
Miró hacia atrás, donde Spreen seguía recargado en el mismo marco de la puerta donde estuvo toda la reunión.
-¿Vos tenés 8 años? No hay tal cosa como un impostor.
-Pero la misión del ala este--
-A veces los altos agregan misiones críticas a última hora, boluda, yo lo sé, he estado en más misiones que vos.
-¡Es verdad, Ari! -Solo entonces Mariana reaccionó y sacó su lista de actividades-. ¡Miren, la tengo justo aquí! "Calibrar coordenadas segun instrucciones"
-¿Pero como sabemos que no las escribiste tu? -Carre se unió, y fue claro que no se llegaría a una solución.
"Manual de tripulante, inciso B, #39"
Si en un grupo de tres o más tripulantes no se llega a un acuerdo, deberá someterse a votación anónima. Las reglas de la votacion quedan a criterio del tripulante que la proponga.
Roier siempre creyó que reglas como esas eran algo tontas, pero era claro que el grupo no estaba muy cómodo con la (bastante ridícula) sospecha de que Mariana era "el impostor".
La votación era simple. ¿Mariana continúa en el grupo? SÍ o NO. En caso de que no, regresaría a la nave y esperaría dentro de una de las cápsulas de prisioneros hasta volver a la estación espacial.
3 SÍ
5 NO
Roier no tenía que ser un genio para saber que los SI eran suyos, del mismo Mariana, y de Spreen, el último giró los ojos resignado al ver el resultado.
-Ni modo mi buen -Quackity le dijo con cierto alivio-. A la nave.
Los siete lo escoltaron, y después de encerrarlo en la cápsula transparente y asegurarse de que los candados funcionaran se dispersaron de nuevo a sus actividades.
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O eso se suponía.
Nada quedaba del ambiente divertido del inicio de la misión. En paranoia total todos iban en grupo, haciendo que las tareas tomaran más tiempo del planeado, para cuando acordó ya había pasado casi una hora.
Roier nunca fue particulamente bueno en el escaneo de tarjetas, por lo que no se sorprendió cuando vio que, a pesar de haber llegado los siete juntos, al terminar estaba completamente solo. Tampoco era del tipo asustadizo realmente, se dedicó a tararear un poco mientras se dirigía a confirmar la temperatura del cráter artificial de lava.
Y entonces lo vió.
Flotando en la lava, completamente inmóvil.
Mariana.
No supo ni como fue que llegó y oprimió el botón de reunión de emergencia.
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Lo primero que pensaron, es que Roier estaba loco, Mariana estaba en la cápsula de prisioneros, no podía abrirse desde fuera sin todas las llaves. Pero tras las insistencias del castaño fueron a confirmar.
Al llegar se encontraron con tres terribles verdades.
La primera: la cápsula estaba totalmente destruida y con rastros de sangre alrededor.
La segunda: Los tanques de combustible estaban vacíos, y la consola averiada, haciendo que no pudieran huir de inmediato.
Y la tercera: En una de las paredes de la nave se veía dibujado con arañazos siete siluetas humanas, una de ellas tachada.
Ellos eran ocho. Mariana ya no estaba.
-Hay un impostor entre nosotros... -murmuró Roier.
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Cambio de planes. A la mierda la misión. Tenían que escapar.
Un viaje a la sala de reuniones y a la vista de los planos de la estación y re asignaron tareas, buscar contenedores de combustible, rellenar los tanques, desmantelar las consolas antiguas y reparar la nave. Minutos después todos salieron rumbo a sus nuevas misiones.
-¿Todo bien?
Roier podía jurar que se le saldría el corazón cuando sintió la mano sobre su hombro. Se giró para encontrarse cara a cara con un sorprendido Spreen, suspiró aliviado cuando lo miró a los ojos.
-Todo bien--
"Siempre hay un impostor entre nosotros".
-...Spreen.
-¿Sí?
-...¿no eres tu, verdad?
Spreen bufó divertido -No, no soy yo ¿Qué decís? ¿Vos también estas con eso? Roier, posta no se que pasó, pero no hay ningún impostor.
El castaño debió estar bastante alterado porque Spreen pronto dejó de reir y lo miró seriamente.
-Calmate, ¿sí? -lo tomó de los hombros, haciendo que sus miradas se encontraran-. Vamos a salir de acá, vení.
Lo tomó de la mano y lo llevó hasta fuera del ala central. Roier anduvo unos metros más, su mirada clavada en sus manos un rato hasta que decidió mirar al frente.
Sus ojos se toparon con la ancha espalda de Spreen, y de alguna forma encontro alivio en eso.
Spreen era una leyenda entre los tripulantes. Spreen había logrado con éxito misiones que parecían perdidas. Como podía temerle.
-¿Vas a comunicaciones, no? -le habló Spreen después de un rato-. ¿Necesitas ayuda?
-No, no -sonrió de lado, soltándose del agarre del pelinegro-. Si quieres ve a combustible... yo me encargo, así acabamos más rápido... gracias, Spreen... no se que haríamos sin tí...
Spreen lo miró dudoso un rato, pero luego sonrió también, le dio un amistoso golpe en el casco -Dale, te veo allá, capo. Gritá cualquier cosa.
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Roier salía de comunicaciones minutos después cuando la alarma sonó nuevamente, corrió hacia la sala de reuniones, encontrandose con Spreen cargando un contenedor vacío de combustible en el camino.
-¡ES QUACKITY! ¡ES QUACKITY! -Apenas entraron Ari gritó, su rostro pálido como el papel y rastros de lágrimas en sus ojos.
-¡COMO SE VE QUE NO SABES MENTIR, ARI! -Quackity le respondió con la misma intensidad-. ¡¿POR ESO CULPASTE A MARIANA PRIMERO, NO?! ¡POR QUE NO QUERIAS QUE NADIE SOSPECHARA!
-¡SI ES QUACKITY! -Juan se unió enseguida a la acusación-. ¡ESTA BUSCANDO DESVIAR LA ATENCION! ¡EL LO CONFESO AL INICIO!
-¡ESO ERA UNA BROMA, PENDEJO! ¡YO NO SABÍA QUE UN PINCHE ALIENIGENA REALMENTE IBA A VENIR A MATARNOS UNO A UNO!
Solo entonces Roier notó la sangre en las manos de Ari y la ausencia de Carre en la sala. Sintió mareo y se tambaleó un poco, por suerte Spreen logró sujetarlo a tiempo.
-¡TIRENLO AL CRATER! -gritó Rivers-. ¡QUE SIENTA LO MISMO QUE LE HIZO A MARIANA!
-¡TAMBIEN SOMOS AMIGOS, RIVERS! -Quackity explotó frente a ella-. ¡¿EN VERDAD CREES QUE LE HARÍA ALGO ASÍ?!
-¡PARA! -La voz de Spreen tuvo el efecto esperado, pues todos se giraron a verlo-. ¡ESTAN ACTUANDO COMO ANIMALES! ¡Y vos Ari! ¡Vos tan pronto llegamos empezaste a gritar "Quackity"! ¡Paren un momento y piensen con claridad!
-¡Si! -Quackity sonrió-. Lo que dice el Spreen, ponganse a pensar, ¿quién se paniqueó? ¿q-quién se asustó? ¡ARI! ¡Ari es la impostora!
-¡¿QUÉ?! -Spreen gritó de forma aguda-. ¡Amigo, pará, no lo decía por eso! ¡No hay un impostor!
-¡INCISO B, REGLA#39! -Juan alzó la voz mientras cambiaba parámetros en la consola de la sala de reuniones, los seis rostros restantes mostrandose en pantalla a la vez que una notificación llegaba a sus tablets personales -¡VOTEN POR EL IMPOSTOR Y LO ARROJAREMOS AL CRATER!
-¡JUAN! -Roier por fin encontró su voz, se separó del agarre de Spreen y se acercó al chico de gafas -¡¿ESTAS LOCO?!
Pero lo que vió en sus ojos no era su amigo de años, era terror y frialdad crudas -¿O eres tú, Roier?
Ari : 1 voto
Abstensiones: 2 votos
Quackity : 3 votos
"Manual del tripulante, inciso B, #40."
Toda decisión que gane por mayoría debe ejecutarse. Sin excepción.
Juan nockeo a Quackity.
Rivers abrió la compuerta.
Y entre los tres lo arrojaron sin dudar al cráter.
Spreen observó todo con una mirada furiosa.
Y Roier esta vez si se desmayó.
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Para cuando Roier volvió en sí, estaba recostado en un viejo sofá de lo que era la sala de conferencias, su casco estaba a un lado. Se incorporó y pronto se encontró con Spreen sentado en una silla a pocos metros de él, observandolo igual sin su casco.
-Capo -le dijo en voz apagada-. ¿Estas mejor?
-¿Cuánto--
-Un par de horas -le contestó el pelinegro, sabiendo exactamente a qué se refería-. Mirá... no se que está pasando, pero esos tres no están bien... y no te iba a dejar con ellos, se fueron después de... tu sabes... pero no he visto movimiento cerca de la nave... creo que están escondidos.
Mariana. Carre. Quackity.
Cuando le dijeron días atrás que no solo iría a su primer misión con el mismísimo Spreen, sino también con seis de sus mejores amigos de la academia, Roier no cabía de felicidad. Ahora solo deseaba despertar de esta pesadilla.
Roier trajo sus piernas hacia su pecho y las abrazó con fuerza, una costumbre para cuando se sentía asustado. Asustado por la soledad, asustado por la muerte.
Asustado por el impostor. De pronto sintió como si tuviera 6 años otra vez.
Spreen se levantó y afectuosamente acarició su cabello -Mirá... vos y yo vamos a salir de acá. Sos un buen chico, Roier, me caes re piola -sonrió de lado.
Y Roier se hubiera muerto ahí mismo de felicidad al escuchar a Speen DMC decirle que era "re piola", claro que la situación no lo ameritaba. En pocas horas muchas cosas cambiaron, pero Roier estaba seguro de dos cosas. 1) Confiaba en Spreen más que en nadie en este momento. y 2) Si querían salir de ahí, tenían que hacerlo por su cuenta.
-¿Qué falta? -preguntó después de un rato-. Para hacer volar la nave...
-Combustible en el tanque izquierdo -contestó seriamente-. Revisé la consola antes y aunque está mal lograda puede llevarnos hasta la estación.
-¡Va, entonces hagámoslo!
-Jejeje...
Se miraron en silencio tras escuchar una risa a pocos metros tras la puerta, una voz femenina... infantil...
Que antes había acusado a Quackity...
"Siempre hay un impostor entre nosotros".
-Ari... ¡Es Ari! ¡Apretemos el botón y--
Un parpadeo lo interrumpió. Ambos miraron al techo y después de un par de parpadeos más, las luces se apagaron dejandolos en completa oscuridad.
El botón de reunión de emergencia no funciona sin electricidad...
-¡Mierda! -Spreen maldijo por lo bajo mientras se colocaba de nuevo el casco corría a abrir la puerta-. ¡Roier, vení!
No se lo tuvo que pensar dos veces, de un salto se levantó y tomó la mano de Spreen mientras ajustaba su propio casco, ambos corriendo hacia la subestación eléctrica.
-¡No, pará! -Spreen pareció pensarlo mejor y se detuvo en medio del camino-. ¡Yo le doy al interruptor, vos apretá el botón!
-¡Ni vergas! -respondió mientas ahora el lo jalaba a continuar-. ¡Alguien lo aprieta igual, vamos juntos!
Spreen miró sus manos entrelazadas un momento. Una idea cruzó por su mente...
.....
....
...
Apretó el agarre de Roier y juntos llegaron a la subestación, Roier suspiró aliviado al ver que solo se trataba de un switch apagado, pronto la luz regresando a la estación abandonada.
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En su camino saliendo de la subestación una figura los alcanzó por detrás, Roier involuntariamente se tensó hasta ver que se trataba de Rivers.
-¡Rivers corre! Es Ari, ¡hay que apretar el botón!
-¡Alguien que aprete el botón! -gritó Spreen sin dejar de correr hacia la sala.
-¡No, oigan! -Roier apenas dió unos pasos para seguirlo cuando la voz de su amiga lo detuvo-. Es que no creo que sea Ari...
Roier pudo compartir el sentimiento. En el fondo el tampoco quería creer eso. Y para Rivers debía ser mucho peor, siendo amigas desde niñas.
Pero entonces recordó a Ari cuestionando a Mariana, a Ari con sangre de Carre en sus manos, a Ari acusando a Quackity y arrojandolo sin piedad a la lava.
"Siempre hay un impostor entre nosotros".
-¿Cómo no va a ser Ari? -gruñó entre dientes mientras retomana el camino, llegó a la sala justo cuando Spreen apretó el botón.
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Ari fue la última en llegar a la sala de reuniones. Sus ojos completamente desenfocados, como si estuviera muerta en vida.
Juan la miró con pena -¿Puedo decir algo? -esperó a ver la confirmación de Spreen, quién tenía la palabra-. Yo creo... que... si bien parece que fuera Ari... creo que podemos llevarnos una sorpresa...
-¿En verdad? -Spreen por primera vez se unió a la discusión -La cagó ya dos veces, yo creo que la estas tratando de defender porque sentís algo por ella.
-¡Exactamente! -Roier podía dar fe, Spreen no lo sabía, pero no era ningún secreto la relación de Juan y Ari.
-A ver -Juan contuvo las lágrimas-. ¡Escucheme! Y-yo creo--
-Inciso B, #39... -murmuró una Ari con voz apagada y ojos vacíos-. Votenme... solo quiero... solo quiero acabar con esto...
Ari : 4 votos
Abstenciones : 1 voto
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-Son unos idiotas... -Juan ahora si no pudo contener sus lágrimas mientras veía el cuerpo de Ari desaparecer entre la lava-. ¿Y si no era ella?
Y Roier tuvo suficiente.
-Pues si no es ella tienes que ser tú ¿no?-le dijo con furia.
Juan resopló sarcásticamente -Ay sí.... Okay, si hay otra muerte tienes que ser tú, pinche mentiroso.
-¿Pero por qué? ¡Si voy con Spreen! -tomó al pelinegro del brazo-. ¡Ibamos juntos!
-Si amigo, Roier no es, porque él y yo--
-¡¿AY SI, COMO YA MATASTE A MARIANA AHORA TIENES A TU NUEVO MEJOR AMIGO, VERDAD?! ¡¿O ES TU NOVIO YA?!
-¡NO, NO, NO! !ESCUCHA! -De nuevo la fuerte voz de Spreen hizo a todos enmudecer-. ¡CUANDO MURIO QUIEN PORONGAS MURIO YO ESTABA CON ROIER INTENTANDO SOLUCIONAR LO DE LA LUZ!
Rivers miró a Spreen con confusión.
-Spreen... no murió nadie... apretaste el botón, ¿recuerdas?
-¡Como sea Rivers, tu entiendes! -Roier intervino antes que Spreen pudiera responder-. ¡Fuimos a la luz y nadie más vino! Solo vimos a Rivers... ¿y tu donde estabas, Juan?
Juan no contestó.
Y Spreen inhaló y exhaló.
-Pará, pará... podemos enfocarnos en salir de acá, solo hay que buscar unas cosas--
-O podemos acabar con este circo -Juan se encaminó de nuevo a la sala y segundos después la alarma llenó nuevamente el lugar.
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Roier estaba seguro de que si lograba salir de ese lugar, esa sala lo atormentaría el resto de lo que le quedara de vida.
Los cuatro estaban sentados esta vez en la mesa, Juan dio inicio al protocolo de votación y tomó la palabra -Amigos... hablemos. Antes de que me echen a mí, porque se que es lo que harán, solo quiero decirles que estoy seguro de que es Roier.
Y Roier se hubiera lanzado a atacarlo en ese momento, pero la mano de Spreen sobre su rodilla lo detuvo.
-Yo quiero decir una cosa -Rivers habló-. Spreen fue quien apretó el botón... así que creo que Spreen no es... y si no eres tu Juan, entonces es Roier...
-Rivers -Spreen le habló con firmeza-. Yo fui con Roier a la luz, para poder apretar el botón, estuvimos juntos todo el tiempo.
-¡Yo se! -Rivers se llevó una mano a la cabeza-. Yo se... pero es que... sé que no soy yo... pero si no es Juan...
-¿Y Spreen? -Juan sugirió por primera vez-. Rivers... vota por Spreen, yo ya lo hice, Roier y Spreen me van a votar a mí, así empatamos y tenemos más tiempo.
Rivers arqueó una ceja -Juan... ¿y por qué necesitas mas tiempo? ¿Para matarnos?
El contador iba bajando y Juan se puso pálido.
"Manual del tripulante, inciso B, #41"
Una vez iniciado el protocolo de votación, no se puede interrumpir.
Juan : 3 votos
Spreen: 1 voto
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Roier quisiera decir que sintió alivio cuando vio a Spreen lanzar el cuerpo inconsciente de Juan a la lava, pero no fue así.
Rivers y él vieron hasta el último segundo, una forma retorcida de honrar a quien en alguna vez fue su buen amigo.
Al menos se pudieron poner de acuerdo en algo: huir del maldito lugar.
Roier aun tenía nauseas, y Rivers era muy pequeña, así que Spreen se ofreció para ir a rellenar el combustible faltante mientras ellos lo esperaban sentados en la sala.
-Roier -empezó Rivers-. ¿En verdad no eres tu, verdad? Digo... no vas a matarme o algo así...
Y Roier se hubiera reído, pero dudaba poder volver siquiera a sonreír algun día.
-Claro que no, pendeja...
Silencio.
Roier escuchó el mas tenué sonido afuera de la habitación, estuvo a punto de girarse a ver cuando la voz de Rivers lo distrajo.
-¿Te da miedo?
-¿El qué?
-Morir.
La palabra le aterraba ahora más que nunca después de haber visto tanto en un solo día.
-Si -respondió honestamente-. Antes creía que no, ¿sabes? Digo, solo te mueres y ya... pero después de hoy... sí, me da miedo morir...
Otro silencio.
-Roier... y si es Spre--
Sus palabras murieron en su garganta mientras veía a Spreen entrar de nuevo por la puerta.
Roier juró ver por una fracción de segundo un rojo en sus ojos normalmente amatistas... pero no tuvo tiempo de confirmarlo cuando de pronto una alarma diferente inundó toda la estación, iluminandola en la misma tonalidad de rojo.
Alerta sísmica. Reestablecer estabilizadores.
Roier y Rivers se levantaron en un segundo, los tres corriendo hacia las torres.
-¡VAMOS! ¡UNIDOS! -Pero al parecer Rivers no lo alcanzó a escuchar, pues tan pronto salieron ella se fue por un camino distinto.
-¡Verga! -maldijo por lo bajo, al menos Spreen venía justo detrás, unos segundos después llegaron a las torres estabilizadoras -¡Vamos! ¡Ajustamos este y luego el de la izquierda!
-Te asusta, ¿eh Roier?
El castaño se preguntaba por qué podía oír la voz de Spreen tan clara dentro de su mente a pesar de la fuerte alarma que taladraba sus oídos -¡¿QUE COSA?!
-Morir.
Roier no le contestó, no tenía tiempo para esto, llegando a la torre sujetó la escalera con una mano.
Y entonces su otra mano fue jalada con fuerza hacia atrás.
-¡En serio me caíste re piola, amigo! ¡Me divertí una banda!
Para cuando volteó, vió Spreen jalandolo con una sonrisa y a Rivers acercarse corriendo.
-¡ESTABILICE EL OTRO! ¡¿QUE PASA CON ESTE?!
Roier no se dio cuenta en que momento estaban frente a la nave. Ni que la puerta estaba abierta. Ni que la nave de hecho ya estaba encendida. Lo único que sintió fue un fuerte empujón hacia el interior, y la puerta cerrandose lentamente.
-Eh Roier -Spreen sonrió con los dientes y entre los flashazos de luces rojas Roier pudo ver sus ojos de un rojo intenso-. Tranquilo. Vos no vas a morir.
Lo último que vió Roier antes de desmayarse nuevamente fue a Spreen atravesar a Rivers con afiladas garras...
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Cuatro meses después.
-Adelante.
Aldo abrió la puerta y entró a la oficina tan pronto escuchó la voz del otro lado, colocó una carpeta en el escritorio -Señor, el escuadrón para la misión AJ793-4 está listo para salir.
-Bien -Cellbit giró en su silla tomando la carpeta y observando su interior-. ¿Todos fueron--
-Todos confirmados, señor. Limpios.
-Bien, bien...
Cellbit pinchó el puente de su nariz cansado, desde que el tripulante Roier había vuelto en esa nave, como único sobreviviente de siete y un alienigena no identificado las cosas no eran fáciles en la estación espacial.
Primero Spreen, su mejor elemento, resultó ser un ser no-humano, y se daba por sentado que todas sus "milagrosas misiones" donde solo él volvía con vida eran más bien una matanza... ¿cuántas muertes pudieron haberse evitado?
Por suerte, o no, no se sabía nada más de él desde el incidente. Su mayor esperanza era que no hubiera logrado estabilizar las torres y se hubiera desintegrado como el resto de la estación.
Y luego estaba Roier, ese pobre chico que fue a su primera (y última, tras su evidente renuncia) misión solo para volver con el peso de ver a sus amigos muertos... y sobre todo ¿qué tenía el de especial que hizo que Spreen decidiera "perdonarle la vida"?
Desde entonces el control era muchisimo más estricto: misiones confidenciales para identificar posibles amenazas, alertas comunicadas con la estación central en todo momento, monitoreo de signos vitales. Todo para identificar impostores.
Bufó sarcasticamente, ¿quién diría que ese cuento que les contaban de niños para obligarlos a dormir se convertiría en una realidad después de todo?
Aldo miró con pena a Cellbit sabiendo exactamente lo que estaba pensando, el mismo lo pensaba casi a diario... ¿hubiera cambiado en algo si él hubiera podido ir a la misión con sus amigos?
Miró a la ventana, hacia la Tierra, esperando que donde quiera que estuviera Roier estuviera mejor.
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Roier caminaba por las calles sin rumbo fijo.
Su última visita con su psicologo fue bastante bien, a decir verdad. Después de un largo proceso de duelo el castaño al fin podía pasar algunas noches sin que las pesadillas lo atormentaran.
Cuando despertó en la nave, ya estaba en el espacio, nunca fue realmente bueno en navegación, pero una vista a la consola le indicó que la nave estaba siendo conducida automáticamente, las coordenadas fijas en la estación espacial.
¿Culparse? Realmente no... quizas de lo único que se sentía culpable era de dudar de sus amigos, pero las terapias le ayudaron a ver que en momentos de gran estrés es normal desconfiar.
Aunque también se culpaba de no haber podido hacer mucho más... pero su (ex) jefe se encargó de confirmarle que no era su culpa en absoluto.
-Son seres impredecibles, Roier -le dijo Cellbit en una de sus tantas reuniones casuales después de eso-. No sabes como actuarán...
Spreen DMC. Tripulante modelo. Impostor.
Y el era solo Roier.
¿Por qué le perdonó la vida?
Tan sumido estaba en sus pensamientos que no miró que la luz estaba en rojo y cruzó la calle. El chirrido de unas ruedas lo hizo volver a la realidad y vió un camión dirigirse a él a toda velocidad.
Apretó los ojos y llevó sus manos frente a su rostro esperando el impacto, en su lugar solo sintió como era jalado bruscamente y caía de espaldas a la seguridad de la acera.
-¡IDIOTA! -escuchó a un señor y abrió los ojos para ver el camión detenido y al chofer gritándole-. ¡¿QUIERES MORIR O QUE?!
-Pará, amigo...
Roier se congeló y solo entonces miró a su derecha. Al pelinegro sonriente en sudadera turquesa, pantalones negros y unas gafas de sol sobre la cabeza.
-El no quiere morir, le da miedo, ¿ves?.
-Pff.. chiflado -el señor escupió mientras arrancaba nuevamente el motor y se alejaba.
-Amigo, tenés que tener más cuidado, ¿y si no estaba yo acá? Naaah, ¡todavía que me tardé una banda en venir hasta acá yo solo!
Roier pudo hacer muchas cosas. Pudo llamar a Aldo o a Cellbit en ese momento, pudo correr, pudo llorar, pudo golpearlo. Pero en su lugar solo se quedó ahí. Como si supiera que no tenía caso intentar escapar. Como si con esa mirada de destellos púrpura con rojo le dijeran que estaban atados para siempre.
Después de todo...
"Siempre hay un impostor entre nosotros".
FIN
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